Por qué los separatistas no comprarán bonos catalanes

Se lo respondo. Porque saben que esta secesión es un asalto a la credibilidad y responsabilidad crediticia además de hundir la seguridad jurídica con llamadas a la confiscación de activos del estado e impago.

Una Cataluña que ya es bono basura y donde ninguna agencia de calificación concede el más mínimo nivel de mejora por la independencia es una bomba de relojería crediticia, como explicamos aquí. Puede usted decir lo que le dé la gana sobre la bondad o maldad de las agencias de rating, pero no puede negar que la inmensa mayoría de los inversores en bonos no compran deuda calificada como basura y menos en medio de un proceso de inseguridad total, les guste a ustedes o no. Y ninguno lo hace a coste de país serio.

Si un país como Reino Unido, con una trayectoria independiente de siglos, banco central y moneda propias con historia y credibilidad institucional además de compromiso con la seguridad jurídica, está sufriendo ante un evento como el Brexit, imaginen una secesión gestada con antisistemas, totalitarios y que nace desde el asalto a la seguridad jurídica.

No nos debe sorprender el bajísimo –aunque no inexistente- impacto en los mercados de deuda ante lo que sería el mayor impago y confiscación de la historia reciente. La razón del bajo impacto me la explicaba el miércoles un trader de bonos en Londres. “No solo por el apoyo del BCE a España, es que es un desastre económico de tal calibre que no puede pasar”. Lo cual no deja de ser una afirmación arriesgada.

 

 

Como muestra el gráfico de Bloomberg, los bonos catalanes a 2020, a pesar de la baja liquidez y de estar 100% garantizados por el estado, han caído ante el riesgo de impago. Y eso con el efecto placebo de un Banco Central Europeo que, ante una secesión, no compraría un solo bono catalán ni garantizaría liquidez a su sistema financiero, como ha dejado claro en repetidas ocasiones.

 

 

La prima de riesgo del bono catalán con respecto al español ya es de más de 250 puntos básicos a corto plazo. Repito, eso con el apoyo total del BCE. Pero es que los mercados están casi totalmente cerrados para la posibilidad de vender nuevos bonos de la comunidad autónoma.

Usted podrá decir lo que quiera sobre las balanzas fiscales y las estimaciones de Arcadia feliz que hacen algunos sobre la secesión. Les voy a dar una mala noticia: No podrá financiar sus compromisos corrientes. Porque lo primero que saben los secesionistas es que las balanzas fiscales no son de caja y que en ellas se incluye la capacidad de financiación del estado. Es decir, el día uno de la independencia Cataluña no cuenta con superávit fiscal.

Las más optimistas estimaciones de coste de una Cataluña independiente asumen unos gastos mensuales de 5.000 millones de euros (60.000 millones de euros anuales) para una capacidad de “recaudación”, según el Sr. Junqueras, de 42.000 millones de euros, asumiendo que no se diera ningún efecto salida, caída de consumo ni depresivo. Hablamos de un déficit mínimo anual de 18.000 millones de euros por parte de una Cataluña independiente envuelta en litigios eternos por la confiscación ilegitima de activos estatales, que no podría endeudar, y por el evento de crédito del impago de su parte de la deuda nacional.

Sí, ante ese evento, la deuda del estado español seguiría siendo parte del programa de recompras del BCE, pero el déficit de la supuesta Cataluña independiente sería imposible de financiar. Ni lo compraría el BCE, al estar fuera de los organismos europeos, ni los inversores más optimistas al estar envuelto el imaginario nuevo país en un evento de crédito con disputas sobre legitimidad, confiscación e impago.

La pregunta es clave:

¿Le prestaría usted a un estado que nace desde la inseguridad jurídica absoluta, partiendo de expropiaciones y que empieza por no reconocer sus deudas?

¿Le prestaría usted a un estado cuyos principales promotores defienden el impago de la deuda y la ruptura de compromisos legales según le convenga al poder político?

