La debacle de los bonos de alto riesgo

 

Hace ya tiempo que comentamos la montaña de deuda que vencía en los próximos cuatro años y cómo se había deteriorado la capacidad de repago de los bonos de alto riesgo y emergentes.

Esta semana hemos visto cómo se desplomaba aún más el mercado de bonos de alto riesgo (bonos basura), que durante la época de la bonanza de tipos bajos y alta liquidez de los bancos centrales había llegado a la locura de tener los tipos más bajos en 38 años. La represión financiera -bajar tipos y aumentar la masa monetaria- llevaba a que empresas al borde de la quiebra emitieran bonos a tipos del 4% o similares al cabo de unos meses. Los inversores, al ver los bonos de bajo riesgo a tipo negativo -casi el 70% de la deuda alemana con rentabilidades negativas-, se lanzaban a aceptar cualquier cosa que diese algo de rentabilidad. Y ahora, ante una mísera subida de tipos de la Reserva Federal de 0 a 0,25%, esperada esta semana, se desploma el mercado de deuda de alto riesgo, que además simplemente carece de liquidez. Casi nadie acepta el riesgo de comprar esos bonos.

Los inversores, al ver los bonos de bajo riesgo a tipo negativo se lanzaban a aceptar cualquier cosa que diese algo de rentabilidad

Según Standard and Poor’s, el 50% de los bonos de alto riesgo en energía -solares y petróleo en especial- y el 75% de las mineras están en riesgo de impago. De la deuda emitida por países emergentes, Brasil está al borde de bono basura.

No es un problema pequeño, y no se soluciona con el error de no subir tipos. La burbuja creada por la política de los bancos centrales no se soluciona perpetuándola. Pero ya han caído varios fondos que invierten en bonos de mercados emergentes, y las salidas de capital de algunos se acercan al 41% de sus activos.

No es fácil salir de este bucle. Estos fondos se han cargado de bonos de emergentes y alto riesgo, anticipando grandes rentabilidades y con la promesa de que los bancos centrales seguirán manteniendo políticas expansivas. Y lo están haciendo, vaya si lo hacen. El BCE, el Banco de Japón y 26 bancos centrales siguen bajando tipos y aumentando masa monetaria.

Ahora la situación a valorar es si genera u efecto dominó en la banca que ha financiado a mercados emergentes y de alto riesgo

Pero lo que muchos de estos fondos de inversión no esperaban es que una subida tímida, casi raquítica, y anunciada durante meses de la Reserva Federal iba a generar un efecto aspiradora tan brutal. Ya lo explicamos aquí, la liquidez desaparece mucho más rápido de lo que muchos creen.

Ahora la situación a valorar es si genera un efecto dominó en la banca que ha financiado a mercados emergentes y de alto riesgo. De momento, las estimaciones dicen que el impacto es moderado aunque no inexistente. La banca de media tendría un impacto máximo del 12% en su capital (‘core capital’) si se da un 70% de impagos. Adicionalmente, aunque vence una montaña de deuda en los próximos cuatro años, las refinanciaciones de 2016 y 2017 son relativamente moderadas. Eso sí, la montaña se hace enorme en 2019 (gráfico cortesía de Goldman Sachs).

Es por ello que la Reserva Federal debe subir tipos ya. Es urgente y lo vengo diciendo desde hace meses. Si no lo hace, dará la impresión de que saben algo realmente malo que los demás ignoran y crearán lo que venimos llamando desde hace tiempo el ‘dovish mistake’ (error expansivo), que generará pánico real en los mercados. Un mercado que es incapaz de tolerar una subida de tipos de 0 a 0,25%, absolutamente ridícula, sería un mercado enfermo, y el riesgo de perpetuar y aumentar la burbuja de bonos creada con políticas monetarias salvajes (lean cuando lo alertábamos en 2013) .

Esperemos que la Reserva Federal deje de pensar que retrasando lo inevitable va a calmar un sector de los activos financieros completamente desproporcionado en tamaño y riesgo como es el de los bonos ‘high yield’, que no son ni ‘high’, porque los tipos a los que emitían eran simplemente incongruentes con el perfil de caja y situación de balance, ni son ‘yield’ porque una gran parte simplemente no van a poder pagar.

Y esperemos que algún día los que dicen que las políticas monetarias expansivas pueden mantenerse eternamente porque “no crean inflación” dejen de pensar en el IPC y miren la brutal inflación de activos de riesgo -bolsa y bonos- que crea. La inflación se crea en los sectores donde se va el dinero. Y con represión financiera y subidas de impuestos, hundimos los salarios reales y la renta disponible, aniquilando la velocidad del dinero -que mide la actividad económica- y, efectivamente, no “sube el IPC”. Pero el burbujón de liquidez en activos de riesgo es de órdago. Y eso, señores, también es inflación. Hiperinflación de hiperburburja: hiperpinchazo.

