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Acerca de Daniel Lacalle

Daniel Lacalle (Madrid, 1967) es Doctor en Economía, profesor de Economía Global y Finanzas, además de gestor de fondos de inversión. Casado y con tres hijos, reside en Londres. Es colaborador frecuente en medios como CNBC, Hedgeye, Wall Street Journal, El Español, A3 Media and 13TV. Tiene un certificado internacional de analista de inversiones CIIA y un máster en Investigación económica y el IESE.

El G20 y el motor del estancamiento

“Oh, Mama, can this really be the end? To be stuck inside of Mobile with the Memphis blues again” Bob Dylan

En la reunión del G-20 de esta semana se ha hablado mucho de crecimiento pero en el documento final solo se dice una vez la palabra “productividad” y no se menciona ni una sola vez el término “sobrecapacidad” ni “competencia”. Y sin embargo…

– La sobrecapacidad industrial supera el 26% en EEUU, el 20% en la UE y el 30% en China. En el G-20 el nivel de exceso de capacidad medio es del 23%. ¿Es un problema de demanda o de exceso de estímulos para crear una demanda artificial? Claramente lo segundo. Lean “el problema de estimular la demanda interna” y Bloomberg.

– La inversión productiva no es baja con respecto a la demanda solvente de capital, sino con respecto a unas estimaciones de lo que es “normal” que usan como referencia una época de burbuja. El ratio inversión/ahorro que utilizan algunos bancos centrales es falaz porque ignora la sobrecapacidad, el nivel de endeudamiento de la economía real, la tecnología y sobre todo porque el “referente” era un periodo anormal de exceso. (lean “¿America no invierte?”) . ¿No invierte? Claro que lo hace, solo que no lo hace a lo que algunos economistas llaman “ritmo normalizado”… ¿Y cuál es ese ritmo normalizado? Oh, sorpresa, el del periodo de la burbuja. El de 2004 a 2008. Porque eso es lo que queremos estimular, otra gran burbuja. Por eso el helicóptero monetario también fallará.

Si usted habla con la inmensa mayoría de los economistas del mainstream, les costará explicar por qué la inversión productiva no aumenta cuando los tipos están tan bajos y los bancos centrales inundan el mercado de liquidez.

La respuesta, en muchos casos, raya la ingenuidad, acusando a las malvadas empresas de “cortoplacismo”, de no querer invertir o –malvadas ellas- de priorizar el pago de dividendos y recompra de acciones al aumento de la inversión. Y, como no podía ser de otra manera, les dirán que entonces la inversión la tiene que hacer el Estado que sí que sabe.

Y no es cierto. Si se dieran oportunidades de inversión atractivas, las empresas estarían lanzándose a invertir como chavales ante un Pokemon.

Los tipos negativos generan el efecto contrario al deseado por los fans de la planificación central por razones obvias (lean). Los tipos reales negativos frenan el crédito a la economía real y a largo plazo, porque se perpetúa la sobrecapacidad en los sectores productivos, e incentivan la compra a corto plazo de activos líquidos. Adicionalmente, cuanto más bajan los tipos se aumentan los riesgos en el sistema financiero al prestar con tipos desconectados de la realidad del riesgo de la empresa o proyecto. Ken Garbade y Jamie McAndrews de la Reserva Federal ya alertaban sobre ese efecto en 2012. Ni caso.

Pero además, como hemos comentado en esta columna en varias ocasiones, la alta liquidez y los bajos tipos no hacen que se invierta mucho más –o al nivel que le gustaría a los burócratas- porque el coste de capital medio no baja.

¿Qué es el coste de capital medio (WACC)? La tasa ponderada entre coste de capital y de deuda por la que las empresas analizan si una inversión es rentable o no. Si la rentabilidad del capital empleado es superior a dicho coste de capital, la inversión es rentable, si no, genera pérdida –aunque parezca que da beneficio contable-.

Pues bien, la prima de riesgo del equity global está en máximos de 50 años, lo que hace que el coste de capital –el coste de invertir una unidad monetaria- se haya disparado a la vez que bajaban los tipos de interés a mínimos históricos (lean a Hans Lorenzen, de Citi).

Que el Estado no se preocupa por la rentabilidad real de sus inversiones y por lo tanto debería suplir esa “anomalía” es una falacia. Primero porque no es una anomalía, es una señal evidente y creciente de que la sobrecapacidad y el exceso de deuda son un problema global y el crecimiento real generado es muy pobre. Un dólar de PIB adicional por cada 19 de deuda. Segundo, porque esa “inversión” sin rentabilidad económica real se traduce en elefantes blancos (planes E de construir cosas simplemente para que “estén”), más impuestos y más deuda.  Y se desploma la velocidad del dinero –que mide la actividad económica-. Se zombifica la economía.

