Mitos sobre las exportaciones españolas

El Confidencial 22/8/2014

«There are only three spending components that matter to monetary policy: consumer spending, business investments and exports and trade», Evan Davies

Uno de los rasgos más curiosos del análisis económico español es el presidencialismo. Le damos una especie de cualidad mágica a los gobiernos, como si fueran los Reyes Magos, y le echamos la culpa -o el mérito- al Presidente. Es ese estatismo que espera milagros de la Administración. El caso más entretenido es el de las exportaciones. Las analizamos como si el que exportase fuese el Jefe del Ejecutivo y como si el resto del mundo no existiera. Rajoy o Zapatero no exportan: exportan las empresas. Parece obvio, pero a más de uno se le olvida.

Analizamos como si el que exportase fuese Mariano Rajoy y como si el resto del mundo no existiera. Exportan las empresas, parece obvio, pero se olvida

He leído muchos análisis catastrofistas, pero creo que merece la pena resaltar que el esfuerzo exportador de las empresas españolas sigue siendo modélico.

El propio director general de la Organización Mundial del Comercio, Roberto Azevêdo, analizaba hace poco en Londres un contexto global de desaceleración del comercio mundial, y es en ese entorno en el que debemos valorar el cambio de modelo nacional, con sus positivos y negativos:

  • Mito 1: No estamos cambiando a un modelo exportador. Las exportaciones de bienes y servicios pesan ya un 34,1% del PIB de España. Un aumento del 10,7% en tres años y del 30% sobre el nivel de 2004.
  • Mito 2: Los otros países lo hacen mejor. Hemos aumentado cuota de mercado global de 1,6% a 1,68% de las exportaciones globales (según la OMC) y nos situamos en el puesto 18 del mundo, y en el puesto número siete en exportaciones de servicios. Alemania, Japón, Italia o Francia bajan cuota desde 2010. EEUU la mantiene similar.
  • Mito 3: Las importaciones se disparan. Con los datos publicados acumulados hasta junio de 2014, no existe en la serie histórica –desde 1995- un nivel mayor de cobertura de importaciones con exportaciones que los registrados en 2012 (85,5%), 2013 (95,3%) y 2014 (91%). Para que se hagan una idea, entre 2000 y 2011 la media era del 75%, y entre 2006 y 2009 menos del 67% (ver gráfico).

  • Mito 4: Las exportaciones van mal. Muchos análisis hablan sólo del “crecimiento” de las exportaciones y no del hecho de que sigan a máximos. Y eso que la serie histórica pone de manifiesto que no todos los años se registraron récords absolutos de exportaciones. Sin embargo, a partir de 2010, sí que los ha habido.
  • Mito 5: Las empresas exportadoras no son relevantes. El número de empresas exportadoras ha crecido de una media de 100.000 entre 2001 y 2007 a más de 150.000. Contamos con 570 empresas que suponen el 63% de las exportaciones, una cifra de concentración similar a la de Francia o Reino Unido y normal cuando tenemos –menos mal– grandes multinacionales. Hay que seguir aumentando en número y diluyendo la concentración.

LAS EXPORTACIONES DEBEN ANALIZARSE EN TRES TÉRMINOS:

  • El crecimiento mundial del comercio se ralentiza.  No se puede exportar al aire. Si el comercio global aumenta menos de lo esperado, las exportaciones crecen menos. La OCDE lleva comentando la caída de las exportaciones desde mayo, y en marzo ya explicaba yo en ¿Peligra el modelo exportador español?  y en mi web que los datos de comercio mundial estaban revisándose a la baja, y con las sanciones entre la UE y Rusia es probable que siga desacelerándose. En ese contexto, que España siga registrando cifras récord en junio y sus exportaciones crezcan un 0,5% en los primeros seis meses es positivo, sobre todo cuando nuestro principal socio, Francia, se encuentra estancado. En Reino Unido las exportaciones han caído un 19,9% en junio (-14,7% en los primeros seis meses) y en Francia, que tanto nos gusta a algunos como ejemplo, un 1,8%.
  • Balanza Comercial. La diferencia entre lo que exportamos e importamos. A efectos del PIB y del crecimiento, lo importante es que la aportación exterior sea positiva, si no estaremos agrandando el agujero. Si exportamos “mucho” como en 2009, y tenemos un destrozo de 94.000 millones de euros en la balanza comercial, no sólo no sirve para nada, sino que además es un enorme problema. Pero claro, en aquella época al déficit comercial se justificaba con la excusa de “estimular la demanda interna” y hoy, con un déficit comercial diez veces menor, escucho, alucinado, que está “disparado”. Fíjense en la ironía…

