Debate Económico, dos modelos: magia o cordura

Pocas veces en la vida he visto un debate económico más pobre. Al principio, La Sexta nos enseñó imágenes de otros eventos similares en Francia o Reino Unido. Yo he tenido la suerte de ver muchos de los que se mostraron y lo primero que pensé fue “en ninguno de ellos los programas económicos se basaban en estimaciones mágicas de ingresos y subidas masivas de impuestos”.

Una pena no haber podido escuchar a Luis Garicano en un entorno donde se encontrase más a gusto. Perdió mucho por encontrarse nervioso y centrar sus mensajes en temas no explícitamente económicos. A Ciudadanos les pierde su obsesión con eliminar las deducciones fiscales y diputaciones, sin adentrarse en qué se haría con los trabajadores de las mismas y, sobre todo, la vertebración territorial y apoyo a los pequeños pueblos. Pensar que eliminar las deducciones fiscales no tiene un efecto importante en la inversión es complicado. Faltó convicción y aplomo a la hora de explicar el contrato único para romper la dualidad temporal, pero sí estuvo claro a la hora de dejar claro que el mal llamado impuesto de solidaridad del PSOE no soluciona el problema de las pensiones. Confiar en un sistema sostenible a largo plazo con mayor crecimiento económico es lo lógico.

Alberto Garzón fue simplemente impresentable. Se inventó datos (crecimiento de España en 2013 y 14, por ejemplo) y puso como ejemplo a países y regiones que han hecho lo contrario a lo que él exige. “Queremos ser como Alemania donde trabajan menos y ganan más”. Se olvidó de la década de austeridad, de los minijobs, del modelo exportador en contra del cuento de estimular la demanda interna, de la flexibilidad laboral y del apoyo a la iniciativa privada, pero aún más de la rigidez presupuestaria, déficit cero a nivel estatal y regional. En eso no, no quiere ser “Alemania”.

Curiosamente, otro modelo que mencionó, el País Vasco, no puede estar más alejado de su arcadia feliz comunista de Unidos Quebremos y sus entelequias de ingresos fiscales de ciencia ficción por impuestos a “los ricos”.

El País Vasco es lo contrario a lo que él promueve. Una región que llevó a cabo una enorme reconversión industrial, cerrando centenares de empresas subvencionadas obsoletas, y ha cambiado su patrón de crecimiento desde una fiscalidad baja y apoyo a la iniciativa privada. Pero Garzón promete las mismas políticas que Syriza ofrecía en Grecia, y tendría el mismo resultado. En el año que llevan gobernando Unidos Quebremos, su modelo es más impuestos, menos crecimiento, más déficit y fuga de empresas.

Un modelo basado en la inversión pública que es en realidad otro Plan E a lo bestia pero llamándolo “verde”, volver a los elefantes blancos y la manida banca pública. Total, rescatar a las cajas públicas solo nos ha costado 63.000 millones… Repetir (lean los mitos de la banca pública).

Que Garzón hable de miles de millones de gasto y relajación en la consolidación presupuestaria cuando han votado (IU, Podemos, Bildu, el Frente Nacional y otros) en Estrasburgo en enero de 2016 a favor de salir del euro es una broma de mal gusto. Présteme más, verá qué risa cuando no le pague.

Primera medida a tomar: plan de emergencia social, paralizar todos los desahucios. Divertido, en Madrid, su coalición lleva ya 1.060 desahucios en 2016 y tiene a 443 familias sin casa por una decisión ideológica… Y la emergencia social en Barcelona es pagarle conferencias a Varoufakis.

Pero ya es para morirse de risa oírle decir que las pensiones deben indexarse al IPC,… no sabía el dato del IPC, que es negativo y hubiera hecho que las pensiones se rebajaran un 1% este año.

Por supuesto, la falacia de la caída del gasto social -que se ha mantenido intacto- la desigualdad y el rescate a “los bancos”, cuando lo que se ayudó fue a las cajas, volvieron.