¿Iba el nuevo estado a poder recaudar 18.000 millones de euros adicionales para cuadrar las cuentas y salir adelante?

Intentaría, y ya es una de las Comunidades con mayor presión fiscal, asaltar a los ciudadanos cautivos que queden en la región a impuestos. Pero ni en los análisis más apasionadamente secesionistas se reconoce esa posibilidad, acudiendo a la llamada a emisiones de “bonos con cargo a impuestos futuros” … Es decir, al asalto fiscal.

¿Cuánto tiempo necesita un estado – repito- que nace desde la inseguridad jurídica, la inconstitucionalidad y el asalto a la propiedad, hasta poder acceder a los mercados de manera normalizada para financiar sus gastos esenciales y los 22.000 millones de euros de administración paralela que han creado? Empiece a contar en lustros. En ese periodo, los rehenes cautivos sufrirán el nuevo y voraz asalto fiscal, recortes de verdad e impagos.

Si hoy, con el efecto depresor de tipos del Banco Central Europeo, la prima de riesgo supera los 250 puntos básicos, imaginen sin ello. Grecia tiene más de 500 puntos básicos de prima de riesgo y está dentro del programa del BCE. Pero es que da igual. No tendría acceso a mercados dentro de un mar de litigios y arbitrajes por expropiación e incumplimientos.

¿Cuánto se tarda en recuperar el acceso a los mercados? Ecuador, país soberano, petrolero y con historia independiente, hizo “impago”, estuvo más de cinco años sin acceso a mercados y se financia mucho más caro y en menor cantidad tras la hazaña heroica “contra los mercados” (nótese la ironía). Ahora están “descubriendo” deudas ocultas.

 

La financiación no desaparece solo para el supuesto nuevo estado. Desaparece para empresas y hogares que no tienen la culpa de las veleidades intervencionistas de sus gobernantes

 

Ese evento de crédito que los separatistas han rubricado como documento de transición es, por supuesto, negativo para toda España. Pero la diferencia entre uno -el de la nación española- y otro es la diferencia de estar en la Unión Europea y con el soporte del BCE y no estarlo. Es la diferencia entre un impacto en crecimiento, empleo y recuperación del estado comparado con un dominó de quiebras. Porque la financiación no desaparece solo para el supuesto nuevo estado. Desaparece para empresas y hogares que no tienen la culpa de las veleidades intervencionistas de sus gobernantes, pero que sufrirían por el riesgo -la certeza- del expolio fiscal para cubrir los pagos.

Es por ello que los políticos separatistas no comprarán un solo bono catalán. Porque son los que van a hacer impago de esos mismos bonos cuando vean que dos más dos no suman veintidós.

Todas estas evidencias las niegan desde la amenaza. Saben que todo es tan imposible, que asumen que la UE, el BCE y el resto de los españoles tendrán que aceptar lo que ellos quieran. Y ahí está el error. El mismo que cometió Varoufakis. Pensar que los demás aceptarán tu chantaje porque, si no, les irá mal también.

Eso sí, estarán muy contentos porque el resto de España también sufrirá. Victoria. A los gallegos, andaluces, madrileños, etc… les irá mal. Todo un proyecto de futuro.

Cuando lea este artículo, el separatista le dirá que todo es mentira porque Cataluña será una nación sin casi deuda y donde todos estarán encantados de invertir ante la seguridad que ofrece un proceso constituyente asambleario al estilo chavista liderado por ERC, la CUP y sus socios (ironía).

Señores, naciones con poca deuda, sin acceso a mercados y altísimas primas de riesgo hay muchas. El impago de los compromisos no te hace más atractivo para los inversores, evidencia tu falta de credibilidad y solvencia.

Por supuesto que negarán todo lo que he escrito. Pero gastarse el dinero de su bolsillo en comprar bonos patrióticos -ya verán-, ni uno.

