Aumentar el déficit dispararía la prima de riesgo

deficit 2015

Si existe un mito peligroso entre la clase política es el de pensar que la política del Banco Central Europeo puede enmascarar los desequilibrios estructurales eternamente.

La política monetaria no puede ser una justificación para extender y esconder problemas fiscales evidentes. El propio presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, repite constantemente que sin reformas estructurales la política monetaria no funciona. Y además ha comentado en muchas ocasiones que los estados deben ajustar sus cuentas reduciendo gastos superfluos y permitiendo bajadas de impuestos, no haciendo lo contrario. Una afirmación de la que se ha hecho eco la Comisión Europea.

No tenemos más que ver lo que ha ocurrido en Portugal. Desde que ha llegado la coalición de perdedores, la prima de riesgo de Portugal se ha disparado a 347 puntos básicos. Sube 132 puntos en desde la llegada del nuevo gobierno a pesar de que el BCE sigue comprando miles de millones de euros de activos mensuales. El gobierno portugués, referente de Pedro Sánchez, se encontró con un bono al 2,26% y ahora paga el 4% tras presentar su plan económico. En menos de 100 días.

El banco central puede enmascarar el riesgo a corto plazo, pero este vuelve a mostrarse con virulencia cuando la evidencia del deterioro es clara. Y suele ocurrir ante un periodo de refinanciaciones relevantes. La prima de riesgo de Portugal, España o Grecia, por ejemplo, se ha disparado a pesar de que el programa de recompras del BCE adquiere casi todos los bonos soberanos que emiten. ¿Por qué? El riesgo no se mide por la demanda actual, sino por la marginal. Cuando desaparece el interés de los agentes porque el deterioro de las cuentas previsto es demasiado alto, porque las políticas anunciadas se ven claramente como anti-crecimiento, no hay banco central que lo esconda.

Prima de riesgo

 

España tiene que refinanciar en 2016, incluido el sector privado, unos 400.000 millones de euros en 2016. De ellos, más de 230.000 millones en las administraciones públicas. La pérdida de la confianza, los mensajes populistas y las dudas sobre la ejecución presupuestaria afectarían de manera muy importante a la capacidad y coste de refinanciación.

Si la prima de riesgo se dispara por aumentar gastos corrientes en 25.000 millones, subir impuestos y retrasar el cumplimiento del déficit desde una coalición con partidos que luego piden hacer impago, le supondría a España un coste adicional equivalente a un 20% del gasto en Educación de un año, es decir, casi 10.000 millones de euros.

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Recordemos que España, gracias al proceso de moderación presupuestaria llevada a cabo y el compromiso con la reducción del déficit, ha conseguido pagar en 2015 menos cantidad por intereses de deuda sobre PIB que en 2007, a pesar de tener una deuda sobre PIB superior al 98% del PIB. La confianza y credibilidad es tanto o más importante que la política de un banco central.

De hecho, como se ha demostrado en Grecia, Argentina, Portugal y otros países, sin la confianza da igual la agresividad de la política monetaria.

Tengamos en cuenta que el riesgo de las propuestas publicadas recientemente viene de varios factores.

Primero, un aumento de gasto de 25.000 millones de euros destinado en su práctica totalidad a gasto corriente y, por tanto, que agranda el agujero del déficit estructural español que los organismos internacionales cifran en casi el 4% del PIB.

Pero … si el Estado gasta, aumenta la actividad económica y se produce un efecto multiplicador ¿no?. No. La falacia del multiplicador del gasto público se ha demostrado en muchos estudios (lean). En el historial de más de 44 países se demuestra que el efecto multiplicador es inexistente en economías abiertas, o altamente endeudadas.

Multiplier

Multiplier closedSegundo, unos aumentos de impuestos, sobre todo indirectos, que atacan al empleo y el crecimiento y afectan a Pymes y autónomos que suponen el 80% del empleo y valor añadido en España. La Federación de Asociaciones de Trabajadores Autónomos (ATA) ha denunciado que la iniciativa del partido socialista supondrá una subida importante de las cotizaciones, de las que se verán afectados el 80% de los trabajadores autónomos de España. El esfuerzo fiscal aumentaría para pymes y autónomos además de reducir la renta disponible de las familias con impuestos indirectos, reduciendo la capacidad marginal de consumo. Pero sobre todo, vuelve a empujar a que crezca una economía sumergida que habíamos conseguido reducir en más de dos puntos en estos cuatro años. Recaudar más no se hace subiendo impuestos, y ya llevamos décadas de error con esta política, que se ha corregido recientemente con resultados evidentes de mayor crecimiento e ingresos fiscales. Se recauda más con una fiscalidad no confiscatoria y orientada a mejorar la renta disponible de las familias y el crecimiento económico, como han hecho los países líderes de la Unión Europea y la OCDE. Bajar impuestos para crecer más y, con ello, recaudar más y mejor.