Jordi Sevilla es una de las personas mejor preparadas de nuestro país y en el debate y trabaja en una de las empresas que mejor ha demostrado el impacto depresor y negativo de la fiscalidad conficatoria. Se le notaba que no se cree mucho su propio programa (la podemización del PSOE). Le tocaría exigir derogar la reforma laboral que ellos implementaron en 2010 y hablar de datos de temporalidad y precariedad que se daban en igual medida, o superiores, en 2007 con su gobierno. Decir que el déficit en su gobierno era por la crisis y ahora por mala gestión es cuando menos un mal subterfugio para un gran profesional. Recordemos que dejaron un déficit oculto de 30.000 millones y facturas impagadas por más de 45.000 millones y un rescate a cajas (63.000) y comunidades autónomas (40.000) que se podrían haber evitado.

Subir impuestos a mansalva es la fórmula del desastre. Pero esa famosa imposición “ecológica” y subida de indirectos la pagará todo el mundo, de ricos nada. Subir los tipos mínimos de impuesto de sociedades al 15% es irrelevante en ingresos. Las grandes empresas pagan un 26%. La “media” que hace que parezca menos viene por los bancos, y si va a forzar a los bancos a perder los DTAs (deferred tax assets) prepárense ustedes a un dominó de quiebras. Los impuestos al capital, como los anteriores, siempre suponen una recaudación mucho menor a los esperado. En un país donde la media de error en estimaciones es del 1-1,3% del PIB según el BCE, significa más déficit, más paro, menos empresas y menor crecimiento.

De Guindos tuvo el papel más difícil. Todos contra el PP, incluido un momento en que el propio programa ponía datos de precariedad curiosos (porcentaje de contratos temporales de un año en vez de total). España ha salido de la recesión creciendo y creando empleo, y ese es su principal argumento. Su política es continuista y defendió las bajadas de impuestos como necesarias para mantener el crecimiento, y no le falta razón pero es claramente complicado defenderlo sin explicar por qué se subieron antes y sin reconocer que hay que devolver esfuerzo a los españoles porque, entre otras cosas, esas subidas del pasado tuvieron un efecto recaudatorio limitado. Generar confianza y estabilidad como pilares de su política. Es curioso, pero fue el único en pronunciar estas dos palabras.

Se crea empleo bajando los impuestos, y tiene razón. Es esencial explicar una y otra vez por qué ahora es diferente y que es falso que nos vayan a poner una multa “por bajar impuestos” (vean) . Un plan integral y basado en la credibilidad internacional, que favorezca fiscalmente la contratación indefinida y recupere los objetivos de atracción de capital y bajos impuestos que han hecho que Irlanda haya salido mejor que ningún país rescatado de la crisis. Seguir con reformas estructurales es de una importancia capital, y no se debe dar la impresión de que el partido del gobierno ha perdido ese impulso. Reducir el déficit y seguir con la responsabilidad presupuestaria fueron sus dos grandes compromisos, y lo que diferencia del resto de partidos.

De Guindos fue el único en hablar de la demografía en temas pensiones, y eso muestra lo demagógico que se vuelve el debate a veces. Tener, además, la realidad de los organismos internacionales y sus palabras, frente a las elucubraciones de otros, ayuda. Y nadie le puede negar que el cambio en la confianza de nuestro país ha sido drástico.

Si algo quedó claro en el debate es que se presentaron dos modelos, la magia y el unicornio del gasto brutal, y la cordura. Unidos Podemos eligió a un comunista para defender su programa y lo hizo como tal, palabra por palabra, defendiendo la intervención y el desastre económico para gloria del gasto burocrático, usando ejemplos de países y regiones que han hecho lo contrario al modelo Syriza que defendía.

Si algo me quedó claro del debate es que, a pesar de reproches y ataques partidistas, si Sevilla, De Guindos y Garicano se metieran en un despacho con los presupuestos del Estado y un lápiz rojo, saldrían con las cuentas cuadradas, sin atacar el crecimiento y apoyando a empresas, atacando el gasto superfluo -que solo Garicano comentó-. Porque los tres están de acuerdo en algo que casi no se mencionó ayer: competitividad, valor añadido y apertura.

