Brasil en Recesión. ¿Riesgo para España?

“I’ve found the way through the confusion, that’s why I’ve lived my life safe inside the security of illusion”. Saga
El viernes se confirmó lo que temíamos en esta columna desde hace tiempo.Brasil entraba en recesión técnica con el PIB cayendo un 1,9% en el segundo trimestre, pero además revisando a la baja el dato del primer trimestre, con una caída del 0,7% en vez del 0,2% inicialmente publicado. Las cifras son muy importantes, con una caída del consumo del 2,1% y de la actividad constructora del 8%. Una caída del 2,9% del PIB en los primeros seis meses que no se explica exclusivamente por el precio del petróleo ya que la contribución al PIB del sector petrolero es del 13% y la renta petrolera total (ingresos quitando costes) no ha sido superior al 2,5% en los últimos años.

De hecho, el crecimiento anual del PIB de Brasil lleva cayendo desde la media de +4,5% en el periodo 2006-10 a un +2,1% entre 2011 y 2014, mucho antes de la debacle del petróleo.

Una recesión brasileña no debe tomarse a la ligera. La economía brasileña representa cerca del 40% del PIB de Latinoamérica y un 2% del mundial.

En junio comentábamos en Brasil y la política de más es menos que el país latinoamericano se había lanzado a unas políticas de demanda -planes de estímulo- que iban a llevarle a un callejón de difícil salida. La caída de las materias primas y la decisión equivocada de financiar inversiones ruinosasa muy largo plazo con ingresos en dólares a muy corto han llevado a desequilibrios muy similares a los que sufrió la economía española con la burbuja inmobiliaria.

Debemos distinguir entre inversiones dolarizadas y no-cíclicas (en renovables, con contratos a largo plazo y moneda local) con las inversiones pro-cíclicas

El error histórico de los populismos de usar las épocas de bonanza para acentuar los desequilibrios y gastar como locos lo ha repetido, paso a paso, el ejecutivo de Dilma Rousseff.

El impacto para España es menor en cuanto a contribución del sector exterior de lo que pensamos. Ya en 2014 las exportaciones a Brasil cayeron un 13% y nuestro país importa más de lo que le vendemos. Como en el caso de China, la balanza comercial es negativa para España, por lo que una devaluación de la moneda local y la ralentización no tienen un gran impacto sobre la contribución al PIB del sector exterior.

Donde sí tiene un importante impacto es en la inversión que España ha realizado en Brasil.

Debemos distinguir entre inversiones dolarizadas y no-cíclicas –en renovables, con contratos a largo plazo y costes en moneda local- con las inversiones pro-cíclicas.

Las inversiones españolas en Brasil alcanzaron un máximo en 2013 con 2.538 millones de dólares, y la Cámara de Comercio estima que las inversiones totales llevadas a cabo entre 2014 y 2016 alcanzarán los 17.600 millones de dólares. De ese total de inversiones, según mi análisis, se puede dividir un 30% en inversiones pro-cíclicas, que pueden sufrir de manera agresiva ante la recesión, y un 70% no-cíclicas, ya porque sean en concesiones  o proyectos dolarizados o regulados.

Una recesión brasileña no debe tomarse a la ligera. La economía brasileña representa cerca del 40% del PIB de Latinoamérica y un 2% del mundial

Por lo tanto, el impacto máximo de la crisis brasileña podría venir de provisiones en el sector privado y menores ingresos desde el país latinoamericano. A menos que se convirtiera en una crisis financiera con su correspondiente efecto dominó –y aun es mucho más que prematuro estimar ese escenario-, el impacto no sería un factor determinante para hundir la recuperación.

Otro factor de riesgo es una deuda pública mucho mayor a lo que muestra la cifra oficial. El 59% sobre PIB parece ópticamente “bajo”, pero Moody´s alerta de que es superior al 100% del PIB (For Latin American Sovereigns, Hidden Liabilities Add to Credit Risk) ya que hay que incluir planes de pensiones públicos y las garantías a empresas públicas y bancos estatales.

¿Por qué no es probable un efecto contagio similar a la crisis de principios de la década de 2000? Porque las reservas de divisas, como ya hemos comentado en varios artículos sobre la “parada en seco” de los países emergentes, superan los $370.800 millones. No solo son muy superiores  a las registradas en aquella crisis sino que se han creado medidas para colaborar entre los BRICs (Brasil, Rusia, India y China) para mitigar estos desequilibrios.

En cualquier caso, debemos estar alerta. La crisis china, la parada en seco de los mercados emergentes, el estancamiento japonés y francés… Son muchos factores que debemos vigilar, y a los que España no es inmune. Pero, de momento, el impacto es muy bajo.

México, ¿Otro Riesgo Como Brasil?

“Ahorita mismo is like mañana but without the urgency”

México es muy importante a la hora de analizar el riesgo exterior para la economía española. Nuestro país tiene más de 4.000 empresas establecidas, con una inversión que supera los 42.000 millones de dólares en infraestructura, energía, finanzas, etc. España sigue siendo el segundo mayor inversor en el país después de EEUU.

