Vídeo: Charla en Foro Económico de El Diario Montañés (Santander)

Hay que acabar con el tsunami burocrático de las PYMES, tener claro que las subidas de impuestos son letales para la economía.

 

«Para reducir nuestro endeudamiento exterior, el alto desempleo y la bajísima transición que existe de pyme a gran empresa hay que hacer una revolución interna, que es abrir ventanas y puertas y mirar lo que están haciendo los líderes del mundo», ha dicho, con el fin de poner en marcha medidas concretas que eviten «el tsunami administrativo y burocrático» al que se enfrentan las pymes cuando llegan a un nivel de facturación.

«Hay que hacer mucho más por la formación en emprendimiento. De los 4,5 millones de parados, la mitad no tiene preparación suficiente». ¿Y qué hay que hacer? Lacalle propone «cambiar la mentalidad como hizo Reino Unido, Irlanda o Holanda para orientar la formación hacia el trabajo, para que los empresarios puedan reciclar a esas personas que han salido de sectores obsoletos en sectores de alta productividad, y para eso necesitamos darnos cuenta de dónde se está moviendo el mundo».

A la recesión por un sillón

Ayer recibimos la enésima “propuesta de mínimos” desde Compromis, que volvía a calcar el programa de soluciones mágicas e inviables de Podemos. La sorpresa llegó cuando el PSOE, un partido supuestamente serio con una historia de 22 años gobernando España, anunciaba que estaba de acuerdo con 27 de los 30 puntos.

Bueno, la sorpresa o la “no sorpresa”, porque se ha llegado a un punto en el que en nuestro país se dice una cosa y la contraria y se llama consenso. “Además, coincide con el acuerdo con Ciudadanos”, replicaba el portavoz del partido socialista. ¿En qué? Pues en nada, pero intentarlo vale un buen sillón y muchos puestos a repartir, luego “ya se verá”.

Pedir prestado más, y a la vez hacer impago. Una combinación letal que, a buen seguro, hará que todos los inversores se lancen a comprar nuestra deuda.

Ese documento de despropósitos con el que sorprendentemente están de acuerdo “al 90%” incluye, entre mensajes inconcretos y brindis al sol del tipo “reindustrializar”, los viejos dogmas del populismo nacional. Eliminar el compromiso con la reducción del déficit y a la vez reestructurar.

Pedir prestado más, y a la vez hacer impago. Una combinación letal que, a buen seguro hará que todos los inversores se lancen a comprar nuestra deuda. Tú préstame mucho más, que verás la risa cuando no te pague. Eso sí, que sea barato, no vayas a ser usurero. Pueden esperar sentados. “Reformar el art. 135 de la Constitución, priorizar el gasto social y reestructurar la deuda”.

Recordemos que el artículo 135 solamente refleja lo que ya es un compromiso del pacto de estabilidad. Pero además, el gasto social en España no solo se ha priorizado sino que no se ha reducido en estos años a pesar de la caída de ingresos tributarios por la crisis. Las cifras oficiales de gasto en sanidad, muestran que en 2015 se destinan casi 4.000 millones de euros más que antes de la crisis (61.238 millones en 2007, 64.130 millones en 2015).

El gasto en educación por alumno se ha mantenido y España sigue invirtiendo un 14% más que la media de la OCDE, con los últimos datos oficiales. De hecho, el gasto social total ha aumentado un 17% en los últimos cuatro años. El presupuesto para 2016 asume 249.166 millones de euros, más de 35.200 por encima de la cifra de 2011 y superior a la de 2007. Todo ello con un nivel de desempleo inferior al de 2010.

Ese gasto se ha priorizado a pesar de la caída de la recaudación por pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el déficit estructural, y el hecho de que los beneficios de las empresas no aumentaron en el periodo. ¿Y cómo van a “priorizar” nuestros amigos el gasto social? Veamos su historial. Paralizando inversiones. En las ciudades “del cambio”, más de 6.000 millones de euros y 165.000 empleos potenciales menos.Aumentando impuestos a empresas y eliminando deducciones, para destruir aún más la inversión productiva. E incumpliendo el déficit.

Incrementando la rigidez derogando todas las reformas desde 2010 y aumentando la burocracia, para hacer aún más complicado que las empresas contraten y que se creen nuevos puestos de trabajo, en un país donde aún estamos por debajo de la media de nuestro entorno en facilidad de crear empresas y donde tenemos algunas de las cuotas sociales más altas de la OCDE.

