El déficit y los chocolates del loro

“No pienso recortar de mis colegios y de mis hospitales”, comentaba Susana Díaz al anunciarse la desviación presupuestaria que ha hecho que España incumpla el objetivo fijado. Lo curioso es que se justifica el exceso de déficit utilizando el subterfugio de la sanidad y la educación y el gasto en medicamentos por la hepatitis B.

Un momento. El gasto en hepatitis C ha sido de 1.000 millones de euros y el desajuste de 10.000. Algo no cuadra.

El coste de esta partida no puede ser una excusa para entrar en mayores déficits. Como cualquier país, si se da un coste extraordinario, se debe ajustar en otras partidas, no sumar y olvidar. En Reino Unido hay 200.000 pacientes y el coste total de financiarlo al 100% por la sanidad pública –que no es el caso- habría sido de 7.600 millones de euros, según Pharmaceutical Journal y la NHS. En España hay unos 24.600 pacientes que reciben 100% tratamiento público.

Y es que, como en 2011, se acude al subterfugio de la “educación y sanidad” para justificar la enorme cantidad de gastos innecesarios. En Andalucía, una de las comunidades que más ha recortado en sanidad y educación desde la crisis, el coste de la administración paralela, que engloba a 128 empresas, y 30.000 empleados públicos, supone casi 7.000 millones al año, incluyendo presupuestos de capital y transferencias de financiación (según los presupuestos de 2015 y analizados por Cornelia Cinna).

El problema de dividir en muchos “chocolates del loro”. Achacan el problema a la Seguridad Social y el Estado Central. El déficit de la Administración Central se redujo el año pasado un 21,8% hasta 28.966 millones de euros, el 2,68% del PIB, casi un punto menos que el año anterior e inferior al objetivo. El de la Seguridad Social es coyuntural porque la subida de gasto en pensiones ha sido del 3% con un aumento de las cotizaciones efectivas del 1,7%. Se soluciona creciendo y creando empleo con mayor intensidad. Mientras tanto, solo tres comunidades cumplen con el objetivo acordado. Y ojo, que no es un objetivo agresivo –los länder en Alemania no tienen derecho a déficit- sino de un 0,7% “del PIB”… es decir, que cada una gasta entre un 12% y un 25% más de lo que ingresa.

 

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Entre las regiones que superaron el límite del 0,7%, algunas lograron reducir el déficit, fundamentalmente La Rioja, Castilla-La Mancha, Andalucía, Baleares, Cantabria, Madrid y Murcia. Aragón y Navarra, con aumentos de tres y cuatro décimas, muestran que los gobiernos “del cambio” solo cambian para gastar más y peor, incluyendo embajada en Bruselas. Las enormes subidas de impuestos solo llevan a incrementar los desequilibrios.

Cataluña volvió a ser la Comunidad con mayor déficit (2,7% de su PIB), seguida de Valencia, otro ejemplo del “cambio” que paga usted, con un 2,51%. Cantabria que subió los impuestos diciendo que “es menos que un café” se ha gastado el café y se ha endeudado para pagar el zumo y las tostadas.

Pero lo fácil es decir que hay que centralizarlo todo. No.

El problema del déficit de las comunidades autónomas es diferente, y no es porque existan modelos gubernamentales regionales. Los ingresos crecieron con fuerza, más del 3,9%, y el primer dato positivo en tres años, pero los gastos se dispararon al mayor ritmo desde 2009.

Los gastos no se adecúan a los ingresos, sino que cuando suben dichos ingresos se disparan aún más los gastos, agrandando el déficit estructural. El gráfico cortesía de Ramón Diez Guijarro es muy evidente. Con la pérdida de los ingresos extraordinarios que generaba la burbuja inmobiliaria, cuantificados en 40.000 millones, no solo no se ha reducido el gasto burocrático a la situación pre-burbuja, sino que se ha aumentado. Los gastos siguen adecuados a unas expectativas de ingresos que son simplemente imposibles en diecisiete entes cuyo tejido empresarial son sobre todo pymes de las cuales, según el FMI, más de la mitad continúan en pérdidas.

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Además, el sistema del Fondo de Liquidez Autonómica se ha convertido en algunos casos en un incentivo perverso por el cual se beneficia el que más incumple, puesto que el estado rescata con condiciones muy benignas. Lo ha alertado Moody´s y la Comisión Europea.