Igual que Brasil y China, España importa de México más de lo que exporta. Unos 1.500 millones de euros más, en cifras de 2014. Por ello la ralentización no tiene por qué suponer un impacto negativo en la contribución del sector exterior a nuestro PIB. Como con China y Brasil, el sector exterior agregado ha estado mejorando en su aportación a nuestro PIB desde hace tres años mientras los tres países mostraban una clarísima desaceleración.

A la hora de entender los riesgos, merece la pena recordar que México se diferencia de otros países de Latinoamérica por su pasión por el comercio internacional. Tiene más acuerdos bilaterales que ninguna de las naciones de su entorno.

México, además, muestra tasas de crecimiento más parecidas a las de unaeconomía madura que a un país emergente. Entre 2013 y 2014 ha crecido un 1,8% de media, y tradicionalmente, el consensos de analistas se ve obligado a revisar estimaciones a la baja de un 40-45% sobre las previsiones de enero de cada ejercicio. Ese es el caso de 2015. La media de analistas ha pasado de un crecimiento de 3,3% a un 2,3%, y probablemente se quede unas décimas por debajo.

Los riesgos para el crecimiento del país se podrían resumir en:

  • Caída de la producción de petróleo y retrasos en la reforma energética que frenan la entrada de capitales extranjeros. Cualquier geólogo identifica México como una enorme oportunidad. Con la adecuada combinación de capital y experiencia aportada por operadores externos a la petrolera nacional, podría frenar el declive de su producción y atraer decenas de miles de millones de inversión financiera directa. Es una pena que existan sectores que perciban de manera equivocada la entrada de empresas e inversores extranjeros. Por aferrarse a una visión anticuada de la propiedad, pierden enormes oportunidades de mejorar su producción sin perder los activos. A pesar de ello, México ha aumentado sus exportaciones de petróleo desde 1,14 millones de barriles al día en 2014 a 1,26 en el primer trimestre de 2015, mitigando parcialmente la caída del precio del crudo. Aunque la producción mexicana es de las más baratas del mundo, con un coste total inferior a los $20 por barril, el colapso en el precio ha hecho que los ingresos fiscales se desplomen un 50% y con ellos las inversiones proyectadas para Pemex, la petrolera nacional. España es uno de los grandes importadores de crudo maya, y seguiremos siéndolo.
  • Ralentización de la economía norteamericana. La tasa de variación anual de las ventas de mercancías acumuladas de enero a abril de 2015 fue negativa en un 1,2% en las exportaciones y estancada, 0%, en las importaciones. Atrás quedan los crecimientos de doble dígito de 2011 y 2012. Las exportaciones crecen cada vez menos y las importaciones muestran que la demanda interna no termina de arrancar. Debemos recordar que la correlación del crecimiento de la economía mexicana y la norteamericana es muy alta, casi del 90%. Incluso si quitamos el efecto del sector petrolero, las exportaciones e importaciones distan mucho de acercarse a los niveles de 2011.
  • Retraso de las reformas. No solo se trata del sector energético, sino de liberar un gran número de cuellos de botella e impedimentos legislativos y políticos que entorpecen la inversión financiera directa. Según estudios de varios bancos de inversión, las reformas pendientes tendrían un efecto positivo en el crecimiento de la economía que se estima entre un 1% y un 1,3% del PIB. Según BBVA las reformas podrían contribuir a conseguir un crecimiento del 4%, es decir, duplicar el actual.

Por lo tanto, nos encontramos ante un riesgo mucho menor que los que hemos observado en esta columna para las economías de Brasil, Argentina, Venezuela o Chile.

El riesgo de México es el coste de oportunidad de no cumplir con el potencial evidente, no de caer en una estanflación bolivariana.
A México le va a salvar de un sobresalto “brasileño” haber retrasado los planes de estímulo y políticas de demanda anunciadas, que suponían hasta $400.000 millones de inversión. No solo va a poder evaluar los proyectos a realizar de una manera menos apasionada, sino que le va a permitir acometerlos con un escenario menos optimista de crecimiento global, tipos de interés y coste de materias primas. Hay retrasos que se convierten en bendiciones.

Un amigo mío en México siempre dice “ustedes siempre se están preparando para la recuperación, nosotros estamos acostumbrados al precipicio”. Esa prudencia, sea deseada o no, le va a venir muy bien al país en el entorno de “parada en seco” que estamos viviendo.

Para España, México supondrá menores resultados en las inversiones, pero no una debacle

Con una inflación del 3% y unas reservas de más de $193.000 millones, la devaluación del peso mexicano observada estos meses no se puede considerar como un elemento de riesgo “a la venezolana”, sino como el reflejo de la caída del crudo, ralentización de EEUU y anticipación de subida de tipos americana.

El motor principal del crecimiento seguirá siendo la demanda externa, y por ello, debemos entender que va a ser difícil que México crezca a las tasas que los optimistas esperan. Sin embargo, una vez que la moneda se ha estabilizado y las reformas se empiecen a poner en marcha, la demanda interna empezará a sustituir a la volatilidad del comercio exterior. Una demanda interna que no está alentada por una burbuja de crédito, sino por reformas estructurales.

