Tres Lecciones del Pinchazo Chino

“No comprendo tu cara de felicidad, sé que estás pensando en cuerdas y cuchillos” Radio Futura

@elconfidencial

Ayer la bolsa china volvía a caer un 8% tras una semana negra en la que perdía un 10%.

Cuando me dicen que el liberalismo genera burbujas y que un gran Estado no permitiría esos “excesos”, pienso: “claro, como en China, ¿no?”.  La planificación central no solo no evita las burbujas, sino que las alienta.

Ya hemos hablado en varias ocasiones en esta columna sobre las causas (en 2013 y hace unas semanas), pero me interesa ahondar en las lecciones para estados y reguladores sobre lo que no hay que hacer:

  • No inflar burbujas. Recomendar y alentar que los ciudadanos se endeuden masivamente para invertir en una bolsa llena de empresas semiestatales ineficientes, poniendo vivienda como colateral. En China, donde el regulador aprobó una ley donde se puede usar el activo inmobiliario para garantizar préstamos usados para invertir en bolsa.
  • No echarle la culpa al chivo expiatorio. Primero, echar la culpa de la corrección a los “cortos” y luego prohibir a los inversores mayoritarios vender. No da confianza, los inversores, sobre todo los pequeños no son tontos, y saben que el desplome diario no lo generan operadores que suponen menos del 15% del mercado (el 85 de las operaciones del mercado chino son inversores minoristas). Los más de 200 millones de inversores minoritarios chinos son los más activos del mundo y no solo generan la mayoría de las operaciones, sino que ven cada día lo que pasa en el país fuera de la propaganda y los mensajes oficiales.
  • No intentar perpetuar la burbuja con dinero público. El gobierno chino, a través de entidades públicas, ha invertido casi $147.000 millones en mantener la bolsa china a flote, según Goldman Sachs y hace unos días anunciaba que permitiría su fondo de pensiones público, de 548.000 millones en activos invertir en bolsa.

El efecto dominó es difícil de predecir, sobre todo porque no sabemos cuántos de esos préstamos avalados por vivienda –que se estiman en alrededor de 7 billones de yuanes- van a ejecutarse, creando una caída del precio de la vivienda, y lo que viene detrás… Todo ello con una sobrecapacidad enorme y decenas de ciudades fantasma vacías, el porcentaje de casas construidas en los últimos cinco años y deshabitadas se estima ya en un 15% y se espera que crezca al 20% en 2016.

El error, por lo tanto, es construir burbujas planificadas que sostienen a otras pensando que, como el Estado las crea, el Estado las va a gestionar adecuadamente. Deuda que infla el sector inmobiliario que financia a laespeculación minoritaria en bolsa, que mantiene a empresas ineficientes capitalizadas y crea mayor sobrecapacidad.

Existe otro factor preocupante. China lleva intentando que el yuan entre en el sistema de Derechos Especiales de Giro del FMI desde hace tiempo y la decisión sobre su pertenencia llegará en septiembre u octubre. No ayuda tener un mercado en implosión y mensajes contradictorios constantes como decir en abril que no se va a devaluar y hacerlo tres veces unos meses después. Algún amigo de teorías de la conspiración en la City piensa que China está aceptando el desplome de sus bolsas antes de entrar en el FMI y llevar a cabo una enorme devaluación del yuan. Pero si eso pasa, las bolsas, soportadas por préstamos en esa moneda, van a sufrir. Y la economía global va a encontrarse con la bajada de precios de los productos exportados por China.

Imaginen un enorme soufflé, creado, alimentado por el gobierno. Pensar que el gobierno va a controlar el pinchazo es, como poco, ingenuo.

Los gobiernos se acomodan con las burbujas –en España seguimos esperando recuperar los 40.000 millones de euros anuales de ingresos fiscales que nos daba la misma-. Lo llaman “nuevo paradigma”. Y mientras se aplauden hablando del efecto multiplicador del gasto inútil, se olvidan del efecto divisor de la deuda y sobrecapacidad creada.

Bienvenidos a la planificación central. Es lo que querían, pues aquí lo tienen.

Francia, un Riesgo para la Recuperación Europea

“If You´re Drowning You Don´t Clutch No Straw” Deep Purple

Uno de los ejemplos de que el Banco Central no imprime crecimiento lo tenemos en Francia.

Los países europeos corren el riesgo de apostarlo todo a la política monetaria, y equivocarse, como en 2008-2010.