La exigencia de un acuerdo de no disponibilidad de créditos, condiciones adicionales, penalización por incumplimiento del plazo máximo de pago a proveedores, y solicitud de Plan Económico Financiero y vigilancia del presupuesto de 2016 se convierten en males menores comparado con la ventaja relativa –para algunos gobiernos y su estructura- de perpetuar los desequilibrios.

El modelo autonómico tiene ventajas indudables, tanto en cercanía a los ciudadanos como en fuente de promoción de las características únicas y especiales de esa región. La fiscalidad debe estar más cerca del ciudadano que la paga, pero no para “armonizar” subiendo tributos en todas las comunidades solo para sostener el entramado burocrático. El País Vasco cumple con el déficit, tiene mejor fiscalidad y menor paro. Y sin embargo, lo que “el cambio” busca es lo contrario, atacar con una fiscalidad confiscatoria para encima aumentar el déficit y reducir el crecimiento potencial.

El modelo autonómico no debe ser una excusa para que siempre paguen los mismos y cobren los de siempre, y echar la culpa al enemigo exterior. Una cosa es la solidaridad y otra la donación. Necesita revisarse a un modelo que atrae inversión y empresas, con competencia fiscal y servicios de calidad, no observatorios y administraciones paralelas. En el que cada comunidad busque crecer como los mejores, no compararse con los peores.

¿Se imaginan una empresa donde todas las divisiones fueran deficitarias? Exacto. Insostenible.

 

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Es vergonzoso que los mismos que dejaron un déficit oculto de 30.000 millones digan que la mayor parte del incumplimiento de 2015 viene de “una bajada del IRPF electoralista e insostenible del IRPF”. Llamar electoralista a devolver parte del esfuerzo a los ciudadanos que salvaron el país de la quiebra tras el despilfarro es un insulto a familias y trabajadores. Viene de volver a tirar de gasto a la mínima indicación de crecimiento.

Lo que más me preocupa de las cifras de déficit es la constatación de lo que llevo diciendo desde hace tiempo. Las coaliciones de perdedores solo se ponen de acuerdo en gastar y subir impuestos, y es casi imposible garantizar la responsabilidad presupuestaria en gobiernos en minoría. Pero nos dice más. Si queremos que el estado de bienestar no caiga junto a los gastos de época de burbuja cuando haya un shock de deuda, tenemos que trabajar ya, y exigir como ciudadanos, que los gobiernos, estatal y regionales, no lo pongan en peligro. Y está ocurriendo.

Publicado en El Español, 7 de abril de 2016.

Por qué no se quiere acabar con el paro

Los datos de empleo de marzo muestran, como llevan indicando desde enero, luces y sombras. No se pueden considerar malas cifras cuando se registra el tercer mejor marzo desde 1996, se reduce el paro desestacionalizado, y cae en todas las comunidades autónomas y en todos los sectores. La afiliación a la Seguridad Social aumentó en marzo en 138.086 personas que hay que comparar con una mejora de 60.579 en marzo de 2015. En términos desestacionalizados, la creación de empleo, 59.161 puestos de trabajo, es la más intensa en 11 meses.

Adicionalmente, el empleo indefinido crece un 4,5% con respecto al último marzo y el paro juvenil se reduce un 11,1%, dos elementos esenciales en la mejora del mercado de trabajo. En términos interanuales, la reducción del paro es de un 8,02%, casi el triple comparado con el crecimiento de la economía.

Sin embargo también se deben reconocer los elementos de ralentización. Comparado con marzo de 2015, se reduce el ritmo de aumento de la afiliación y de reducción de paro. Las altas en la Seguridad Social son especialmente importantes por la correlación, como indicador adelantado, con el crecimiento de la economía. Nos mostraría que la economía está reflejando claramente el impacto de la incertidumbre política, con un crecimiento estimado del 0,6-0,7% a nivel trimestral comparado con el 0,8% anterior.

POLÍTICAS QUE NO FUNCIONAN

Pero lo más preocupante de los datos de desempleo es que las propuestas que se ponen encima de la mesa por parte de la mayoría del arco parlamentario van en el sentido contrario al de mejorar el mercado de trabajo. ¿Por qué? Por los incentivos perversos que se dan cuando muchos se benefician de los gastos que genera el desempleo. Se acude al argumento de la precariedad y la temporalidad, cuando eran más altos en 2007 que hoy, para aumentar el dirigismo ineficiente.