Lilian Tintori, inflación y devaluación

Esta semana, nuestros totalitarios de smartphone han descubierto la hiperinflación que crean sus entelequias monetarias.

A Lilian Tintori le confiscaron 200 millones de bolívares, y rápidamente las redes se lanzaron a criticar la “fortuna”. Por supuesto, 200 millones de bolívares no son 16 millones de euros, ni siquiera 60.000, como increpaban algunos desorientados. Por supuesto, lo verdaderamente triste es que 200 millones de bolívares son, a cierre de este artículo, menos de 9.500 euros. Digo a cierre, porque en un par de días seguirá devaluándose.

…Y los totalitarios descubrieron la hiperinflación que crean sus políticas de “crear dinero para el pueblo”:

“Hallazgo millonario en el auto de Tintori, la suma equivale a unos 256 años de salario mínimo actual en Venezuela”, decían los indignados de PowerPoint.

Venezuela tiene el segundo salario mínimo más bajo de la región, después de… Cuba. En un país donde una docena de huevos cuesta entre 25.000 y 32.000 bolívares, un pan de molde 11.950, un queso 12.814, y un trabajador necesita un mínimo de 31.875 bolívares diarios para alimentar a su familia, los totalitarios –sin quererlo- mostraban la miseria de sus políticas en el país. El salario mínimo no da para dos días de alimentos básicos.

El salario mínimo en Cuba está por debajo del equivalente a 10 dólares mensuales, y el de Venezuela no llega a 27 dólares (recuerden que el destrozo monetario hace que estas cifras empeoren cada día).

“Pero los golpistas, como siempre, tienen su motivación en el dinero”, afirmaba quien cobraba sus estudios para el gobierno venezolano, por supuesto, en euros. No los cobró en bolívares, porque es una persona muy inteligente. Tampoco cobran en bolívares los asesores que recomiendan a Maduro imprimir más porque “la inflación no existe”.

Lo más triste del episodio es que muestra que una persona debe acumular durante meses, con ayuda de todo familiar que pueda aportar algo, esas cantidades de millones de bolívares en cajones para pagar unas medicinas que, por culpa del destrozo económico del chavismo, escasean en más de un 80% y es casi imposible pagar.

“Pero si el cambio oficial dice que son 16 millones de euros, lo será”, saltaba la jauría. Por esa regla de tres, el sueldo mínimo en Venezuela es el más alto del mundo. Hilarante.

Los totalitarios no entienden que el valor del dinero no es lo que decide un político, sino lo que aceptan los ciudadanos. El tipo de cambio “oficial” es tan ridículo como esos tipos de cambio “oficiales” que publicaban la URSS o Zimbabue o la RDA. Nadie quería esos papeles.

El valor del dinero lo fijan los ciudadanos y es el poder adquisitivo de la moneda en el momento actual. Es decir, el valor de moneda no lo decide el gobierno, lo fijamos nosotros al aceptarla como instrumento de cambio.

El valor de moneda no lo decide el gobierno, lo fijamos nosotros al aceptarla como instrumento de cambio

Un país, su banco central o gobierno, puede hundir esa confianza en el instrumento de cambio –como hizo Argentina o tantos otros- o fortalecerla.

La idea de que la gente va a aceptar la cantidad y precio de una moneda porque lo imponga un gobierno es simplemente falsa. Buscarán –como en todos los casos de la historia- maneras de protegerse del asalto al poder adquisitivo, comprando monedas fuertes donde y como puedan, oro, lo que sea que les salvaguarde del ataque político. Y con la pérdida de esa confianza, la combinación de imprimir más “porque lo dice el gobierno” y menos agentes aceptando la irrisoria moneda, la devaluación y la hiperinflación aparecen. Los insumos se disparan muy por encima del precio que los consumidores pueden pagar, el uso de la moneda se desploma, la velocidad del dinero colapsa e, incluso cuando las empresas son estatales, las hunde el capital circulante y la escasez, y se dispara la inflación.