Los estados no disponen de mejor información ni mejores competencias que el sector privado para identificar inversiones adecuadas. Pero sí tienen el incentivo de gastar sin preocuparse por las consecuencias y ninguna penalización real por ello –lo paga usted–. Pero incluso si existiese una anomalía puntual por una crisis financiera o un pánico injustificado, desde luego no se habría multiplicado por cuatro la prima de riesgo del capital en un periodo que ya supera los ocho años.

Es la evidencia de que hemos más que superado el umbral de saturación de deuda. Cuando una unidad adicional de deuda no solo no genera mayor crecimiento sino que lo limita. Una cosa es apalancarse para crecer y otra endeudarse para sostener artificialmente el PIB.

El efecto multiplicador del gasto público se muestra inexistente en economías abiertas y endeudadas (Corsetti, Meier y Müller, 2012, «Los multiplicadores fiscales son negativos en tiempos de debilidad en las finanzas públicas»). El Nobel Angus Deaton da nombre a lo que se llama “la paradoja Deaton” que explica que el aumento de gasto público genera en muchas ocasiones el efecto contrario al deseado. Los ‘shocks de ingresos’ –gastar más– no generan los deseados ‘shocks de consumo’. Porque los aumentos de impuestos y la incertidumbre creada por el efecto embudo en la economía real atacan la propensión marginal al consumo.

Que el Estado lleve a cabo una cantidad de inversiones sin rentabilidad real con recursos excedentarios no sería un problema grave, pero los Keynesianios selectivos que solo leen al economista para gastar y nunca para ahorrar deberían tatuarse las palabras “financiar con déficit solamente inversiones con rentabilidad económica real” (lean a Elba Brown y Bruce Collier) .

Por eso las llamadas del G-20 son simplemente un brindis al sol. Que China hable de “un nuevo modelo de crecimiento” y “luchar contra el proteccionismo “ –se lo juro– o Japón ofrezca lecciones de “sostenibilidad fiscal” con un 240% deuda sobre PIB nos lo dice todo.

Tenemos que recuperar las políticas de oferta, permitir que las familias y empresas respiren, reduciendo impuestos, y fomentando la inversión productiva eliminando trabas al valor añadido y subvenciones a los sectores obsoletos. Pero eso no da oportunidades de foto ni inauguraciones de puentes y barcos. Para eso no se reúne un grupo nutrido de líderes en lugares exóticos.

El motor del estancamiento es incentivar el gasto inútil y la inversión de baja productividad con la esperanza de que a largo plazo se disfrace. Confunde engordar –sostener el PIB artificialmente– con fortalecerse. Es como pensar que vas a ponerte más fuerte comiendo donuts pensando que a largo plazo harás deporte.

Y dentro de seis años hablarán de repetir y “relanzar la economía global” con… más estímulos públicos.

Deutsche Bank demuestra el atroz resultado de las políticas no convencionales

En un informe llamado «A report card for unconventional monetary policy», Deutsche Bank ha analizado el impacto en la economía de las políticas «no convencionales» monetarias de expansión cuantitativa y tipos de interés negativos.
Han analizado el impacto en los indices manufactureros desde el principio hasta el final de esas medidas, y han encontrado los siguientes resultados:
1. En ocho de los 12 casos analizados, el impacto en la economía fue negativo
2. En tres casos, fue completamente neutral
3. Solo funcionó en el caso del llamado QE1 de EEUU, y fundamentalmente porque la base de partida era muy baja y además EEUU pasó a ser un gran productor de petróleo.
Como explica Torsten Slock, el analista de Deutsche Bank, el hecho de que en ocho de doce casos el impacto haya sido negativo habla por sí mismo.
Ya lo explicamos también aquí y aquí
«How do you evaluate if QE and negative interest rates are working? When I discuss this with clients, I sometimes get the response that QE and negative interest rates are working well because the payment systems are running and the financial system still functions. But the issue is not if computers can deal with negative interest rates. The issue is if QE and negative rates have been supporting the economy.
The chart below looks at QE and negative rates across countries and the impact it has had on ISM and PMI across countries, from start to end of each unconventional policy. The conclusion is that US QE1 had an impact but in all other cases the impact of QE and negative interest rates has been insignificant. And in 8 out of 12 cases, the economic impact has been negative.
Once again, there is too big of a burden on monetary policy and it is time for fiscal and structural policy to step up and begin to support GDP growth.»
QE1 Deutsche

El problema del Banco Mundial

“I been in the right place but it must have been the wrong time, I must have said the right thing but I must have used the wrong line” Dr John.

La polémica con el nombramiento de José Manuel Soria para el Banco Mundial ha terminado, como era de esperar, con la renuncia del exministro al puesto ante la enorme presión mediática. Una buena decisión.