El empresario español no es un multimillonario subido en un jet a Panamá.
Desde los agentes sociales que reciben enormes subvenciones por los cursos de formación a las administraciones públicas que exigen “más fondos” para “políticas activas de empleo”, mientras aumentan trabas burocráticas y suben impuestos a los creadores de empleo, el paro se convierte en una excusa política y un arma arrojadiza. Todos dicen tener como principal objetivo la reducción del desempleo pero la realidad es que la media de paro ya años antes de entrar en el euro era del 18% -con lo cual la excusa de la política monetaria y las devaluaciones competitivas es un cuento-. Es un hecho también que desde la rigidez, asistencialismo e intervencionismo no se ha conseguido reducir el paro. Tras treinta y cinco años de dichas políticas y miles de millones gastados, Andalucía sigue siendo campeona en paro y desequilibrios. No solo no ha cambiado su patrón de crecimiento sino que perpetúa uno obsoleto. Solo crea clientelismo. Tal vez eso es lo que persigue.

Es curioso que quienes han gobernado 22 años España y 35 Andalucía nos prometan la fórmula mágica para acabar con el paro con las mismas medidas que aplicaron entonces.

MODELO EMPRESARIAL

Y es que el gran problema del paro en España se encuentra en que varias formaciones políticas ignoran la realidad de la empresa española y de la fiscalidad y administración entorpecedora. El empresario español no es un multimillonario subido en un jet a Panamá. La mayoría, un 90%, son pymes, de hecho son microempresas. Más de un millón de microempresas, alrededor de 100.000 pequeñas y poco más de 4.100 grandes empresas. Con las cuotas sociales más altas de la OCDE y el tsunami burocrático al que muchas comunidades autónomas someten a autónomos y pymes, esa pobre transición a gran empresa parece que se saboteara desde las administraciones, aunque fuera de forma inconsciente –espero-. España sigue siendo el país de Europa con las cotizaciones a la Seguridad Social más altas, con más del 28%, sólo por detrás de Italia y Portugal. En los países líderes de la UE y la OCDE, las cotizaciones fluctúan entre un 15% y el 20%.

Macron propone una reforma laboral similar a la española, que aquí quieren derogar
Mientras en la OCDE la media de gasto en políticas activas de empleo no alcanzaba el 0,6% del PIB, en EEUU no llegaba al 0,15%, en la Unión Europea es de más del 1% y en España supera el 0,9%. Países que gastan mucho menos en dichas políticas o las dedican a reducir impuestos tienen la mitad de desempleo que la Unión Europea y una fracción del español.

Si gastar en políticas de empleo fuese la solución, la Unión Europea sería campeona mundial del trabajo, no reina de la OCDE de paro.

Reino Unido ha creado más puestos de trabajo en cuatro años que toda la Unión Europea junta, y, sin embargo, ¿a qué modelo queremos equiparar nuestro mercado de trabajo?. Al dirigista francés, que no solo no ha mejorado la temporalidad ni el desempleo juvenil en sus fronteras, sino que además el propio ministro Macron propone una reforma laboral similar a la española, que aquí quieren derogar.

FLEXIBILIDAD DANESA

Países como Reino Unido o Irlanda tienen mercados laborales más flexibles y más parecidos al de Estados Unidos, y bajo desempleo. Dinamarca y Holanda son países con elevadas prestaciones por desempleo, pero flexibilidad total. No solo el coste de contratación y las cuotas sociales son muy inferiores. El despido en Dinamarca es prácticamente gratis en casi todos los casos y el salario mínimo interprofesional no se impone por ley. Estos países coinciden en contar con altos índices de Libertad Económica y Facilidad para Crear Empresas. De hecho, los países con menores niveles de paro se encuentran entre los 10-20 mejores de esos ránkings. Y lo siento mucho, pero el pacto PSOE-Ciudadanos, que incorpora como “objetivo” mejorar en la facilidad para crear empresas, no lo va a conseguir aumentando impuestos eliminando deducciones y creando nuevos, subiendo cuotas al 90% de los autónomos, ni creando observatorios de “los salarios” y “competitividad”.

Un sistema de incentivos incorrecto lleva a que la tasa natural de desempleo suba y no mejore el paro. Y en un país que lleva décadas con récords de desempleo implementando el dirigismo y aumentando esfuerzo fiscal y trabas burocráticas, no lo va a reducir volviendo a implementar las mismas medidas. Necesitamos muchas más empresas y mucho más grandes. Eso no lo va a decidir un comité ni un círculo de politólogos. Acabar con el paro pasa por eliminar los incentivos económicos para que se perpetúe.