Ningún país ha sufrido miseria e hiperinflación manteniendo una moneda fuerte. Decenas se han lanzado al desastre creyendo que imprimiendo papelitos se crea riqueza.

«Crear dinero para el pueblo»: inflación

El destrozo económico de “crear dinero para el pueblo” siempre termina igual, y siempre se achaca al enemigo exterior. La falacia de decir que la creación de dinero no generará inflación porque la demanda y oferta de bienes y servicios crecerá en tándem. El milagro de los panes y los peces. Nunca ocurre y nunca ha ocurrido.

No deja de ser un espejismo, una teoría completamente falaz y desacreditada pensar que el gobierno sabe perfectamente cuál es la demanda y oferta real de bienes y servicios, y sabe perfectamente cuál es la cantidad de dinero que debe crear para generar crecimiento sin hundir la moneda y crear enorme inflación. Literalmente, es creer en la magia. Igual de falaz, que quede claro, que pensar que crear dinero con expansión cuantitativa va a hacer lo mismo. El error no es el método de creación política de dinero, sino la creencia en el alquimismo por planificación centralizada (lean aquí).

¿Cómo destruir la economía en tres pasos?

Paso 1. “Un país con moneda propia puede crear todo el dinero que quiera sin riesgo”. “Si creamos todo el dinero que queramos para el pueblo, la economía mejora y no habrá inflación”.

Tras dilapidar más de 300.000 millones de dólares de ingresos petroleros durante la bonanza (recordemos que el chavismo vio los precios del petróleo multiplicarse por diez), expropiar a miles de empresas que hoy están en su mayoría en quiebra, y lanzarse a imprimir bolívares para cubrir el enorme gasto superfluo, se desata la hiperinflación.

La masa monetaria (dinero en circulación) aumentó en Venezuela un 384% solo en 2016, comparado con un 5,5% en EEUU, por ejemplo, y se ha multiplicado desde 2010. Imprimiendo dinero “para el pueblo”, la inflación se disparó al 800% y el PIB se desplomó un 19%. El 82% de los hogares en pobreza (Encuesta sobre Condiciones de Vida en Venezuela, Encovi), y escasez generalizada.

Paso 2. “Echarle la culpa al boogie” (el petróleo, el capitalismo, los mercados…). Venezuela es el único país de la OPEP con hiperinflación, depresión y pobreza generalizada. Echarle la culpa al petróleo sería una broma si no estuviese muriendo de hambre la población.

Venezuela ha expropiado más de 1.200 empresas, que “gestionadas en socialismo” están hoy en quiebra, al borde del cierre o producen una fracción de lo que producían antes de expropiarse.

Paso 3. “Repetir pero a lo bestia”. Ante la evidencia de que el aumento de la masa monetaria y la impresión de dinero desbocada estaba generando escasez y exceso de inflación, se le echaba la culpa a cualquier cosa (“hay colas en Venezuela porque la gente tiene más dinero para comprar”, “señora, no acapare” decía un anuncio en la TV venezolana acusando a las madres que compraban lo que encontraban) … y repetir a lo bestia. El Banco Central de Venezuela, organismo dependiente del gobierno, redobló su impresión de dinero, y aumenta la masa monetaria casi un 200% al mes porque los gurús dicen que la inflación no existe y que la soberanía monetaria es lo que salvará a la economía mientras se expropian todos los medios de producción. Pobreza y miseria.

Cuando ese pueblo no quiere los billetes ni para envolver el bocadillo, le echa la culpa a los especuladores

Lo malo es que todo esto ha ocurrido en decenas de ocasiones.Argentina, Zimbabue, Albania, Hungría , Yugoslavia, Alemania, México, Brasil, Taiwán… Siempre viene alguno que piensa que la solución a los desequilibrios es imprimir dinero “para el pueblo”. Luego, cuando ese pueblo no quiere los billetes ni para envolver el bocadillo, le echa la culpa a los especuladores. ¿Quién hay más especulador que el gobierno que se autoconcede la posición endiosada de pensar que el dinero va a valer lo que ellos quieran? No es una casualidad que los nazis intentaran hundir la economía británica imprimiendo millones de libras falsas.

