Siempre se dice que tengas cuidado con quien te alaba.
El pasado jueves 15 de julio el profesor César Romero me hizo llegar un mensaje directo por Twitter en el que me agradecía que hubiera empezado a seguirle en dicha red social. En el mismo mensaje compartía conmigo un texto suyo, con las siguientes palabras “Soy Doctor en Física y quizás lo que le envíe le parezca una barrabasada económica pero le agradezco de antemano su atención”.
Tras leer el texto, respondí, también por mensaje directo, al profesor, comentándole que conocía su texto, dado que ya me lo había hecho llegar en otra ocasión y que, de hecho, había comentado y referenciado su propuesta en mi libro “Acabemos con el paro” (Deusto, 2015).
A mi respuesta el profesor me comentó que desconocía el hecho y, dado que le hacía ilusión leerse en mi libro, trataría de adquirir un ejemplar. Un par de horas después volvió a escribirme diciendo que ya lo había comprado y, para demostrarlo, adjuntó un par de pantallazos de la edición digital del libro en el que hago referencia a su texto.
Asimismo, me mostró su agradecimiento por la mención que hacía de su texto en mi libro. Concretamente, me escribió “Ya lo he comprado. Gracias por su interés y su mención”. Tras ello, yo le agradecí a él su interés y amabilidad.
En resumen, el profesor me mandó su trabajo hace un par de años, cuando yo estaba enfrascado en la redacción del libro, su trabajo me pareció interesante y por ello lo comenté en mi libro y el propio profesor, tras conocer el hecho y ver la cita publicada en las páginas del libro, me lo agradeció sinceramente. Hasta aquí, todo correcto.
Cuál ha sido mi sorpresa cuando, pocos días después de recibir dichos agradecimientos, leo un nuevo post suyo en el que me acusa de haber plagiado su texto. Asimismo, me califica de “cutre” y de “haberle robado”. Y me pregunto: ¿Cómo puede acusarme de plagio cuando hace sólo unos días me agradecía la mención?.
Tras ello, me pongo en contacto con Roger Domingo, Director Editorial de Deusto, a quien le explico la cuestión. Tras analizar los textos, Roger Domingo me comenta lo siguiente:
“Se trata de una acusación sin base, dado que en el libro aparece la fuente perfectamente referenciada. En concreto, el texto de libro dice así: “Por su interés, creo que es importante mostrar la aproximación a un índice de precariedad laboral propuesta por el doctor César Romero”. Asimismo, se añade una nota al pie de página con el link al post original del doctor César Romero. No hay, en consecuencia, ningún tipo de mala fe por tu parte. Y tampoco hay ningún tipo de plagio, dado que lo que se hace en el libro es referenciar la breve argumentación que el doctor César Romero escribe en un post de apenas 500 palabras, es decir, de apenas un folio y medio. Y no sólo no hay forma de resumir algo que ya viene resumido de inicio, sino que además su propuesta de un índice de precariedad laboral, de la que se extraen unas pocas frases, se complementa con tus comentarios al respecto. Podría haberse entrecomillado, pero en este caso no es necesario porque al principio de la argumentación se cita al autor y se explica que la propuesta que te propones analizar a continuación es de dicho autor. Y también podría haberse añadido menos texto del profesor, aunque ya de por sí es poco, porque tal y como recomienda CEDRO en sus recomendaciones acerca del derecho de cita “es necesario que el fragmento que se introduce sea proporcionado, es decir, que tenga la extensión necesaria para cumplir su finalidad”. En otras palabras, que no se abrevie demasiado para que no pierda el contexto. Así pues, no tiene ningún sentido que te acuse de plagio cuando lo que haces es comentar su propuesta, citando la fuente y complementando sus argumentos con tus explicaciones. Asimismo, y por si no fuera suficiente con la cita y la nota al pie de página con el link al post del doctor César Romero, su nombre figura también en la página de Agradecimientos del libro. En resumen, la acusación no tiene base alguna.”

El sr César Romero mencionado en los agradecimientos.No hay, en consecuencia, ningún tipo de plagio ni de mala fe por mi parte. Sí parece haber una intencionalidad de causar daño por parte del profesor César Romero, que no sólo insistió en mandarme su texto para que yo lo conociera –lo hizo en dos ocasiones distintas-, sino que una vez adquirido el libro y una vez leída la parte en la que se menciona su trabajo me agradeció la inclusión de su propuesta en mi libro.
Mala fe y afán de notoriedad, la que le ha dado el diario Público (¡oh , sorpresa!), que sin tratar de investigar lo ocurrido ni llamarme para contrastar los hechos ha dado visibilidad al post del profesor César Romero. Nada nuevo bajo el sol: el diario Público trata de calumniarme con todo tipo de falsedades siempre que tiene ocasión y sin importar si los hechos denunciados son o no son verdad. Sus mentiras sobre mí son por todos conocidas. Como decimos, llueve sobre mojado.
Sea como fuere, es una lástima que en nuestro país sigan publicándose panfletos de tan baja estofa y tan escasa credibilidad periodística, cuyo ánimo es sólo calumniar al que piense distinto, sin importar el cómo.
Daniel Lacalle.