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Ébola y el Cisne Negro

11/10/2014 El Confidencial «Fear gets a bad rap. I don’t want anyone in my outfit that doesn’t get scared»Dustin Hoffman en Outbreak (1995).

La aparición de casos de ébola en la OCDE y España ha disparado las alarmas, e incluso el pánico. Y eso no es malo si a lo que lleva es a actuar de manera rápida y eficaz.

No quiero obviar ni olvidar la tragedia humana, y traslado mi admiración por todos los profesionales sanitarios, que son los verdaderos héroes. Mientras algunos políticos buscan echar balones fuera y crear comités, mientras sale a la luz que tenemos que «coordinar» diecisiete consejerías para hacer algo, estos héroes trabajan a pesar de la burocracia que solo busca autojustificarse.

Nos centraremos en el posible impacto económico, y para ello, el informe de Barclays Banks «A Pale Horse» y los análisis publicados por el Banco Mundial y el Financial Times nos pueden ayudar.

¿Es el ébola un «cisne negro»? Es decir, ¿un evento inesperado que lleva a una crisis financiera?

Empecemos por las diferencias con otros brotes epidémicos.

Este ultimo brote ha causado 7.470 casos y 3.431 muertes estimadas, pero se reduce a 4.087 y 2.071, respectivamente, totalmente confirmadas, según la CDC y la OMS. Esto, dentro de una zona poblada por más de 334 millones de personas. De hecho, el corredor que va de Lome a Abidjan y a Lagos, aunque pase por varios paises, es una «enorme megalopolis», como Robert Kaplan decía ya hace veinte años.

El índice de contagio es muy bajo. Mientras que en el caso del Sida o la gripe aviar éste oscila entre 3 y 6, en el del ébola, según la OMC, es de entre 1,4 y 1,9.

Cada día es un día menos. A medida que pasan horas desde el caso, la probabilidad de una epidemia se reduce aún más. En Nigeria, por ejemplo, con ciudades como Lagos -21 millones de habitantes- se ha controlado de manera rápida y eficaz.

Por lo tanto, el riesgo de una epidemia es muy bajo si se monitoriza adecuadamente y se deja a los profesionales trabajar.

El impacto económico, desafortunadamente, no es tan claro. Como muestra el gráfico de Barclays, el daño a las economías asiáticas por la gripe aviar fue corto, pero relevante.

Precisamente, porque el ébola es menos contagioso, pero más mortal cuando se confirma un caso, hace que el impacto económico pueda ser mayor a los 20-25.000 millones de dólares que estima el Banco Mundial.

Si usamos el indicador de ejemplos pasados:

Caída del comercio internacional, al cerrarse fronteras o aumentar de manera importante los controles.

Pérdida de turismo. El turismo se mueve por riesgo, aunque sea infundado. Una información veraz, clara y constante y un protocolo de contención contundente son esenciales para que otros gobiernos no «recomienden» a sus ciudadanos «evitar» viajar a nuestro país.

Reducción de inversiones. Es normal que un brote ralentice las inversiones ante una posible caída de la actividad.

Riesgo de impago y recesión en economías expuestas a África. Aún no se ha producido un impago o problema crediticio en ninguno de los países afectados. Eso es una buena señal del bajo riesgo.

Es, por lo tanto, razonable llegar a una caída de las estimaciones de crecimiento global y de la Unión Europea. Los análisis que he leído asumen una reducción de 0,2-0,3% hasta 0,5% en el crecimiento de Europa y España, respectivamente, si se cierran fronteras y cae la de manera importante la actividad económica. No tiene por qué llegar a ese nivel y parece una estimación maximalista. Pero debemos estar alertas, precisamente porque vivimos momentos de euforia, endeudamiento barato, excesivo riesgo y valoraciones y estimaciones optimistas. Los sectores más afectados serían los que dependen de turismo y cíclicos.

Por supuesto, si se contiene inmediatamente, la recuperación de esa caída se da rápidamente, en unos 12 meses. La actividad económica en Nigeria ha sufrido un impacto muy pequeño con el brote de ébola. Por ejemplo, las aerolíneas ganaron todo lo perdido en bolsa en un periodo de menos de un año en la crisis de la gripe aviar.

Debemos estar alertas, precisamente porque vivimos momentos de euforia, endeiudamiento barato, excesivo riesgo y valoraciones y estimaciones optimistas. Los sectores más afectados serían los que dependen de turismo y cíclicos

Lo que el ébola ha puesto en las mentes de los economistas es lo que llevamos diciendo años en esta columna. La fragilidad del sistema y que cualquier problema inesperado -cisne negro- puede poner en peligro la débil recuperación y pinchar la burbuja de euforia creada por la expansión monetaria. Ningún banco central va a solucionar el impacto en la economía real, si se da.

En mi experiencia, todas las crisis sanitarias pasadas han sido mucho menos dañinas para la economía de lo que se estimaba y mucho menos graves de lo esperado, precisamente porque la alarma social aceleró una respuesta contundente. Aún recuerdo un amigo que acaparó en su casa decenas de cajas de Tamiflu por si acaso. Y ahí están las cajas. Sin embargo, pensar que todo esto es irrelevante y que los bancos centrales nos van a sostener la burbuja en las carteras de inversión es, cuando menos, irresponsable. Precisamente, por el grado de complacencia y valoraciones exageradas que se dan hoy en los activos de riesgo.

Hacer predicciones agresivas o pesimistas ha sido el denominador común con otros brotes o crisis. Y no es malo. Tal vez es un mecanismo que sirve para ponernos las pilas y evitar cumplir dichas estimaciones catastróficas. Por eso, como decía el personaje de Dustin Hoffman en Outbreak, tomemos en serio y tengamos respeto al virus, no para sacarlo a cenar, sino para matarlo. Menos comités y más profesionales.

PD: Este articulo va dedicado a Teresa y todos los profesionales y religiosos que ponen en peligro y hasta sacrifican sus vidas por los demás.

 

 

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