España. Un ajuste de casi 15 puntos del PIB creciendo y creando empleo

En 2011 escribí un artículo en «The Wall Street Journal» llamado «Receta para la recuperación de España» («Recipe for a Spanish Comeback»). La tarea que se presentaba hacía difícil predecir un cambio rápido. Dicha recuperación se ha dado, y de manera más sólida a lo que los economistas estimábamos. Tanto el consenso como los organismos internacionales han tenido que revisar al alza sus previsiones sobre España más de seis veces en dos años. Standard and Poor’s ha revisado al alza la calificación de la deuda española y el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea han pasado de estimar cero creación de empleo a reconocer que nuestro país liderará la creación de empleo de la OCDE. Desde Bloomberg al «Financial Times», la prensa internacional ha alabado la recuperación española y la importancia de continuar las reformas.

Conviene recordar de dónde venimos. En 2011, España mostraba un déficit público del 9,4% y un déficit comercial de 46.338 millones de euros. Un desequilibrio de la economía cercano al 15% del PIB. El paro subió en 577.000 personas ese año, hasta el 22,85%. Tres millones y medio de empleos destruidos negando la crisis.

Cuatro años después, nos encontramos con una economía que lleva dos años en expansión, con el paro en el 21,8%, la primera vez que baja del 22% en cinco años; crece la afiliación a la Seguridad Social y se ha mantenido el nivel de protección social. Una economía que ha creado más de 600.000 empleos netos en 2015, creciendo por encima del 3%, y que ha reducido de manera relevante sus desequilibrios, alcanzando superávit primario.

Se dice que la deuda pública ha crecido entre 2011 y 2014, pero se olvida que esa cifra incluye el rescate a las comunidades autónomas, facturas impagadas dejadas en 2011 y el rescate a las cajas públicas, que explica casi un tercio del aumento.

En estos años se ha recuperado el pago a proveedores, reducido la economía sumergida un 3%, se han aflorado 124.000 millones de euros en la lucha contra el fraude fiscal, cerrado 2.300 entes públicos deficitarios con un ahorro de 30.000 millones de euros y ha caído la deuda de familias y empresas a niveles de 2006. La riqueza neta total de las familias ya supera el billón de euros.

La creación de empleo es, además, más sólida de lo esperado. En EE UU, por ejemplo, aún no se han recuperado los ingresos de la Seguridad Social de 2009. España, ya en 2015, es el segundo país de la Unión Europea en creación de empleo indefinido. Ha bajado ligeramente el número de ocupados, pero viene fundamentalmente de emigración que vuelve a sus países. Normal en un país donde se recibió a casi cinco millones de emigrantes con la burbuja inmobiliaria.

Las reformas deben continuar para que el crecimiento sea sostenible

Se habla con frecuencia de precariedad y temporalidad, pero ninguna economía de la OCDE se ha recuperado con contratación fija, sea Reino Unido, Alemania o Estados Unidos. A pesar de ello, el empleo fijo crece en España un 15% en 2015 y un 75% de los contratos totales son indefinidos.

Algunos economistas suelen achacar la recuperación a factores externos. El bajo precio del crudo, la devaluación del euro o el plan de recompra del Banco Central Europeo. Es fácilmente rebatible. España ya crecía más que la media de la UE con el petróleo a $113 barril y sin compras del BCE y crece más que Italia, Bélgica o Portugal, con similar exposición a esos factores. Se ha recuperado la confianza inversora y el empleo con reformas tan importantes como la financiera, laboral y la ley de emprendedores, y se debe profundizar en la bajada de impuestos, facilitar la creación de empresas y apoyar a autónomos.

Aún queda mucho por hacer. El paro es alto y las reformas deben continuar para que el crecimiento sea sostenible. Debemos bajar impuestos y convertir a España en líder de creación de empresas de Europa. Es innegable que en todo el mundo se valora que España ha llevado a cabo un ajuste de casi 15 puntos del PIB, creando empleo y creciendo.

El riesgo de caer en los errores de 2008 y deshacer lo conseguido es alto. Seguir avanzando es esencial para convertir la recuperación en crecimiento estable.

Japón, al borde de la Recesión

Los datos de exportaciones publicados hace un par de días en Japón ponen, de nuevo, varios problemas de manifiesto. Fíjense que cuando se habla de la recuperación española se habla de los factores externos -devaluación, precio del crudo bajo y estímulo monetario- como determinantes. Les presento a Japón, país con prácticamente la misma sensibilidad al precio del crudo, la devaluación y los tipos de interés que España (según UBS y DB). Camino de la recesión a pesar del mayor estímulo monetario de la OCDE… Bueno, ‘debido a’ más bien.