Por ello, hablar de las exportaciones de Japón, por ejemplo, cuando registran un déficit comercial record, es olvidar una cara importantísima de la moneda. Además, ese déficit comercial es fundamentalmente gasto corriente –por la subida del precio del gas, petróleo y carbón en yenes depreciados “gracias” a Abenomics-.  Devaluar no es motor de exportaciones. Si no hay valor añadido y producto de calidad, lo que vendes se disipa con el aumento de precio de lo que compras.

El déficit comercial español hay que vigilarlo, ya que, como alerta Juan Rallo y otros expertos, siempre ha sido la antesala de una crisis. Sin embargo, de enero a junio 2014, el 24% de las importaciones fue de bienes de consumo, el 7% de bienes de capital y el 70% de bienes intermedios.

Que España siga registrando cifras récord en junio y sus exportaciones crezcan un 0,5% en los primeros seis meses es positivo, sobre todo cuando nuestro principal socio, Francia, se encuentra estancado

Es decir, el 77% de las importaciones fue destinado a la inversión o a la producción, y sólo el 23% fue al consumo, una relación casi inversa comparada con los países de la expansión monetaria, Reino Unido o Japón.  Aun así, es un dato a vigilar, ya que tenemos la tendencia de caer en la trampa de “estimular la demanda interna” con deuda y lanzarnos a otra crisis.

Es la diferencia entre el circulo vicioso de hundir la balanza comercial “estimulando”, y el circulo virtuoso de exportar y controlar que el déficit sea bajo, o haya superávit. No es una fórmula mágica ni nueva, es la de los países líderes en exportaciones sostenibles.

  • Cuota de mercado global. ​Si el comercio se expande o se ralentiza depende de multitud de factores globales, como es normal. No podemos pensar que los problemas geopolíticos con Rusia (1,1% de nuestras exportaciones) o las dificultades para crecer de Francia, Portugal o Italia, algunos de nuestros mayores socios comerciales, no van a afectar, pero también se reducen las importaciones (Rusia es un 2,6% del total). Mientras mantengamos o aumentemos la cuota de mercado global mencionada antes y controlemos el déficit comercial, la aportación al crecimiento del sector exterior será, como debe ser, positiva, y el cambio de modelo será más sostenible.

Mientras mantengamos o aumentemos la cuota de mercado global y controlemos el déficit comercial, la aportación al crecimiento del sector exterior será positiva

Los datos de junio son buenos, aunque no sean fantásticos. Pero ninguna de las cifras, lo miremos como lo miremos, nos sitúa ni de lejos en la situación dramática de agujero deficitario del periodo de 2007 a 2010.

Los presidentes, como decía al principio, no exportan, pero sí pueden apoyar al sector exterior. Los grandes escollos siguen siendo los mismos:

  • Unas trabas burocráticas y administrativas desproporcionadas, que hacen que los procesos sean lentos, caros y duplicados.
  • Una fiscalidad restrictiva. Las empresas exportadoras siguen sufriendo de una fiscalidad nacional, local y regional depredadora y en numerosas encuestas preferirían ver incentivos fiscales y desgravaciones a grandes planes publicitarios de uno u otro ministerio.

El domingo pasado volvía a Londres desde España, tras diez días de vacaciones, y coincidí en el aeropuerto con el equipo directivo de una empresa que, hasta el año 2012, vendía el 89% de sus productos en España. “Vamos a firmar un acuerdo con una empresa británica a cinco años”.

Vigilemos muy de cerca el déficit comercial y las tentaciones de tirar de la chequera en blanco para “”estimular” y dejemos que las empresas sigan esa labor de cambiar nuestro modelo

Sus ventas en 2014, me comentaban, crecerán un 7% y de ellas, un 50% ya son al exterior. Sin pedir subvenciones, sin sentarse a esperar. Esas son las empresas que están cambiando –poco a poco, en silencio, sin vallas publicitarias de Plan E– el mapa empresarial español. Esa es la marca país.