La diferencia real entre lo que comentaron De Guindos, Garicano y Sevilla son matices, aunque se magnifiquen por sus equipos de campaña. Están de acuerdo, aunque lo nieguen sus partidos, en el 75% de lo que necesita este país. Si el debate hubiera sido, como el de “The Chancellor Speaks” que ilustró el comienzo del programa, sobre lo que les une y lo que necesita el país, en vez de un “todos contra el PP” y cifras mágicas e inverosímiles de impuestos, ayer habríamos salido los ciudadanos ilusionados, al saber que tenemos un futuro próspero si no nos entregamos a los unicornios que nunca han funcionado. El debate fue una oportunidad perdida. Por atacar al gobierno, se perdió el proyecto de país.

El Fondo Monetario constata la ralentización

Ayer se publicaron las nuevas estimaciones de crecimiento global del Fondo Monetario Internacional. Usted pensará que, tras más de diez billones de estímulos monetarios y seiscientas bajadas de tipos, las revisiones deberían ser al alza y el crecimiento robusto ¿verdad? Pues no.

El Fondo Monetario Internacional constata la ralentización global recortando de nuevo –y van cuatro veces en quince meses- las expectativas de crecimiento. Una reducción del ritmo de desarrollo de 18 de las economías más importantes tanto para 2016 como para 2017. A nivel global, una caída de dos décimas en el PIB de 2016, casi un 6% inferior a la estimación de enero, y de una décima en 2017. Para España supone un ajuste de una décima del PIB.

De este análisis podemos sacar varias conclusiones. La Eurozona (-0,2%) y Japón, embarcados en enormes programas de estímulo monetario, vuelven a sorprender a la baja, especialmente Japón (-0,5% en 2016 y -0,4% en 2017). Los petroestados, especialmente Rusia (-0,8%) y Nigeria (-1,8%), vuelven a ver sus estimaciones reducidas a pesar de las devaluaciones y estabilización de las materias primas. Brasil no solo profundiza su recesión estimada a -3,8% sino que el FMI espera cero crecimiento en 2017.

Pero si algo sorprende es que el FMI aumente sus expectativas de crecimiento en China en dos décimas, algo que contrasta con los indicadores adelantados para el gigante asiático, y que yo pondría en duda porque si hay un país donde el organismo internacional ha tenido que reducir más y con mayor rapidez sus estimaciones, ese es China. El FMI ha recortado sus previsiones de crecimiento de China a la mitad desde 2010 (“Cooling Dragon” WSJ). Me da la impresión de que intentan ajustarse a unas guías gubernamentales que ignoran los desequilibrios en cuanto a su moneda –y su más que previsible devaluación- y su alto endeudamiento –que casi se ha duplicado desde 2006 y ya supera el 230%-, y eso nunca es bueno.

El economista Ned Davis explicaba en uno de sus libros que la media de acierto de los organismos internacionales en sus expectativas es del 26% y, lo que es más importante, que tienen un sesgo alcista histórico, es decir, suelen errar por optimistas, no por prudentes.

Este gráfico, cortesía de Tyler Durden, es muy revelador y muestra como esas previsiones simplemente se van variando sin corregir el error de la esperanza de la expansión posterior.

 

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Esta es la evidencia del pésimo resultado de la política global de represión financiera, bajar tipos y aumentar la masa monetaria con el quimérico objetivo de “relanzar el crecimiento y aumentar la inflación”. La excusa de que sin ella “hubiera sido peor” es ya irrisoria tras años de implementar políticas expansivas. Una cosa es ajustar previsiones una vez, pase, pero no dieciséis desde 2009, y con una media de 15-20% de error.

Pero lo más importante no es solo el pobre crecimiento, es la enorme burbuja de deuda creada para tan desastroso resultado. Es que ese decepcionante crecimiento global viene con un aumento del endeudamiento de más de 57 billones de dólares a nivel global.

