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Acerca de Daniel Lacalle

Daniel Lacalle (Madrid, 1967) es Doctor en Economía, profesor de Economía Global y Finanzas, además de gestor de fondos de inversión. Casado y con tres hijos, reside en Londres. Es colaborador frecuente en medios como CNBC, Hedgeye, Wall Street Journal, El Español, A3 Media and 13TV. Tiene un certificado internacional de analista de inversiones CIIA y un máster en Investigación económica y el IESE.

Tesla, valor o burbuja

Seguro que han leído los titulares. “Tesla supera en bolsa a Ford”, “Tesla supera General Motors”. La pregunta es ¿burbuja o realidad? Un poco de ambos.

Empecemos por la realidad. El coche eléctrico, como explicamos en “La Madre de Todas las Batallas” (Deusto) es una alternativa imparable y parte del proceso de aplanamiento del mundo de la energía y el menor uso de petróleo. No hay duda de que el futuro del transporte vendrá de una combinación de vehículos eléctricos e híbridos. Veremos qué pasa con el coche de hidrógeno.

Las ventas de vehículo eléctricos a nivel global alcanzaron 222.000 unidades, y su crecimiento –siendo positivo- ha mostrado ser muy inferior a las estimaciones excesivamente optimistas del mercado.

Ahora olvídense de “es una buena empresa” o “crece mucho” y vayamos a los datos.

Tesla ha vendido, en 2016, unos 77.000 vehículos. Para que se hagan una idea, la alianza Renault-Nissan Alliance vendió más de 94.000 coches eléctricos.

Los ingresos de Tesla son alrededor de 7.000 millones de dólares, lo que significa que cotiza a más de 6,5 veces ventas, y un valor firma (incluyendo deuda) de ocho veces sus ventas y 164 veces su beneficio operativo. Es decir, descuenta que sus ventas y beneficios se multiplicarán exponencialmente sin acudir de nuevo a deuda o vender acciones.

En 2016, Tesla registró una pérdida de 725 millones, y solo ha registrado dos trimestres de resultados limpios (sin extraordinarios) positivos. En el camino, ha realizado ampliaciones de capital y emisiones de bonos convertibles en acciones a razón de casi 1.000 millones de dólares anuales, y aumentado su endeudamiento hasta 12,3 veces su resultado operativo. Tesla no paga dividendo, por supuesto. Todo en su valoración son las expectativas de crecimiento.

Si lo comparamos con General Motors, sus ingresos son unos 166.000 millones de dólares, lo que significa que cotiza a unas 0,3 veces ventas (valor firma 0,24 veces ventas, ya que no tiene deuda, y 1,9 veces sus resultados operativos). Un resultado neto positivo de 9.900 millones, y una rentabilidad por dividendo del 4,4%.

La generación de caja en General Motors es de 7.300 millones de caja libre, un Free Cash Flow Yield de 13,3%. Tesla consume toda la caja que genera y su capital circulante le lleva a aumentar deuda.

Como toda la diferencia está en estimaciones de futuro, debemos analizar lo que cuesta dicho futuro y su probabilidad.

La realidad es que la carrera por el mercado de los coches eléctricos no es una cuestión ni de innovación ni de ideología, sino de capacidad de fabricarlos y venderlos masivamente, además de ofrecerlos a precio competitivo.

Si nuestra estimación es quién llegará a un millón de vehículos eléctricos vendidos y lo que necesita para ello, no nos sorprenderá ver que Tesla necesitará al menos otras tres ampliaciones de capital similares a las realizadas, o un aumento desproporcionado de la deuda. Como sus acciones están a máximos históricos, la mejor manera de financiar su crecimiento será acudiendo a los accionistas. Usted puede, por tanto, esperar que la demanda de dichas acciones sea mayor a la actual o no.