Vigilemos muy de cerca el déficit comercial y las tentaciones de tirar de la chequera en blanco para “”estimular” –que ya sabemos cómo termina eso– y dejemos que las empresas sigan esa labor de cambiar nuestro modelo. No porque lo decida un Comité o un Consejo de Ministros, sino porque compiten. Si les dejan.

Lecciones del desastre argentino

2/8/2014 El Confidencial

«Es una pavada atómica decir que hoy entramos en default», Axel Kicillof

Los que piensan que el dinero es una donación, que la riqueza de un país se decide en un comité gubernamental y que todo lo soluciona la maquinita de imprimir, se han pasado años poniéndolo como modelo para “salir de la crisis”, lo mismo que está llevando -de nuevo-  a Argentina a la recesión y al impago. El mal llamado “modelo social y económico inclusivo”, que es populismo despilfarrador.

Sólo hace unos años, Krugman y Stiglitz ponían como ejemplo a las políticas de Cristina Fernandez de Kirchner para Europa. Hoy, con el episodio del impago a los bonistas que no accedieron a la extorsión de la quita, leemos cosas divertidas como:

  • Argentina no hace impago “porque tiene dinero”. Pero no quiere pagar a los bonistas que no accedieron al chantaje de la quita, precisamente porque sabían que el gobierno de Argentina podía -y debía- cumplir sus compromisos.
  • Nuestro lenguaje burbujero nos lleva a llamar fondos buitre a quien quiere recuperar su dinero, y negociar a aceptar callados lo que exija el ministro. Las reestructuraciones de 2005 y 2010 no eran negociaciones, sino acuerdos de El Padrino. “Una oferta que no pueden rechazar”. Algunos dijeron “no” y los tribunales de EEUU les dieron la razón.
  • Llamar fondo buitre al que utiliza todos los medios a su alcance para hacer valer sus derechos es, cuando menos, curioso. Y no deja en buen lugar a los Estados que se convierten en “carroña”. Pero es que el Estado firmó que si pagaba al 7% que no aceptaba el chantaje, tendría que compensar al 93% restante. Y claro, un problema de 1.500 millones se convierte en uno de 15.000 millones.

Lo veamos como lo veamos, el default de Argentina es otro paso más en el triste aislamiento en que se ha metido desde la llegada del populismo de Cristina Fernandez de Kirchner.

Los que piensan que el dinero es una donación, que la riqueza de un país se decide en un comité gubernamental y que todo lo soluciona la maquinita de imprimir, se han pasado años poniéndolo como modelo para ‘salir de la crisis’ lo mismo que está llevando -de nuevo- a Argentina a la recesión y al impago

El episodio de los mal llamados fondos buitredemuestra varias cosas. Primero, que las famosas quitas e impagos no son una panacea de solución de nada. Siempre se acaba peor. El impago solo genera aislamiento y empobrecimiento mayor posterior.

Segundo, que las deudas se pagan. Siempre. Sea de manera licita -cumpliendo con los compromisos- o con una inflación desbocada -Argentina es el cuarto país del mundo con mayor inflación, 28% en 2013- que empobrece a todos. La inflación, el impuesto de los pobres.

Muchos me dicen que la inflación alta no es problema si se suben los salarios en la misma manera. No es ciertoSe hace durante un tiempo hasta que no hay recursos, y se desploma la renta disponible. Los desequilibrios que se generan explotan, y en poco tiempo.

El episodio del impago del Gobierno de Argentina es una anécdota, un subterfugio para apartar la vista de un problema mayor. Los políticos que han usado el populismo y el intervencionismo en ese gran país que es Argentina llevan a la nación de crisis en crisis e impago en impago a través de una política monetaria y estatal en la que van calentando la burbuja de una supuesta prosperidad inflacionista, hasta que estalla. Y entonces, vemos corralitos, cambios de moneda, cepos cambiarios… y vuelven a empezar, empobreciendo o arruinando en el camino a la misma población que aparentemente pretenden “defender”. Es el efecto embudo de tapar los desequilibrios gastando e imprimiendo dinero. Que acaban mal, siempre.