Tercero, la petición de relajar el déficit mientras se entra en coalición con partidos que proponen abiertamente el impago y la auditoría de la deuda es suicida. Agranda el agujero a la vez que aumenta la fragilidad y riesgo. Pero es que relajar la reducción de déficit, aunque sea desde propuestas más moderadas como la de Ciudadanos, es inasumible.

En España llevamos ya más de ocho años con una expansión fiscal superior a los 60.000 millones anuales, con años en los que llegó a superar los 100.000 millones de euros. El déficit acumulado entre 2008 y 2015 supera los 550.000 millones. “Relajar” la reducción del déficit es una política peligrosa que retrasa la urgente modernización y reforma de la economía, sobre todo cuando se introducen más medidas de intervención que ponen palos a las ruedas del crecimiento.

Todo este debate sobre retrasar la reducción del déficit es además peligroso porque ya partimos de un historial de incumplimientos y las propuestas de los partidos ignoran la historia y la estadística. El propio Banco Central Europeo lo alerta en su informe “Lecciones de las estimaciones fiscales”. Explica “los objetivos han sido sistemáticamente parciales como resultado de presentar planes irreales, políticamente motivados”. El incumplimiento de previsiones en España, según el BCE, ha sido prácticamente constante en la última década, hasta hace bien poco. Y no es “por la crisis”. Ya en 2006 analizaba el error sistemático en la presentación de objetivos por parte de la mayoría de los países de la Unión Europea.

Es importante entender que aumentar deuda puntualmente apalancando la economía cuando se apoya el crecimiento y se facilita la actividad económica puede ser positivo si la economía crece muy por encima del nivel de endeudamiento. Puntualmente, no casi una década. El problema es, como ocurre con los pactos de perdedores vistos en Europa, cuando se aumenta la deuda para inflar el gasto corriente, subiendo los impuestos y poniendo impedimentos adicionales a la creación de empresas y empleo. Se reduce el crecimiento potencial y se aplazan las reformas para aumentar la burocracia.

Volver a cometer el error de financiar desequilibrios estructurales de gasto corriente con déficit es dar la patada hacia delante contando con unos ingresos a todas luces optimistas que luego no se generan. Y con el riesgo de quiebra, inevitablemente, llegan mayores recortes. Luego le echaremos la culpa a “los mercados” o a Alemania, pero será nuestra.

Deficit La Razon

@larazon

Gracias a datosmacro.com y Javier Sevillano por los gráficos

¿Vuelve la crisis europea?

Cuando Mario Draghi lanzó su plan de recompra de activos publicamos un artículo en esta columna que explicaba que “el plan de Draghi no salvará a Europa”.

La tormenta perfecta de los últimos meses nos ha vuelto a demostrar que losbancos centrales no imprimen crecimiento y que enmascarar problemas estructurales con el gas de la risa monetario lleva a mayores problemas después.

A la acumulación de riesgo, incentivado por la represión financiera, se ha añadido a la saturación de deuda y la perpetuación de los sectores “zombies” a través de tipos bajos y refinanciaciones constantes.

Mientras tanto, los estados se han entregado a “el banco central apoya” pararetrasar reformas estructurales y, en algunos casos, empeorar su posición acudiendo a mayores déficits.

¿Qué nos demuestra este entorno?