El voto de un liberal

Según varias encuestas recientes, casi un 30% de los votantes españoles se declara liberal. El liberalismo es defender la propiedad privada, el imperio de la Ley y los derechos individuales. Un liberal es el que defiende para el Estado lo que quiere para sí mismo y su familia: libertad y oportunidad. Los intervencionistas exigen al Estado lo que jamás se atreverían a hacerles a sus hijos, endeudarse, gastar por encima de las posibilidades y pasar la factura a sus nietos. El liberal defiende un modelo de sociedad abierto, con bajos impuestos y meritocracia, que permite a las personas y empresas crecer y ser solidarios sin imponer el paternalismo asistencialista.

El voto de un liberal es extremadamente importante en una sociedad en la que, ley tras ley, paso a paso, se ha ido minando la importancia del esfuerzo, la competencia y el mérito con un intervencionismo creciente. El voto liberal cumple dos objetivos.

Uno, desde el compromiso real, defender que nuestro país siga avanzando y creciendo, para conquistar nuevas cotas de libertad y prosperidad. Otro, tan importante como el primero, es evitar que los enemigos de la libertad alcancen otro peldaño en su estrategia de poner a su Gobierno como dueño y controlador de todas y cada una de nuestras actividades.

El voto liberal es hoy más importante que nunca. Quedarse en casa porque ningún partido con posibilidad de gobernar es 100% liberal es regalar un voto a aquellos que, sin ser 100% socialistas o marxistas, conseguirán avanzar hacia su meta del intervencionismo total. Pensar que en España es mejor no votar para no perder la inmaculada pulcritud del liberalismo maximalista nos puede llevar a cometer los mismos errores que entregaron a tantos países latinoamericanos al populismo. En España nos enfrentamos a dos opciones: continuar creciendo como país diverso y unido o entregar nuestra libertad y nuestro futuro a aquellos que quieren dividirlo y cuyo objetivo no es la prosperidad, sino gestionar el asistencialismo. Hemos conseguido mucho. Salir de una crisis brutal creciendo y creando empleo. ¿Perfecto? No. Pero debemos mirar al futuro. Miremos la gestión, los resultados y los programas. Quién puede hoy bajar impuestos y facilitar el crecimiento y quiénes los quieren subir y entorpecer la recuperación. Los liberales debemos votar en masa. Nos jugamos mucho, porque mientras debatimos sobre quién es más ortodoxo, los intervencionistas «sonríen» y ocupan otra parcela de poder.

China sigue sorprendiendo negativamente

Los datos de comercio chino agregados han vuelto a caer por noveno mes consecutivo. Las exportaciones caían un 6,8% en noviembre. Cinco meses consecutivos de caída. Las importaciones cayeron un 8,7% en el mismo mes. Trece meses de caídas.

Desde el punto de vista del PIB es un factor “positivo”. Lo que se llama un mal dato disfrazado. El superávit comercial se ha duplicado con respecto al año pasado y se sitúa en $540.000 millones. Pero el objetivo de todo país es mejorar su superávit comercial como ha hecho España, reduciendo importaciones y aumentando exportaciones…. No porque se desplomen ambas, pero las importaciones más.

No hay mucho positivo tampoco para los países occidentales en estas cifras. Las importaciones chinas de EEUU, Europa y Japón han caído todas, tanto en cantidad como en valor, lo que demuestra que no es un efecto “materias primas”.

Muchos analistas quieren ver algo positivo en estos datos. Fundamentalmente el desapalancamiento de la economía. Pero no se está dando. La deuda sigue creciendo por encima del PIB nominal.

Otros esperan algún milagro de un nuevo plan de estímulos. Los que leen esta columna ya conocen los efectos disminuyentes que se han dado desde 2008. Porque el problema de China, y llevamos explicándolo desde 2013, no es de falta de estímulo, sino de exceso del mismo.

Los efectos más importantes de esta continuada ralentización a nivel global son:

  • Las materias primas seguirán a precios bajos. Cuando China es entre el 12% y el 30% del consumo de algunas materias primas, es bueno para la sostenibilidad que se reduzca el exceso de los últimos diez años.
  • ¿Inflación? El que piense que se va a crear inflación por decreto organizada por un comité con planes monetarios lo va a tener difícil. La inflación, con un país como China en ralentización, es un espejismo.
  • China volverá a devaluar, y mucho. Ya lo explicamos aquí. China tiene un enorme endeudamiento del 230% del PIB, y un porcentaje de préstamos de difícil cobro o impagables muy superior al oficial. Pero casi toda su deuda está en moneda local y bancos nacionales. Efecto contagio global, mínimo. Y tentación de solucionar devaluando, máxima.
  • El Yuan como moneda de reserva global para el FMI es importante. Con ello se evita que la enorme devaluación pendiente tenga efectos globales inesperados. Aunque no es una panacea. No esperen un impacto a corto plazo positivo de esta medida. Pero a largo plazo, y si se siguen llevando a cabo reformas en el sector financiero, puede aumentar la demanda global de yuanes.

No esperen que la entrada del Yuan se convierta en una garantía que limite los riesgos de una crisis financiera. Igual que no lo ha evitado para otros países como EEUU o Europa. Lo mejor que podemos esperar es que la implosión “dirigida” de la burbuja de deuda china siga generando baja inflación, ralentización global y nada más.

Cuidado con China, porque un problema creado durante décadas no se soluciona en un año.