José Manuel Soria va a pasar a la historia como el único alto cargo que ha renunciado a dos puestos sin ser culpable de ningún delito. En un país donde es casi imposible arrancar del sillón a políticos condenados, ésta se podía llamar algo así como “dimisión por incompetencia comunicadora”. Un desastre a la hora de explicar su participación en negocios de su padre y una penosa combinación de oportunidad e idoneidad a la hora de hacer el nombramiento. Al menos ha renunciado.

A Soria se le critica un acceso a un ente internacional que es exactamente igual que el de tantos otros ex políticos. Y ahí está el problema. Mirando al exministro, perdemos de vista el bosque, el propio organismo.

Aunque la decisión de aceptar el nombramiento recae en el propio Banco Mundial, el debate debería haberse zanjado desde el primer momento acudiendo a las tres palabras más importantes del requisito de aceptación “fit and proper”. Cualificado y apropiado. Se supone que el proceso es lo suficientemente complejo y exigente para asegurar que los candidatos son los idóneos, pero desde hace décadas son un nido de cuestionables decisiones.

Ayer nuestro compañero Javier Jorrín mostraba lo que es una práctica común en todos los países y es la de usar los organismos internacionales como retiro dorado de políticos, sea el nombramiento técnicamente correcto o no. No es sorpresa, por lo tanto, ver que los técnicos y expertos escasean en casi todos los organismos en favor de antiguos ministros o políticos de carrera.

La avalancha mediática contra Soria contrasta con otros casos que hemos visto en el Banco Europeo de Inversiones, la ONU etcétera… Tampoco es una cuestión española, sino global. Pero no es cuestión de acudir al “y tú más” sino a unos organismos internacionales que están más que cuestionados.

La politización de organismos internacionales como el Banco Mundial o el FMI se hace evidente y dolorosamente palpable en sus informes económicos y sus previsiones. El economista Ned Davis explicaba en uno de sus libros que la media de acierto de los organismos internacionales en sus expectativas es del 26% y, lo que es más importante, que tienen un sesgo alcista histórico, es decir, suelen errar por optimistas, no por prudentes. Las equivocaciones en las estimaciones de crecimiento, y paro, han sido brutales. Hasta un 300% de error. En Grecia estimaban una caída del PIB del 5,5% y fue del 17% (entre 2009 y 2012). Ahí es nada.

Luego vienen las correcciones. La media anual de revisiones a la baja de estimaciones de crecimiento es del 15% desde hace más de diez años.

Al llenarse los organismos de intereses políticos se acumulan también las estimaciones diplomáticas. Así, es prácticamente imposible pensar que estos organismos vayan a identificar otra crisis, una burbuja o un riesgo. El lobby político es tan agresivo que se diluyen los análisis hasta convertirlos en muchos casos irrelevantes. Tiene uno que navegar entre decenas de estudios para encontrar algo realmente interesante.

No solo se genera un problema de incentivos perversos a la hora de analizar y estimar los riesgos y oportunidades de las economías, sino que se ignoran graves problemas como el exceso de endeudamiento, la sobrecapacidad y la tendencia a financiar proyectos inútiles porque ningún país quiere reconocer esas debilidades. Da la impresión de que intentan ajustarse a unas guías gubernamentales que ignoran los desequilibrios monetarios y fiscales.

Como explicábamos aquí, este gráfico, cortesía de Tyler Durden, es muy revelador y muestra como esas previsiones simplemente se van variando sin corregir el error de la exigencia política de la expansión posterior.

No solo es un problema de estimaciones optimistas. Entidades como el Banco Mundial han sido criticadas en multitud de ocasiones por promover y apoyar la financiación de elefantes blancos y proyectos megalómanos sin sentido por presiones políticas, sobre todo en mercados emergentes y estados deficitarios donde sus dirigentes están encantados de tirar de chequera en blanco.

Lean «The World Bank and Economic Growth: 50 Years of Failure» aquí.

No sorprende tampoco que en entes tan politizados se ignoren los riesgos del exceso de endeudamiento y se incentive la política de gastar más a cualquier precio. Por eso es tan curioso que los intervencionistas llamen a estos organismos “liberales” cuando han sido históricamente los garantes del privilegio del Estado sobre el resto de los agentes económicos y los mayores promotores de los excesos en gasto político.

Lean «Critics target World Bank Poverty Projects» aquí y «World Bank´s policy lending slammed by internal evaluator» aquí.

El caso de Soria se olvidará a medio plazo. El resto de partidos se frotarán las manos ante la probabilidad de colocar a uno de sus candidatos, que probablemente sepa de economía tanto como de rock satánico noruego. Pero la necesidad de dejar de politizar los grandes organismos internacionales es ya urgente tras décadas de exceso de deuda y patadas hacia delante. No se pueden convertir en valedores de las políticas inflacionistas para luego decir que hacen falta más estímulos.