En España escucharán constantemente que la solución a nuestra crisis es hacer impago, aumentar el gasto público y financiarlo imprimiendo moneda -monetizando deuda, que es lo mismo-. Eso es exactamente lo que hace Argentina (grafico cortesía de Perspectivas). Un aumento de masa monetaria anual del 30%.

Leí hace poco el libro del actual ministro de economía argentino, Axel Kicillof,  titulado Volver a Keynes, fundamentos de la teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, y es uno de los más claros exponentes de lo que yo llamo “keynesianismo selectivo”.  Es aquel que toma a Lord Keynes al pie de la letra para gastar e intervenir, pero se olvida del economista británico a la hora de bajar impuestos y recortar gasto público en época de bonanza. Ignora totalmente esas recomendaciones para justificar en la intervención estatal eterna y la política monetaria la panacea para la solución de todos los desequilibrios económicos. (Grafico cortesía de N. Cachanosky)

¿Y el paro? Al fin y al cabo, Argentina tiene un paro muy bajo, con lo que se justifica todo, ¿no? Primero, de acuerdo con la CGT, el desempleo real de Argentina duplica la cifra oficial, y es cercano al 16%. La UCES estima que el desempleo real es muy superior, cerca del 21%. Segundo, cuando el estado es el principal motor de la demanda laboral con una plantilla que ha aumentado un 50% desde 2003 -la Campora, el grupo de seguidores de Cristina Fernández, es la mayor bolsa de trabajo de Argentina-, lo que el estado te “da” supuestamente -un trabajo- se lo lleva en tus ahorros y sueldo en los sucesivos corralitos, cepos, devaluaciones e inflación.

Y el espejismo del dinero impreso no conlleva inversión ni mejora productiva. La producción industrial en mayo de 2014 ha caído un 4,9%, en su décimo mes consecutivo. La industria de maquinaria agrícola se encuentra con un 50% de capacidad instalada ociosa, en un país cuya principal actividad es el sector agropecuario. La producción de coches, una de las principales industrias, caía un 22% en el primer semestre de 2014. Las exportaciones se han contraído un 12% “a pesar” de devaluar el peso en enero un 23%. Efectivamente, si imprimir moneda fuera la llave de la prosperidad, Zimbabwe sería el país más rico del mundo.

Aislarse de los principios elementales de economía y del mundo financiero global tiene sus consecuencias:

El Gobierno argentino está inserto en su propia trampa de “ilusión monetaria”. Si impulsa medidas activas para promover el nivel de actividad y el empleo, también hará subir las importaciones utilizadas en la producción de bienes y servicios, lo cual implicaría un consumo de dólares que no tiene. De ahí que Cristina Fernández de Kirchner buscara aumentar la deuda. Pero eldefault, las nacionalizaciones confiscatorias y los mensajes anti-mercados yanti-buitres no permitirán el acceso al mercado de deuda, y provocan más restricciones externas y más “cepo cambiario”, que es como los argentinos llaman a las medidas oficiales restrictivas para evitar que los argentinos, ante las constantes devaluaciones, usen dólares en sus transacciones o inversiones.

Con una devaluación del 16,9% anual desde 2008 -como muestra el grafico-,el gobierno de Argentina solo ha conseguido que la inversión se desplome y la balanza comercial -la diferencia entre importaciones y exportaciones- empeore (un -41% en los primeros seis meses de 2014 según INDEC), por lo tanto la entrada de divisas se deteriora, llevando a un mayor cepo.

La fuerte caída del precio de la soja, principal producto exportable y generador de divisas, se suple imprimiendo más dinero para sostener unos gastos estatales que no han hecho más que crecer y, con ello, y la inflación se dispara. Es el cuarto país del mundo, tras Venezuela, Sudán e Irán, en inflación. Un 28,3% oficial en 2013 y un 35% estimado por INDEC en 2014.

Con esta política de aislamiento, gasto y expansión monetaria descontrolada, el gobierno profundiza la recesión y el déficit fiscal (5% de mínimo estimado para 2014), mientras la inflación se dispara por la acelerada emisión de moneda para financiar al Tesoro.