 

Publicado en El Español, el 5 de abril de 2016.

El helicóptero monetario también fallará

La promesa de crecimiento de los bancos centrales se desvanece. La idea de que la política monetaria iba a suplir problemas estructurales era muy atractiva. Tendemos siempre a pensar que los Reyes Magos, sea el gobierno de turno o un ente muy grande y muy poderoso, como un banco central, puede resolver desequilibrios generados durante años. Y no ocurre.

El Banco Central Europeo ha aumentado sus estímulos a 80.000 millones de euros mensuales y bajado de nuevo los tipos y el índice de sentimiento económico de la Comisión Europea (ISE) ha caído en marzo por tercer mes consecutivo hasta mínimos de más de un año. Eso sí, la inflación subyacente ha subido en marzo de 0,8% a 1%. Enhorabuena, aumentar el balance del banco central en casi 800.000 millones de euros para ver un repunte insignificante de la inflación subyacente. Y es que la represión financiera, devaluar y bajar tipos, unida a las subidas de esfuerzo fiscal, comprimen la demanda y afectan al crecimiento potencial por atacar el ahorro y el consumo a la vez. No solo no hay un problema de liquidez, ya que la liquidez excedentaria supera los 700.000 millones desde los 125.000 registrados cuando se lanzó el plan de estímulos, sino que las expectativas de crecimiento e inflación de consenso para 2016 y 2017 se han revisado a la baja, de nuevo, en marzo.

En un informe reciente, el fondo de inversión Pictet mostraba lo que llama “saturación de estímulos”. Tras más de 27 billones de dólares de expansión monetaria de los principales bancos centrales, y decenas de bajadas de tipos de interés, el mundo no solo no ha reducido su problema de endeudamiento. Lo ha aumentado. La deuda total, pública y privada, de las principales economías, ha aumentado en más de 57 billones de dólares, liderada por un aumento anual del 9% de la deuda pública. Los tipos bajos, además, han perpetuado el gasto corriente y la zombificación de sectores con sobrecapacidad.

Si analizamos la evolución de la velocidad del dinero -que mide la actividad económica-, es evidente que la trampa de la liquidez no ha generado un aumento de la inversión productiva. Incluso si usamos la cifra de inversión -capex-, según Standard and Poor´s, cayó un 10% en 2015 y no crece desde 2008. De hecho, caería a niveles de 2006 en términos reales el año que viene según sus estimaciones.

Los tipos bajos, además, han perpetuado el gasto corriente y la zombificación de sectores con sobrecapacidad
Debemos plantearnos por qué los tipos bajos y más de 26 bancos centrales llevando a cabo medidas expansivas no generan ni mejora del crecimiento global -se ha revisado a la baja todos los años desde 2009- ni inversión productiva. Las empresas saben por qué. No hay demanda de crédito solvente -al menos no en la cantidad en la que se aumenta la masa monetaria por parte de los bancos centrales- porque ellas ven las oportunidades reales en el día a día y saben que no son tantas. No hay más que ver la pobre recepción que ha tenido el famoso Plan Juncker. Ni un 5% de las cantidades estimadas se han comprometido.

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La respuesta es que el problema nunca ha sido de liquidez ni de necesidad de estímulos, sino de exceso de capacidad y represión financiera. La cuestionable lógica puntual cuando se generó una anomalía por el miedo a un colapso del crédito se disipa tras ocho años de exceso monetario. Los estímulos se han convertido en perpetuos y en máquinas de generar burbujas. Mientras la rentabilidad exigida a bonos de altísimo riesgo está a mínimos de 30 años, el exceso de capacidad industrial productiva se sitúa en un 20% en los países desarrollados, pero alcanza entre un 30% y un 40% en economías aparentemente crecientes como China. Lo hemos visto en Brasil, un aumento de deuda de más de un billón de dólares desde 2010 para acabar entrando en una enorme recesión, con un decrecimiento neto del PIB real. Hoy, los países desarrollados han estimulado vía gasto en emergentes esa misma inversión en elefantes blancos improductivos que nos ha dejado estancamiento y crecimiento muy por debajo de la media en nuestros países.

El problema ante esta situación es que muchos no critican la medida, sino el método. Y ahora lo que proponen es el “helicóptero monetario” como medida “no convencional”. Es curioso, porque es la medida más convencional de la historia. Aumentar la masa monetaria para financiar a estados deficitarios y sectores endeudados para que gasten -ya que el malvado sector privado no invierte-.

