Repitan conmigo. Gastando más no se reduce el déficit

Lo más gracioso de la noticia de que España ha incumplido el objetivo de déficit de 2015 es que se indignan los mismos que exigen relajar dicho déficit y gastar más en partidas corrientes. Los mismos que hablan de reducir el déficit gastando más se rasgan las vestiduras porque no se lo han gastado ellos. Siempre pasa lo mismo, en cuanto escuchamos que la economía crece, se descontrola el gasto. Un déficit del 5,24% creciendo casi el doble de lo estimado, supone una desviación de 9.000 millones de euros, de los que 1.000 se pueden considerar “no recurrentes”. Aun así, crecer más y gastar mucho más es, y ha sido, desde el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, nuestro problema.

España se adaptó inmediatamente a una burbuja que generaba unos 40.000 millones de euros anuales de ingresos extraordinarios y no repetibles, y pensando que duraría siempre, aumentó el gasto público más de un 48% entre 2004 y 2009. Y ahora, todos se excusan en el “chocolate del loro” para no recortar nada de esos gastos de burbuja. Y, desde entonces, llaman «austericidio» a una reducción de menos del 6%.

Luego le echaremos la culpa a Merkel, pero España lleva ocho años con una expansión fiscal superior a 600.000 millones de euros, incumpliendo el objetivo de déficit todos los años. Es cierto que ese déficit se ha reducido a la mitad, pero no es menos cierto que el problema es evidente. El incumplimiento llega fundamentalmente del gasto descontrolado de las Comunidades Autónomas, y eso es antes de contar las facturas periodificadas al año siguiente, y de la Seguridad Social. Canarias, Galicia y País Vasco han sido las únicas comunidades que han cumplido con el objetivo, con la mayoría elevando sus gastos hasta un 8%, especialmente las Comunidades del “Cambio” que de cambio tienen poco porque han vuelto a lo mismo de 2008. Todo ello demuestra que siempre es un problema de gasto. Suben los ingresos casi un 4% y se dispara el gasto el doble.

Lo peor de este dato es que los mismos que fingen defender el estado del bienestar lo van a hundir, manteniendo el bienestar del Estado. No hemos aprovechado la época de recuperación para hacer los deberes y, de hecho, al Gobierno se le achaca un modesto control presupuestario mientras todo el resto del arco parlamentario se entrega al unicornio de aumentar gastos corrientes “para crecer” y pensar que van a reducir el déficit aumentando impuestos. Si una subida impositiva como la que llevó a cabo el Gobierno ha llevado a que los gastos se aceleren aún más, toda mejora de la recaudación es inmediatamente sobrepasada por la voracidad gastadora de los reinos de Taifas, los observatorios, los comités, los entes improductivos y la administración paralela.

Y volverán a decir que es un problema de ingresos, que las empresas grandes pagan poco, etc. Y seguiremos agrandando el agujero por poner por delante el gasto burocrático en vez del crecimiento económico y el empleo. La media de error en estimaciones de ingresos por nuevos impuestos de los últimos diez años ha sido del 50%. Un estudio excelente de los profesores Carvalho y Alfonso de la Universidad de Lisboa muestra que gran parte de las subidas de impuestos de la Unión Europea vienen por estimaciones de ingresos optimistas y exageradas (Revenue Forecast Errors in the European Union, 2014).

La media de error (desviación estándar) en las estimaciones de ingresos en España ha sido de un 1% del PIB en el primer año y, atención, el 1,6% el segundo y el 1,8% el tercero. Un país donde en todos los años observados se ha producido una desviación real entre ingresos estimados y reales. El propio Banco Central Europeo lo alerta en su informe “Lecciones de las estimaciones fiscales”.

Sobre la “novedad” de “estimular la demanda interna desde más gasto público, existen muchos análisis sobre el efecto embudo de estos planes. El impacto positivo a corto disfraza los problemas estructurales y se convierte en mucho peor a medio plazo. Por supuesto que aumenta el PIB a corto plazo (el PIB, no lo olvidemos, también se aumenta gastando y endeudándose, aunque sea tirando el dinero por la ventana), pero el coste y deuda que deja detrás acaban paralizando la economía porque con ellos vienen las subidas de impuestos para cubrir los agujeros.

España se encamina a otro shock de deuda, que no va a cubrirse con la política monetaria, como hemos visto en Portugal y Grecia. Un arco parlamentario que promete gastos con nada y que piensa financiarlos con estimaciones de cuento de la lechera es una bomba de relojería que vamos a pagar todos. Mientras, como decíamos el lunes, los aristócratas del gasto público piensan que usted gana demasiado y ellos gastan demasiado poco.