El destrozo ya lo conocemos.

Solo espero que Lilian y su bella familia puedan comprar medicinas libremente sin tener que acumular cajas de billetes. Solo deseo para Venezuela que disfrute de lo mismo que disfrutan los comunistas totalitarios que se ríen de las desgracias del pueblo venezolano desde la comodidad de su sillón en España, y cobrando en monedas de reserva global.

La única guerra económica que existe en Venezuela es la del chavismo contra su pueblo.

Lo peor es que, como ha ocurrido desde la Revolución Francesa hasta hoy, siempre saldrá alguno que le venda a usted que hundir la moneda y destrozar la economía imprimiendo papelitos es “social”. Les dirán que “esta vez es diferente”. Y no, no lo será.

España crece, pero debemos evitar volver a errores del pasado

El crecimiento de la economía española en el segundo trimestre se ha confirmado en un 0,9%, mostrando un 3,1% anualizado. Esto llevará al gobierno, a Bruselas y a gran parte de los organismos internacionales a revisar al alza sus previsiones sobre la economía española. Esto es una muy buena noticia, porque siempre es mejor superar las previsiones que dar explicaciones. Y los datos de España son muy positivos, especialmente comparados con sus socios comunitarios. Un crecimiento esperado del 2% por parte del consenso, aunque el BCE lo mantiene en 1,9% y los últimos datos de índices manufactureros y sector exterior muestran algo de riesgo para Francia, Italia e incluso Alemania. Por eso, un crecimiento del 3,1% esperado por el Banco de España, que puede revisarse al alza, merece resaltarse.

Es muy habitual leer que el crecimiento de España viene por factores externos. Sin embargo, es fácil de desmontar que sean solo factores externos.

1) “El petróleo barato”. En los seis primeros meses del año, las importaciones de petróleo fueron de 31,8 millones de toneladas, un aumento del 3,8% con respecto al mismo periodo de 2016. El menor precio del crudo en dólares apoya, pero la fortaleza del euro lo diluye a casi cero. Y tenemos que incluir todos los productos energéticos, gas y otros. Las importaciones han subido a 20.615,3 millones de euros, un aumento de casi 52%, impactado por el aumento del precio del gas natural a principios de año con la ola de frío. Recordemos que ya crecíamos más que la media de la UE con el petróleo a $113 por barril y, si fuese el crudo barato la panacea de nuestra economía, Italia o Francia -que tienen una sensibilidad similar y mayor, respectivamente, al precio del barril- crecerían espectacularmente. En cualquier caso, es importante prestar atención al ahorro por menores costes energéticos para mejorar en eficiencia. Hay que vigilar el riesgo de aumentar la dependencia energética, pero solo si la mayor independencia es más competitiva, si no es un tiro en el pie.

2) “Tirando de deuda” No podemos olvidar el riesgo de aumento de deuda pública, pero tampoco que España, sumando familias y empresas, no está más endeudada. Mientras la deuda pública se mantiene en el nivel del 100% del PIB, España ha reducido su déficit anual más de un 45% desde 2011. Y en términos de deuda total, España está reduciendo sus desequilibrios a pasos firmes. Empresas y familias muestran una reducción de deuda que compensa el menor ajuste del sector público. Las necesidades de financiación neta se han reducido de manera drástica, como explicábamos aquí.

