Elecciones anticipadas. El principio del fin del sanchismo

Tras la debacle electoral de la noche del 28 de mayo, Pedro Sánchez ha convocado elecciones generales para el día 23 de julio. La fecha no es casual. Coincide con la quincena en la que centenares de miles de españoles estarán de vacaciones. El actual presidente, cuya obsesión por incentivar el voto por correo es altamente sospechosa, busca desactivar el voto de centroderecha y a la vez concentrar en su persona el voto de izquierda.

Elecciones anticipadas. El principio del fin del sanchismo

El presidente Sánchez planteó las elecciones municipales y regionales como un plebiscito. Y ha sido un plebiscito inapelable. España ha dicho no a Sánchez, no a Podemos y no al radicalismo. Sánchez llamó a “concentrar” todo el voto de la izquierda en el PSOE para “decirle adiós a Ayuso y Almeida” y lo que ha conseguido ha sido una debacle sin precedentes, un desastre electoral para el PSOE que no aparecía en la peor de las encuestas que manejaba Ferraz.

El 23 de julio hay que votar y hacerlo con la ilusión y el compromiso del 28 de mayo. Tenemos que acabar con el sanchismo, esa copia barata del peronismo que Pedro Sánchez ha implementado sin ningún pudor. Y tenemos que acabar con el sanchismo porque nos jugamos la seguridad jurídica, la independencia de las instituciones, la libertad y el progreso.

Sin libertad no hay democracia, y el sanchismo se ha dedicado sin descanso a destruir la libertad y las instituciones democráticas. No hace falta recordar el uso personalista del CIS del Sr. Tezanos, la manipulación política de la Fiscalía o el cese totalitario de profesionales independientes en instituciones clave como el INE o la Guardia Civil, es que el sanchismo ha convertido al principal partido socialista de España en un ente que ni es obrero ni es español. Es una máquina personalista que no defiende la integridad de la nación ni los intereses de los obreros, sino la agenda de multibillonarios extranjeros que están muy lejos de los problemas de nuestros ciudadanos. Nadie olvida el vergonzoso mando único, los dos estados de alarma inconstitucionales, el uso del Real Decreto como rodillo legislativo, el ataque a las libertades individuales, el asalto fiscal y el fracaso económico.

Sánchez adelanta las elecciones por otra razón. Los inevitables recortes que ya exige Bruselas se los deja al siguiente. Y Sánchez es incapaz de gestionar sin gastar y endeudarnos.

El próximo gobierno se va a encontrar con un presupuesto ya consumido para 2023 y que probablemente haya que prorrogar. Pero es peor. El próximo gobierno va a tener que hacer una revisión de los datos de PIB, inflación y paro.

Uno de los aspectos más detestables del sanchismo ha sido el maquillaje del paro. España tiene más de 3,83 millones de desempleados apuntados en las oficinas del SEPE, un desempleo efectivo real del 14,7% y es el país que más ha aumentado la contratación pública de los países comparables de la eurozona. La mayor tasa de paro oficial, de desempleo y subempleo, que es más del 20% según Eurostat, de la UE, el mayor paro juvenil y récord de aumento de empleo público. El 55% del empleo «creado» desde la pandemia es en el sector público pagado con mayor endeudamiento.

El gobierno de Sánchez tiene el récord de aumento de endeudamiento sobre PIB de los países comparables. Cinco veces más, entre 2019 y 2022, que la media de la Unión Europea y de la eurozona. Una deuda pública que supera los 1,5 billones, el 113% del PIB y donde los pasivos totales de las administraciones públicas superan los 1,9 billones de euros, casi el 140% del PIB.

El gobierno de Sánchez ha triplicado la deuda de la seguridad social a más de 100.000 millones de euros mientras nos crujía los huesos a impuestos, y ha duplicado el déficit estructural a pesar de contar con ingresos récord, aprovechándose y lucrándose con la inflación. La inflación acumulada desde que gobierna Sánchez es del 14,9% (INE) y al liderazgo en tasa de paro y subempleo en la UE (Eurostat) añaden el peor dato en cuanto a renta disponible.  La renta per cápita ajustada por poder adquisitivo ha caído en España a niveles de 2011 según Eurostat y se sitúa quince puntos por debajo de la media la eurozona. Todo esto con el mayor aumento del esfuerzo fiscal a las familias de nuestro entorno, que se sitúa muy por encima de la media de la Unión Europea según la Tax Foundation.

No podemos olvidar el ataque a empresas, el uso de los reguladores independientes y de Hacienda para amedrentar a Ferrovial por trasladar su sede social, el insulto constante a los empresarios, el infame observatorio de los márgenes empresariales -¿para cuándo el observatorio de despilfarro público?-, los impuestos a la banca y eléctricas, aleatorios y perjudiciales, y los escándalos de compra de votos.

El votante moderado del PSOE, comprometido con la libertad y la seguridad jurídica, sabe que el único espacio que tiene para defender sus ideas sin sufrir purgas y destrucción de personalidad está en el centroderecha.

Es urgente acabar con el sanchismo y relanzar la economía española, reforzando la seguridad jurídica y devolviendo la independencia de las instituciones. El peronismo ha sido miseria y destrucción en Argentina, el sanchismo es igual de dañino.

Acerca de Daniel Lacalle

Daniel Lacalle (Madrid, 1967) es Doctor en Economía, profesor de Economía Global y Finanzas, además de gestor de fondos de inversión. Casado y con tres hijos, reside en Londres. Es colaborador frecuente en medios como CNBC, Hedgeye, Wall Street Journal, El Español, A3 Media and 13TV. Tiene un certificado internacional de analista de inversiones CIIA y un máster en Investigación económica y el IESE.

3 comentarios en “Elecciones anticipadas. El principio del fin del sanchismo

  1. Se olvida Ud. de una cosa: a pesar de la ruina en la que nos ha dejado el P$O€ cada vez que gobierna, el número de sus votantes apenas cambia. Es una tradición que va de padres a hijos y a nietos. Es como pertenecer a un equipo de fútbol. Leí de algún personaje decir que en su familia siempre se vota al P$O€. Hay gente que le da igual la cosa económica porque las achaca al capitalismo, a los pérfidos empresarios, a la avaricia de los comerciantes, a lo que sea menos al gobierno $ociali$ta. Es una especie de ceguera suicida la que les afecta, que les hace pensar en el bien del partido antes que en el suyo o peor aún, creer que el bien del partido es el suyo. No sólo eso sino que no se paran a pensar en cómo estábamos y cómo estamos. Yo recuerdo haber ido al médico, hace treinta y cinco o cuarenta años, y atenderme el mismo día y no tener que esperar meses para una intervención quirúrgica. La cosa no ha hecho más que degenerar y ahora como no sea con cita previa y para dentro de veinte días no hay nada que hacer pero se les llena de boca de sanidad y educación. Con estas “amnesias” y estas “cegueras” ¿qué se puede hacer? En cualquier país normal, un partido político que deja hecha unos zorros la economía cada vez que gobierna, hubiera desaparecido ya. En este, no sólo vuelve a gobernar una y otra vez, sino que el número de votantes no cambia apreciablemente. Somos carne de frenopático.

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