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Acerca de Daniel Lacalle

Daniel Lacalle (Madrid, 1967) es Doctor en Economía, profesor de Economía Global y Finanzas, además de gestor de fondos de inversión. Casado y con tres hijos, reside en Londres. Es colaborador frecuente en medios como CNBC, Hedgeye, Wall Street Journal, El Español, A3 Media and 13TV. Tiene un certificado internacional de analista de inversiones CIIA y un máster en Investigación económica y el IESE.

Defensores del expolio

Cualquier empresario sabe que si tienes un negocio cíclico no puedes cargarlo de costes fijos y endeudarlo porque lo hundes. Una familia, la entidad económica más social que existe, sabe que la supervivencia y el bienestar vienen del ahorro, y que gastar más de lo que se gana es una locura. Nadie le dice a su pareja “cariño, no podemos bajar gastos, tendrán que subirme el sueldo”, porque recibe un sopapo.

Cuando llegamos al Estado, se cuenta con una flexibilidad muy relevante, que es el acceso a financiación mientras exista confianza en que se gestionará con responsabilidad crediticia y se potenciará el crecimiento. Sin esas dos condiciones, el milagro de gastar como si diese igual todo, desaparece en muy poco tiempo. Incluso si el Estado ignora todos los desequilibrios económicos y se dedica a monetizar todo su gasto, hace a su moneda inservible y pierde valor porque nadie la quiere.

Recordemos Argentina o la propia Grecia antes de la entrada en el euro. La prima de riesgo de Argentina superaba los 1.000 puntos a pesar de “imprimir todo lo que el Estado necesita”, mientras creaba inflación de más del 40% anual y su moneda se depreciaba brutalmente. En los ocho años de Kirchner, la moneda nacional se devaluó un 66,2% respecto del dólar, que en la cotización oficial saltó un 200% desde los 3,15 dólares de diciembre de 2005. Medido por dólar libre, el salto cambiario era del 400 por ciento. “Crear dinero para el pueblo”. El destrozo ahora lo tiene que solucionar otro.

Esto es lo que nos venden los nuevos alquimistas del comunismo inflacionista. No, el Estado no tiene recursos ilimitados. Los recursos del Estado están sujetos a la economía a la que pertenece.

Esto les sonará a todos los que leen las propuestas económicas del populismo inflacionista:

Un ejemplo aterrador, que en España encima se “glorifica”, es el de Allende en Chile. Intervenir la economía, expropiar y nacionalizar y luego imprimir moneda como locos. El plan populista de Allende fue subir salarios nominales enormemente mientras se aplicaban controles de precios, se daban subvenciones “para sectores estratégicos” de hasta el 10% del PIB y se nacionalizaban empresas. Primero, déficits brutales, que pasaron de 6,69% del PIB en 1970, a 15,28 % en 1971, 24,53 % en 1972 y 30,48 % en 1973.

¿Cómo se financió ese agujero fiscal? Imprimiendo billetes. Un aumento de la masa monetaria de 6,60 % del PIB en 1970, 13,61 % en 1971, 22,71 % en 1972 y 30,40 % en 1973. La inflación, por supuesto, se disparó a más del 400%. Ya te pueden “subir” el sueldo lo que quieras que la inflación fagocita ese “aumento”.

El Estado “creando todo el dinero que necesita” llevó al desabastecimiento, la pobreza, y la implosión de ingresos fiscales. ¿A quien le echaron la culpa? Igual que Venezuela hoy, que Kirchner, que todos los inflacionistas, al “enemigo exterior”. Primero a los comercios “que quieren ganar más dinero”, luego a EEUU. Como explica el economista Guillermo Sánchez, “el desastre era evidente y en absoluto hacía falta una “intervención externa” para causarlo. La CIA ni controlaba el aumento de salarios, ni agrandaba el déficit, ni imprimía los billetes”. Y terminó en una dictadura terrible.

Pero como se hizo por el pueblo, el perpetrador del desastre no puede tener la culpa. Lo hizo por “nuestro bien”. Así que tiene que ser culpa de otro. El enemigo externo. El mejor amigo del hombre no es el perro, es el chivo expiatorio, como dice mi admirado profesor Carlos Rodríguez Braun.

