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Acerca de Daniel Lacalle

Daniel Lacalle (Madrid, 1967) es Doctor en Economía, profesor de Economía Global y Finanzas, además de gestor de fondos de inversión. Casado y con tres hijos, reside en Londres. Es colaborador frecuente en medios como CNBC, Hedgeye, Wall Street Journal, El Español, A3 Media and 13TV. Tiene un certificado internacional de analista de inversiones CIIA y un máster en Investigación económica y el IESE.

El bloqueo político pasa factura

Cuando la política monetaria fracasa a la hora de apoyar el crecimiento, siempre acuden a su rescate aquellos que usan las tres frases más cómodas del análisis económico. “Hubiera sido peor”, “no se hizo suficiente” y “hay que repetir, esta vez es diferente”.

EL FIN DE LAS SOLUCIONES MÁGICAS

Luego nos preguntamos por qué surge un candidato como Donald Trump. Tras decenas de bajadas de tipos de interés y más de 12 billones de dólares de estímulos monetarios y fiscales, según Bank of America, Estados Unidos se encuentra con un déficit disparado de nuevo, un índice de participación laboral a niveles de hace 35 años y un crecimiento medio de casi la mitad de la media histórica.

Japón lleva con tipos de interés casi cero desde hace más de 16 años y se lanza a su octavo plan de “estímulo” tras el más que evidente fracaso del llamado Abenomics. No se preocupen, alguien dirá que esta vez es diferente. 241.000 millones de estímulo no van a cambiar los problemas estructurales de demografía, productividad, valor añadido, exceso de gasto y anquilosamiento corporativo.

Ya lo estamos viendo en Europa, tras cientos de miles de millones de euros de expansión monetaria y fiscal, las estimaciones de crecimiento y las expectativas de inflación siguen revisándose a la baja. Porque el problema de las economías avanzadas no es de liquidez y crédito, es de sobrecapacidad y saturación de deuda. Cuando una unidad adicional de endeudamiento no genera un crecimiento del PIB real positivo. “Repetir”. En vez de aprender de los errores del intervencionismo de los bancos centrales, los perpetuamos.

Decía el nobel Simon Kuznets que en economía el mundo se puede dividir en cuatro clases de países: los desarrollados, los subdesarrollados, Japón y Argentina. La tentación de los burócratas de emular a los dos últimos por los incentivos perversos que genera la extrema liquidez y bajos tipos (zombificación de la economía y acelerar el exceso de gasto endeudamiento público) es enorme. Y por eso, en vez de recuperar las políticas de oferta y dejar que empresas y familias puedan crecer y progresar sin represión financiera, se hace lo contrario. Ya explicamos aquí por qué el “helicóptero monetario” que defienden ávidamente los inflacionistas también fracasará. La política monetaria es una herramienta, no una varita mágica que concede deseos.

EPA Y CRECIMIENTO

Mientras en el mundo, los riesgos de ralentización y caída del comercio internacional preocupan, mientras el impacto del aumento del proteccionismo se hace evidente en la caída de la actividad exportadora de las grandes economías, en España, como todo va bien, nos encaminamos a ocho meses de bloqueo político donde se niegan los puntos de acuerdo en los grandes temas y los intereses del país por personalismos y tácticas partidistas. Cualquier ciudadano extranjero alucinaría al ver que partidos que coinciden en un 75-80% de las políticas que quieren para el país, se obstinen en mantener el bloqueo. Si nos vamos a terceras elecciones, me temo que la imagen de España va a sufrir, y los promotores del bloqueo vana caer aún más en votos.

Los datos de crecimiento preliminar de la economía publicados esta semana ya muestran que el bloqueo político afecta al crecimiento. Es una gran noticia que crezcamos al 0,7%, porque el entorno internacional no es precisamente un viento de cola, pero es una pena que la parálisis institucional tenga tantos miles de millones de proyectos de inversión congelados esperando a ver qué pasa.

Ya comentamos en su momento que un año de incertidumbre política puede tener un impacto relevante en la economía (vean la pizarra que dedicamos a ello) . Como explicaba Javier Jorrín aquí el PIB trimestral se ralentiza aunque con altas tasas de crecimiento. A nivel interanual se desacelera hasta el 3,2% frente al 3,4% que tuvo en el inicio del año y al 3,5% en el que acabó el ejercicio 2015. Algunos dirán que la culpa no es del bloqueo político.