Esta política del gas de la risa monetario ha llevado a un nivel de pobreza del 30%, según la Universidad Católica Argentina, UCA, dado que el gobierno de Cristina Fernandez, ha decidido no medir más la pobreza “por cuestiones metodológicas”. Cuando asumió el poder en 2008 había en torno a 8 millones de pobres (26%), una cifra reducida a la mitad en el mandato de su marido Néstor. “Modelo social inclusivo”.

Hoy se acumulan 4.500 millones de dólares de importaciones ya efectuadas pendientes de liquidación. La estrategia del Banco Central es retrasar todo lo posible los pagos al exterior correspondientes a importaciones que ya fueron aprobadas con el objetivo de no perder reservas, y lleva al país a seguir cavando el agujero. Esta política muestra la extrema debilidad en materia cambiaria, y la fuerte emisión e inyección de pesos ha vuelto a alimentar la fuga hacia el dólar, que está disimulada por la intervención oficial en el mercado de cambios oficial y paralelo, pero que, aun así, no logra contenerla.

Cristina Fernández y Kicillof intentarán lanzar más políticas “activas” financiadas con emisión de moneda, lo cual implicará agregar más tensión al tipo de cambio, y aun así se estima una inflación del 35%

Cristina Fernández y Kicillof intentarán lanzar más políticas “activas” financiadas con emisión de moneda, lo cual implicará agregar más tensión al tipo de cambio -que en el sueño keynesiano se utiliza como “ancla contra la inflación”- y aun así se estima una inflación del 35%.

El episodio del impago o la pavada atómica no esconde que la recesión será brutal. Hoy se habla de -2%, pero porque el sector financiero generaba aportación positiva. En la economía real la recesión es más fuerte.

Lo comentaba hace un año en esta columna: proteccionismo y devaluación es camino de depresión.

lo curioso es que la solución de Argentina está en casa. Abandonar elclientelismo, la impresión de moneda inútil, recuperar la credibilidad, atraer capital, inversión y empleo privado, lanzar de nuevo los sectores deprimidos por la inflación y el control de cambios, incentivar el comercio desde la apertura y permitir que el país lleve a cabo la transformación a la economía líder de Latinoamérica que puede ser.

Los defensores del “keynesianismo selectivo” de gastar, imprimir y no ahorrar sólo consiguen retrasar el estallido de la burbuja unos años. Y cuando lo hace, es con enorme virulencia. Y algunos quieren aplicar “esto” en mi país.

“Darle a la maquinita y aumentar gasto público” nos recomienda alguno.Corralito y estanflación. No será que no lo hemos advertido. Las soluciones mágicas no existen.

Feliz verano. Nos escribimos en dos semanas.

Lecciones del desastre argentino

2/8/2014 El Confidencial

«Es una pavada atómica decir que hoy entramos en default», Axel Kicillof

Los que piensan que el dinero es una donación, que la riqueza de un país se decide en un comité gubernamental y que todo lo soluciona la maquinita de imprimir, se han pasado años poniéndolo como modelo para “salir de la crisis”, lo mismo que está llevando -de nuevo-  a Argentina a la recesión y al impago. El mal llamado “modelo social y económico inclusivo”, que es populismo despilfarrador.

Sólo hace unos años, Krugman y Stiglitz ponían como ejemplo a las políticas de Cristina Fernandez de Kirchner para Europa. Hoy, con el episodio del impago a los bonistas que no accedieron a la extorsión de la quita, leemos cosas divertidas como:

  • Argentina no hace impago “porque tiene dinero”. Pero no quiere pagar a los bonistas que no accedieron al chantaje de la quita, precisamente porque sabían que el gobierno de Argentina podía -y debía- cumplir sus compromisos.
  • Nuestro lenguaje burbujero nos lleva a llamar fondos buitre a quien quiere recuperar su dinero, y negociar a aceptar callados lo que exija el ministro. Las reestructuraciones de 2005 y 2010 no eran negociaciones, sino acuerdos de El Padrino. “Una oferta que no pueden rechazar”. Algunos dijeron “no” y los tribunales de EEUU les dieron la razón.
  • Llamar fondo buitre al que utiliza todos los medios a su alcance para hacer valer sus derechos es, cuando menos, curioso. Y no deja en buen lugar a los Estados que se convierten en “carroña”. Pero es que el Estado firmó que si pagaba al 7% que no aceptaba el chantaje, tendría que compensar al 93% restante. Y claro, un problema de 1.500 millones se convierte en uno de 15.000 millones.