La realidad es que la inversión para alcanzar ese mismo millón de vehículos eléctricos en General Motors no supone ni aumento de deuda ni impacto en el dividendo ni reducción relevante de su enorme caja libre. Por supuesto, con más de nueve millones de coches de toda la gama vendidos, General Motors cuenta con una red de fabricación, desarrollo, venta y post-venta que ya está operativa y se adapta con muy poca inversión. En el caso de Renault-Nissan, por ejemplo, también con más de nueve millones de coches vendidos, es similar. Por lo tanto, la prima tecnológica o de innovación parece exagerada en Tesla mientras está valorada a cero en sus competidores. Curioso. Porque esa “prima” necesita capital, y mucho, para convertirse en ventas.

Las estimaciones más optimistas de inversión en capacidad para Tesla son de 5.000 millones de dólares en los próximos años, y otras superan los 8.000 millones, con lo cual seguirá quemando caja.

Usted puede decir que espera que Tesla sea vendida a uno de esos conglomerados que –permítanme decirlo- merecen cotizar a múltiplos tan bajos. Lo que debe usted analizar es si esa adquisición se hará antes o después del día de la expiación. Apostar a la teoría del “greater fool” (que se va a vender más caro a otro), siempre es peligroso.

No se equivoquen. Tesla seguramente merezca una prima sobre el sector, igual que una empresa enfocada siempre cotiza a mayores múltiplos que los conglomerados integrados. La pregunta es ¿qué prima? y ¿cuánto me va a costar en ampliaciones de capital?

La consecución de sus objetivos, para justificar dichos múltiplos, necesitará de casi un 20% de su capitalización en inversión y estima un 100% de éxito.

Nos encontramos ante un caso donde el mercado parece descontar el futuro perfecto en un valor que, además, ni tiene caja ni balance para acometerlo, mientras se valora negativamente en los múltiplos ese mismo negocio en sus competidores establecidos, que se pueden permitir desarrollar masivamente el vehículo sin pestañear.

No, no es lo mismo que Apple o Amazon, Netflix o Google. Los múltiplos que descuenta Tesla necesitan, sí o sí, de una masiva inversión de capital para convertirlo en realidad, otra cosa es que el accionista lo acepte. Mientras esas otras empresas tienen una rentabilidad sobre el capital empleado muy superior, sus necesidades de inversión son muy inferiores para conseguir las ventas estimadas. Una cosa es tecnología y otra, coches.

Las acciones pueden seguir subiendo, por supuesto, la euforia y el miedo son factores esenciales del mercado. Pero lo que el inversor debe analizar es si la euforia descuenta un escenario perfecto, y si está dispuesto a participar en las siguientes ampliaciones de capital y diluciones que son necesarias para acometer la expansión de la empresa.

Si es un escenario creíble, merece la pena que la empresa aproveche para despejar el problema de balance. El capital circulante puede ser un gran riesgo.

En inversión es esencial diferenciar tecnología de modelo de negocio, y no caer en la fe cuasi-religiosa a la hora de invertir.

¿Se acuerdan ustedes de las solares cotizando a primas sobre las instalaciones futuras? Cientos de quiebras después, el espejismo se ha disipado. ¿Y las eólicas valorando el “pipeline” –proyectos estimados-? ¿Recuerdan las valoraciones de las tecnológicas descontando ingresos por email futuro?

La quiebra de los ‘burbujeros’, sean solares, tecnológicas, financieras, fracking o eólicas siempre se ha dado por dos factores comunes. Exceso de deuda y expectativas imposibles (lean) .

Mucho cuidado con confundir una tecnología y su apoyo, desde un punto de vista emocional o ideológico, con el modelo de negocio.

Tesla es y debe ser más inteligente que todos ellos y aprovechar su valoración para fortalecer su balance. Me encantará verles tener éxito, no defender una burbuja.

Una oportunidad para la Educación

Se ha generado una enorme polémica por el anteproyecto de Ley del Espacio Madrileño de Educación Superior, y creo que la oportunidad merece que se lleve a cabo no solo una ley que siga la línea de la legislación nacional para la Comunidad de Madrid, sino que sea una plataforma para que ésta sea un referente mundial de educación, acceso a talento y excelencia educativa.