Imprimir moneda no hace que mejoren las exportaciones. Aunque el Banco de Japón lleva a cabo la política expansiva más agresiva de su historia -y ya lleva seis planes de estímulo con 22 años de estancamiento-, el déficit comercial -la diferencia entre exportaciones e importaciones- sigue por encima de los 950 millones de dólares en septiembre a pesar de la caída del crudo y el gas, que han ayudado a que las importaciones de materias primas cayeran un 36%.

Las exportaciones japonesas crecen al menor ritmo en meses y encadenan tres meses de datos muy por debajo de expectativas ya revisadas a la baja. En términos totales, un mero aumento de 0,6% en valor, pero una caída del 3,9% en volumen.

Por otro lado, el agresivo plan monetario solo ha conseguido que los salarios reales en Japón estén al nivel más bajo en 29 años.

Sí, Japón tiene un bajo desempleo, pero ya lo tenía antes de ningún plan de gas de la risa monetario y además su deuda sigue creciendo, y ya se sitúa por encima del 230% del PIB, mientras el plan de Shenzo Abe de aumentar el PIB un 20% se considera imposible y se demuestra quimérico (lean).

De hecho, los datos de comercio, producción industrial y consumo indican que no solo no se ha cambiado el estancamiento, sino que estamos ante una posible contracción de la economía japonesa.

Tan complicada es la situación que Moody´s alerta de la dificultad para financiar el desproporcionado incremento de la deuda. Aviso a los podemitas y economistas de “gastar y tirar de déficit porque no hay inflación”. Japón paga alrededor de un 0,6% por sus bonos a 10  años y se gasta un 23% de su presupuesto en intereses.

El riesgo de recesión no es pequeño. Cuando miramos los componentes del PIB japonés, la caída de actividad industrial hace casi imposible que el gasto público supla el declive (lean).

No se pueden solucionar problemas estructurales de demografía, sobrecapacidad y sectores de baja productividad con asaltos al ahorrador

Llevamos alertando de la inútil apuesta por la política monetaria desde que se anunció Abenomics. No se pueden solucionar problemas estructurales de demografía -envejecimiento de la población-, sobrecapacidad, sectores de baja productividad con asaltos al ahorrador y sacando dinero del bolsillo de los ciudadanos. Es un problema de incidencia económica. Medidas que impiden que las generaciones jóvenes consuman más y que las empresas pequeñas y medianas, que son el 87% de las empresas japonesas, desarrollen su actividad, para sostener un Estado hipertrofiado, sectores rentistas y un enorme gasto en pensiones.

No se puede suplir la desaceleración china imprimiendo yenes, igual que no se puede parar un problema de pérdida y envejecimiento de la población dividiendo el pastel una y otra vez.

¿Por qué no se introdujo en Abenomics un plan de reformas estructurales? Sí se hizo, pero se guardó en el cajón. ¿Por qué no bajan impuestos y facilitan que las pymes crezcan y cambien el modelo rentista, endeudado y estancado de los ‘keiretsu’ y el Estado fagocitador? En Japón lo llaman los “intereses especiales”. Vamos, que es más fácil inaugurar puentes que permitir que los sectores de valor añadido respiren.

No me digan que todo esto no les suena. Pues ya saben la fórmula perdedora que se quiere imponer desde Francia y la socialdemocracia europea.

Bruselas y el Déficit

Una de las polémicas más sorprendentes que he visto recientemente ha sido la famosa “exigencia de Bruselas” de revisar los presupuestos generales del Estado para el año que viene porque se corre el riesgo de no cumplir el objetivo de déficit.

Lo más divertido es que los partidos de la oposición se han lanzado en tromba a criticar unas décimas adicionales estimadas de déficit mientras, en mítines y entrevistas, arengan a sus votantes diciendo que hay que relajar los objetivos de endeudamiento mientras prometen gastar el dinero que no tenemos en enormes planes de empleo público, rentas garantizadas y todo tipo de ilusiones de Reyes Magos.

Es una falta de integridad y una irresponsabilidad criticar unas décimas por diferencia de criterio con Bruselas mientras se promete “relajar el déficit” y gastar como si fuese 2008. La realidad es que esa misma falsa polémica se dio en 2013 y 2014, cuando Bruselas mencionó diferencias similares, y España cumplió. ¿Por qué? Porque las estimaciones de crecimiento y de mejora del empleo de la Unión Europea siempre han sido extremadamente cautelosas, y me parece muy bien. Pero recordemos que Bruselas ha tenido que revisar al alza seis veces sus estimaciones de crecimiento de nuestra economía.