Esto es lo que nos venden los nuevos alquimistas del comunismo inflacionista.No, el Estado no tiene recursos ilimitados. Los recursos del Estado están sujetos a la economía a la que pertenece. Para que exista un sector público se tienen que dar ingresos de un sector privado sólido y próspero. Para que el gasto público sea sostenible la economía debe crecer, ser competitiva y productiva.

En este entorno de locura colectiva que nos parece haber invadido, han saltado los defensores del expolio y se presentan como “expertos”, que traen soluciones mágicas que a nadie se le habían ocurrido. Y es que todo esto se ha hecho mucho antes y muchas veces con resultados desastrosos. Los países líderes saben que la política monetaria no funciona si no se da confianza generalizada en la moneda y si no se garantiza un mercado secundario solido con un sistema financiero donde se esterilice la deuda y se garantice el repago porque se percibe una economía rica y dinámica. Esterilizar es vender aquellos bonos que el banco central compra.

Los países ricos no lo son porque tengan mucha deuda. Son muy ricos y por ello pueden endeudarse, porque existe seguridad de repago. El balance de un banco central no crece exponencialmente porque lo decida un comité, sino porque la confianza en la economía y el sistema permite ese desequilibrio puntual para posteriormente normalizar la política monetaria, e incluso con esa premisa se crean enormes distorsiones, como hemos vivido desde 2008. Una moneda no es reserva global porque lo decida un círculo de Podemos, sino porque la acepta el resto del mundo. El dólar se utiliza en el 80% de las transacciones globales, el euro no.

Como estamos viendo claramente en Europa, o en Japón, no es una casualidad que la política monetaria no funcione en economías intervenidas y dirigidas, y funcione -aunque con enormes desequilibrios- en EEUU. Como decía Bill Clinton, “es la economía, estúpido”. Si no tienes una economía potente, dinámica, competitiva, innovadora y abierta, con empresas privadas líderes, la política monetaria no sirve de nada. Aumentar la masa monetaria por encima del crecimiento del PIB real siempre genera enormes desequilibrios. Que esos desequilibrios sean burbujas financieras, o exceso de inflación y miseria, termina siempre de la misma manera: Lo paga usted. El ciudadano sufre el destrozo de los alquimistas.

El que vive dentro del poder populista vive muy bien con esas políticas… Es usted el que sufre las colas, el desabastecimiento y la miseria. Ellos tienen privilegios de partido.
Crear dinero artificialmente siempre crea alta inflación y crisis. Que les digan que no ocurre porque ahora no hay inflación es porque ignoran -a sabiendas- el efecto depresor en la velocidad de dinero de la impresión masiva y la brutal inflación en activos de riesgo. La inflación no es el IPC. Lean la falacia de la “nueva teoría monetaria” que no deja de ser la misma de siempre, sumar dos y dos, y creer que pueden dar veintidós. Cualquier niño sabe que no hay más riqueza por imprimir más billetes. Solo se divide y empeora la capacidad de compra. Pero en Europa se está extendiendo de manera peligrosa el inflacionismo comunista desde la percepción de que el problema no es de competitividad y productividad, sino de imprimir moneda.

Los que dicen que quieren “la política monetaria de EEUU”, pero rechazan su competitividad, apertura, seguridad jurídica y libertad, no quieren emular a EEUU. Quieren copiar a la Argentina de Kirchner. El que vive dentro del poder populista vive muy bien con esas políticas… Es usted el que sufre las colas, el desabastecimiento y la miseria. Ellos tienen privilegios de partido. Y luego, como Allende, Maduro, Kirchner y tantos otros, le echarán la culpa al enemigo exterior, con sus ahorros bien guardados en… dólares y fuera del corralito interno. Ellos son el pueblo… Estas cosas que dice Daniel Lacalle son tonterías porque “esta vez es distinto ”. Cuando no lo sea, como siempre, será culpa del enemigo externo.

Publicado en El Español, 6 junio de 2016.