Conviene poner en contexto la situación. La Comunidad de Madrid es la que más universidades privadas tiene, ocho privadas y 36 centros privados adscritos, frente a 6 públicas. También se sitúan por encima de la media de España en rendimiento, según el Ivie y la fundación BBVA.

Pero hay que hacer mucho más, y entre los objetivos a alcanzar es que el proceso administrativo y burocrático para crear una universidad de calidad, y avalada por premios Nobel y catedráticos de prestigio internacional, no se eternice ni se convierta en una locura de requisitos repetidos y retrasos injustificables. Primera cosa que debemos analizar. ¿Dónde se crean los cuellos de botella y por qué? Y poner las soluciones en marcha, rápida y eficientemente.

Como anteproyecto, la Ley está sujeta a un amplio debate, pero el objetivo de todos los involucrados debe ser único. Que la Comunidad de Madrid tenga algunas de las mejores universidades del mundo. Desde ese objetivo, y con la obligación de todos de resaltar aquellos aspectos que deban mejorarse o eliminarse, conviene entrar en algunas aclaraciones.

Que sea el Parlamento autonómico el que apruebe, mediante ley, la autorización para crear una nueva universidad privada es algo que se exige en la Ley Orgánica de Reforma Universitaria y se ha mantenido en la Ley Orgánica de Universidades de 2001. Pero la apertura de una nueva universidad no requiere del visto bueno vinculante del resto de universidades. El Consejo Universitario de la Comunidad de Madrid es un órgano consultivo y sus informes son preceptivos, pero no vinculantes.

El anteproyecto de ley no introduce una novedad en esto, ya que ya se exigía antes. También es preceptivo, como hasta ahora, un informe de la Conferencia General de Política Universitaria del Ministerio.

Es importante abrir el debate sobre si estos requisitos son absolutamente necesarios o barreras de entrada, y si deben ser cambiados, pero no podemos poner un nombre y apellido a algo que ya existía y demonizar a una persona por un sistema que funciona de la misma manera en otras comunidades.

La Ley exige que se tenga una “trayectoria universitaria contrastada”, bien como centro adscrito o bien como centro de educación superior, pero ni se exige que haya sido dentro de la Comunidad de Madrid o en Universidades madrileñas. Se trata de una exigencia de mínimos que nunca afectaría a proyectos de calidad contrastada con profesionales de prestigio nunca cuestionado.

Tampoco es correcto que el anteproyecto elimine a aquellas opciones que ofrezcan titulaciones similares a las de las actuales. Utiliza la palabra “preferentemente”, para evitar duplicidades, además así favorece a las especialidades.

Podemos hacer mucho más por la educación sin un carácter normativo extremadamente detallado

No es exacto que se exijan diez titulaciones. Se pueden combinar grados y másteres. Por ejemplo, diez másteres equivalen a tres grados. Ni que se exijan instalaciones deportivas a cualquiera.

Una cosa he aprendido con ésta polémica. Podemos hacer mucho más por la educación sin un carácter normativo extremadamente detallado, porque nunca vamos a contemplar todas las particularidades posibles, sobre todo en un mundo cambiante donde la educación reglada está en proceso de revolución global. Tenemos que liderar el cambio. Si queremos tener una educación líder y de calidad no va a venir por una enorme cantidad de papeles y por una normativa detallista.

España merece una educación de calidad, de verdad. Y algo que se le puede reconocer al anteproyecto de ley es que el espíritu busca evitar una burbuja de baja calidad o de exceso y alto precio, y tiene como objetivo asegurar unos mínimos. Como todos los anteproyectos, está sujeto a debate y el objetivo de todos debe ser que mejore, para que Madrid no esté entre los mejores destinos de educación superior de España, que lo está, sino del mundo. Nadie puede negar el espíritu de mejora constante y diálogo de esta administración.