Para España, México supondrá menores resultados en las inversiones, pero no una debacle.  Pero hay que monitorizar el riesgo político, que puede frenar aún más las oportunidades.

De nuevo, nos encontramos con un país donde España ha invertido mucho y que, aunque está lejos de una crisis, muestra señales evidentes de desaceleración. A los que llevamos alertando de la parada en seco de los países emergentes desde 2013 no nos sorprende. Por eso no hay que verlo como un cisne negro. Porque no lo es.

China y el posible impacto sobre España

La volatilidad de los mercados bursátiles de los últimos días ha tomado a mucha gente por sorpresa, y lleva también a muchos a pensar que las caídas pueden ser la antesala de una enorme recesión.Hace ya muchos años que llevo pidiéndole a los analistas que eviten equiparar bolsa con macroeconomía. Lo explico en “Nosotros los Mercados”. La bolsa puede descontar mejoras en la economía real, pero desde que entramos en la era de los bancos centrales y la expansión cuantitativa, descuenta también mucho más lo que se llama efecto “coste de capital”, es decir, expectativas de depreciación de moneda, decisiones sobre los tipos de interés o aumentos de la masa monetaria. Y cuando las bolsas suben demasiado por política monetaria, también caen ante ella.

Esto nos lleva a China. Las preocupaciones por el modelo de crecimiento de la economía china ni son nuevas ni tienen, de momento, un impacto relevante sobre España.

Yo llevo alertando desde 2013 en El Confidencial sobre lo que llamo el “Plan E con Esteroides” chino, un modelo endeudado, ineficiente, de estímulo constante de la demanda interna a través de sectores de baja productividad. China hoy necesita cuatro veces más deuda para generar una unidad de PIB que hace cinco años. Es por ello que debemos aplaudir la decisión del gobierno de frenar un crecimiento sin sentido por uno orientado a la exportación y el consumo. Atrás quedan las famosas ciudades-fantasma, la sobrecapacidad industrial –que ya alcanza casi el 30%-, los paneles solares sin uso y los molinos de viento sin conectar a la red. Eso sí, con el cambio de patrón de crecimiento también sufre una bolsa repleta de empresas semi-estatales dependientes de la deuda y subvenciones. Y las decisiones del gobierno chino de bajar tipos de interés, devaluar y a la vez inyectar dinero a las bolsas, han generado un maremoto en un mercado en el que los inversores minoritarios suponen más del 85% de la operativa.

¿Cómo puede ser que la ralentización china no afecte a España? ¿Pone en peligro la recuperación?

Por el lado de las exportaciones españolas, China es el undécimo país en cuanto a cifra de ventas. Sin embargo, compramos mucho más al gigante asiático, 19.766 millones de euros, de lo que le vendemos, 4.080 millones, según cifras de 2014. Esto significa que, en principio, la devaluación del yuan y la política exportadora china nos beneficiarían al comprar más barato –en euros- y la ralentización china no tiene por qué afectarnos en el modelo exportador español. La gran mayoría de nuestras exportaciones son a países de la Unión Europea y EEUU.

Adicionalmente, el cambio de modelo chino, y la moderación en la expansión industrial descontrolada, ayudan a que el petróleo y las materias primas sigan a precios bajos, ya que China es uno de los principales consumidores de crudo, cobre, carbón y mineral de hierro. Por lo tanto, y llevamos beneficiándonos desde 2013, un menor precio de dichas materias primas ayuda a que nuestra balanza comercial con el exterior continúe mejorando.

Los riesgos se encuentran más por el lado de países como Alemania o Francia, que son importantes socios comerciales de España y a la vez exportan mucho más a China.

El cambio de política del estado chino, orientado a exportar más, llevará con casi total seguridad a un impacto en los precios globales. Por mucho que los bancos centrales quieran crear inflación, China exporta deflación al aumentar sus ventas de productos baratos al mundo.

De momento, ninguno de los indicadores adelantados españoles ha sufrido. España ha estado afianzando la recuperación ya en el periodo en el que China mostraba señales más que evidentes de desaceleración. El impacto en el mercado financiero es muy limitado, también. China no es un gran comprador de bonos soberanos españoles, y hemos visto esta semana como el Tesoro colocaba deuda casi a coste cero, sin impacto en la demanda. Para las grandes multinacionales españolas, y las empresas exportadoras, el riesgo es más evidente en Latinoamérica.

Debemos permanecer alerta, sin embargo, ante los pinchazos de las burbujas creadas tras 19 billones de dólares de expansión monetaria por parte de los principales bancos centrales. Las consecuencias son imprevisibles. Pero España ha llevado a cabo una diversificación de sus mercados exportadores y una limpieza del endeudamiento privado que, en principio, permite que podamos mantener el rumbo del crecimiento. Y no olvidemos que cuando el riesgo en mercados emergentes aumenta, el capital tiende a orientarse hacia mercados más seguros y desarrollados.