  • El banco central puede enmascarar el riesgo a corto plazo pero a medio vuelve a mostrarse cuando la evidencia del deterioro es clara. La prima de riesgo de Portugal, por ejemplo, se dispara a más de 300 puntos básicos a pesar de que el Banco Central Europeo compra casi todos los bonos soberanos que emite. ¿Por qué? El riesgo no se mide por la demanda actual, sino por la marginal. Cuando desaparece el interés de los agentes privados porque el deterioro de las cuentas previsto es demasiado alto, no hay banco central que lo esconda.
  • El enorme peso de la banca, donde sus activos pesan más del 300% del PIB de Europa, hace que el deterioro progresivo de su cartera de préstamos –soberano, emergentes y los préstamos zombies a conglomerados locales medio quebrados- tenga un efecto dominó sobre la economía europea. Esa excesiva bancarización de la UE es un elemento diferenciador único de la crisis europea, promovido y defendido por muchos de los estados miembros que hacen todo lo posible por entorpecer el desarrollo de sistemas de financiación no bancarios. ¿Por qué? Porque sus bancos “fetiche”, sus campeones nacionales, son un brazo adicional del Estado y compran todos los bonos soberanos además de financiar los elefantes blancos del gobernante de turno. Para que se hagan una idea, en EEUU en el pico de la crisis los activos de la banca no llegaban al 80% del PIB.
  • La acumulación de riesgo promovida por la política de cero tipos de interés lleva a que la extrema fragilidad de las economías europeas genere un “shock” con muy pocos movimientos.

El enorme peso de la banca hace que el deterioro progresivo de su cartera de préstamos tenga un efecto dominó sobre la economía europea

Seamos conscientes de que las cosas no son tan peligrosas como antes.

El peso del sector inmobiliario en el balance de los bancos ha caído desde un máximo del 30% a un 10%.

La exposición a deuda soberana de los grandes bancos se ha reducido aunque sigue siendo muy relevante.

El ratio de capital de máxima calidad ha aumentado a un 10% de media.

Eso no evita la fragilidad. Porque los vasos comunicantes de riesgo soberano, déficits excesivos y saturación de deuda en un sistema bancario conscientemente hipertrofiado hace que, ante la acumulación de deuda, la más ligera pérdida de capacidad de repago hace que se ponga en riesgo todo el sistema. Sea por caída de expectativas de crecimiento, menor solvencia de emergentes y por la evidencia, como ha ocurrido en Italia, de que refinanciar zombis no soluciona nada a medio plazo.

Las bolsas se han desplomado ante el efecto dominó que llevamos comentando desde “la parada en seco de emergentes”, pasando porChina hasta la ralentización global por saturación de políticas expansivas.

Los agentes económicos, alarmados, se lanzan a pedir que el Banco Central Europeo “haga más”. Tipos negativos, 60.000 millones de recompras mensuales y 639.000 millones de liquidez excedentaria. ¿Ha fallado? Repetir.

El plan del BCE ha llevado a estados y agentes financieros a tomar aún más riesgos al bajar los tipos de interés a niveles ínfimos y al forzar el crédito, aunque no se haya solventado el problema de deuda europeo.

Europa tiene un problema de sobrecapacidad y exceso de deuda, no de falta de crédito, con un exceso de liquidez de 639.000 millones de euros que el propio BCE muestra en sus documentos. Intentar forzar el crédito no es la solución. Se repite el mantra de que hay un problema de concesión de préstamos y no de sobrecapacidad.

Permítanme afirmar, sin ningún género de duda, que lo que se anuncie en marzo –más madera- volverá a fracasar. El propio Draghi lleva diciéndolo hasta perder la voz. La herramienta de la política monetaria es completamente irrelevante si no se llevan a cabo reformas estructurales. La mayoría de los estados siguen rechazando llevar a cabo reformas de calado que devuelvan renta disponible a las familias, y se entregan, desde el populismo, a gastar más, poniendo mayores escollos al crecimiento real.

Permítanme afirmar, sin ningún género de duda, que lo que se anuncie en marzo volverá a fracasar. 

La crisis europea probablemente no se va a replicar porque se disfrazará con más liquidez. Pero será un cierre en falso. Y tratarán de cubrirlo con más gasto, elefantes blancos y planes “industriales” que volverán a acentuar la sobrecapacidad y el exceso de deuda. Aquí, en casa, piensan “solucionar” este problema con 25.000 millones más de gasto corriente. Brillante. Repetir 2008, con mucha dignidad.

La saturación de deuda y la sobrecapacidad siempre se niegan porque se achaca a un problema de “demanda”. Y no es así. Si, además, hemos estado apalancando el sistema a una recuperación que se convierte en ralentización global por exceso de estímulos, la fragilidad del sistema se dispara.

