El Fondo Monetario constata la ralentización

Ayer se publicaron las nuevas estimaciones de crecimiento global del Fondo Monetario Internacional. Usted pensará que, tras más de diez billones de estímulos monetarios y seiscientas bajadas de tipos, las revisiones deberían ser al alza y el crecimiento robusto ¿verdad? Pues no.

El Fondo Monetario Internacional constata la ralentización global recortando de nuevo –y van cuatro veces en quince meses- las expectativas de crecimiento. Una reducción del ritmo de desarrollo de 18 de las economías más importantes tanto para 2016 como para 2017. A nivel global, una caída de dos décimas en el PIB de 2016, casi un 6% inferior a la estimación de enero, y de una décima en 2017. Para España supone un ajuste de una décima del PIB.

De este análisis podemos sacar varias conclusiones. La Eurozona (-0,2%) y Japón, embarcados en enormes programas de estímulo monetario, vuelven a sorprender a la baja, especialmente Japón (-0,5% en 2016 y -0,4% en 2017). Los petroestados, especialmente Rusia (-0,8%) y Nigeria (-1,8%), vuelven a ver sus estimaciones reducidas a pesar de las devaluaciones y estabilización de las materias primas. Brasil no solo profundiza su recesión estimada a -3,8% sino que el FMI espera cero crecimiento en 2017.

Pero si algo sorprende es que el FMI aumente sus expectativas de crecimiento en China en dos décimas, algo que contrasta con los indicadores adelantados para el gigante asiático, y que yo pondría en duda porque si hay un país donde el organismo internacional ha tenido que reducir más y con mayor rapidez sus estimaciones, ese es China. El FMI ha recortado sus previsiones de crecimiento de China a la mitad desde 2010 (“Cooling Dragon” WSJ). Me da la impresión de que intentan ajustarse a unas guías gubernamentales que ignoran los desequilibrios en cuanto a su moneda –y su más que previsible devaluación- y su alto endeudamiento –que casi se ha duplicado desde 2006 y ya supera el 230%-, y eso nunca es bueno.

El economista Ned Davis explicaba en uno de sus libros que la media de acierto de los organismos internacionales en sus expectativas es del 26% y, lo que es más importante, que tienen un sesgo alcista histórico, es decir, suelen errar por optimistas, no por prudentes.

Este gráfico, cortesía de Tyler Durden, es muy revelador y muestra como esas previsiones simplemente se van variando sin corregir el error de la esperanza de la expansión posterior.

 

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Esta es la evidencia del pésimo resultado de la política global de represión financiera, bajar tipos y aumentar la masa monetaria con el quimérico objetivo de “relanzar el crecimiento y aumentar la inflación”. La excusa de que sin ella “hubiera sido peor” es ya irrisoria tras años de implementar políticas expansivas. Una cosa es ajustar previsiones una vez, pase, pero no dieciséis desde 2009, y con una media de 15-20% de error.

Pero lo más importante no es solo el pobre crecimiento, es la enorme burbuja de deuda creada para tan desastroso resultado. Es que ese decepcionante crecimiento global viene con un aumento del endeudamiento de más de 57 billones de dólares a nivel global.

 

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Se pueden extraer muchas conclusiones interesantes sobre las expectativas de los organismos internacionales, y la más importante es que este recorte no es el final, sino otro más de una larga cadena que ha analizado de manera excesivamente optimista la labor de los bancos centrales a la hora de estimular el crecimiento.

No todo es negativo, lo que más nos interesa a nosotros, como españoles, es que tienden a sobreestimar el efecto de la política monetaria e infraestimar las reformas estructurales. Es una evidencia, al ver los errores, de más del 70%, en expectativas de Japón, por ejemplo, y sin embargo en el caso español o irlandés se mejoraron las expectativas iniciales.

Pero si algo nos queda claro de este proceso, es que el crecimiento global está rompiendo la tendencia histórica con respecto a su potencial y además ocurre de manera muy rápida y extendida a la mayor parte de los países. Por lo tanto, acudir a mayores medidas de represión financiera y seguir alimentando la bola de deuda de los estados deficitarios y los sectores de baja productividad no solo da retornos disminuyentes, sino que empiezan a evidenciar que son mayores los riesgos que los supuestos beneficios.