Las propuestas con las que dicen que “coinciden en un 90%” incluyen, como no podía ser de otra manera, los viejos cuentos de la Renta Básica, aumentar gastos corrientes. Estamos hablando de un aumento de gasto mínimo de 25.000 millones de euros. ¿Y cómo van a financiar esos gastos? Con el cuento de subir los impuestos a “los ricos”. Lo explicaba aquí, la entelequia de “subir impuestos a las rentas altas” se convierte, como ha ocurrido allá donde gobiernan, desde Navarra a Valencia, desde Grecia a Portugal, en más impuestos para todos y encima, peores ingresos.

Porque la media de error en estimaciones de ingresos esperados ha sido del 50% históricamente. Como explican los propios inspectores de Hacienda “de unos estudios previos sin fundamento surgen propuestas inadecuadas e imposibles” (enero 2015)¿Aumentar gastos, saltarse –más- el objetivo de déficit y encima “reestructurar” –hacer impago? La entelequia de pensar que, dejando de pagar la deuda o reestructurando, vamos a poder gastar más y encima endeudarnos barato es uno de los unicornios más divertidos –si no fuera peligroso- de los inflacionistas del populismo nacional.

Por supuesto que existen casos de reestructuración de deuda. Lo que nunca se ha dado, porque es una soberana estupidez, es una reestructuración acompañada de más gasto y más déficit, que es más deuda.

La evidencia es clara. Nunca se ha dado esa combinación. Reestructuración implica, siempre, enormes recortes. Lo explicaba aquí. Según el estudio de 275 casos de impago, las consecuencias son un impacto negativo en el crecimiento del país de un 0,6% a un 1,2% mínimo, un desplome del crédito concedido del 40% de media al perder la confianza internacional, y la quiebra generalizada de pymes porque se seca el crédito.

Lo que nunca se ha dado, porque es una soberana estupidez, es una reestructuración acompañada de más gasto y más déficit, que es más deuda. La evidencia es clara. Nunca se ha dado esa combinación
La pérdida de acceso a los mercados internacionales es inmediata y no solamente del Estado, sino las empresas, que encuentran costes más caros, plazos más cortos… si hallan financiación. Y el que piense que esto no pasa porque “el Banco Central Europeo apoya”, que se dé un paseo por Atenas. Sin embargo, esta colección de propuestas de ‘terror-gore’, que han criticado –con todo detalle- economistas de todo tipo de sensibilidades desde que Podemos lanzó su batería de programas de Economía-Ficción, ahora encuentra coincidencia en un 90% en un partido serio… Por un sillón.

Y es que cuanto más nos acercamos a horas cruciales, más evidente es que muchos parecen encantados de recuperar las fórmulas que nos llevaron al borde de la quiebra con el subterfugio de la inexistente “austeridad” que no ha sido más que moderación presupuestaria. El problema es que, con esta batería constante de exigencias de “mínimos” desde la nada, porque exigir gastar lo que no hay es nada, se mueve casi todo el arco parlamentario hacia propuestas cada día más alucinantes, y que nos llevarán de nuevo a un shock de deuda.

Hacen falta nuevas elecciones. Muchos ciudadanos votaron con unas ideas de moderación, de líneas rojas y compromisos que han sido demolidos durante el proceso de jugar a las sillas musicales. No haber alcanzado pactos sobre propuestas inaceptables, lejos de ser un fracaso, es un éxito de la democracia. El votante ya está bien informado sobre donde y a qué políticas va a ir su voto. Nadie podrá decir que no estaban avisados.

Porque los mismos que fingen defender el estado de bienestar desde la irresponsabilidad presupuestaria son los que lo hundirán con propuestas mágicas inviables.
Porque los mismos que fingen defender el estado de bienestar desde la irresponsabilidad presupuestaria son los que lo hundirán con propuestas mágicas inviables. Lo triste es que una parte de los ciudadanos crean que no se puede estar peor y que la razón por la que esas medidas siempre han fracasado en el pasado es porque no las han aplicado ellos. Lo que buscan no es la prosperidad, sino el estancamiento, para erigirse en “benefactores” de las migajas. Siempre lo digo. El objetivo del populismo no es reducir la pobreza, sino beneficiarse de gestionar el asistencialismo.

 

Publicado en El Español, 27 de abril de 2016.