Educación no es una universidad 100% pública que expenda cientos de miles de títulos anuales sin un valor real

En muchas ocasiones intentamos buscar la excelencia desde la normativa, y asegurarla desde la creación de grupos de análisis, externos o internos. Pero lo importante, de verdad, es el reconocimiento internacional. Y eso es lo que va a dar a nuestra educación un empuje no visto antes.

Porque educación no es una universidad 100% pública que expenda cientos de miles de títulos anuales sin un valor real. Ni muchas privadas que los expendan igual, pagando. Existe una razón por la que tenemos algunas de las mejores escuelas de negocios del mundo. Por su prestigio internacional y sus exigencias de calidad y mérito. Educación no es tampoco adoctrinar ni controlar el tipo de ideario de los centros. Educación es formar a los jóvenes en el mérito, el conocimiento, la práctica y como cimiento para su futuro.

Estamos ante una oportunidad de oro. Las polémicas ayudan a enfrentarnos a los retos y hacerlo mejor. Y si el proceso administrativo es ilógico, es una oportunidad para hacerlo más eficaz. Mi experiencia en ese sentido ha sido clarísima. Cuando se ha presentado un problema de exceso de papeleo innecesario o de procesos administrativos injustificados y duplicados, la Comunidad de Madrid ha trabajado para solventarlo rápida y eficazmente.

Vamos a trabajar para asegurar que la Comunidad de Madrid tiene las mejores universidades del mundo. Mejorando y aportando soluciones. Todos.

Adiós, guerra de divisas: El Banco Central Europeo no podrá contener el efecto aspirador

En los últimos días hemos hablado en detalle de los presupuestos y de la importancia de cumplir con la reducción de déficit y posterior reducción de deuda ante la evidencia de que la época de los tipos bajos y el desastroso gas de la risa monetario del BCE se acercan a su fin. Si España, que ha reducido enormemente sus desequilibrios y está en la senda del crecimiento, no se pone como objetivo principal reducir significativamente la deuda ante las subidas de tipos, volveremos a entrar en un riesgo importante. Los que exigen “relajar el déficit” no solo son imprudentes, son peligrosos.

La semana pasada, la Reserva Federal anunció tres subidas de tipos en 2017 y otras tres en 2018, con una reducción del balance de 600.000 millones de dólares (420.000 millones en bonos estatales y 180.000 en activos ligados a hipotecas).

El anuncio ha despertado la preocupación de inflacionistas y burbujeros. ¡Una reducción del balance de la Reserva Federal! Anatema. Total, ha aumentado de 900.000 millones de dólares a la aterradora cifra de 4,5 billones de dólares y lo que les preocupa es que baje en 600.000 millones de nada. No preocupa la enorme burbuja de bonos ni el exceso de riesgo tomado buscando un poco de rentabilidad.

Lo que le preocupa al consenso es que entre 2017 y 2018 la composición de los miembros de la Reserva Federal va a cambiar a una mayoría que defiende el “sound money”, es decir, acabar con el asalto al ahorrador y la clase media que supone el aumento masivo de la masa monetaria y los tipos ultra-bajos. Recordemos que en los últimos ocho años, la política fiscal en EEUU ha aumentado impuestos en 1,5 billones de dólares y destruido una cifra muy similar en el valor y poder adquisitivo de la principal fuente de riqueza de los norteamericanos: los depósitos. La mayor transferencia de renta de la clase media hacia el Gobierno en cincuenta años.

Ante el final de esa política de “empobrecer al vecino”, en Europa, Mario Draghi anunciaba que los mal llamados estímulos seguirán manteniéndose.

Pero tiene un problema.

La Reserva Federal ya está casi 300 puntos básicos por detrás de la curva, es decir, tenía que haber subido los tipos mucho más.

Si el BCE continúa con su política monetaria mientras se acelera la normalización en EEUU, el efecto aspirador se multiplica.