Intentar solucionar un problema claro de crecimiento global replicando los errores de China y Brasil o desde la fórmula que nos envía de cabeza a la estanflación –el llamado helicóptero monetario- no va a resultar. Pero sobre todo, ya debemos ser conscientes del peligro que supone alimentar aún más la bola de deuda. Porque si seguimos empeorando la capacidad de repago, con menor crecimiento y menos renta disponible, mientras mantenemos tipos de interés desconectados del riesgo real, no habrá banco central que disfrace el pinchazo de esa burbuja. Y ocurre. Incentivar al riesgo con la promesa de que pase lo que pase te rescatará el banco central tiene un problema. No ocurre. Pero entonces ya habrá alguien que, desde su despacho, diga que la culpa fue de “excesivo riesgo privado”. O de “regulación”. Y pedirá otro plan de estímulo.

 

Publicado en El Español, 13 de abril de 2016.

La japonización de Europa: los tipos negativos hunden a la banca

El pasado sábado un joven lector me comentaba que estaba convencido de que los bancos se benefician de los tipos de interés negativos. “El BCE les paga por prestar”, me decía. “Es un chollo”. Mi lector se sorprendía al ver que los bancos caían en bolsa junto con el anuncio de una bajada de tipos y aumento del programa de recompras.

La realidad es que los tipos artificialmente bajos hunden los beneficios de la banca y, lo que es peor, la capacidad de la misma de sanearse y recapitalizarse.

El “efecto positivo” de que el BCE ofrezca un interés negativo por tomar liquidez (mal llamado “que te pague por prestar”) no llega a 17 puntos básicos en el margen neto de los bancos (NIM, Net Income Margin). Sin embargo, el efecto negativo de la erosión de márgenes por prestar a tipos artificialmente bajos supera los 89 puntos básicos, según Mediobanca y Morgan Stanley, alcanzando una caída de beneficios de hasta el 19% en media para la banca europea, con un aumento del riesgo de impago. Es normal, los tipos ultra-bajos incentivan invertir –y prestar- con mayor riesgo por menor rentabilidad. Con lo cual, se está buscando volver a crear una burbuja de crédito en sectores de riesgo.

Se está exigiendo a la banca prestar con unas condiciones que desincentivan a financiar la economía real pero sostienen a deuda soberana e inversión pública de dudosa rentabilidad. El propio presidente del Banco Popular, Ángel Ron, lo explicaba recientemente. “Las normas exigen mucho capital para dar crédito, sobre todo a las pymes, que son las que crean empleo. Esta situación hunde la rentabilidad de las entidades y así no es posible atraer el dinero de los inversores que, por otro lado, necesitamos para elevar el capital y el crédito”.

Vean el evidente impacto de la eterna bajada de tipos de interés en Japón en el gráfico cortesía de Morgan Stanley. Como Europa, tras el pinchazo de una burbuja inmobiliaria y de crédito fácil, se acudió a medidas de política monetaria. Seis planes de estímulo, el QE actual es el séptimo, bajadas de tipos –más de 500- y acudir al endeudamiento masivo. Hoy, tras más de dos décadas de crecimiento casi inexistente, la deuda pública supera el 200% del PIB y la subvención encubierta de los tipos bajos ha llevado a dos décadas de caídas de márgenes de los bancos y el estancamiento de la economía. La zombificación de la economía por el incentivo perverso de evitar la caída o quiebra de los sectores ineficientes, sobreendeudados y de baja productividad.

 

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No es lo que busca el BCE, pero es lo que siempre ocurre. Es el problema de estas medidas, siempre se repite el “esta vez es distinto”. Pero Europa y Japón no tienen estructuras muy diferentes. Una población envejecida, unos sectores público y cercanos al gobierno endeudados y de baja productividad, y un aumento constante del esfuerzo fiscal para mantener a esos dinosaurios.

Los tipos artificialmente bajos “zombifican” la economía. Se perpetúan los sectores de baja productividad y se incentiva al sobreendeudamiento, creando una mala asignación de capital generada -sin querer, espero- por los incentivos perversos de sostener el exceso de endeudamiento de estados y la incorrecta asunción de que la solución es aumentar masivamente el crédito tras el pinchazo de una burbuja.

El otro gran peligro de esa zombificación es el aumento de préstamos de difícil cobro encubiertos. Con la eterna refinanciación de sectores de baja productividad, cualquier cambio -por pequeño que sea- del ciclo económico aumenta el riesgo de impago. En los últimos ocho años la deuda global ha aumentado en más de $57 billones y la capacidad de repago se ha reducido a niveles de 2006, según Moody´s.