Las bolsas ya descuentan el peligro de una montaña de vencimientos y lo que antes era una oportunidad se convierte en miedo ante la imposibilidad de acotar la exposición a un riesgo que se acumula y que ha sobrepasado las expectativas. Lo comentábamos aquí, más de veinte billones en cuatro años y en enero ya avisaba del riesgo de 2016 “el año de los impagos”. El que piense que los bancos centrales y los estados con políticas expansivas y de gasto van a tapar este problema ignora, a sabiendas, que 26 bancos centrales bajaban tipos y aumentaban masa monetaria ya en 2015 y no han parado el deterioro. Lo han extendido.

Cuidado con esos gobiernos y economistas que están dispuestos a lanzarnos a todos, con mucha dignidad, a otro 2008.

… ya lo explicaba en 2014 en Life In The Financial Markets.

Life In The Financial

¿Qué pasa en la banca europea?

Uno de los instrumentos más utilizados por la banca europea en los últimos años para reforzar capital y diversificar fuentes de financiación han sido los llamados CoCos (lean aquí).

Se trata de bonos híbridos, a los que las agencias dan hasta un 50% de categoría de ‘equity’ (capital). La razón por la que tienen esa calificación es porque el inversor puede perder todo el cupón o una parte del principal -o todo- si el banco pierde su ratio de capital por debajo de un 7% o un 5%.

Estos bonos, de alto riesgo, se han emitido de manera generalizada y con enorme éxito en un mundo en el que los inversores buscaban rentabilidad ante la caída de tipos y en el que se asumía la fortaleza de los bancos y su saneamiento como ‘terminado’.

En 2011, la banca europea emitió 10.000 millones de dólares en estos productos con rentabilidades que llegaban al 10%. Parecía un negocio seguro y el riesgo de impago, mínimo.

La política de los bancos centrales y la represión financiera, de nuevo, llevaban a los inversores a tomar más riesgo por menor rentabilidad

En 2015 se emitieron más de 70.000 millones de dólares con rentabilidades que no sobrepasaban el 4%.

La política de los bancos centrales y la represión financiera, de nuevo, llevaban a los inversores a tomar más riesgo por menor rentabilidad.

Estos productos eran extremadamente populares porque pocos inversores pensaban que los bancos, que aumentaban capital de máxima calidad a un ritmo del 1% anual, llegaban sin problemas a la cifra de 10% y cumplían las exigencias de la Unión Europea. “¡Es un chollo! Un 4% por un bono de un banco que nunca va a bajar del 5% de capital y por tanto no hay riesgo de eliminar el cupón”, “es imposible que se pierda el principal”, escuché en varias ocasiones.

“Imposible” y “sin riesgo” con los tipos a cero y la inflación cayendo. Pues no.

Unos bonos que pueden perder todo su valor en una crisis y que ‘solo’ daban un 4% de rentabilidad porque los tipos bajan a cero. En fin. Gracias, bancos centrales.

Las alarmas saltaban esta semana cuando los seguros de impago de los bancos, especialmente europeos, se disparaban. Varios factores que hemos comentado en esta columna:

El comunicado de Deutsche Bank de ayer confirmando su capacidad de pagar sus AT1 (bonos que cuentan como capital de máxima calidad) sirvió para calmar un poco, pero también para recordar la fragilidad del proceso de saneamiento y, sobre todo, que no existe cero riesgo, y menos en un banco.

Mucho se ha hablado de la exposición a derivados y elevado endeudamiento, con muy baja rentabilidad del negocio, pero lo veamos como lo veamos, es un nuevo episodio de la peligrosa asignación de capital en el máximo riesgo con baja rentabilidad derivada de la represión financiera.

En el caso del gigante alemán, tienen una capacidad de pago de 1.000 millones de euros en 2016, suficiente para cubrir los cupones de abril de 2016. En 2017, la capacidad de pago es similar, incluso considerando las pérdidas estimadas y la caída de tipos.

La capacidad de pago final de los bonos AT1 al final depende de los resultados operativos y movimientos de reservas, pero el efecto de la pérdida de valor de los activos ante la caída de las materias primas y emergentes debe tenerse en cuenta.

Los elementos positivos han sido más que reiterados. Años de provisiones, recapitalizaciones constantes y un perfil de riesgo muy diferente a lo que era en 2008.