Si recuerdan, el BCE aumentó su balance en 1,5 billones de euros, compró deuda soberana –española entre ellas- y Europa se embarcó en un plan de “estímulo” superior al 1,5% del PIB de la Eurozona. El resultado ya lo conocemos. Caer en la complacencia, parar las reformas y lanzarnos gustosamente a otra recesión, destruyendo 4,5 millones de puestos de trabajo en el camino.

La OCDE vuelve a alertar sobre Francia, y los últimos datos de crecimiento no son positivos. Por dos razones, la economía sigue estancada a pesar del “bazooka” de Draghi, y los desequilibrios se perpetúan. Los organismos internacionales estiman que Francia tendrá dificultades para alcanzar sus previsiones para 2017.

Y para España Francia es muy importante. No solo es nuestro principal mercado de exportaciones, sino que la balanza de pagos exterior con Francia es positiva para España –les exportamos unos 7.600 millones de euros más de los que importamos del país galo-.

El problema de Francia sigue siendo el mismo de siempre. Anunciar reformas que sólo se cumplen a medias y mantener unas rigideces que afectan a su patrón de crecimiento.

Como explico en Viaje a la Libertad Económica, la paradoja es que mientras los políticos y medios hablan constantemente de la necesidad de “reformar”, todo permanece intocable, estático, con un crecimiento anémico y un paro estructural alto, del 10,5%, del cual el desempleo juvenil es cercano al 26%.

Parte del problema es un sector público que supera el 22% de la fuerza laboral y supone casi el 48% del presupuesto, con uno de los mayores gastos públicos de la OCDE –el séptimo mayor del mundo- del 57% del PIB.

Mientras políticos y medios hablan constantemente de la necesidad de “reformar”, todo permanece intocable, estático, con un crecimiento anémico

La otra parte del problema es que, para financiar ese enorme gasto público, se acude a subidas de impuestos, que ya suponen el 48% del PIB, que afectan al crecimiento, la creación de empresas, empleo y la competitividad.

Esto ha llevado a que, a pesar de subidas de impuestos, el objetivo de déficit no se vaya a cumplir, y la economía, tras un primer trimestre esperanzador, haya caído de nuevo en el estancamiento que lleva desde 1999.

Francia no solo ha visto sus exportaciones perder peso mundial, sino que su vecina Alemania se lanzaba a un récord histórico de superávit comercial mientras reducía el desempleo a niveles de la considerada “tasa natural”. Es decir, casi al pleno empleo.

Es impresionante ver la diferencia entre Alemania y Francia, que tenían similares estructuras a principios del 2000.

Alemania ha pasado de déficit a superávit comercial de más de 240.000 millones, con déficit fiscal cero, un paro a mínimos históricos del 4,7% y aumentando su cuota de mercado de exportaciones globales. Francia ha perdido cuota de mercado en exportaciones, según la OCDE y sigue con déficit fiscal y comercial superior a los objetivos fijados.

Un mercado laboral extremadamente rígido hace que la temporalidad y precariedad, que tanto criticamos en España, sea extremadamente alta comparado con las grandes potencias, a pesar de gastar casi el 3% del PIB en políticas de empleo.

Francia es uno de los países más ricos del mundo y compararse con la periferia es un error, con quien debe compararse es con los líderes globales. Y ese estancamiento económico es una receta que no debemos exportar, y que Francia puede y debe cambiar. Según la OCDE es el segundo peor país de la organización en crecimiento del PIB per cápita desde 1999, tras Italia.

Francia ha adoptado un modelo intervenido, inflexible y en muchos países de Europa nos empeñamos en copiarlo. Mientras los medios de comunicación hablan constantemente de Alemania imponiendo su modelo, a mí me parece evidente que el modelo que se implementa en gran parte de Europa es el francés. Un sistema demasiado rígido e intervenido que ni consigue proteger ni crecer.

Francia es un país rico, educado y con enorme potencial que podría crecer al 2,5% anual con una política de atracción de capital y flexibilización

Cualquiera que viaje por Francia solo ve oportunidades. Es un país rico, educado y con enorme potencial que podría crecer al 2,5% anual con una política de atracción de capital y flexibilización. Es una pena que, teniendo cerca modelos de flexibilidad y apertura de éxito, no los adopte.

Para España, que Francia vaya bien es esencial. Si Francia creciese al nivel de Alemania la aportación al PIB español por su parte de la balanza exterior se podría duplicar.

El riesgo para España, y para toda la Unión Europea es doble:

– Que Francia siga obstinada en mantener un modelo de estancamiento y deuda, que terminará por afectar también a su estado del bienestar por imposibilidad de financiarlo si no crece.