Forzar el crédito bajando los tipos de interés puede parecer un mal menor. Al fin y al cabo “el banco central sigue apoyando y aunque los márgenes bajen aún hay rentabilidad”, pero es un error. Porque el coste de capital medio -contra el que se mide la rentabilidad de la inversión- no baja tan rápido como el tipo de interés. Al aumentar el endeudamiento medio pero reducir la productividad y perpetuar los sectores zombies “mientras se recupera” la economía, se aumenta la fragilidad del sistema y se reduce el crecimiento potencial. Si encima se “solventa” cargando de tributos a los sectores de alta productividad, no solo no se cambia el patrón de crecimiento, sino que se subvenciona repetir los errores del pasado.

El error de muchos economistas es no cuestionar la medida, crear dinero de la nada y manipular su coste, sino el mecanismo. Y ese error lleva a que se propongan cada vez mecanismos más alucinantes y con peores resultados, como el helicóptero monetario y la mal llamada “teoría moderna monetaria” que es la más antigua del mundo, el inflacionismo. Ni mejora el consumo ni rescata a las familias ni soluciona problemas de productividad. Esconde desequilibrios acentuándolos. Porque el banco central no “regala” dinero. Los bienes y servicios de la economía son los mismos. El que piensa que regala algo debería ver que simplemente está dividiendo la misma riqueza existente en más partes. No la crea.

Al final, la política monetaria es solo una herramienta para solucionar problemas puntuales de emergencia. Cuando se convierte en una excusa para sostener al improductivo a costa del que genera riqueza, el resultado es el mismo de siempre. Y no se solventa con más liquidez y tipos más bajos.

 

Publicado en El Español, 11 de abril de 2016.

VIDEO: Presentación La Pizarra de Daniel Lacalle

 

El pasado 6 de Abril de 2016 en Madrid tuvo lugar la presentación del libro «La Pizarra de Daniel Lacalle», un libro que presenta las 10 reformas estructurales que el economista liberal Daniel Lacalle considera necesarias en España.

A la presentación han acompañado al autor Cristina Cifuentes, Presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid y María del Pino Calvo-Sotelo, Presidenta de la Fundación Rafael del Pino.
Hablamos? tuvo el placer de asistir a dicha presentación en la Fundación Rafael del Pino, por lo que adjuntamos el vídeo y las fotografías del evento.

Gracias a Canal Hablamos? por el vídeo y la galería de fotos del evento que se pueden ver aquí.

El déficit y los chocolates del loro

“No pienso recortar de mis colegios y de mis hospitales”, comentaba Susana Díaz al anunciarse la desviación presupuestaria que ha hecho que España incumpla el objetivo fijado. Lo curioso es que se justifica el exceso de déficit utilizando el subterfugio de la sanidad y la educación y el gasto en medicamentos por la hepatitis B.

Un momento. El gasto en hepatitis C ha sido de 1.000 millones de euros y el desajuste de 10.000. Algo no cuadra.

El coste de esta partida no puede ser una excusa para entrar en mayores déficits. Como cualquier país, si se da un coste extraordinario, se debe ajustar en otras partidas, no sumar y olvidar. En Reino Unido hay 200.000 pacientes y el coste total de financiarlo al 100% por la sanidad pública –que no es el caso- habría sido de 7.600 millones de euros, según Pharmaceutical Journal y la NHS. En España hay unos 24.600 pacientes que reciben 100% tratamiento público.

Y es que, como en 2011, se acude al subterfugio de la “educación y sanidad” para justificar la enorme cantidad de gastos innecesarios. En Andalucía, una de las comunidades que más ha recortado en sanidad y educación desde la crisis, el coste de la administración paralela, que engloba a 128 empresas, y 30.000 empleados públicos, supone casi 7.000 millones al año, incluyendo presupuestos de capital y transferencias de financiación (según los presupuestos de 2015 y analizados por Cornelia Cinna).

El problema de dividir en muchos “chocolates del loro”. Achacan el problema a la Seguridad Social y el Estado Central. El déficit de la Administración Central se redujo el año pasado un 21,8% hasta 28.966 millones de euros, el 2,68% del PIB, casi un punto menos que el año anterior e inferior al objetivo. El de la Seguridad Social es coyuntural porque la subida de gasto en pensiones ha sido del 3% con un aumento de las cotizaciones efectivas del 1,7%. Se soluciona creciendo y creando empleo con mayor intensidad. Mientras tanto, solo tres comunidades cumplen con el objetivo acordado. Y ojo, que no es un objetivo agresivo –los länder en Alemania no tienen derecho a déficit- sino de un 0,7% “del PIB”… es decir, que cada una gasta entre un 12% y un 25% más de lo que ingresa.