Ya hemos hablado aquí de ese “efecto aspirador”: La oferta de dólares mundial se contrae mientras la demanda se dispara, generando salidas de capitales en los países que no son moneda de reserva global. Ese efecto aspirador (lean), añadido a la repatriación de dólares de las empresas norteamericanas, supone un gran riesgo para la Unión Europea. Con más de 1,3 billones de euros de exceso de liquidez en el BCE, a la UE le ocurriría lo contrario, la oferta de euros sería muy superior a la demanda.

¡Muy bien, así exportamos más! Le dirá alguno. Solo que no ocurre, como explicamos aquí. Pero lo que sí ocurre es que la confianza internacional en los activos de riesgo en euros y las emisiones de deuda pierden atractivo y, si además coincide con un deterioro de los indicadores de solvencia -déficit, emisiones netas, pago de intereses sobre PIB-, puede ser un riesgo muy relevante que, hoy en día, pocos están valorando.

Recordemos que la inmensa mayoría de las transacciones comerciales globales se hacen en dólares. El euro es, todavía, muy poco utilizado internacionalmente (según el BIS).

Al contrario de lo que muchos piensan, el porcentaje de transacciones globales en dólares no solo es enorme, sino que ha aumentado recientemente a un 87,6% del total. En el mismo periodo, desde 2008, las transacciones en euros han caído ocho puntos. No es una casualidad que ese desplome en el uso del euro en transacciones globales, acelerado desde 2013, coincida con la mal llamada “expansión” monetaria.

Pero, no solo el euro pierde relevancia en el comercio global, sino que el supuesto efecto placebo exportador es inexistente. Las exportaciones no comunitarias de la Unión Europea se han estancado. Y, la realidad es que unos Estados Unidos que ponen -por fin- la política de defender el valor del dinero y los ahorros de sus ciudadanos como centro de su política, puede generar enormes incertidumbres a un euro que es menos utilizado en el mundo.

Usted dirá que EEUU no puede “aguantar” un dólar fuerte, pero eso ya lo desmontamos aquí (Por qué el dólar es el nuevo oro).

Casi todos los gobiernos y parlamentos de los países europeos están tomados por el pensamiento único de que hay que copiar a Japón y su inútil política de tipos reales negativos y exceso de liquidez, a pesar de la evidencia del estancamiento que genera. Pero Japón tiene un enorme ahorro en divisas y una envidiable balanza financiera.  La Unión Europea, no.

Por lo tanto, que el BCE se resista a subir los tipos, cuando es una urgencia, y reducir las recompras de activos, cuando tiene 1,3 billones de euros de liquidez excesiva, son enormes riesgos en una economía global donde el euro es una anécdota. Si esto es un riesgo con una moneda fuerte y respaldada por grandes potencias, como el euro, imaginen lo que sería para monedas sin respaldo como quieren los populistas. Un desastre.

Tengamos muy en cuenta estos riesgos. Si nos preparamos para el invierno, el impacto será muy bajo. Si pensamos que la barra libre de exceso monetario no va a tener consecuencias muy importantes y que hay que fortalecerse antes de que termine, el efecto negativo será grave. Eso sí, alguno le echará la culpa a la falta de regulación o a los mercados. Ya lo verán.

Marzo refuerza las expectativas de empleo

En marzo de 2016, la Organización Mundial del Trabajo estimaba que el paro en España sería del 21,5% en 2016 y del 21,3% en 2017. Se equivocaron, afortunadamente. Este martes se publicaron los datos del empleo y muestran que hay que seguir trabajando hasta erradicar el paro, pero que la mejora es espectacular. El Financial Times mostraba “el mejor marzo” y, lo que es más importante, España vuelve a situarse en el segundo puesto en creación de empleo fijo. La contratación indefinida crecía un 18,4% con respecto a marzo de 2016, más de tres puntos por encima de la temporal (+14,8%). La contratación indefinida a tiempo completo ha aumentado un 20,7%, el mejor marzo desde 2007. Ni un 1% de los contratos totales son de menos de un mes y los contratos fijos ya superan el 75% del total.

