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Acerca de Daniel Lacalle

Daniel Lacalle (Madrid, 1967) es Doctor en Economía, profesor de Economía Global y Finanzas, además de gestor de fondos de inversión. Casado y con tres hijos, reside en Londres. Es colaborador frecuente en medios como CNBC, Hedgeye, Wall Street Journal, El Español, A3 Media and 13TV. Tiene un certificado internacional de analista de inversiones CIIA y un máster en Investigación económica y el IESE.

El TTIP, cómo sacar a Europa del estancamiento

La semana pasada se firmó el acuerdo de comercio transpacífico entre EEUU y once países, conocido como TPP. Abarca a cerca del 40% de la economía mundial y casi un 44% del comercio mundial, y beneficia a 650 millones de personas. Se estima que generará un efecto positivo de un 2 al 3% del PIB de los países involucrados y un aumento de la renta per cápita de hasta un 10% en las naciones menos ricas. Un acuerdo de tal magnitud debe servir de ejemplo a la Unión Europea para acelerar la aprobación del tratado bilateral con EEUU (el llamado TTIP).

Para Europa, el TTIP supondría la oportunidad de dejar atrás la crisis y recuperar el crecimiento y cuota de mercado en el comercio internacional. Según el análisis del Instituto de Estudios Económicos supondría más empleo, más actividad económica, y mejoras salariales. Las cifras, conservadoras en mi opinión, merecen resaltarse.

El PIB español crecería un 0,7% adicional al año, y se generarían hasta 335.000 nuevos empleos en los cinco primeros años, además de aumentar las exportaciones a EEUU.

Los críticos del TTIP hablan de secretismo cuando la web de la Unión Europea tiene decenas de documentos detallados sobre el acuerdo. Y es porque confunden democracia y transparencia con intervencionismo. Todo lo que reduzca la burocracia les aterra. Dicen que va contra la soberanía cuando garantiza el cumplimiento de la ley y evita la discrecionalidad y abuso político. Los tribunales de arbitraje existen ya en todo el mundo para que las normativas se cumplan.

TTIP 2El TTIP no beneficia a las multinacionales, sino a las PyMEs exportadoras. Las multinacionales no necesitan acuerdos bilaterales porque pueden costearse abogados y asesores para entender las exigencias administrativas de los países. Los que se benefician de la armonización son los que no pueden pagar esas facturas. Acusar de ir contra el medio ambiente es cuando menos infantil, ya que la legislación europea no se vería afectada.

Es curioso, los críticos del TTIP en EEUU dicen que supone introducir rigideces e intervencionismo europeo y aquí dicen que va a ser la ley del Oeste. La realidad es que el comercio y el empleo mejorarían y que la historia de los tratados bilaterales ha sido un éxito en mejora de calidad de vida y prosperidad. Pretender exportar más pero imponer barreras en casa es ridículo. El proteccionismo solo genera estancamiento.

@la razon

Merece la pena leer este detallado informe que desmonta los mitos y muestra los beneficios del TTIP aquí

TTIP

La gran amenaza de la pirámide de deuda

Los economistas neokeynesianos exigen más planes de estímulo, políticas de demanda, y mientras tanto los índices de saturación de deuda simplemente hacen la ilusión de crecimiento a través de políticas monetarias cada vez más complejas.

En Estados Unidos, ejemplo paradigmático de estímulo tras estímulo, se ha llegado a una situación difícil de corregir a pesar de tipos bajos y enorme liquidez.

A pesar de los bajos tipos de interés, las compañías norteamericanas deben más en intereses a pagar anuales que nunca, según Bloomberg, mientras su capacidad para repagar esas deudas -la cobertura de intereses- se sitúa a mínimos de 2009.

Goldman Sachs también alerta del deterioro alarmantemente rápido de los balances de las grandes empresas.

Esta situación hace que sea aún más difícil lo que ya ha sido una quimera. El famoso “retorno de la inversión”, que, como la reunión de Abba, siempre se vaticinaba para “el año que viene”.

Hace también inverosímil la llamada a enormes planes expansivos, que comentábamos en Larry Summers y las importaciones chinas.

Pero, sobre todo, pone en evidencia el error de pensar que tirando de deuda (el eufemismo de ‘relajar el déficit’) se va a lanzar el crecimiento. Si es imposible, como muestra el gráfico cortesía de Bloomberg, mejorar los balances corporativos de empresas con beneficios, es aún más complicado que lo hagan los estados deficitarios.

La saturación de deuda nos lleva a olvidarnos de que, aunque los tipos sean bajos, los costes de los intereses nos desbordan. Tomen el ejemplo de Japón, que a pesar de pagar tipos bajísimos por su deuda a 10 años, un 0,6%, se deja más del 22% de su presupuesto en pagar intereses.