Lo veamos como lo veamos, el default de Argentina es otro paso más en el triste aislamiento en que se ha metido desde la llegada del populismo de Cristina Fernandez de Kirchner.

Los que piensan que el dinero es una donación, que la riqueza de un país se decide en un comité gubernamental y que todo lo soluciona la maquinita de imprimir, se han pasado años poniéndolo como modelo para ‘salir de la crisis’ lo mismo que está llevando -de nuevo- a Argentina a la recesión y al impago

El episodio de los mal llamados fondos buitredemuestra varias cosas. Primero, que las famosas quitas e impagos no son una panacea de solución de nada. Siempre se acaba peor. El impago solo genera aislamiento y empobrecimiento mayor posterior.

Segundo, que las deudas se pagan. Siempre. Sea de manera licita -cumpliendo con los compromisos- o con una inflación desbocada -Argentina es el cuarto país del mundo con mayor inflación, 28% en 2013- que empobrece a todos. La inflación, el impuesto de los pobres.

Muchos me dicen que la inflación alta no es problema si se suben los salarios en la misma manera. No es cierto. Se hace durante un tiempo hasta que no hay recursos, y se desploma la renta disponible. Los desequilibrios que se generan explotan, y en poco tiempo.

El episodio del impago del Gobierno de Argentina es una anécdota, un subterfugio para apartar la vista de un problema mayor. Los políticos que han usado el populismo y el intervencionismo en ese gran país que es Argentina llevan a la nación de crisis en crisis e impago en impago a través de una política monetaria y estatal en la que van calentando la burbuja de una supuesta prosperidad inflacionista, hasta que estalla. Y entonces, vemos corralitos, cambios de moneda, cepos cambiarios… y vuelven a empezar, empobreciendo o arruinando en el camino a la misma población que aparentemente pretenden “defender”. Es el efecto embudo de tapar los desequilibrios gastando e imprimiendo dinero. Que acaban mal, siempre.

En España escucharán constantemente que la solución a nuestra crisis es hacer impago, aumentar el gasto público y financiarlo imprimiendo moneda -monetizando deuda, que es lo mismo-. Eso es exactamente lo que hace Argentina (grafico cortesía de Perspectivas). Un aumento de masa monetaria anual del 30%.

Leí hace poco el libro del actual ministro de economía argentino, Axel Kicillof,  titulado Volver a Keynes, fundamentos de la teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, y es uno de los más claros exponentes de lo que yo llamo “keynesianismo selectivo”.  Es aquel que toma a Lord Keynes al pie de la letra para gastar e intervenir, pero se olvida del economista británico a la hora de bajar impuestos y recortar gasto público en época de bonanza. Ignora totalmente esas recomendaciones para justificar en la intervención estatal eterna y la política monetaria la panacea para la solución de todos los desequilibrios económicos. (Grafico cortesía de N. Cachanosky)

¿Y el paro? Al fin y al cabo, Argentina tiene un paro muy bajo, con lo que se justifica todo, ¿no? Cuando el estado es el principal motor de la demanda laboral con una plantilla que ha aumentado un 50% desde 2003 -la Campora, el grupo de seguidores de Cristina Fernández, es la mayor bolsa de trabajo de Argentina-, lo que el estado te “da” supuestamente -un trabajo- se lo lleva en tus ahorros y sueldo en los sucesivos corralitos, cepos, devaluaciones e inflación.

Y el espejismo del dinero impreso no conlleva inversión ni mejora productiva. La producción industrial en mayo de 2014 ha caído un 4,9%, en su décimo mes consecutivo. La industria de maquinaria agrícola se encuentra con un 50% de capacidad instalada ociosa, en un país cuya principal actividad es el sector agropecuario. La producción de coches, una de las principales industrias, caía un 22% en el primer semestre de 2014. Las exportaciones se han contraído un 12% “a pesar” de devaluar el peso en enero un 23%. Efectivamente, si imprimir moneda fuera la llave de la prosperidad, Zimbabwe sería el país más rico del mundo.