La Podemización del programa del PSOE, un suicidio

Nadie duda de que España necesita un partido socialdemócrata moderado y que apoye en las reformas necesarias para generar un crecimiento sostenible. En Francia, el partido socialista ha llevado a cabo un ejercicio de cordura tomándose en serio la necesidad de atacar los desequilibrios históricos de su economía. En Alemania, y otros países de la Unión Europea, incluido Irlanda, hemos visto la importancia de un gran pacto de estabilidad a la hora de fomentar el crecimiento y mantener la confianza. Uno de los graves errores del programa presentado por el PSOE como “contrato para el cambio” es que va en el sentido contrario de lo que los países líderes han llevado a cabo. Se trata de un enorme guiño a las políticas más radicales y perniciosas de Podemos e IU “unidos para quebrar” , y, sobre todo, retomar políticas que han fallado en el pasado y fallarán de nuevo.

Preocupa escuchar a personas del prestigio de Josep Borrell hablar abiertamente de pactos con Unidos Podemos y preocupa aún más que profesionales como Antonio Hernando hablen de que un fraude como el de los EREs es “pequeño”.

Pero alarma que se copien propuestas como convertir al Instituto de Crédito Oficial en un banco público, teniendo la opinión de personas con criterio como el economista José Carlos Díez, que mostraba en sus artículos “Podemos en el país de Nunca Jamás” e “Iglesias se hace el sueco” la ridiculez de la propuesta. Es volver al error de las cajas públicas que nos han costado 63.000 millones de euros en rescate a todos. Pero es, sobre todo, desconocer que el ICO ya tiene licencia bancaria, accede al BCE y financia a empresas. Pero entonces, si no lo ignoran, lo que quieren es endeudar al ICO para hacerlo aún más agresivo -y liderado por políticos- en su concesión de préstamos. Teniendo en cuenta que el ICO tiene ya una morosidad cercana al 10%, eso supone que los ciudadanos, todos, acabaríamos pagando la vuelta a la decisión política en la concesión de crédito, a los errores de las cajas. Viniendo de un partido que ha sido gestor y consejero en todas esas cajas con agujeros dejados por sus líderes de hasta 1.000 millones es sorprendente. Lean los diez mitos sobre la banca pública.

Preocupa que se tome a broma el desajuste de la economía española aceptando la propuesta de renta básica que es infinanciable y, además, conocedores como son, de los desequilibrios de la economía española, pretendan financiar un enorme aumento del gasto con más impuestos. No solo supondrá un aumento de impuestos a todos, vía indirectos y directos, sino que, dado el historial de error en las estimaciones de ingresos fiscales que el BCE ha resaltado en tantas ocasiones como elemento fundamental en el incumplimiento del déficit, supondrá mayor deuda y mayores recortes a futuro. Les recuerdo que la media de error en estimaciones de ingresos por nuevos impuestos de los últimos 10 años ha sido del 50%, según estudios de la Universidad de Lisboa, y la media de error en las estimaciones de ingresos fiscales en España ha sido de un 1% del PIB en el primer año, del 1,6% el segundo y del 1,8% el tercero, según el Banco Central Europeo.

Promesas de “impuestos a los ricos” que se convierten en mayores recortes y más impuestos para todos después. Ahora proponen equiparar la tributación de las rentas del capital a las del IRPF, “porque las grandes fortunas se escapan del IRPF”, según Sánchez. Perseguir el ahorro y la riqueza. Lo de siempre. Y lo dice la misma Susana Díaz: “Somos expertos en repartir la riqueza”. Claro, la de los demás.

Ya explicamos aquí el error de subir impuestos para pagar pensiones, el famoso “recargo de solidaridad”. En Francia ese mismo impuesto no ha evitado recortes constantes desde 1996, el último en 2015. Si no se pone el crecimiento y la creación de empresas como pilar fundamental, las pensiones no sobreviven.

Dice el PSOE que prometer bajar el IRPF es mentir. Cuando se pretende gastar mucho más en gasto político, es imposible, claro. Pero no si se permite crecer a nuestro potencial. Y si no se dispara el gasto político. El problema es que su programa pone en riesgo lo primero y garantiza lo segundo, creando más gasto burocrático.