Pensar que se soluciona un problema de sobrecapacidad creando demanda artificial mientras se asalta al bolsillo del consumidor no funciona

No, los tipos de interés bajos no hacen las oportunidades de inversión más claras, solo zombifican.

Un crecimiento basado en meterle la mano en el bolsillo al ciudadano no funciona.

Ya lo explicaba Víctor Alvargonzález el sábado en El Confidencial, los tipos bajos generados por el QE deben servir para aumentar la renta disponible de los ciudadanos vía bajada de impuestos para recuperar la clase media y el consumo. No para incentivar aún más la toma de riesgo público y el gasto.

En Estados Unidos estamos viendo día a día las consecuencias de la resaca generada por la euforia monetaria. En Reino Unido, hasta economistas monetaristas como Simon Ward alertan del mayor aumento de la masa monetaria, suministro de dinero (M4), desde 2008.

Luego le echarán la culpa del pinchazo al sector privado, a la regulación o a no haber hecho lo suficiente.

Esa enorme burbuja de deuda y el deterioro de las capacidad de repago muestran uno de los grandes problemas de nuestro tiempo. El acceso fácil a dinero no hace que el crecimiento potencial sea mayor. La Reserva Federal ha vuelto a revisar a la baja el crecimiento de EEUU. Pero, sobre todo, el efecto placebo que se genera con el estímulo deja tras de sí la sobrecapacidad y la deuda. Pensar que se soluciona un problema de sobrecapacidad creando demanda artificial mientras se asalta al bolsillo del consumidor en impuestos y devaluaciones no funciona.

Esa enorme burbuja de deuda y el deterioro de las capacidad de repago muestra uno de los grandes problemas de nuestro tiempo

Y la falta de honestidad intelectual de recomendar repetir no lo va a mejorar. Si las empresas más sólidas y bien gestionadas ven un deterioro del 35% en un año de su capacidad de atender a los compromisos de la deuda, ya se pueden romper la cabeza en los organismos internacionales hablando de enormes estímulos que no se va a crear el efecto deseado.

Ninguna empresa se va a lanzar a invertir con ese deterioro de sus ratios de solvencia. Aunque lo prometa un político. Porque cuando salta, el político le echa la culpa a la empresa “que tomó riesgo innecesario”. Y se va tan contento a crear otro comité para ‘regular’.

Presten atención a este deterioro de la capacidad de pagar intereses incluso de los mayores y mejores grupos empresariales del mundo. No solo les guiará ante la más que probable bajada de estimaciones sino que les evitará sustos.

El Sol No Es Gratis

El reciente decreto que regula el autoconsumo eléctrico ha sido recibido con todo tipo de críticas por parte de los sospechosos habituales, la oposición y grupos de presión. Los mismos que incentivaron una de las mayores burbujas de nuestra historia reciente, la solar fotovoltaica, quieren repetirla.

Recordemos que en España la energía solar supone menos del 6% de la electricidad producida y más del 22% de las subvenciones. Que la tarifa eléctrica, que todos pagamos, es menos de un 30% el componente energético –lo que se produce– y el 70% son impuestos, subvenciones y costes fijos regulados. No olvidemos tampoco que España planeó instalar 400 megawatios de solar fotovoltaica y se instalaron diez veces más al calor de las subvenciones más jugosas de la OCDE. Gracias a una planificación de burbuja, en España hoy contamos con la mayor capacidad excedentaria de la Unión Europea. Pero dicha capacidad, encima, no baja el precio porque una gran parte es subvencionada. No sólo la solar, el carbón, los pagos de capacidad, la interrumpibilidad, etc.

Una de las cosas que sorprenden del lobby de las subvenciones es su victimísmo con el dinero de los demás. Primero crea la mayor burbuja energética de la OCDE y un enorme sobrecoste que supone más de 5.000 millones de euros anuales desde el año 2009. Mientras la energía eólica cubre los costes generados por las primas a través de efi ciencia y menor precio de generación mayorista, la solar fotovoltaica dista mucho de ello, y la propia IEA reconoce que su coste medio superará a todas las tecnologías hasta 2020.

No, el sol no es gratis, pero no por culpa de un gobierno que ha tenido que legislar para evitar que las burbujas se repitan, que ha tenido que lidiar con una tarifa condenada a subir un 11% anual por los excesos del pasado.

El sol no es gratis porque lo pagamos más de cinco veces más caro que el petróleo por las subvenciones acumuladas.

Nadie prohíbe el autoconsumo en España ni el desarrollo de renovables. Cualquiera puede instalar sus paneles solares cuando quiera, sólo que no espere subvenciones. Y sí, una subvención es también permitir verter y vender electricidad a la red sin pagar por el uso de la misma.

Las energías renovables son esenciales. Los que intentan promover otra burbuja a costa del consumidor no las defienden. Sólo se aprovechan.

@larazon.es

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LCOE solar