El Desastre Populista

El Fondo Monetario Internacional estima que la economía venezolana será la que más decrezca del mundo en 2015. La receta populista que contó con el aplauso y asesoría de los líderes de Podemos, que consideraban a Venezuela un ejemplo para

España, ha resultado ser uno de los fracasos más sonados de las políticas económicas del mundo. La inflación estimada alcanza el 168 por ciento. Pero si usamos el índice de pérdida de poder adquisitivo de Hanke, es del 615%.

 

El desabastecimiento alcanza al 90%, y el salario mínimo es menos de 12 dólares al mes, uno de los más bajos del mundo después de Cuba. Lo peor de la política monetaria salvaje de devaluar y generar inflación es que, además, Venezuela ha dilapidado una década de altos precios del petróleo y su enorme riqueza con el intervencionismo más brutal. Se han expropiado más de 1.500 empresas. Pues bien, el 90% de ellas están en pérdidas, han quebrado o no producen ni un 50% de lo que hacían antes de la intervención. Una economía que no solo no ha reducido su dependencia del petróleo sino que en la época del chavismo ha hundido los sectores industriales y exportadores y además han convertido a la petrolera estatal en una de las más ineficientes del planeta, de la que se extraen más de 12.000 millones de dólares para subvenciones políticas.

 

Si analizamos el crecimiento y reducción de pobreza desde la llegada de Hugo Chávez y con Nicolás Maduro, países como Chile, Perú o Colombia han conseguido cotas mucho mayores de bienestar para la población sin lanzar a la economía a la hiperinflación.

 

Lo peor de llevar a cabo estas políticas es que es imposible revertirlas rápidamente. La destrucción del tejido productivo y la ruptura de relaciones comerciales con el mundo no se solucionan en poco tiempo, ni el asalto a la propiedad privada y al imperio de la Ley. Venezuela es uno de los 15 países más corruptos del mundo, según Transparency International.

 

La oposición o cualquier nuevo gobierno se enfrentará a años para reconstruir lo que se ha roto en estos pasados. Venezuela debe servirnos de ejemplo ante las llamadas a romper con las mínimas reglas de la economía. Y debemos hacer todo lo posible para que no se apliquen las mismas medidas, porque luego los populistas nunca admiten sus errores. Culpan al enemigo exterior y recomiendan repetir.

@larazon.es

Tratado Transpacífico. ¿Se recuperará el comercio? (TTIP)

El tratado de libre comercio entre EEUU, Japón y otras 10 naciones, conocido como TPP, es una de las mejores noticias de las últimas semanas. Abarca a un 40% de la economía mundial y se convierte en el primer gran tratado de libre comercio que se firma en muchos años, en los que hemos visto cómo el proteccionismo reducía el crecimiento potencial global.

La relevancia del tratado es doble. No solo es enormemente positivo para el comercio global y el bienestar de los ciudadanos, sino que elimina trabas que han impedido históricamente a países emergentes modificar su patrón de crecimiento.

Convierte una zona económica con 650 millones de habitantes en un potencial mercado único donde los firmantes menos favorecidos se benefician de las normativas y derechos de las grandes potencias. Se evita, y esto es importante, que China imponga sus condiciones comerciales y laborales.

Un potencial enorme de crecimiento para unas economías que suponen más de 20 billones (trillones EEUU) de dólares de PIB. Se estima un probable efecto positivo de un 2 al 3% del PIB y un aumento de la renta per cápita de casi un 5% (hasta un 10% en Brunei, México, Perú o Vietnam).

Genera, además, la eliminación de aranceles y trabas sin afectar a la soberanía de los países y armonizando las condiciones tanto para empresas como para trabajadores.

Los países firmantes son el 44% del comercio mundial, así que el efecto multiplicador puede ser muy importante. Sobre todo en flujo inversor.

Ahora toca que la UE y EEUU finalicen el tratado bilateral que permita afianzar la posición de Europa en el mundo

Ahora toca que la UE y EEUU finalicen el tratado bilateral que permita afianzar la posición de Europa en el mundo. Los que dicen que son acuerdos que benefician a las multinacionales no solo caen en contradicciones, sino que faltan a la verdad. Si las “multinacionales controlan el mundo” no necesitan acuerdos bilaterales que armonicen las normas de comercio.

Son las que se pueden permitir millones de abogados y bancos de inversión. A quien benefician los acuerdos bilaterales es a quienes no tienen baterías de asesores legales y financieros. Y la legislación laboral y medioambiental no se pierde. Se trata de defender la ley y las normas, y evitar el abuso político y el ataque a la seguridad jurídica. El que piense que la UE va a poder sobrevivir metiendo la cabeza en un agujero como un avestruz, mientras el mundo potencia la productividad y la apertura, simplemente delira.

Este acuerdo es esencial porque mejora la posición global de muchos países que no tienen grandes ventajas a la hora de comerciar globalmente. Hace unas semanas, en Lima, muchos pequeños empresarios veían este acuerdo como el gran impulsor del crecimiento en un entorno de materias primas en declive.

 

¿SE RECUPERARÁ EL COMERCIO?

Ya comentamos que el comercio global va a crecer en 2015 menos de la mitad de su media histórica (WTO). Merece la pena analizar algunos indicadores en medio del miedo a la desaceleración global.

En las últimas semanas el coste de alquilar un gran barco de crudo (VLCC) se ha disparado a 100.000 dólares diarios, un nivel no visto desde 2008. Parece ser que la demanda de crudo de China ha mejorado y el gigante asiático ha alquilado todos los barcos disponibles en Medio Oriente. En cualquier caso, conviene ser cautos porque se puede dar el efecto de inventarios o el impacto que vimos en 2013 y que luego no confirmó la tendencia. Pero ahí queda el dato.