3) “El programa del BCE”. No olvidemos que entre 2009 y 2011 el BCE bajó tipos de 4,25% al 2% y luego al 1%, y en esos años compró más de 44.300 de bonos del Estado. A pesar de ello, la economía no mejoraba y se destruían 3,5 millones de empleos a pesar de que se echaba la culpa de la crisis al enemigo exterior, “los mercados” y todas esas excusas. A pesar de ello, la prima de riesgo se disparaba por los enormes desequilibrios acumulados. Si usted cree que comprar bonos crea empleo, es como pensar que va a llover si todos bailamos en círculo.

Pero no olvidemos que todos esos efectos, que por supuesto ayudan, aunque no sean ni de lejos “la causa de todo”. Deben darnos la oportunidad para fortalecer la economía y que la recuperación se convierta en crecimiento sostenido.

Es importante resaltar los cambios en la composición del crecimiento para conseguir dos objetivos: mejorar nuestra economía y no caer en los errores del pasado.

No caer en los errores del pasado. Cuidado con las cuatro palabras más peligrosas de la economía “estimular la demanda interna”, que supondría volver a los elefantes blancos y los gastos inútiles para crear una supuesta demanda que luego solo se convierte en deuda, paro y más impuestos.

El consumo privado se espera que crezca un 2,7% en 2017, y la demanda interna ya supone el mayor componente del crecimiento. No hace falta estimularla, aparece cuando se deja de destruir empleo y se permite respirar a las empresas y familias.

El crecimiento de la inversión se ha moderado en el segundo trimestre, sin embargo se estima un crecimiento para 2017 superior al 3,5%, que superaría al 3,1% de 2016, y que es perfectamente acorde con una economía que todavía sufre del exceso de capacidad creado “estimulando la demanda interna” en los años de “hay margen”.

La aportación del sector exterior sigue siendo clave. Las exportaciones del segundo trimestre se han moderado por el efecto base de un primer trimestre espectacular, y se espera que, a nivel anual, las exportaciones aumenten un 4%, con las importaciones manteniendo un crecimiento del 4,5%. Gracias a ello, España podrá mantener la contención del déficit comercial, que –no debemos olvidarlo- llegó a ser de un 10% del PIB cuando íbamos de negar la crisis y hacer “estímulos”.

El gran reto de la economía española continúa siendo la productividad, que crece muy modestamente (como en el resto del mundo), y que estemos preparados para cuando suban los tipos y se acabe el peligroso programa de recompras del BCE. Esa burbuja no es una a la que nos debamos subir, porque cuando pinche –y lo hará- pillará a muchos más endeudados y con menos opciones. Es importante, por lo tanto, recordar que España ya tuvo una prima de riesgo muy baja sin estímulos y jamás olvidar que se disparaba también con ellos. Por eso es tan importante que el objetivo de reducción de deuda se cumpla. No solo “reducir el déficit”, que es aumentar la deuda de manera más lenta, sino bajar la carga estatal. Para ello debemos facilitar que la inversión crezca más que un 3,5%-4%, que se creen más empresas y las que hay, crezcan. Eso no se consigue con falsos estímulos de gasto, que solo dejan desequilibrios, sino permitiendo que aprovechemos el potencial del país, que no necesita estimularlo, ya existe, y que sigamos avanzando en el crecimiento del sector exterior.

Los datos del PIB son positivos. Recordemos que el consenso no consideraba ni siquiera un 2,5% de crecimiento para 2017 hace doce meses. Pero no son datos para acomodarse y pensar que todo está hecho y que podemos volver a los errores de 2007, sino para recordar que nunca deberíamos haber llegado a esos desequilibrios.

Los estímulos se vuelven contra el BCE

¿Puede el Tribunal Constitucional alemán acabar con el estímulo de Draghi? Esta semana hemos leído que dicho tribunal emitía una resolución que criticaba el programa de recompras, cuestionando su legalidad, pero refería el caso a la justicia europea para que se pronuncie, antes de dictar sentencia. Según sus apreciaciones, dicho estímulo monetario podría ser ilegal e ir contra el mandato del banco central.