La deuda nunca se ha reducido gastando más. Las subidas de impuestos que anuncian volverán a atacar a la creación de empleo y crecimiento potencial bajo el subterfugio de que “es un problema de ingresos”.

Mientras, los mismos que dejaron un déficit oculto de 30.000 millones de euros se alarman con el incumplimiento de déficit mientras piden aumentar en 25.000 millones de euros el gasto corriente. Mucho observatorio y mucha excusa “social” para aumentar el gasto burocrático. Y volver a ponernos al borde de la quiebra. Los mismos que duplicaron la deuda “porque hay margen” piensan que va a reducirse aumentando gasto corriente, algo que nunca ha sucedido. Y aumentan un déficit estructural que ya superaba el 3,5% del PIB. Pero encima poniendo escollos al crecimiento y el empleo.

Publicado en El Español, 1 de abril de 2016.

Adiós Alierta. Cara y cruz de un gestor único

La dimisión de Cesar Alierta ha sido una sorpresa relativa, ya que en la última presentación estratégica ya daba pinceladas de ideas de sustitución y relevo, y el cambio a José María Álvarez-Pallete indica continuidad. Si acaso, la subida del valor con la noticia puede venir de esperar un mayor compromiso con la reducción de deuda.

No hace mucho Telefónica lanzaba un ambicioso plan estratégico que buscaba despejar las dudas de los inversores, que llevan ya muchos años certificando la lenta defunción de los grandes conglomerados de telecomunicaciones europeos. Desde hace más de una década, los dinosaurios del sector han sido fuente de crítica generalizada por sus pobres resultados, malas adquisiciones a precio de oro y alta deuda. Portugal Telecom, Deutsche Telecom, Telecom Italia y la vieja France Telecom eran algunos de los “shorts” -posiciones cortas- preferidos de cualquier cartera de un Hedge Fund. “Cheap for a Reason” (Baratos con razón). Máquinas de destruir valor a través de malas inversiones y adquisiciones caras y decepcionantes. Enormes monstruos burocráticos con una bajísima rentabilidad sobre el capital empleado, embarcados en adquisiciones rentistas para encontrar algo de crecimiento que nunca llegaba. Telefónica no ha escapado a esa definición, pero en mi carrera en fondos de inversión siempre se ha visto como una empresa con una diferencia comparada con las anteriormente mencionadas: Mayor transparencia.

Desde hace más de una década, los dinosaurios del sector han sido fuente de crítica generalizada por sus pobres resultados, malas adquisiciones a precio de oro y alta deuda
Incluso para el que mira a largo plazo, la rentabilidad para el accionista ha sido muy pobre. Telefónica, según datos de Bloomberg, muestra una caída neta -rentabilidad incluyendo dividendos brutos- del 2,77% desde la llegada de Alierta, finales de julio de 2000, lo cual compara desfavorablemente tanto con el Eurostoxx (que subió un 3,33%) como con el Ibex (que en el mismo periodo subía un 63,9% incluyendo dividendos). Si hubiera usted invertido ese dinero en los líderes norteamericanos del sector tecnológico hubiera multiplicado su dinero. Si a eso añadimos el alto endeudamiento contraído (más de 56.000 millones de euros) y baja rentabilidad de las inversiones, no es sorprendente que la comunidad inversora dude de la sostenibilidad de un dividendo ópticamente alto. La generación de caja por operaciones ha caído un 31% mientras que la caja libre se reducía a la mitad en ocho años, según datos de Bloomberg.

Recuerdo una conversación con Alierta en la que se discutió el problema de los conglomerados de telecomunicaciones en bolsa. La tristemente famosa estrategia de “correr para quedarse quieto”. Invertir ingentes cantidades para no generar aumentos perceptibles de beneficios, y endeudarse enormemente en el camino. Mientras otros presidentes de comparables europeos negaban la mayor y se escudaban en el eterno “el mercado es cortoplacista” y “los analistas no saben valorarnos”, Cesar Alierta tomó nota, y me consta que lo hizo con otros gestores, y al menos intentó, fichando a ex analistas de grandes casas, en sus últimas presentaciones, y con un plan de desinversiones ambicioso, recuperar la creación de valor.

Alierta fue un gestor valorado y criticado en muchas facetas
Alierta fue un gestor valorado y criticado en muchas facetas. En lo positivo, tenía una capacidad innata de encontrar buenas ideas, y convirtió a Telefónica en una empresa multinacional de verdadero calado que ha sobrevivido la crisis española y brasileña y, al contrario que muchas competidoras, se ha mantenido mejor posicionada en competitividad e innovación. Hoy genera la mayor parte de su beneficio fuera de España, a pesar de un endeudamiento muy alto emite bonos a medio plazo a tipo real casi negativo y ha llevado a cabo una clara apuesta por la innovación y la tecnología.