Una de las razones por las que no debemos considerar estas cifras de manera optimista es que el mismo indicador del mercado de productos refinados ha caído un 17% en una semana a 17.000 dólares al día, y es un nivel de los más pobres desde 2008.

Ya comentábamos hace tiempo que el comercio global se ralentizaba y la sobrecapacidad estructural en el mercado de buques no se reducía. El Baltic Dry Index no es un indicador perfecto de comercio global, dada la excesiva construcción de buques comparada con la demanda real, pero la tendencia de consumo de dicha capacidad sí es importante.

En 2013 y 2014 comentábamos que se daba un nivel medio de utilización que no llegaba al 70%, con algunos segmentos muy por debajo. En 2015, al menos el ritmo de desaceleración empezó a mejorar y llevamos unos meses en los que no se destruye más.

Pero la desaceleración continúa en varios segmentos.

El índice Baltic Dry caía un 6% en una semana, con todas las rutas mostrando pérdidas de tarifa de alquiler de buques del 6% (Capesize) y del 5,8% (Panamax). Los barcos contenedores también han sufrido una desaceleración en estas semanas del 7% a pesar de una mejora a nivel anual. ¿Qué nos dice esto? El comercio global de buques se desacelera en todas las principales rutas comerciales, aunque ligeramente mejor que en la primera mitad del año.

Así que ojo. La sobrecapacidad en buques es estructural, pero es indudable que la firma del acuerdo transpacífico es un paso de gigante, y muy positivo, para el desarrollo económico y la recuperación del comercio. Ya solo falta el TTIP.  Aunque moleste a los intervencionistas.

Larry Summers y los elefantes blancos

La semana pasada, Larry Summers escribía un interesante artículo pidiendo una expansión global de los balances de los estados, olvidando el déficit, para combatir lo que él llama el “estancamiento secular”.

Su argumento parece atractivo… Para un gobernante con la chequera en la mano. Invertir sin control en infraestructuras y olvidar los objetivos de moderación presupuestaria ya que no hay riesgo de inflación.

Solo olvida dos cosas.

  • Los tipos de interés no están bajos porque el mercado lo considere, sino por la intervención constante de los bancos centrales. Por eso, ante tipos ultra bajos, la inversión productiva global no está creciendo en términos reales.
  • El déficit acumulado son mayores impuestos después. Las preferencias de los consumidores, ante la represión financiera, no mejoran porque gaste el Estado. Solo genera mayor sobrecapacidad. Summers olvida que su recomendación es precisamente lo que ha llevado a Brasil y a China a la sobrecapacidad industrial del 27% y el 38%. Y no son poblaciones con problemas demográficos.

Si esperamos que la ralentización china la compensen las políticas de demanda del resto del mundo, estamos abocados a cometer el error de 2008

No es que haya baja inflación y bajo crecimiento por falta de inversión, es que se dan bajos precios por saturación de oferta, y la ‘zombificación’ -gracias a los tipos bajos- de industrias excedentarias.

No es que haya bajo crecimiento por falta de gasto público, que se encuentra a máximos de los últimos 50 años a nivel global, sino por el ataque al consumidor a través de impuestos para sufragar ese dispendio y el asalto al ahorrador que supone la represión financiera -devaluar y bajar tipos-.

Crear otra China es fiscalmente imposible. Lo recomiende Summers o quien quiera. Porque los problemas de China no son más que el espejo de lo creado en la OCDE. Asumir que la demanda se incentiva desde el gasto cuando hemos superado el umbral de saturación de deuda es simplemente un brindis al sol. Es decir “como ha fallado, repetir pero a lo bruto”.

Las necesidades globales de infraestructura, como comentamos en esta columna, son de unos 835.000 millones de dólares anuales según el Banco Mundial. Aceptemos la cifra como válida. El gasto en educación global estimado necesario para 2020 sería de unos 25.000 millones de dólares más.

Todo ese enorme esfuerzo adicional supone un porcentaje ínfimo del PIB global anual. Según el Banco Mundial y la ONU, un 1-1,2%. Esa enorme expansión fiscal no compensa la diferencia entre el crecimiento histórico global y el actual. Ni siquiera si asumimos multiplicadores del gasto que hoy en día están más que desacreditados. China es aproximadamente el 16% del PIB global, su ralentización -deseable- hacia un crecimiento sostenible del 3% anual no se compensa con elefantes blancos en el resto del mundo. No es pesimismo, son matemáticas.

Todo ese desarrollo, necesario, se debe hacer, pero no a expensas de nuestros nietos. Se puede hacer sin coste fiscal acudiendo a la lógica. Mejorando la renta disponible y poniendo incentivos al sector privado para acometer inversiones con retorno real, como decía Keynes, al que no leen para invertir, solo para gastar.

No se preocupen mis críticos, que lo que propone Summers se cumplirá. El mundo celebrará déficits del 11% anual “para crecer”, como hicimos en 2008 en nuestro amado país con la varita mágica de crear puentes innecesarios y redes que interconecten sobrecapacidad española con sobrecapacidad francesa para crear sobrecapacidad italiana. Luego, cuando se termine la comilona, vendrá el maître con la cuenta. Paga usted.

Llevamos intentando crear inflación vaciando el bolsillo de los ciudadanos casi 15 años. Y nos sorprendemos de que no funcione. Repetir y multiplicar no lo va a mejorar.