Pero el sector privado no es que no invierta porque es tonto o malvado, o que los bancos no quieran prestar, están deseando hacerlo, sino porque no encuentra oportunidades suficientes, desde luego no en la cantidad aleatoria que un comité en un banco central decide. Cuando Draghi lanzó el programa de 60.000 millones de euros mensuales yo le pregunté a un miembro del BCE en la CNBC “¿Para qué? ¿Qué sectores han analizado que necesiten 720.000 millones de euros anuales de nuevo crédito?”. La respuesta, como pueden imaginar fue el silencio.

El helicóptero monetario parece una buena idea hasta que se pone en práctica
Pero… ¿No invierte? Claro que lo hace, solo que no lo hace a lo que algunos economistas llaman “ritmo normalizado”… ¿Y cuál es ese ritmo normalizado? Oh, sorpresa, el del periodo de la burbuja. El de 2004 a 2008. Porque eso es lo que queremos estimular, otra gran burbuja.

El helicóptero monetario parece una buena idea hasta que se pone en práctica. Ya que los bancos -malos, ellos- no prestan, y el sector privado no invierte, que lo haga el Estado y que se imprima para dar dinero “a las familias”. El problema es que usted no va a recibir un cheque, ya que puede decidir ahorrarlo, malvado usted, o peor, repagar deuda. Se lo gasta por usted el Estado que no tiene mejor y más detallada información sobre cuáles son las áreas donde invertir, y sin embargo sí tiene el incentivo perverso de gastar en sectores de baja productividad y obsoletos porque a) dan más oportunidades de inaugurar “cosas” y b) lo paga usted en mayores impuestos cuando se dispara el déficit. Que se dispara porque se elimina el riesgo de malgastar. No soluciona ni los problemas de productividad ni la competitividad de la economía, pero incentiva el clientelismo en sectores afines al poder.

Y es que el helicóptero monetario no deja de ser la misma subvención encubierta a los sectores endeudados e ineficientes, a costa del ahorrador y el eficiente, perpetuando la baja productividad, el clientelismo y el sobre-endeudamiento. Y, como tal, cuando se pone en marcha, se convierte en imposible de revertir. Porque es promover la mala asignación de capital, que si ya era pobre con tipos bajos es peor regando de dinero al gasto político vía elefantes blancos. La experiencia de la historia en políticas inflacionistas monetaristas muestran, unánimemente, que conducen a la estanflación.

No es que los bancos centrales se hayan quedado sin munición, es que la perdieron hace tiempo. Ya el QE2 y QE3 generaron mayores problemas de burbujas crediticias que mejoras en la economía real, y si algo funcionó en EEUU es su flexibilidad, baja bancarización y economía abierta, algo que brilla por su ausencia en Europa o Japón. Nunca ha sido cuestión de inyectar más dinero salido de la nada. El problema es de reformas estructurales, no de bazookas monetarios. Si seguimos incentivando la mala asignación de capital desde el dirigismo, conseguiremos el mismo resultado de siempre. Estancamiento y mayor deuda. Si no se recuperan las políticas de oferta, bajar impuestos para reactivar la economía y la renta disponible para mejorar el consumo, nos encaminamos a una crisis mucho más grave, puesto que no se va a poder disfrazar con gas de la risa monetario.

 

Publicado en El Español, 1 de abril de 2016.

Repitan conmigo. Gastando más no se reduce el déficit

Lo más gracioso de la noticia de que España ha incumplido el objetivo de déficit de 2015 es que se indignan los mismos que exigen relajar dicho déficit y gastar más en partidas corrientes. Los mismos que hablan de reducir el déficit gastando más se rasgan las vestiduras porque no se lo han gastado ellos. Siempre pasa lo mismo, en cuanto escuchamos que la economía crece, se descontrola el gasto. Un déficit del 5,24% creciendo casi el doble de lo estimado, supone una desviación de 9.000 millones de euros, de los que 1.000 se pueden considerar “no recurrentes”. Aun así, crecer más y gastar mucho más es, y ha sido, desde el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, nuestro problema.

España se adaptó inmediatamente a una burbuja que generaba unos 40.000 millones de euros anuales de ingresos extraordinarios y no repetibles, y pensando que duraría siempre, aumentó el gasto público más de un 48% entre 2004 y 2009. Y ahora, todos se excusan en el “chocolate del loro” para no recortar nada de esos gastos de burbuja. Y, desde entonces, llaman «austericidio» a una reducción de menos del 6%.