 

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Fundamentalmente Alierta era criticado por los gestores por su comunicación con el mercado, en muchas ocasiones distante, hablando en términos muy vagos y acudiendo a reuniones con un enorme séquito de “despachadores de datos” -algo que da una terrible imagen, sobre todo entre inversores anglosajones-, por los objetivos “maleables”, el enorme endeudamiento, la inversión en elefantes blancos y las adquisiciones de bajo valor añadido. Hoy las dos claves para el accionista están en bajar ese endeudamiento (4,5x EBITDA) y aumentar su rentabilidad sobre el capital empleado (que sigue casi rayando a su coste de capital). Menos imperio y más rentabilidad. Sacarse de encima el estigma de empresa que hace “inversiones sugeridas por políticos” y que se comporta aún como un ente estatal es uno de los retos del nuevo presidente.

José María Alvarez-Pallete es claramente una persona de confianza y un nombramiento de continuidad, y se va a encontrar con la necesidad de conseguir que los objetivos de beneficio se cumplan, mejorar la comunicación, deshacerse de divisiones de baja rentabilidad y revisar la política de dividendo para que sea sostenible y pagado con caja excedentaria.

Telefónica es una de esas grandes oportunidades de reestructuración que se encuentran pocas veces en la vida
Telefónica es una de esas grandes oportunidades de reestructuración que se encuentran pocas veces en la vida, que pueden hacer una empresa más fuerte y que cree valor para el accionista. Para ello hay que cambiar la mentalidad semi-ministerial rentista de mantener negocios inviables “porque hay que estar”.

Telefónica puede y debe acabar con la imagen de dinosaurio conglomerado de pobre rentabilidad sobre el capital empleado y alta deuda que tiene. Conseguir que deje de ser un valor “barato con razón” a una empresa puntera que compita en el mundo liderando la cuarta revolución industrial, la digital. Han puesto los cimientos para ello. Pero no puede tener como objetivo hacerlo mejor que los otros dinosaurios europeos destructores de valor, eso es fácil. El objetivo de la nueva Telefónica debe ser recuperar la creación de valor y la excelencia.

 

Publicado en El Español, 30 de marzo de 2016.

Paro, pensiones y Europa, tres pizarras de Daniel Lacalle

Lacalle es uno de los economistas que la necesidad de explicar la crisis convirtió en mediáticos. Sus pizarras explicativas son famosas, hasta el punto de que acaba de publicar Las pizarras de Daniel Lacalle, un libro donde ha reunido su visión de los principales mitos y realidades de la economía española.

Para los lectores de EL ESPAÑOL, Lacalle ofrece un anticipo de lo que serán sus videoblogs semanales, desmenuzando tres asuntos clave: el futuro de las pensiones, el mercado laboral y lo que España debe hacer en Europa.

LA SOSTENIBILIDAD DE LAS PENSIONES

Uno de los asuntos que más inquietan a los españoles, tanto a los más de 9 millones que cobran algún tipo de pensión, como a las futuras generaciones que esperan cobrarla. La Seguridad Social presenta déficit desde hace dos años y el Gobierno ha tenido que recurrir al Fondo de Reserva de las Pensiones.

CÓMO CREAR 2,5 MILLONES DE EMPLEOS

El paro es la gran lacra del país. La tasa de desempleo se encuentra en torno al 20%. Aquí Lacalle ofrece una visión que permitiría crear 2,5 millones de empleos mediante profundas reformas estructurales.

 

¿QUÉ HACEMOS EN EUROPA?

¿A qué modelo de país europeo nos queremos parecer? ¿A Portugal o a Irlanda, a Francia o a Alemania? Lacalle plantea que el modelo que España debe ofrecer a Europa no es el de déficit y deuda, sino uno que apueste por el crecimiento y el empleo.

 

La receta de la próxima recesión

España parece haber caído en la trampa de 2009. Pensar que todo está solucionado porque el banco central apoya y se mantiene la expansión fiscal. Unos piden mayor déficit -más deuda- y las agencias de calificación alertan ante la parada, o reversión, de reformas estructurales esenciales.

España se encuentra ante un 2016 y 2017 complicados. La incertidumbre política ya cuesta alrededor de 2.000 millones mensuales. El propio BBVA estima un coste de la falta de gobierno estable que llega al 1,3% en 2017. Es decir, España crecería la mitad de lo estimado si se prolonga el frenazo institucional. No nos debe sorprender, en un país donde el Estado es el 45% de la economía. Pero nos debe preocupar más la certidumbre. La certeza de que una enorme parte del arco parlamentario propone como aumentar el gasto corriente, más déficit y más impuestos.