– Que los países de Europa se relajen y copien ese modelo dirigista y nos unamos en la solidaridad entre los incumplidores de 2008 a 2012. Y creemos juntos, como el coro de Nabucco, otra gran crisis europea.

Francia puede salir de la crisis y emerger, como hizo Alemania, como una potencia que crezca y supere a sus comparables. No lo va a conseguir manteniendo una estructura estatal obesa y negando sus desequilibrios.

Petróleo a $50. El fin de la Orgía de Subvenciones

“No one´s gonna stop me now I´m gonna make my escape” Jim Steinman

En octubre de 2014 comentábamos en esta columna que la guerra de precios petrolera (http://blogs.elconfidencial.com/mercados/lleno-de-energia/2014-10-18/guerra-de-precios-petrolera-el-estimulo-escondido_259430/) había comenzado.

Una combinación de exceso de suministro por incremento de eficiencia y sobreinversión durante la época del dinero fácil y barato habían llevado al sector petrolero global al mayor nivel de capacidad excedentaria en muchos años.

Un dólar fuerte también afectaba a las materias primas, pero el impacto esencial es de un claro exceso de suministro, como hemos comentado también sobre el cobre y el carbón. Centenares de miles de millones de dólares invertidos en sobrecapacidad productiva.

En mi libro La Madre de Todas las Batallas (Deusto 2014, con Diego Parrilla), anticipábamos el desplome del crudo y explicábamos cómo se dan varios factores que contribuyen a  “aplanar” el mundo de la energía. De los diez factores, entre los que se encuentra la política monetaria, resaltaría:

  • La tecnología, que inexorablemente desplaza la demanda de petróleo en el transporte, con la revolución del coche eléctrico y de gas, el avión solar y los combustibles sintéticos. Aunque a $50 el barril ninguna tecnología alternativa sea competitiva contra el petróleo, el error de la OPEP ha sido pensar que por ello se iban a parar. La mejora de costes y la innovación siempre encuentran respuesta. Es imparable.
  • La eficiencia, que retira casi 2,4 millones de barriles al dia de crecimiento de demanda anual, y hace que hoy sea necesario un 40% menos de petróleo para crear una unidad de PIB que hace 10 años.
  • El brutal impacto de las renovables y el fracking en los picos de precio. La sustitución y pérdida de la prima geopolítica que se le daba al “arma del petróleo”.

No es, por lo tanto, extraño que la OPEP haya alcanzado un récord de producción en julio (31,5 millones de barriles al día, máximo histórico que molesta mucho a los agoreros). Ni que Irak e Irán pueden añadir otros 2,5 millones de barriles al día a corto plazo, mientras la capacidad excedentaria de Arabia Saudí. Emiratos y Kuwait llega a casi 3 millones de barriles al dia.

La OPEP, como me comentaban en Viena en la reunión anual, está demostrando ser el suministrador de bajo coste, fiable y flexible. Arabia Saudí se puede permitir un déficit del 20% en 2015 porque no tiene casi deuda, y ha acumulado reservas de dólares durante años. Una política de “hormiga previsora para el invierno” que no han seguido otros países de la organización, Venezuela o Ecuador. Estos necesitan aumentar producción aún más para cubrir ingresos perdidos.

Si alguien tiene que equilibrar el mercado cortando producción, no va a ser el suministrador de bajo coste –la OPEP.

Y la demanda crece. La propia OPEP prevé un alza de la demanda de 1,38 millones de barriles diarios en 2015, es decir, un aumento de 100.000 barriles al día respecto a sus propias previsiones de julio. Para 2016, la organización mantiene su previsión de un aumento de la demanda de 1,34 millones de barriles al día.

Fracking y renovables, imparables.

Si intentaban parar al fracking con un precio bajo, ha sido un error estratégico, porque la producción de EEUU sigue por encima de 9,4 millones de barriles al día, la productividad de los pozos ha aumentado significativamente (http://www.eia.gov/petroleum/drilling/) según la IEA, y la reducción de costes alcanza hasta el 50% en  menos de un año según Halliburton y Baker Hughes.

Si intentaban parar a las renovables… Lo mismo. A pesar de la pérdida de competitividad con los bajos precios del petróleo, en EEUU la eólica sigue instalando entre 1 y 1,6GW trimestrales cerrando acuerdos de compra (PPAs) a $24/mwh (http://renewables.seenews.com/news/average-us-wind-power-price-falls-below-usd-24-mwh-in-2014-487874 ), competitivo con el gas. Y la solar instala 6,2GW anuales en EEUU, ha reducido costes un 50% en cinco años, aunque sigue siendo el doble de cara que la eólica o el gas ($40-mwh) (http://ieet.org/index.php/IEET/more/naam20150812).