La Pizarra de Daniel Lacalle

En este ensayo, se analiza la situación económica actual de España, describo los errores más habituales en la percepción subjetiva de la realidad y desmiento los mitos más repetidos por algunos economistas. Al tiempo que abordo las reformas que a mi juicio resultan cruciales para consolidar la recuperación y evitar nuevamente entrar en una recesión. Seguir leyendo La Pizarra de Daniel Lacalle

La mayor quiebra solar, el fin de la burbuja de deuda

La quiebra de SunEdison, una de las mayores empresas de energía solar del mundo, no nos debería sorprender a los españoles porque hemos vivido un caso similar en casa. Con una deuda de más de 16.000 millones de dólares, y activos estimados en 20.700, el caso de SunEdison se une a las más de 1.200 quiebras de empresas solares en EEUU y Europa desde 2010. Si hay un sector que se lanzó a la promesa de eternas subvenciones con el mayor endeudamiento posible, ese es el solar. Pero a él hay que añadir ejemplos en el carbonero (vean la quiebra reciente del gigante Peabody), con más de 26 empresas quebradas, y las empresas de fracking ineficientes, unas cincuenta compañías que han tenido que declararse en quiebra, aunque suponen menos del 1% de la producción de EEUU, según Reuters.

No es una casualidad. Porque el problema no es de tecnología, ni de buenos y malos, sino de modelo de negocio. “Es tirar a balón parado”, me decía el ejecutivo de una empresa solar en 2010 cuando planeaban una salida a bolsa que luego resultó fallida. “Nuestro negocio es como un bono, y la deuda no tiene riesgo”. Eso se lo escuché a un empresario petrolero en Dallas también. Ay.

En el sector del carbón, las que se lanzaron a endeudarse para “consolidar” o porque esperaban que la demanda se recuperase “el año que viene”. En el sector del fracking las decenas de microempresas creadas por dos cowboys y un préstamo bancario de 25 millones dólares para un pozo de 30 dólares porque “a largo plazo el petróleo subirá a $200”. Es todo uno y lo mismo. Unos se escondían bajo la bandera verde y otros la de la seguridad de suministro, pero no han caído por falta de apoyo o por la tecnología.

Es el modelo de negocio apalancado, como explicaba aquí.

El que nace por burbuja, muere por burbujero. Los eficientes, de todos los sectores, sobrevivirán y se los merendarán. Como ha ocurrido toda la vida en el sector energético. No achaquemos a falta de compromiso medioambiental lo que es un evidente error de endeudamiento y de fraude escondiendo deuda fuera del balance y dando estimaciones optimistas para “inflar” la acción.

El problema es que en una parte importante del sector solar aún piensan que el problema es que no se les “apoya” lo suficiente o que se tiene que apartar por ley a otro y sostener su negocio por un bien superior mientras acaparan subvenciones.“Las energías fósiles reciben más subvenciones que las renovables” argumentan. Sólo olvidan, oh sorpresa, que el 95% de las subvenciones “a los combustibles fósiles” son reducciones de precios a los consumidores en petroestados, mientras que las subvenciones “verdes” son beneficios para las empresas cargados como mayores precios en la factura de los consumidores. No es lo mismo bajarle el precio al consumidor vía subvenciones que subírselo vía primas a las empresas. En cualquier caso, el que considere que debemos imitar a los petroestados en su política energética debería pensárselo mejor.

¿Por qué quiebran los solares en mayor medida que el carbón y el petróleo si las instalaciones globales crecen a máximos históricos? Por el mayor endeudamiento (hasta 90% por proyecto). Un modelo de “correr para quedarse quieto” por el cual, cuando se reduce ligeramente el crecimiento, la caja no cubre los costes.

Mientras el eólico y parte del solar funciona con modelo industrial, en el subsector solar aún perdura en gran parte el modelo constructor-promotor. Sí, las carboneras y petroleras caen porque, como siempre ha sido, se creen sus propias historias sobre el precio a largo plazo…Pero… ¿Por qué quiebran los solares en mayor medida que el carbón y el petróleo si las instalaciones globales crecen a máximos históricos?Por el mayor endeudamiento (hasta 90% por proyecto). Es un modelo de “correr para quedarse quieto” por el cual, cuando se reduce ligeramente el crecimiento, la caja no cubre los costes. Dependencia de subvenciones cuando la tecnología ha reducido enormemente los costes, haciendo que, a pesar de dicha reducción, la rentabilidad se desplome más rápido. Pensar que el crecimiento de demanda -que ha sido mayor al esperado- no iba a hacer el efecto llamada de crear una sobrecapacidad estructural.

Como la burbuja inmobiliaria. De libro. La cultura del pelotazo, y un modelo que ya era insostenible incluso con subvenciones perennes, una ansiedad vampírica por los subsidios que les pagamos los demás. La tecnología solar no ha estado madura para ser una alternativa ni para soportar la enorme deuda que tomaban los operadores pensando que era una especie de “regalo político”, y eso ha hecho que se cuestione dicho apoyo. Es el problema de hacer la energía un negocio que no es industrial, sino financiero. Como el constructor-promotor: pedir prestado y esperar que el gobierno -es decir, el contribuyente-, lo pague.