La gran falacia que algunos políticos nos cuentan es que esas medidas nos llevarán a “salir de la crisis” y crear empleo. Y no es cierto. España lleva una expansión fiscal acumulada de más de 600.000 millones de euros en ocho años. El gasto público aumentó casi un 9% anual, un 49% en total, entre 2004 y 2009. Desde entonces se ha reducido menos de un 5%. Llevamos ocho años sobrepasando el límite de déficit del pacto de estabilidad. A eso lo llaman “austericidio”. Si fuera por “relajar” el déficit y aumentar el gasto, España sería una de las economías más prósperas de Europa. La promesa de relajar el déficit hoy para cumplirlo en dos años es parecida a la de los malos estudiantes que prometen aprobar si no se les castiga por suspender hoy. No ocurre. El propio BCE, en su estudio Lecciones de las estimaciones fiscales explica que los estados incumplen por hacer estimaciones optimistas de ingresos para financiar aumentos de gasto corriente. Agranda el agujero.

Sin embargo, algunos políticos nos dicen que no se puede llevar a cabo un ajuste, como exige Bruselas, de unos 10.000 millones de euros porque “nos llevaría directos a la recesión”. Curiosamente, parece que llevar a cabo un aumento de la presión y esfuerzo fiscal de más de 25.000 millones de euros no tendrá -según los mismos políticos- ningún efecto nocivo en la economía. Los mismos que prometen bajar el IVA cultural porque “destruye la cultura” consideran que subirle los impuestos a usted y a las empresas no destruye nada. Los impuestos son malísimos para “la cultura” pero excelentes para usted.

Mientras erosionamos el crecimiento potencial con amenazas intervencionistas e incertidumbre política, y negamos los graves desequilibrios de la economía apelando al inexistente “derecho al déficit”, preparamos la próxima recesión.

La receta de la próxima recesión ya la conocemos:

Los gastos no se reducen. Bajo la excusa del gasto social, que no se ha tocado en esta legislatura, engordar a base de “observatorio de los salarios”, “observatorio de la competitividad”… Aumentar gasto corriente financiado con deuda.

-Los impuestos aumentan. Bajo el engaño de que el problema es de ingresos, aumentar la presión y esfuerzo fiscal sin pensar que recaudamos menos por el tsunami fiscal y burocrático al que sometemos a empresas y familias, que impide que las primeras crezcan de micro-pyme a gran empresa, y que las segundas consuman. Se sigue acudiendo a la falacia de que las grandes empresas no pagan impuestos porque se incluyen resultados en otros países -que ya tributan en dichos países- y no se cuentan las divisiones en pérdidas. Si juntamos seis empresas en pérdidas en España con seis que ganan, oh sorpresa, sale que las doce pagan muy poco. Y eliminando deducciones hundimos la inversión. Los aristócratas del gasto público siempre piensan que usted gana mucho y ellos gastan poco.

El déficit no se cumple. Y acumularemos otros 180.000 millones de deuda en tres años antes de que una nueva crisis de deuda nos despierte del cuento de que se baja el déficit gastando.

El Banco Central no suple las deficiencias estructurales. Nos acostumbramos a que el bajo coste de deuda y la alta liquidez van a suplir un modelo endeudado y de bajo valor añadido sin entender que se acentúan y perpetúan los problemas. Y, como hemos comprobado en Portugal o Grecia, el banco central no soluciona los desequilibrios, los disfraza a corto plazo.

La próxima recesión vendrá de repetir los mismos errores que nos llevaron a la anterior. Pero será más grave, ya que no se han resuelto los desequilibrios creados en la década de exceso. España debe afrontar un periodo de bajo crecimiento global entendiendo que no va a contar con el viento de cola exterior para compensar los desajustes internos. Hay que recuperar las políticas de oferta que harán que nuestra economía se modernice. Devolver el esfuerzo fiscal a familias y empresas, aumentar la renta disponible, reducir burocracia e impedimentos administrativos, pensar en I+D como patentes y empresas creadas, no como gasto en estudios sin utilidad, permitir que las pymes crezcan y exporten mejor desde una fiscalidad no confiscatoria. Y dejar de pensar que copiando los modelos “dirigistas” vamos a tener un resultado distinto que el estancamiento que siempre han generado.

Desde la irresponsabilidad presupuestaria ponemos en peligro el estado del bienestar que algunos fingen querer proteger, al hacerlo insostenible. Pensar que no hay que profundizar en las reformas, echarle la culpa del déficit a los ingresos y hacer cálculos de cuento de la lechera de recaudación por nuevos tributos, además de continuar perpetuando la maquinaria burocrática a base de observatorios y comités, es la receta de la recesión. Pero cuando pase, le echarán la culpa al enemigo exterior.

 

Publicado en El Español, 28 de marzo de 2016.