La gran ventaja de los bajos precios del petróleo es clara: Nadie se puede agarrar al cuento de que “el petróleo solo puede subir” para justificar precios de la energía de burbuja verde. Adicionalmente, como nadie ceja en su empeño y las tecnologías disruptivas, fracking, solar, eólica, vehículos alternativos, no paran su crecimiento, la competencia mantiene los precios bajos –y sobre todo reduce la volatilidad y los superciclos-.

La sustitución es positiva por un elemento esencial. Compites con la desinflación del precio de la materia prima que sustituyes. Los que creían que podían vivir de subvenciones y apalancamiento lo llevan muy crudo, nunca mejor dicho. Por eso me parece enternecedor leer a algunos operadores ineficientes agarrarse a la excusa de que “los precios del petróleo subirán” para rascar una nueva subvención.

Subvenciones a energías fósiles

Es muy positivo también que caigan las subvenciones al consumo de los países productores, que debían haber desaparecido hace años. Irán es con diferencia, el mayor.

Cuando algunos lectores me dicen que las energías fósiles reciben más subvenciones que las renovables, olvidan que la enorme mayoría de dichas subvenciones son precios menores de la energía PARA LOS CONSUMIDORES (https://www.dlacalle.com/fossil-and-renewable-subsidies-careful-with-comparisons/), no subvenciones a las empresas (http://instituteforenergyresearch.org/analysis/developing-countries-subsidize-fossil-fuel-use-artificially-lower-prices-2/) .

Las supuestas subvenciones milmillonarias a las energías fósiles se calculan por una ESTIMACIÓN DE LUCRO CESANTE. Es decir, si Rusia o Arabia Saudí le vende a sus ciudadanos la gasolina o el gas por debajo de la cotización internacional, aunque cubra sus costes de producción, a la diferencia pre y post tax ESTIMADA por el FMI, LO LLAMAN SUBVENCIÓN!!. Y, encima, lo equiparan a los miles de millones de euros que se dan en la OCDE primas a productores que ENCARECEN la factura.

Es decir, SE EQUIPARA UNA ESTIMACIÓN DE SUPUESTO LUCRO CESANTE, con un GASTO REAL. Un cuento.

No es lo mismo una subvención o prima a la empresa productora –renovables o carbón- pagada con deuda y mayores impuestos de estados deficitarios, que encarece la factura al consumidor, que el supuesto lucro cesante ESTIMADO que se da bajando los precios al consumidor usando los ingresos extraordinarios del estado y que baja la factura al ciudadano–precios ínfimos de gasolina, electricidad y gas a los consumidores-.

Es de Incidencia Económica de primero. Equiparar el lucro cesante ESTIMADO con un gasto REAL y verificable es falaz. Equiparar una medida -ayudas al consumo- que baja los costes REALES del consumidor con una -las subvenciones y primas a la producción-, que los aumenta, es indignante.

Unas BAJAN la factura a los consumidores y las otras LA SUBEN.

Y, sea como sea, ambas deben desaparecer porque son fruto de la época de burbuja.

En cualquier caso, el que quiera justificar subvenciones comparándose con Irán, Arabia Saudí y Rusia –que suponen la mayoría de las subvenciones fósiles al consumidor-, o Qatar, Ucrania y China, que también son subvenciones al consumidor (http://www.rtcc.org/2015/08/04/china-qatar-and-ukraine-top-imf-fossil-fuel-subsidy-league/ ), tiene un grave problema de modelo a seguir.

El principal riesgo de esta carrera es… Pensar que el otro se va a retirar. Señores, esto es imparable. La Madre de Todas las Batallas no es coyuntural. Es estructural.

Otro gran riesgo es el lanzarse a fusiones corporativas pensando que los precios no podían bajar más. Ya lo hemos visto en grandes adquisiciones desde octubre de 2014.

La batalla continúa. Los ingenieros mejoran la eficiencia y los costes más rápido que los agoreros inventando una nueva excusa para predecir el fin del mundo. Mientras el mundo avanza, ellos siguen como los vagabundos del Esperando a Godot de Beckett… “Hoy no va a venir, pero mañana seguro que sí”.