Las cifras son buenas, sobre todo comparado con la mayoría de las economías de nuestro entorno, pero España no se debería conformar con crecer casi un 1% por debajo de su potencial. Un análisis similar podemos hacer de la Encuesta de Población Activa publicados esta semana. España sigue creando empleo, pero de manera menos intensa que en el pasado.

Los datos son claramente positivos. Todas las Comunidades Autónomas aumentan la tasa de actividad, menos Navarra, el experimento totalitario que comentamos aquí. Desde mi punto de vista, los datos más positivos vienen de la creación de empleo fijo a tiempo completo y de la conversión de contratos temporales en fijos (vean).

Las conversiones de contratos temporales a indefinidos crecen un 20,4%, el mayor aumento desde 2007, y los asalariados con contrato indefinido aumentan en 86.400 personas en el trimestre. En variación anual aumentan en 223.300 personas. El paro cae a niveles de 2009 y la principal creación de empleo viene del sector privado excluyendo construcción. Bloomberg mostraba que ya se da una cierta escasez de trabajadores de alta cualificación, lo cual muestra que el mercado laboral se fortalece. España ya cuenta con 18,3 millones de ocupados y tiene que llegar a veinte millones lo antes posible. El país lo puede conseguir si lo vemos todos como un objetivo de Estado.

Pero es una pena que nos conformemos con una creación de empleo de 271.400 personas cuando deberíamos tener como objetivo nacional que fuesen muchos más de 500.000 en el año. Que los economistas y políticos que están pidiendo e implementando medidas que ponen palos en las ruedas al crecimiento de empresas y la creación de empleo se desentiendan de esta moderación en la intensidad de reducción del paro es mucho peor que tacticismo. Es irresponsabilidad.

Los grandes riesgos para la economía española vienen de posibles “pactos de gasto” que destruyan o reviertan los esfuerzos estructurales llevados a cabo en el pasado. El mayor riesgo es fiscal, en un parlamento que considera –en su mayoría- a los ciudadanos y empresas como un cajero de donde sacar para su próximo comité. Como dijimos en esta columna, no hubo multa de Bruselas por incumplir el déficit.

Cuando Francia lo ha hecho 11 veces sin penalización, y dos décadas de estancamiento, hubiera sido irresponsable. Pero se debe controlar el gasto y mantener las bajadas de impuestos. España no tiene que hacer “recortes”, si los políticos permiten que el crecimiento y la creación de empleo se revitalicen.

15.000 millones de euros de “ajuste” vienen de no gastar más que en 2015, de incorporar 400.000 personas al mercado laboral y de la mayor recaudación por aumento de actividad económica. Si recaudamos un punto más que el crecimiento del PIB nominal, como es posible si ponemos el crecimiento y la creación de empresas como pilares, no hacen falta recortes.

En cualquier caso, las oportunidades para España de un entorno incierto a nivel global no solo se mantienen, sino que han aumentado. No sería complicado atraer entre 15.000 y 20.000 millones de euros anuales adicionales de inversión que busca países con una buena combinación de seguridad y crecimiento. Seamos optimistas, confiemos que nuestros líderes políticos se preocupen por el país y que el ritmo de crecimiento y creación de empleo se acelere en la segunda mitad del año. Esperemos que no caigan en el error de 2009.

Navarra, cuando ‘el cambio’ es el expolio

Estamos acostumbrados a escuchar que la solución al déficit y los desequilibrios de España es… subir los impuestos. No nos vale que, desde 1980, España siempre haya consumido más recursos de los que recaudaba –menos en tres años, los de la brutal burbuja inmobiliaria-. Y eso que la historia, las matemáticas y la estadística están contra los mantras de los radicales.

En España hay 615.000 contribuyentes que se puedan considerar “rentas altas”, el que piense que 615.000 van a sufragar decenas de miles de millones de gasto político tiene un problema. En el récord de recaudación por fraude se han ingresado 15.600 millones de euros, menos de un 20% del déficit anual. Ya comentamos el fracaso de las políticas de los ayuntamientos y comunidades del “cambio” aquí…

Es tal el postureo que el ayuntamiento de Madrid se ha adjudicado como “suyas” el aumento de inversiones de fondos de capital riesgo de Canadá o Luxemburgo y la inversión financiera en inmobiliario (Socimi). Enternecedor.