Esos bonos CoCo no son un síntoma de fragilidad bancaria. El que los compró debe saber que podía perder todo su capital. Y si se ejecuta esa quita de principal y cupón, es precisamente una señal de fortalecimiento automático del balance. Por lo tanto, esta fragilidad actual del mercado -al menos, de momento- no es por solvencia de las entidades, sino por diferencial entre el riesgo real y el estimado de unos productos financieros.

Lo que está dejando claro el ‘rescate-banco malo’ italiano y la volatilidad en bonos híbridos es que el saneamiento de los bancos sí va a ser contra el riesgo

Lo que está dejando claro el ‘rescate-banco malo’ italiano y la volatilidad en los bonos híbridos es que el saneamiento de los bancos, esta vez, sí va a ser claramente contra el riesgo de sus accionistas y bonistas. Y que, como hemos comentado desde hace tiempo, ese saneamiento no está completado.

Pensar que con tipos negativos y más liquidez se va a arreglar este problema, es simplemente ridículo. No olvidemos lo que comentamos en esta columnaya en 2011, llega un punto en que las inyecciones adicionales no solo no crean un impacto positivo, sino que aumentan la fragilidad, y el efecto placebo dura menos.

El riesgo de impago está aumentando de manera muy rápida en la banca, y eso no ayuda a pensar en oportunidades a corto plazo. Hasta que no se sepa, con claridad, el verdadero impacto del ‘tsunami’ chino y emergente de 2015-2016 en los balances, la cautela debe ser máxima.

Portugal: Coalición de perdedores. Prima de riesgo disparada, más impuestos y más recortes.

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Bienvenidos a los pactos de perdedores. La prima de riesgo de Portugal se ha disparado a  347 pb. Sube 132 puntos en desde la llegada del nuevo gobierno (¡lo mismo que Brasil en $!)… A pesar de que el BCE sigue comprando 60.000 millones de euros de activos mensuales en la Eurozona.

La economía portuguesa es una de las más frágiles de la Eurozona. Mantiene un déficit comercial cercano a los 700 millones de euros, fiscal de más del 4% del PIB y un alto desempleo. El gobierno conservador había conseguido que el país recuperase la senda del crecimiento y que se corrigiesen parte de los desequilibrios. Y en eso llegó la coalición de perdedores. Una unión entre partidos socialistas, radicales y comunistas se unía para desbancar al partido conservador, ganador de las elecciones. El mensaje era sencillo, efectivo y populista. “Acabar con la austeridad”, decían. Muchas “políticas sociales”.

Los primeros meses de ese gobierno de coalición de perdedores no han podido ser más decepcionantes. Muestran la realidad de las falsas promesas del populismo.

Llegaron criticando los ajustes del gobierno conservador de Passos Coelho y lo que han dado a sus votantes es más recortes y peores expectativas de crecimiento.

Lo primero que han hecho ha sido subir los impuestos a todos, en especial los indirectos. El ataque a los ciudadanos ha sido de órdago, con impuestos al tabaco, transacciones, alimentación, alcohol y gasolinas.

El «atraco» fiscal aprobado por Antonio Costa y su “coalición anti austeridad” es de unos 400 millones de euros y se concentra en impuestos indirectos, que siempre perjudican más a los ciudadanos de menor renta. En el caso de los carburantes, la tasa será de 6-7 céntimos por litro, frente a los 4-5 que tanto habían criticado en campaña.

Es una ironía que dicha coalición “anti austeridad” haya aprobado un recorte en los presupuestos de 850 millones de euros y que probablemente lleguen a 1.000 millones. ¿Exigencias de la Troika? Para nada. El gobierno podría haber evitado el atraco fiscal y de recortes a todos solo con renunciar al aumento de salarios públicos. Todo el resto de ciudadanos portugueses sufrirán por ello.

La primera decisión de importancia económica, decidir sobre el futuro de Novobanco, ha mostrado la debilidad de la coalición. El gobierno socialista tuvo que acudir al apoyo del centro derecha ante la negativa de sus propios sociosde buscar una solución que no hundiese a los depositantes.

Portugal, como lo hizo Grecia antes, nos muestra la falacia de las promesas del populismo y la hipocresía de sus líderes, que prefieren asaltar al bolsillo de los ciudadanos antes que moderar el gasto. Si en España se replica, ocurrirá lo mismo.