En los últimos doce meses, el paro ha bajado en 392.453 personas, una caída del 9,6%. Pero otro elemento importantísimo es que el paro entre los menores de 25 años ha caído un 13,7%.

Que baje el paro en marzo es una buena señal, porque en los últimos ocho años el aumento medio era de más de 10.000 personas. Pero los salarios también están mejorando. Según el INE, el coste salarial total pasó en España de los 1.995,68 euros del cuarto trimestre de 2013 a los 2.010,73 actuales, un aumento moderado, pero hay que tener en cuenta que en ese periodo los precios han mostrado una tendencia negativa.

Los tres elementos a resaltar, por lo tanto, son la subida de salarios, la continuada mejora del empleo indefinido y la caída del desempleo juvenil.

Ahora viene lo que hay que mejorar.

España es un país de pequeñas y medianas empresas, que generan casi el 70% del empleo. Por ello hay que llevar a cabo un proceso urgente de medidas que faciliten el crecimiento de las mismas, reduciendo agresivamente escollos fiscales y administrativos, para que la transición a gran empresa aumente. Si consiguiéramos que esas empresas pudiesen empezar a respirar –más del 50% siguen en pérdidas-, se podrían crear más de un millón y medio de empleos.

¿Qué decir de los autónomos, los grandes sufridores de la pasada crisis? Crean casi un tercio del empleo en España, y sufren los mayores costes fiscales, con las menores prestaciones. Para llegar a los veinte millones de afiliados que España puede y debe conseguir –y superar- es esencial que se creen más de 300.000 nuevos autónomos. Y eso no se va a conseguir si no se lleva a cabo una reforma en profundidad del régimen de autónomos que, en vez de verlos como un cajero para el expolio fiscal, reconozca la importancia del autoempleo, y los grandes riesgos que corren.

Los autónomos son, como negocio, el sector peor tratado en términos fiscales de los colectivos empresariales. Es un colectivo que paga por el privilegio de producir y crear riqueza mucho antes de generar un solo euro de ingresos, que sufre de mayores dificultades para cobrar, menos beneficios y peor jubilación.

Uno de cada dos autónomos cobra sus facturas a más de 90 días, sin embargo, la losa de costes fijos es mensual y liquidaciones trimestrales. Si no se adecúa la fiscalidad a los riesgos de la actividad, se convierte en un impedimento y un grillete más en el tobillo.

En España, los empresarios, pequeños, medianos y microempresarios, son unos héroes. Es una buena noticia leer que el paro se sigue reduciendo y que, por fin, España sale del destrozo generado durante la crisis, donde miles de empresas cayeron por impago de las administraciones públicas. Es una gran noticia leer que las empresas esperan aumentar plantilla. Pero hay mucho que hacer, y si queremos que mejoren los salarios y la calidad del empleo, no podemos erosionar el tejido empresarial y poner impedimentos a la mejora de nuestro patrón de crecimiento desde una perspectiva intervencionista. Si queremos empleo de Alemania, no podemos copiar a Grecia.

Ahora que se está consiguiendo salir del enorme agujero creado negando la crisis y doblando la apuesta por la burbuja, que reducimos los desequilibrios de la economía y mejoramos el empleo, no hagamos como en el pasado, dinamitarlo. Hay mucho que mejorar, pero el avance ha sido espectacular. El objetivo de veinte millones de afiliados ya no es una quimera, y si seguimos por la senda actual, se conseguirá.

Los ingresos de la Seguridad Social ya están por encima de los niveles pre-crisis, y es un dato muy positivo, especialmente porque los beneficios empresariales están aún muy lejos de esos niveles anteriores a dicha crisis.

España puede crear mucho más empleo y con mejores condiciones. Eso nunca va a ocurrir poniendo palos a las ruedas a los creadores de empleo.