Navarra es un caso paradigmático del desastre del mal llamado “cambio”. Porque llamar “cambio” a subir los impuestos y gastar más es como llamar “nuevo” a Rod Stewart. Y a mí me duele especialmente por ser la tierra de parte de mi familia.A pesar de que Unión del Pueblo Navarro ganó las elecciones, Bildu y Geroa Bai, con Podemos e Izquierda-Ezkerra se aliaron para gobernar “por el cambio”.

El “cambio” en Navarra significa menos ingresos, más deuda, más paro y menos empresas. Lo explica el Think Tank Civismo en un informe demoledor elaborado por Ángel Martínez (“El Cambio Llega a Navarra”).

MÁS IMPUESTOS, MENOS INGRESOS

Siempre comento que la historia de errores en estimaciones de ingresos por nuevos impuestos es aterradora. La media de equivocación en estimaciones de ingresos, según el BCE, supera al 1% del PIB. En este periodo, el Ejecutivo navarro ha acometido una reforma fiscal para aumentar la recaudación. Concretamente, las estimaciones que manejaban eran de un aumento de 127 millones de euros en 2016 y 72,5 millones en 2017. Hasta abril, los ingresos han caído en 12 millones, un 1% menos. Un exitazo.

Subieron el IRPF a todos las rentas brutas de más de 19.500 euros. Eso son, para ellos, “los ricos”. Según datos de Civismo, un mileurista paga en 2016 hasta 436 euros más por el Impuesto sobre la Renta en Navarra que en Madrid. Y, como parte de su “política social”, tener hijos en Navarra supone un recargo fiscal frente a Madrid que va desde el 4,8% hasta el 126%. Con una renta por debajo de 16.000 euros brutos y dos hijos, en Navarra se pagan hasta 500 euros más en concepto de IRPF que en Madrid.

Navarra subió el Impuesto de Sociedades al 28% mientras en el resto de España se reducía al 25%. La consecuencia… Menos empresas constituidas. Mientras en casi todas las Comunidades Autónomas crecía el número de empresas, en Navarra caía en el primer trimestre de 2016 con respecto al mismo periodo de 2015.

MÁS GASTO Y MÁS DÉFICIT

En cambio, sí hemos visto un aumento en los gastos de 55 millones hasta el mes de abril de este año. Un 5% por encima del mismo periodo del año anterior. Así, Navarra ha pasado de tener un superávit en el primer cuatrimestre de 2015 de 55 millones, a un déficit de 13 millones, lo que presagia un nuevo expolio fiscal a familias y empresas.

Es una de las pocas Comunidades Autónomas (con Andalucía, Asturias, Cantabria y Extremadura) que han empeorado su ejecución presupuestaria con respecto a 2015, un año que ya de por sí fue pobre. En 2015 Navarra ya tuvo una desviación por exceso de gasto de 25,8 millones sobre el objetivo de déficit. Incluso con el régimen foral. En el primer trimestre de 2016 la deuda pública ha aumentado el doble (193 millones) que el año anterior.

MÁS PARO

Desde que el nuevo Ejecutivo llegó al poder, el desempleo no ha dejado de aumentar, pasando del 12,55% en el segundo trimestre de 2015 al 14,25% en el primer trimestre de 2016. En un periodo en el que España seguía creando empleo por encima del PIB nominal.

Lo peor de estos datos es que se están dando en un periodo expansivo, con una economía nacional que crece y que crea empleo. La decisión consciente de poner palos en las ruedas de la economía y la obstinación por atacar la creación de riqueza no es irrelevante. Tiene consecuencias a corto, medio y largo plazo.

Una tierra próspera y de oportunidades como Navarra no puede ser un experimento de intervencionismo que termine con el estancamiento clientelar que empobrece a todos excepto a los que se reparten lo que queda del expolio.

El cambio no es copiar a Grecia y esperar que salga distinto. El cambio es apostar por crear más empresas, más riqueza y más empleo. La única política social es aquella que hace que el empleo crezca. Un año les ha bastado para echar a empresas, recaudar menos subiendo impuestos y destruir empleo. La culpa, según algunos, será de Rajoy, seguro.