Durante años, el estatismo nos ha intentado convencer de que el estado puede acumular deuda infinita y que no hay ningún riesgo en el aumento constante de desequilibrios fiscales. Se repite con frecuencia la falacia de que la deuda pública no se paga, pero se paga todos los días.

Se repaga y se refinancia a un coste mayor, estrechando todavía más un margen fiscal que desapareció hace años.
La socialdemocracia ha fracasado porque se ha olvidado de que no se puede repartir riqueza si se penaliza su creación. La socialdemocracia es miseria y ha demostrado que el estado de bienestar se convierte en un estado depredador que arruina la inversión, el crecimiento y hunde las cuentas públicas.
Decía Margaret Thatcher que el socialismo funciona hasta que se acaba el dinero de los demás y no solo se ha acabado, sino que la paciencia de los inversores más prudentes y pacientes con los estados se ha acabado.
Los bonos soberanos de los países desarrollados han dejado de ser activo de reserva de los bancos centrales de los países emergentes, que prefieren atesorar oro que continuar perdiendo con emisiones de bonos de estados incapaces de controlar sus cuentas.
Los gobiernos de los países desarrollados han pasado de ser administradores a gastadores y expoliadores. Han ignorado todas las señales de alarma y ahora, de nuevo, se dispara la rentabilidad exigida de los bonos soberanos a largo plazo de Japón, Alemania y Francia, los alumnos aventajados del keynesianismo despilfarrador y el estado depredador, que siempre acude a expoliar a los contribuyentes y aumentar el gasto político porque considera que el sector productivo está al servicio del poder político.
Francia tiene el Estado más grande con respecto al PIB de las principales economías del mundo y la cuña fiscal más elevada
En un informe reciente, la Corte de Cuentas de Francia ha alertado sobre la inexistente sostenibilidad financiera del sistema de “protección social”, advirtiendo de que el gasto social está “fuera de control” y puede provocar una crisis de liquidez que afecte el pago de prestaciones ya en 2027.
Efectivamente, según los auditores, el déficit del sistema de Seguridad Social fue de 15.300 millones de euros en 2024, y se prevé que alcance los 22.100 millones en 2025.
Además, el informe alerta de que estos cálculos podrían ser demasiado optimistas, ya que el Gobierno, como siempre, sobreestima el crecimiento económico y subestima el impacto negativo de las subidas de impuestos. Esta situación pone en riesgo la capacidad de Francia para financiar su deuda.
Francia tiene el Estado más grande con respecto al PIB de las principales economías del mundo y la cuña fiscal más elevada. Francia es la demostración de que los altos impuestos no reducen la deuda pública, la justifican, y que un estado gigante es la receta dele estancamiento, el descontento y el déficit descontrolado.
La insostenibilidad del gasto mal llamado social es mucho más evidente cuando analizamos los pasivos no financiados. Según Eurostat, España tiene un volumen de pasivos no financiados que alcanza el 500% del PIB, la más alta de Europa, y en Francia se eleva al 400%. La media de la Unión Europea se sitúa en el 150% del PIB.
La deuda de la Seguridad Social se ha duplicado con Sánchez hasta los 116.000 millones
El problema de Japón es similar. Una economía en estancamiento secular, cuya población decrece y envejece y donde el gasto público se dispara, pero la deuda se dispara asfixiando a los contribuyentes a impuestos.
A pesar de tener un banco central que monetiza toda la deuda posible y tipos de interés bajos, dedica el 24% del presupuesto a intereses de la deuda y el 33% a seguridad social. La deuda sobre el PIB está en un 263%.
El caso de España no es diferente. El Gobierno se vanagloria de reducir la deuda, pero es una falacia. Los intereses por deuda se disparan y los pasivos totales emitidos por las administraciones públicas se han disparado en casi medio billón con Sánchez, hasta los 2,15 billones de euros, casi un 140% de deuda total sobre PIB.
La excusa de la deuda según el protocolo de déficit excesivo no refleja la realidad del endeudamiento español. Es más, la deuda de la Seguridad Social se ha duplicado con Sánchez hasta los 116.000 millones.
La culpa de todo esto la tienen los propios gobiernos, que ignoran la acumulación de deuda y se vanaglorian de emitir mucha, que sobrepasan el límite económico, fiscal y monetario. Más deuda significa menos crecimiento productivo, menos inversión, las subidas de impuestos solo empeoran la situación y encima crean inflación persistente.
El caso de Francia es paradigmático, porque es el modelo al que aspira el socialismo español
Parte de la culpa la tienen unos bancos centrales que han dejado de actuar como freno que limita las veleidades de gasto de los estados para convertirse en justificadores del exceso de endeudamiento.
El caso de Francia es paradigmático, porque es el modelo al que aspira el socialismo español: Un gigantesco estado con elevadísimos impuestos no solo no reduce la deuda, sino que dispara su insolvencia, condenando a la economía al estancamiento y el descontento social. Los contribuyentes están hartos y los receptores de subvenciones también, relegados a ser una subclase dependiente.
El Gobierno de España está cometiendo todos los errores que cometió Francia hace tres décadas, disparar gasto político, inmigración y la carga fiscal. Alemania se ha lanzado al mismo error. Japón nos muestra hacia donde vamos. España copia todas las políticas que hundieron a Grecia. Luego, cuando salta, dirán que la culpa es de los mercados.
La irresponsabilidad fiscal se paga. Siempre.