Otra idea fabulosa: Tipo mínimo obligatorio del Impuesto de Sociedades, Sucesiones y Donaciones y en Patrimonio. Ya no se podrá escapar nadie. Como repite Sánchez una y otra vez, que nadie se “escape de pagar más impuestos”, ni siquiera en el de Sucesiones que es de los impuestos más injustos que existen.

La entelequia de siempre de “subir los impuestos a las rentas altas” con estimaciones alucinantes. Recaudar hasta 25.000 millones más por esos conceptos es a todas luces inalcanzable. Subiendo todos los impuestos se recaudaron 15.000 millones más. Y eso, creciendo y saliendo de la crisis, añadido a un efecto “una vez” de la reforma fiscal.

La “Economía verde: prosperidad más allá del PIB: Mayor crecimiento económico y mejor clima” (el país de las maravillas) Mayor tributación medioambiental, tasas a las “grandes corporaciones, lucha contra el fraude fiscal y a los grandes emisores de CO2 y gases de efecto invernadero”. Lo escriban como lo escriban, son más impuestos. Paga usted. Pero el clima le va a mejorar mucho, ya verá qué bien.

Pero la creación de empleo, con los socialistas será “extraordinaria”. Con su Plan de empleo extraordinario, con un coste anual de 3.300 millones de euros, de los que 1.000 serían para ayudas a la contratación, 1.000 se destinarían a formación y 1.300 a empleos en el sector público y en fundaciones. UGT y CCOO ven muy positivo este plan de choque para el empleo (oh sorpresa). Los 3.300 millones que necesitaría el plan anualmente saldrían de recortar bonificaciones por 2.000 millones de euros, de una partida presupuestaria de 1.000 millones y de mejoras de productividad en el Servicio Público de Empleo por 300 millones.

El PSOE creará 217.000 ‘empleos de transición’ con un gasto de 1.300 millones. Empleo de calidad, como a ellos les gusta: en transición y a unos 500 euros por puesto. Magnífico. Y después qué.

No podía faltar la subida del SMI, un 4% de aumento quieren. Y la bajada del IVA cultural. Dos mantras del socialismo que entiende que el IVA alto es malo, pero solo para algunos.

Retrasar la reducción del déficit cuando llevamos ocho años consecutivos por encima del objetivo de estabilidad y una expansión fiscal superior a 680.000 millones es una locura que volverá a disparar la prima de riesgo cuando se constate el incumplimiento.

Por si no era suficiente: Van a derogar la reforma laboral, a crear un nuevo estatuto del trabajador, donde entre otras cosas quieren reconocer el derecho al tiempo y limitar por decreto el número de horas extraordinarias. ¿Y cómo supervisan todo esto?, pues creando comités y observatorios nuevos como el de un “Sistema de Inteligencia Económica” para que las PYMES no estén en desventaja con las grandes multinacionales en el acceso a información. Luego están en contra del TTIP, cuando precisamente trata de solventar esta desventaja. En fin.

Y por supuesto, no pasemos por alto que quieren reindustrializar España desde la inversión pública. Claro que sí, creemos industrias desde el Consejo de Ministros, seguro que esta vez funciona.

Ya lo estamos viendo en poco tiempo en Portugal. Estas promesas de gasto e impuestos “a los ricos” terminan con más recortes, más impuestos a todos, menos ingresos y mayor prima de riesgo disparada.

Que un partido político que ha gobernado 22 años tilde de “cambio” a aumentar el gasto y subir los impuestos es irónico. Que, teniendo a personas de enorme credibilidad y prestigio, se haya lanzado al suicidio de copiar las soluciones mágicas de Varoufakis y Podemos, que siempre terminan en más recortes y el hundimiento de pensiones y estado de bienestar, es peligroso.

Pero lo más grave es que blanquee las propuestas más inverosímiles de Podemos. Porque no solo “blanquea” lo que la enorme mayoría de economistas sabe que es simplemente inconcebible, sino que hace que el votante, ante elegir entre el original y la copia, se vaya a un original que significa copiar a Grecia, no a Irlanda.

Publicado en El Español el 1 de junio 2016.