Guerra de Divisas. Nadie Gana

“Devaluing a currency is like peeing in bed. It feels good at first, but pretty soon it becomes a real mess” Frase atribuida a un miembro de la Reserva Federal por el Wall Street Journal

Hace ya más de dos años que comentábamos en esta columna que se desataba la guerra de divisas.

Ayer se sumaba el banco central chino con dos devaluaciones consecutivas. Lo que iba a ser “una vez” ha sido dos en un par de días. Y eso que el Premier Li decía en abril de 2015 que no iba a acudir a la devaluación para intentar exportar más.

… Y las consecuencias no se han dejado esperar. Caídas de bolsas y miedo. China nos va a hacer con creces lo que le hemos intentado hacer nosotros con la política expansiva durante años.

Porque la guerra de divisas es una forma de proteccionismo. Intentar proteger a nuestras industrias poco competitivas abaratando artificialmente  unos costes que son incapaces de conseguir innovando y mejorando. Y “el proteccionismo nos enseña a hacernos a nosotros mismos en tiempos de paz lo que nuestros enemigos nos hacen en tiempo de guerra”, como decía Henry George.

Decía Robert Plosser que la devaluación es la política de empobrecer al vecino. Suena como una idea estupenda, vamos a devaluar la moneda porque así exportamos más a los que no devalúan… hasta que el vecino es el Primo de Zumosol –China- y se harta de japoneses, europeos, norteamericanos y los 28 bancos centrales del mundo que están bajando tipos, y decide hacerte la gracia a ti.

La gran mentira de las guerras de divisas

“Son para apoyar las exportaciones”. Parece lógico ¿no?. Si nuestra moneda vale menos, nuestros productos son más baratos y exportamos más. Solo tiene un problema. Las importaciones se disparan. En Japón el déficit comercial se disparó con Abenomics. Japón tuvo superávit comercial entre 1980 y 2011, y se metió en un enorme déficit al comenzar la guerra de divisas. Encima las exportaciones no han llegado al máximo histórico de 2008.

En realidad no se busca “exportar más”. Las exportaciones europeas han ralentizado su crecimiento tras la decisión del BCE de empezar a devaluar el euro contra sus monedas de referencia. Lo que se busca es sostener a los sectores obsoletos e ineficientes para que se perpetúen. Los sectores de alto valor añadido no necesitan devaluaciones. Los productos diferenciados y de alta calidad siempre encuentran mercado. Son los sectores endeudados y de bajo valor añadido los que necesitan una moneda más débil para dar otro coletazo antes de extinguirse.

No se hace la economía más competitiva. Solo con la reacción devaluadora de tus enemigos en la guerra de divisas se revierte todo lo “conseguido”. Es una medida de competitividad falaz, artificial y, como mucho, temporal.

No se reduce el paro, pero se hunden los salarios reales. Una devaluación no deja de ser empobrecer a todos para sostener a unos pocos.

No se combate la deflación. Se aumenta. China, devaluando, sostiene sectores con sobrecapacidad, igual que lo hace EEUU, Japón y Europa. Así, no solo no aumenta la producción industrial, como vemos en Europa, cayendo un 0,4% en junio tras una caída del 0,2% en mayo, sino que se reduce aún más la tasa utilización industrial, que en Europa no llega al 76% y China al 60%, porque se perpetúa la sobrecapacidad de los sectores obsoletos.

Una devaluación, de hecho, es una subvención de los ahorradores y sectores de alto valor añadido a los segmentos en decadencia.

No es correcto que con las devaluaciones competitivas se eviten las recesiones. Todo lo contrario. Se crea el efecto olla a presión. Se disfrazan los desequilibrios de las economías temporalmente y, cuando salta, el efecto acumulativo de mantener ineficiencia y esconder falta de competitividad lleva a un impacto mayor.

Es fácil, si devaluar evitase las recesiones no habrían tenido ni una en EEUU o la OCDE desde la ruptura del patrón Oro.

No sorprende, por ello, que China intente la guerra de divisas. Primero intentó suplir sus problemas de competitividad con deuda, luego con estímulos y ahora bajando el valor de la moneda. El efecto deflacionista de la guerra de divisas está servido.

Lo llevo diciendo desde hace años. Si devaluar fuera la panacea para exportar, Venezuela, Argentina y Zimbabwe serían los reyes del comercio mundial.

Para exportar lo que hace falta son buenos productos y valor añadido, no bajos costes.

Si nos creíamos que en Japón, EEUU y la UE íbamos a ser los listos  de la clase devaluando, ahora vamos a tener dos tazas chinas de nuestra propia receta.