 

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Se pueden extraer muchas conclusiones interesantes sobre las expectativas de los organismos internacionales, y la más importante es que este recorte no es el final, sino otro más de una larga cadena que ha analizado de manera excesivamente optimista la labor de los bancos centrales a la hora de estimular el crecimiento.

No todo es negativo, lo que más nos interesa a nosotros, como españoles, es que tienden a sobreestimar el efecto de la política monetaria e infraestimar las reformas estructurales. Es una evidencia, al ver los errores, de más del 70%, en expectativas de Japón, por ejemplo, y sin embargo en el caso español o irlandés se mejoraron las expectativas iniciales.

Pero si algo nos queda claro de este proceso, es que el crecimiento global está rompiendo la tendencia histórica con respecto a su potencial y además ocurre de manera muy rápida y extendida a la mayor parte de los países. Por lo tanto, acudir a mayores medidas de represión financiera y seguir alimentando la bola de deuda de los estados deficitarios y los sectores de baja productividad no solo da retornos disminuyentes, sino que empiezan a evidenciar que son mayores los riesgos que los supuestos beneficios.

Intentar solucionar un problema claro de crecimiento global replicando los errores de China y Brasil o desde la fórmula que nos envía de cabeza a la estanflación –el llamado helicóptero monetario- no va a resultar. Pero sobre todo, ya debemos ser conscientes del peligro que supone alimentar aún más la bola de deuda. Porque si seguimos empeorando la capacidad de repago, con menor crecimiento y menos renta disponible, mientras mantenemos tipos de interés desconectados del riesgo real, no habrá banco central que disfrace el pinchazo de esa burbuja. Y ocurre. Incentivar al riesgo con la promesa de que pase lo que pase te rescatará el banco central tiene un problema. No ocurre. Pero entonces ya habrá alguien que, desde su despacho, diga que la culpa fue de “excesivo riesgo privado”. O de “regulación”. Y pedirá otro plan de estímulo.

 

Publicado en El Español, 13 de abril de 2016.

La japonización de Europa: los tipos negativos hunden a la banca

El pasado sábado un joven lector me comentaba que estaba convencido de que los bancos se benefician de los tipos de interés negativos. “El BCE les paga por prestar”, me decía. “Es un chollo”. Mi lector se sorprendía al ver que los bancos caían en bolsa junto con el anuncio de una bajada de tipos y aumento del programa de recompras.

La realidad es que los tipos artificialmente bajos hunden los beneficios de la banca y, lo que es peor, la capacidad de la misma de sanearse y recapitalizarse.

El “efecto positivo” de que el BCE ofrezca un interés negativo por tomar liquidez (mal llamado “que te pague por prestar”) no llega a 17 puntos básicos en el margen neto de los bancos (NIM, Net Income Margin). Sin embargo, el efecto negativo de la erosión de márgenes por prestar a tipos artificialmente bajos supera los 89 puntos básicos, según Mediobanca y Morgan Stanley, alcanzando una caída de beneficios de hasta el 19% en media para la banca europea, con un aumento del riesgo de impago. Es normal, los tipos ultra-bajos incentivan invertir –y prestar- con mayor riesgo por menor rentabilidad. Con lo cual, se está buscando volver a crear una burbuja de crédito en sectores de riesgo.

Se está exigiendo a la banca prestar con unas condiciones que desincentivan a financiar la economía real pero sostienen a deuda soberana e inversión pública de dudosa rentabilidad. El propio presidente del Banco Popular, Ángel Ron, lo explicaba recientemente. “Las normas exigen mucho capital para dar crédito, sobre todo a las pymes, que son las que crean empleo. Esta situación hunde la rentabilidad de las entidades y así no es posible atraer el dinero de los inversores que, por otro lado, necesitamos para elevar el capital y el crédito”.