Revertir la reforma laboral no mejorará el mercado laboral

  • «Revertir la reforma laboral, recuperar la negociación colectiva y subir el salario mínimo mejorarán los salarios de los trabajadores» … Pues no

Volver a la rigidez laboral de los 80-90 no solo no reduce la temporalidad, sino que ataca el empleo y aumenta la precariedad.

Entre 1977 y 1985, con los sindicatos al mando del mercado laboral, el desempleo se disparó al 21,6% y estuvo 11 trimestres por encima del 20%.

Antes de la entrada en el euro, el paro estuvo 20 trimestres por encima del 20% y llegó al 24,5%.

La temporalidad en España era del 35% antes de la crisis y el porcentaje de contratos temporales sobre fijos era la misma que hoy antes de la reforma laboral de 2010 y 2012 que quieren derogar.

 

Vean los salarios reales durante el maravilloso periodo de control sindical…

Salarios reales

 

. La temporalidad era más alta en 2006 que en 2015

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. España ha tenido una media de paro del 18% entre 1980 y 2011

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. El mito de la precariedad y los contratos fijos…. Menos de un 3% de los contratos son de menos de tres meses.

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Paro agosto 2Paro agosto

Y es que el gran problema del paro en España se encuentra en que varias formaciones políticas ignoran la realidad de la empresa española y de la fiscalidad y administración entorpecedora.

El empresario español no es un multimillonario subido en un jet a Panamá. La mayoría, un 90%, son pymes, de hecho son microempresas. Más de un millón de microempresas, alrededor de 100.000 pequeñas y poco más de 4.100 grandes empresas. Con las cuotas sociales más altas de la OCDE y el tsunami burocrático al que muchas comunidades autónomas someten a autónomos y pymes, esa pobre transición a gran empresa parece que se saboteara desde las administraciones, aunque fuera de forma inconsciente –espero-. España sigue siendo el país de Europa con las cotizaciones a la Seguridad Social más altas, con más del 28%, sólo por detrás de Italia y Portugal. En los países líderes de la UE y la OCDE, las cotizaciones fluctúan entre un 15% y el 20%.

Mientras en la OCDE la media de gasto en políticas activas de empleo no alcanzaba el 0,6% del PIB, en EEUU no llegaba al 0,15%, en la Unión Europea es de más del 1% y en España supera el 0,9%. Países que gastan mucho menos en dichas políticas o las dedican a reducir impuestos tienen la mitad de desempleo que la Unión Europea y una fracción del español.

Si gastar en políticas de empleo fuese la solución, la Unión Europea sería campeona mundial del trabajo, no reina de la OCDE de paro.

Reino Unido ha creado más puestos de trabajo en cuatro años que toda la Unión Europea junta, y, sin embargo, ¿a qué modelo queremos equiparar nuestro mercado de trabajo?. Al dirigista francés, que no solo no ha mejorado la temporalidad ni el desempleo juvenil en sus fronteras, sino que además el propio ministro Macron propone una reforma laboral similar a la española, que aquí quieren derogar.

FLEXIBILIDAD DANESA

Países como Reino Unido o Irlanda tienen mercados laborales más flexibles y más parecidos al de Estados Unidos, y bajo desempleo. Dinamarca y Holanda son países con elevadas prestaciones por desempleo, pero flexibilidad total. No solo el coste de contratación y las cuotas sociales son muy inferiores. El despido en Dinamarca es prácticamente gratis en casi todos los casos y el salario mínimo interprofesional no se impone por ley. Estos países coinciden en contar con altos índices de Libertad Económica y Facilidad para Crear Empresas. De hecho, los países con menores niveles de paro se encuentran entre los 10-20 mejores de esos ránkings. Y lo siento mucho, pero el pacto PSOE-Ciudadanos, que incorpora como “objetivo” mejorar en la facilidad para crear empresas, no lo va a conseguir aumentando impuestos eliminando deducciones y creando nuevos, subiendo cuotas al 90% de los autónomos, ni creando observatorios de “los salarios” y “competitividad”.

Un sistema de incentivos incorrecto lleva a que la tasa natural de desempleo suba y no mejore el paro. Y en un país que lleva décadas con récords de desempleo implementando el dirigismo y aumentando esfuerzo fiscal y trabas burocráticas, no lo va a reducir volviendo a implementar las mismas medidas. Necesitamos muchas más empresas y mucho más grandes. Eso no lo va a decidir un comité ni un círculo de politólogos. Acabar con el paro pasa por eliminar los incentivos económicos para que se perpetúe.

 

Gráficos cortesía Daniel Marbella, Javier GEC, Diego de la Cruz, Javier Sevillano, BBVA, El País, Cinco Días, ABC, Ministerio Empleo, Eurostat