Aislarse de los principios elementales de economía y del mundo financiero global tiene sus consecuencias:

El Gobierno argentino está inserto en su propia trampa de “ilusión monetaria”. Si impulsa medidas activas para promover el nivel de actividad y el empleo, también hará subir las importaciones utilizadas en la producción de bienes y servicios, lo cual implicaría un consumo de dólares que no tiene. De ahí que Cristina Fernández de Kirchner buscara aumentar la deuda. Pero eldefault, las nacionalizaciones confiscatorias y los mensajes anti-mercados yanti-buitres no permitirán el acceso al mercado de deuda, y provocan más restricciones externas y más “cepo cambiario”, que es como los argentinos llaman a las medidas oficiales restrictivas para evitar que los argentinos, ante las constantes devaluaciones, usen dólares en sus transacciones o inversiones.

Con una devaluación del 16,9% anual desde 2008 -como muestra el grafico-,el gobierno de Argentina solo ha conseguido que la inversión se desplome y la balanza comercial -la diferencia entre importaciones y exportaciones- empeore (un -41% en los primeros seis meses de 2014 según INDEC), por lo tanto la entrada de divisas se deteriora, llevando a un mayor cepo.

La fuerte caída del precio de la soja, principal producto exportable y generador de divisas, se suple imprimiendo más dinero para sostener unos gastos estatales que no han hecho más que crecer y, con ello, y la inflación se dispara. Es el cuarto país del mundo, tras Venezuela, Sudán e Irán, en inflación. Un 28,3% oficial en 2013 y un 35% estimado por INDEC en 2014.

Con esta política de aislamiento, gasto y expansión monetaria descontrolada, el gobierno profundiza la recesión y el déficit fiscal (5% de mínimo estimado para 2014), mientras la inflación se dispara por la acelerada emisión de moneda para financiar al Tesoro.

Esta política del gas de la risa monetario ha llevado a un nivel de pobreza del 30%, según la Universidad Católica Argentina, UCA, dado que el gobierno de Cristina Fernandez, ha decidido no medir más la pobreza “por cuestiones metodológicas”. Cuando asumió el poder en 2008 había en torno a 8 millones de pobres (26%), una cifra reducida a la mitad en el mandato de su marido Néstor. “Modelo social inclusivo”.

Hoy se acumulan 4.500 millones de dólares de importaciones ya efectuadas pendientes de liquidación. La estrategia del Banco Central es retrasar todo lo posible los pagos al exterior correspondientes a importaciones que ya fueron aprobadas con el objetivo de no perder reservas, y lleva al país a seguir cavando el agujero. Esta política muestra la extrema debilidad en materia cambiaria, y la fuerte emisión e inyección de pesos ha vuelto a alimentar la fuga hacia el dólar, que está disimulada por la intervención oficial en el mercado de cambios oficial y paralelo, pero que, aun así, no logra contenerla.

Cristina Fernández y Kicillof intentarán lanzar más políticas “activas” financiadas con emisión de moneda, lo cual implicará agregar más tensión al tipo de cambio -que en el sueño keynesiano se utiliza como “ancla contra la inflación”- y aun así se estima una inflación del 35%.

El episodio del impago o la pavada atómica no esconde que la recesión será brutal. Hoy se habla de -2%, pero porque el sector financiero generaba aportación positiva. En la economía real la recesión es más fuerte.

Lo comentaba hace un año en esta columna: proteccionismo y devaluación es camino de depresión.

Y lo curioso es que la solución de Argentina está en casa. Abandonar elclientelismo, la impresión de moneda inútil, recuperar la credibilidad, atraer capital, inversión y empleo privado, lanzar de nuevo los sectores deprimidos por la inflación y el control de cambios, incentivar el comercio desde la apertura y permitir que el país lleve a cabo la transformación a la economía líder de Latinoamérica que puede ser.

Los defensores del “keynesianismo selectivo” de gastar, imprimir y no ahorrar sólo consiguen retrasar el estallido de la burbuja unos años. Y cuando lo hace, es con enorme virulencia. Y algunos quieren aplicar “esto” en mi país.

“Darle a la maquinita y aumentar gasto público” nos recomienda alguno.Corralito y estanflación. No será que no lo hemos advertido. Las soluciones mágicas no existen.