Existen dos variables esenciales que explican las diferencias de criterio. La primera es el gasto por subsidio de desempleo, que se reduce más de lo que estimaba no sólo Bruselas, sino todos los organismos internacionales. Crear más empleo es un factor esencial para la estabilidad presupuestaria. La segunda es la mejora de ingresos por mayor actividad económica.

Pero existen otros factores que pueden ayudar a mejorar las cuentas públicas por encima de las previsiones del gobierno. Una mayor recaudación bajando impuestos, que los organismos raramente valoran, a pesar de ser una realidad en Reino Unido o Irlanda. El aumento de las bases imponibles por reducción de la economía sumergida y regularización fiscal. El ahorro por reestructuración del sector público, que ya supuso 30.000 millones de euros, y debe continuar hasta duplicarse. Finalmente, no tener que acudir al rescate de cajas, comunidades autónomas y pagar facturas atrasadas.

El riesgo para cumplir el déficit no está en el presupuesto aprobado. Está en encontrarnos en enero a una coalición que tenga como objetivo volver a las políticas del pasado y lanzarse al gasto descontrolado, cuando aún tenemos muchas reformas que ampliar y desequilibrios muy importantes que corregir.

Draghi anticipa las Navidades

El plan de estímulo monetario de 60.000 millones de euros mensuales del Banco Central Europeo, expansión cuantitativa o QE, se lanzó cuando las economías de la Eurozona empezaban a  recuperarse, y en pocos meses los riesgos globales hicieron que el efecto euforia se disipase. Pero las primas de riesgo han caído a mínimos. Sin ir más lejos, esta semana el Tesoro español emitía más de 2.200 millones de bonos a tipos negativos. Nos pagan por prestarnos.

Ayer, Mario Draghi comentó varios aspectos relevantes con respecto al plan implementado que nos deben hacer pensar antes de lanzarnos a la euforia. La posibilidad de aumentar la cantidad del estímulo monetario ante la incertidumbre global, la probable extensión del programa más allá de 2016 y ampliar el tipo de activos incluyendo renta variable y bonos corporativos. No se anuncia semejante cambio si los riesgos para el crecimiento no fueran claros.

La reacción de las bolsas ante el posible enchufe de más “gas de la risa monetario” no se hizo esperar y el Eurostoxx rompía resistencias al alza. El impacto de las políticas monetarias sobre los activos financieros vuelve a lanzar a los inversores a tomar mayor riesgo por menor rentabilidad.

Pero la liquidez excedentaria de la Eurozona es de más de 470.000 millones de euro. Gran parte de la masa monetaria emitida por el Banco Central Europeo no encuentra lugar donde invertir. En el  caso de algunas emisiones de bonos, el BCE supone ya más del 100% de la demanda. La capacidad de compra supera a las necesidades de financiación netas de muchos países.

El problema, como estamos viendo en Japón, al borde de la recesión tras el rotundo fracaso de Abenomics, es claro. No se puede imprimir crecimiento ni crear inflación porque lo decida un comité.

El Plan Juncker, por ejemplo, supone unos 360.000 millones de euros en inversión en infraestructuras. La mitad de lo que imprime el BCE al año. ¿Dónde invertimos el resto? El problema de Europa no es de falta de inversión tras dos décadas de planes industriales que han dejado una sobrecapacidad del 20% y una enorme deuda. Es de exceso de gasto.

No vamos a solucionar con más liquidez el impacto de China, Brasil, emergentes y las fuerzas que ralentizan el crecimiento global. Un chute adicional de gas de la risa monetario no va a suplir el efecto deflacionista de un 20% del PIB del mundo en desaceleración. Aumentar la liquidez no va a generar más inversión cuando hay sobrecapacidad. Lo que hace falta es devolver el dinero a los ciudadanos para que consuman y, si les place, ahorren. Es su dinero.

Mario Draghi es un técnico brillante, y es consciente de los riesgos, pero sus palabras muestran que no va a ser el chivo expiatorio de los gobiernos europeos. Siempre repite que la política monetaria es sólo una herramienta y que sin reformas estructurales no funciona. Él va a poner la herramienta. Los inversores y estados tienen su regalo de Navidad. Ahora toca implementar las políticas de oferta y mejoras de renta disponible de empresas y familias que hagan que Europa salga del estancamiento.

@elmundo