Vean el evidente impacto de la eterna bajada de tipos de interés en Japón en el gráfico cortesía de Morgan Stanley. Como Europa, tras el pinchazo de una burbuja inmobiliaria y de crédito fácil, se acudió a medidas de política monetaria. Seis planes de estímulo, el QE actual es el séptimo, bajadas de tipos –más de 500- y acudir al endeudamiento masivo. Hoy, tras más de dos décadas de crecimiento casi inexistente, la deuda pública supera el 200% del PIB y la subvención encubierta de los tipos bajos ha llevado a dos décadas de caídas de márgenes de los bancos y el estancamiento de la economía. La zombificación de la economía por el incentivo perverso de evitar la caída o quiebra de los sectores ineficientes, sobreendeudados y de baja productividad.

 

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No es lo que busca el BCE, pero es lo que siempre ocurre. Es el problema de estas medidas, siempre se repite el “esta vez es distinto”. Pero Europa y Japón no tienen estructuras muy diferentes. Una población envejecida, unos sectores público y cercanos al gobierno endeudados y de baja productividad, y un aumento constante del esfuerzo fiscal para mantener a esos dinosaurios.

Los tipos artificialmente bajos “zombifican” la economía. Se perpetúan los sectores de baja productividad y se incentiva al sobreendeudamiento, creando una mala asignación de capital generada -sin querer, espero- por los incentivos perversos de sostener el exceso de endeudamiento de estados y la incorrecta asunción de que la solución es aumentar masivamente el crédito tras el pinchazo de una burbuja.

El otro gran peligro de esa zombificación es el aumento de préstamos de difícil cobro encubiertos. Con la eterna refinanciación de sectores de baja productividad, cualquier cambio -por pequeño que sea- del ciclo económico aumenta el riesgo de impago. En los últimos ocho años la deuda global ha aumentado en más de $57 billones y la capacidad de repago se ha reducido a niveles de 2006, según Moody´s.

Forzar el crédito bajando los tipos de interés puede parecer un mal menor. Al fin y al cabo “el banco central sigue apoyando y aunque los márgenes bajen aún hay rentabilidad”, pero es un error. Porque el coste de capital medio -contra el que se mide la rentabilidad de la inversión- no baja tan rápido como el tipo de interés. Al aumentar el endeudamiento medio pero reducir la productividad y perpetuar los sectores zombies “mientras se recupera” la economía, se aumenta la fragilidad del sistema y se reduce el crecimiento potencial. Si encima se “solventa” cargando de tributos a los sectores de alta productividad, no solo no se cambia el patrón de crecimiento, sino que se subvenciona repetir los errores del pasado.

El error de muchos economistas es no cuestionar la medida, crear dinero de la nada y manipular su coste, sino el mecanismo. Y ese error lleva a que se propongan cada vez mecanismos más alucinantes y con peores resultados, como el helicóptero monetario y la mal llamada “teoría moderna monetaria” que es la más antigua del mundo, el inflacionismo. Ni mejora el consumo ni rescata a las familias ni soluciona problemas de productividad. Esconde desequilibrios acentuándolos. Porque el banco central no “regala” dinero. Los bienes y servicios de la economía son los mismos. El que piensa que regala algo debería ver que simplemente está dividiendo la misma riqueza existente en más partes. No la crea.

Al final, la política monetaria es solo una herramienta para solucionar problemas puntuales de emergencia. Cuando se convierte en una excusa para sostener al improductivo a costa del que genera riqueza, el resultado es el mismo de siempre. Y no se solventa con más liquidez y tipos más bajos.

 

Publicado en El Español, 11 de abril de 2016.

VIDEO: Presentación La Pizarra de Daniel Lacalle

 

El pasado 6 de Abril de 2016 en Madrid tuvo lugar la presentación del libro «La Pizarra de Daniel Lacalle», un libro que presenta las 10 reformas estructurales que el economista liberal Daniel Lacalle considera necesarias en España.

A la presentación han acompañado al autor Cristina Cifuentes, Presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid y María del Pino Calvo-Sotelo, Presidenta de la Fundación Rafael del Pino.
Hablamos? tuvo el placer de asistir a dicha presentación en la Fundación Rafael del Pino, por lo que adjuntamos el vídeo y las fotografías del evento.

Gracias a Canal Hablamos? por el vídeo y la galería de fotos del evento que se pueden ver aquí.