 

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Entre las regiones que superaron el límite del 0,7%, algunas lograron reducir el déficit, fundamentalmente La Rioja, Castilla-La Mancha, Andalucía, Baleares, Cantabria, Madrid y Murcia. Aragón y Navarra, con aumentos de tres y cuatro décimas, muestran que los gobiernos “del cambio” solo cambian para gastar más y peor, incluyendo embajada en Bruselas. Las enormes subidas de impuestos solo llevan a incrementar los desequilibrios.

Cataluña volvió a ser la Comunidad con mayor déficit (2,7% de su PIB), seguida de Valencia, otro ejemplo del “cambio” que paga usted, con un 2,51%. Cantabria que subió los impuestos diciendo que “es menos que un café” se ha gastado el café y se ha endeudado para pagar el zumo y las tostadas.

Pero lo fácil es decir que hay que centralizarlo todo. No.

El problema del déficit de las comunidades autónomas es diferente, y no es porque existan modelos gubernamentales regionales. Los ingresos crecieron con fuerza, más del 3,9%, y el primer dato positivo en tres años, pero los gastos se dispararon al mayor ritmo desde 2009.

Los gastos no se adecúan a los ingresos, sino que cuando suben dichos ingresos se disparan aún más los gastos, agrandando el déficit estructural. El gráfico cortesía de Ramón Diez Guijarro es muy evidente. Con la pérdida de los ingresos extraordinarios que generaba la burbuja inmobiliaria, cuantificados en 40.000 millones, no solo no se ha reducido el gasto burocrático a la situación pre-burbuja, sino que se ha aumentado. Los gastos siguen adecuados a unas expectativas de ingresos que son simplemente imposibles en diecisiete entes cuyo tejido empresarial son sobre todo pymes de las cuales, según el FMI, más de la mitad continúan en pérdidas.

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Además, el sistema del Fondo de Liquidez Autonómica se ha convertido en algunos casos en un incentivo perverso por el cual se beneficia el que más incumple, puesto que el estado rescata con condiciones muy benignas. Lo ha alertado Moody´s y la Comisión Europea.

La exigencia de un acuerdo de no disponibilidad de créditos, condiciones adicionales, penalización por incumplimiento del plazo máximo de pago a proveedores, y solicitud de Plan Económico Financiero y vigilancia del presupuesto de 2016 se convierten en males menores comparado con la ventaja relativa –para algunos gobiernos y su estructura- de perpetuar los desequilibrios.

El modelo autonómico tiene ventajas indudables, tanto en cercanía a los ciudadanos como en fuente de promoción de las características únicas y especiales de esa región. La fiscalidad debe estar más cerca del ciudadano que la paga, pero no para “armonizar” subiendo tributos en todas las comunidades solo para sostener el entramado burocrático. El País Vasco cumple con el déficit, tiene mejor fiscalidad y menor paro. Y sin embargo, lo que “el cambio” busca es lo contrario, atacar con una fiscalidad confiscatoria para encima aumentar el déficit y reducir el crecimiento potencial.

El modelo autonómico no debe ser una excusa para que siempre paguen los mismos y cobren los de siempre, y echar la culpa al enemigo exterior. Una cosa es la solidaridad y otra la donación. Necesita revisarse a un modelo que atrae inversión y empresas, con competencia fiscal y servicios de calidad, no observatorios y administraciones paralelas. En el que cada comunidad busque crecer como los mejores, no compararse con los peores.

¿Se imaginan una empresa donde todas las divisiones fueran deficitarias? Exacto. Insostenible.

 

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Es vergonzoso que los mismos que dejaron un déficit oculto de 30.000 millones digan que la mayor parte del incumplimiento de 2015 viene de “una bajada del IRPF electoralista e insostenible del IRPF”. Llamar electoralista a devolver parte del esfuerzo a los ciudadanos que salvaron el país de la quiebra tras el despilfarro es un insulto a familias y trabajadores. Viene de volver a tirar de gasto a la mínima indicación de crecimiento.

Lo que más me preocupa de las cifras de déficit es la constatación de lo que llevo diciendo desde hace tiempo. Las coaliciones de perdedores solo se ponen de acuerdo en gastar y subir impuestos, y es casi imposible garantizar la responsabilidad presupuestaria en gobiernos en minoría. Pero nos dice más. Si queremos que el estado de bienestar no caiga junto a los gastos de época de burbuja cuando haya un shock de deuda, tenemos que trabajar ya, y exigir como ciudadanos, que los gobiernos, estatal y regionales, no lo pongan en peligro. Y está ocurriendo.

Publicado en El Español, 7 de abril de 2016.