Es cierto que es un caso que lleva cierto tiempo en los medios y que salta ahora tras la decisión de referir el caso a la corte europea, pero no debemos olvidar los hechos.

El Banco Central Europeo (BCE) ya acumula más del 10% de la deuda total de los principales países de la Eurozona. El Banco de España tiene más de 235.000 millones en bonos por el programa del BCE.

Los estados de la eurozona dicen que se han “ahorrado” más de un billón de euros en intereses por la política de represión financiera (bajar tipos y aumentar masivamente la liquidez) del BCE. Solo tiene un problema.

Ese “ahorro” se lo han gastado, y los países deficitarios serían incapaces hoy de asumir una modestísima, aunque urgente y necesaria, subida de tipos. Ese “ahorro” ha sido a costa de los ahorradores, que han visto sus planes de pensiones y fondos de inversión de bajo riesgo generar cada vez menos rentabilidad y, en más de un 70% de los casos de fondos de pensiones europeos, en agujeros patrimoniales, ante la acumulación de más de seis billones en bonos de tipos reales negativos.

El balance del BCE ya supera el 35% del PIB de la Eurozona y los principales bancos centrales acumulan casi un 20% de la deuda de sus países.

Todo esto dicen que no es ningún problema porque “no hay inflación”. El problema es que los tipos bajos y la alta liquidez perpetúan los desequilibrios, incentivan al sobreendeudamiento y, lo que es más importante, al incrementar la sobrecapacidad y la deuda, se desploma el crecimiento de la productividad y la velocidad del dinero, y la inflación ni está ni se le espera.

Pero la enorme inflación que genera en los activos financieros es un brutal riesgo. Los bonos soberanos con rentabilidad a mínimos históricos, las bolsas a múltiplos de burbuja, gasto desbocado “porque los tipos son bajos” … pero “no hay riesgo”. Con 1,7 billones de euros de exceso de liquidez en el BCE, cuando salte toda esta burbuja -porque la pregunta es cuándo, no si va a saltar-, los mismos que le dicen que no hay riesgo porque no hay inflación, le dirán que saltó por falta de regulación.

Y, además, la política de represión financiera no funciona. Ni inflación ni devaluación. Solo burbuja. Los consumidores europeos respiran aliviados, ni les hunden el coste de vida con la inflación, el impuesto de los pobres, ni les asaltan sus ahorros -90% en depósitos- devaluando para “empobrecer al vecino”.

El Banco Central Europeo muestra, vaya qué cosas, su preocupación por la fortaleza del euro («se expresó la preocupación por la posibilidad de que el tipo de cambio se dispare en el futuro”, minutas de la reunión del 19-20 julio). Sin embargo, desde que se lanzaron a intentar devaluar como locos, bajando el euro un 20% contra sus monedas, no es sorpresa que las exportaciones fuera de la eurozona de los 28 países del Euro se hayan estancado. El timo de que devaluando se exporta más.

Pero el BCE está preocupado porque sigue obsesionado por la planificación central y la idea de que se van a resolver los problemas creando inflación por decreto. Su objetivo a partir de ahora es devaluar a toda costa. Las apuestas a favor del euro se encontrarán con la apisonadora del banco central, caiga quien caiga. No por las exportaciones, ni por el crecimiento ni mucho menos por los ahorradores, sino por perpetuar los desequilibrios que, lejos de haberse solucionado, vuelven a presentarse en esta vieja Europa donde pretendemos suplir los problemas demográficos, tecnológicos y de productividad imprimiendo, es decir, diluyendo la leche con agua.

Probablemente, la decisión de la justicia europea sea que el programa es perfectamente legal. Y respiraremos aliviados porque el banco central podrá seguir aumentando la bola de riesgo con nuestro beneplácito y el aplauso de todo el consenso. Luego, cuando estalle, sacaremos el comodín de “los malvados mercados” y pediremos otros programa de estímulo.