Más de 65.000 millones de dólares de deuda basura bajo la excusa de “a largo plazo todo sube”. Y esperando que lo pague usted en subvenciones o inflación. Igual que los cowboys endeudados del fracking rezando para que Arabia Saudí recorte la producción para pagar su ineficiente estructura de costes y balance, o el dinosaurio carbonero que pensaba que el gobierno le ayudaría por “mantener mucho empleo”. Los solares se escudaban, para el mismo error, en el buenismo verde y el ‘Yes, We Can’. Pensaban que la demanda eterna justificaba los planes más apalancados. Y que sería otro el que ajustaría el exceso. O lo forzaría el gobierno de turno haciendo “hueco” al ineficiente cerrando por decreto al competitivo.

Los bonos solares se vendían, encima, como una alternativa de “cero riesgo” con un 5% de rentabilidad, y hasta un 10%, comparado con el “alto riesgo” de otros sectores energéticos. La cuadratura del círculo. Por supuesto, no existen cero riesgos a esos tipos, y las quiebras ya llegan a un 11% de las emisiones. Convirtieron los paneles en falsos equivalentes a bonos, cuando el subyacente incorpora riesgo (es una tecnología intermitente y cara) y el bono se degrada cuando se constata la sobrecapacidad global, bajan los precios de las materias primas y los reguladores de los países observan que no es la opción más razonable

Para reducir emisiones las únicas tecnologías disponibles son las renovables. Sin embargo, incorporan costes y retos técnicos. Por eso el gas natural es esencial: Son más caras que las tecnologías de producción convencional, y ese coste hay que pagarlo. ¿Quién? Deberían ir cerrando, desde la competencia, las energías que contaminan y los modelos caros y endeudados. Como ha ocurrido en EEUU gracias a la combinación de gas natural y renovables.

Hemos vivido el equivalente a la burbuja inmobiliaria, pero orientado a la energía. Esa enorme sobrecapacidad ahora será absorbida por los eficientes.
Sin embargo, la mayoría de las empresas más contaminantes del mundo son semi-estatales y con seguridades sociales encubiertas, por ello se subvencionan y se traslada el coste siempre al contribuyente, y encima no se reducen las emisiones. Tener una fiscalidad y sistema de incentivos que perpetúa al endeudado y contaminador es parte del desastre de la Unión Europea que paga más del doble de media por electricidad y gas que EEUU. Esta semana se ha firmado en Nueva York el acuerdo de París; sin estos ingredientes de pragmatismo es pura liturgia sin hechos. Porque no se penaliza al que contamina ni al ineficiente.

Las energías renovables son más complejas de gestionar a nivel red, ya que el viento y el sol son un recurso intermitente. El consumo de energía es continuo y desacoplado del viento y del sol. El sistema eléctrico apoyado en renovables necesita de potencia (MW) de respaldo siempre disponible, firme (que no falle cuando se le necesita) y flexible (que suba y baje potencia muy rápido, para acomodarse a la intermitencia de sol/viento). Y eso no lo soluciona una batería que cuesta miles de dólares en cada casa. Estamos hablando de centrales eléctricas de ciclo combinado, con gas natural, un combustible fósil, pero de bajas emisiones. Son necesarios, como ha identificado la Comisión Europea en su informe reciente, unos mecanismos complementarios para garantizar que no haya apagones. Sale más barato que construir cientos de kilómetros de redes y miles de centrales primadas.

Como no vamos a mejorar en eficiencia y en reducción de emisiones es sosteniendo a los ineficientes. En EEUU se ha avanzado más rápido desde la competencia y dejando que quiebren. Es sorprendente que en Europa no cierre y se subvencione el carbón. Sea Peabody, o de fracking, Energy XXI o solares, SunEdison, estos modelos no son los garantes de que la luz permanezca encendida y el depósito lleno. El sector energético necesita de empresas responsables y reguladores ortodoxos que pongan en marcha estas soluciones.

Hemos vivido el equivalente a la burbuja inmobiliaria, pero orientado a la energía. Esa enorme sobrecapacidad ahora será absorbida por los eficientes. La guerra entre tecnologías, que comentábamos en La Madre de Todas las Batallas (Deusto), no se va a librar llorando porque se acabó la deuda barata o las subvenciones, sino por competencia entre operadores prudentes. Pueden quejarse, pero es imparable.