Luego le echaremos la culpa a Merkel, pero España lleva ocho años con una expansión fiscal superior a 600.000 millones de euros, incumpliendo el objetivo de déficit todos los años. Es cierto que ese déficit se ha reducido a la mitad, pero no es menos cierto que el problema es evidente. El incumplimiento llega fundamentalmente del gasto descontrolado de las Comunidades Autónomas, y eso es antes de contar las facturas periodificadas al año siguiente, y de la Seguridad Social. Canarias, Galicia y País Vasco han sido las únicas comunidades que han cumplido con el objetivo, con la mayoría elevando sus gastos hasta un 8%, especialmente las Comunidades del “Cambio” que de cambio tienen poco porque han vuelto a lo mismo de 2008. Todo ello demuestra que siempre es un problema de gasto. Suben los ingresos casi un 4% y se dispara el gasto el doble.

Lo peor de este dato es que los mismos que fingen defender el estado del bienestar lo van a hundir, manteniendo el bienestar del Estado. No hemos aprovechado la época de recuperación para hacer los deberes y, de hecho, al Gobierno se le achaca un modesto control presupuestario mientras todo el resto del arco parlamentario se entrega al unicornio de aumentar gastos corrientes “para crecer” y pensar que van a reducir el déficit aumentando impuestos. Si una subida impositiva como la que llevó a cabo el Gobierno ha llevado a que los gastos se aceleren aún más, toda mejora de la recaudación es inmediatamente sobrepasada por la voracidad gastadora de los reinos de Taifas, los observatorios, los comités, los entes improductivos y la administración paralela.

Y volverán a decir que es un problema de ingresos, que las empresas grandes pagan poco, etc. Y seguiremos agrandando el agujero por poner por delante el gasto burocrático en vez del crecimiento económico y el empleo. La media de error en estimaciones de ingresos por nuevos impuestos de los últimos diez años ha sido del 50%. Un estudio excelente de los profesores Carvalho y Alfonso de la Universidad de Lisboa muestra que gran parte de las subidas de impuestos de la Unión Europea vienen por estimaciones de ingresos optimistas y exageradas (Revenue Forecast Errors in the European Union, 2014).

La media de error (desviación estándar) en las estimaciones de ingresos en España ha sido de un 1% del PIB en el primer año y, atención, el 1,6% el segundo y el 1,8% el tercero. Un país donde en todos los años observados se ha producido una desviación real entre ingresos estimados y reales. El propio Banco Central Europeo lo alerta en su informe “Lecciones de las estimaciones fiscales”.

Sobre la “novedad” de “estimular la demanda interna desde más gasto público, existen muchos análisis sobre el efecto embudo de estos planes. El impacto positivo a corto disfraza los problemas estructurales y se convierte en mucho peor a medio plazo. Por supuesto que aumenta el PIB a corto plazo (el PIB, no lo olvidemos, también se aumenta gastando y endeudándose, aunque sea tirando el dinero por la ventana), pero el coste y deuda que deja detrás acaban paralizando la economía porque con ellos vienen las subidas de impuestos para cubrir los agujeros.

España se encamina a otro shock de deuda, que no va a cubrirse con la política monetaria, como hemos visto en Portugal y Grecia. Un arco parlamentario que promete gastos con nada y que piensa financiarlos con estimaciones de cuento de la lechera es una bomba de relojería que vamos a pagar todos. Mientras, como decíamos el lunes, los aristócratas del gasto público piensan que usted gana demasiado y ellos gastan demasiado poco.

La deuda nunca se ha reducido gastando más. Las subidas de impuestos que anuncian volverán a atacar a la creación de empleo y crecimiento potencial bajo el subterfugio de que “es un problema de ingresos”.

Mientras, los mismos que dejaron un déficit oculto de 30.000 millones de euros se alarman con el incumplimiento de déficit mientras piden aumentar en 25.000 millones de euros el gasto corriente. Mucho observatorio y mucha excusa “social” para aumentar el gasto burocrático. Y volver a ponernos al borde de la quiebra. Los mismos que duplicaron la deuda “porque hay margen” piensan que va a reducirse aumentando gasto corriente, algo que nunca ha sucedido. Y aumentan un déficit estructural que ya superaba el 3,5% del PIB. Pero encima poniendo escollos al crecimiento y el empleo.

Publicado en El Español, 1 de abril de 2016.