Recuperación y reforma fiscal

«If you put two economists in a room, you get two opinions, unless one of them is Lord Keynes, in which case you get three opinions.» – Winston Churchill

Esta semana me ha ocurrido algo muy curioso. Un análisis mío en La Sexta Noche comentando la recuperación -frágil- de España y su cambio de modelo de crecimiento ha generado una reacción agresiva y virulenta de muchos observadores económicos mediáticos. Una reacción solo comparable a aquella que viví en 2011 cuando hablaba en esta columna de que la crisis no eran los mercados atacando o cuentos inventados por extranjeros envidiosos de nuestro país.

Interesante, porque nos encontramos con una mejora de la economía que reconocen Goldman SachsUBS Spain is getting better«), Citigroup y JP Morgan. El único país de la Unión Europea donde estamos viendo revisiones al alza de las expectativas de crecimiento de hasta un 40%.

Por supuesto, todos nos podemos equivocar, pero es curioso el nivel de agresividad cuando viene precisamente de los negacionistas de la crisis. De los creadores de «camino al pleno empleo», «creceremos más que Alemania», «la burbuja inmobiliaria no existe» y «el Banco de España y el ministro están haciendo un trabajo espectacular» de 2009, nos llega «España no está cambiando su modelo productivo».

¿Y por qué desdeñamos las señales de recuperación evidentes ahora?Porque el Gobierno al que le ha caído la suerte de publicarlas no es de nuestro equipo. Si se diesen esas señales con nuestro bando, desplegaríamos las banderas de «lo peor de la crisis ha pasado».

¿Y qué más da si es un partido u otro en el gobierno? La realidad es que la economía se recupera porque las empresas están buscando nuevos mercados, y por los ciudadanos y su esfuerzo, no por un gobierno u otro. La sandez de atribuir las mejoras económicas al Gobierno y el empleo a los presidentes como si fuesen los Reyes Magos nos lleva a este «análisis económico de Barcelona-Madrid». Si no lo hace mi equipo, no vale.

Los gobiernos no crean empleo ni recuperan la economía. Lo máximo que pueden hacer es no arruinar al país gastando y endeudándose. O decidir llevar a la nación al precipicio tirando de la chequera en blanco, o lo que llaman planes de crecimiento. Lo paga usted.

Negar la importante mejora de las exportaciones en los últimos años y que se haya parado la locura de «incentivar la demanda interna» con gasto inútil es simplemente faltar a la verdad. En eso, lo único que ha hecho el Gobierno es no tirar de la chequera. Porque, con un 40% de sobrecapacidad en energía, infraestructuras, aeropuertos y carreteras, simplemente no hacía falta.

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Todos los indicadores, incluyendo el consumo, están mejorando poco a poco. Si no los hundimos a impuestos, seguirán esa tendencia.

Sobre todo, porque la deuda y el déficit siguen siendo extremadamente altos. Endeudar al país en 65.000 millones anuales netos no es ahorrar, es reducir el despilfarro que nos llevó a un déficit superior a los 100.000 millones de euros. Curiosamente, aquella época no causaba alarma entre los que niegan la recuperación.

Y la deuda es un problema porque ahora contamos con el beneplácito de una enorme liquidez global que ha bajado las primas de riesgo de todos los países, pero eso puede cambiar si no utilizamos las épocas de recuperación para reducir la deuda, no el déficit. Curiosamente, lo que recomiendan algunos es… gastar más. Volver a 2009. Prefieren un déficit de … ¿cuánto?… ¿200.000 millones?

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Como comentaba antes, hemos visto una mejora de las ventas minoristas que merece resaltarse y, sobre todo, alertar de lo fácilmente que puede revertirse esa mejora si volvemos a caer en la trampa de cercenar la renta disponible de las personas a impuestos.

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Mis lectores saben lo crítico que he sido con la política fiscal de esta Administración. Haber aumentado todos los impuestos tiene como consecuencia, entre otras cosas, que la economía en 2014-2015 vaya a crecer muy por debajo de su potencial (3%, según BBVA). Pero además, la temida reforma fiscal puede ser aun dañina.

Las reformas fiscales orientadas a aumentar las bases imponibles en vez de buscar incentivar el crecimiento no son más que subidas de impuestos y, por lo tanto, deprimen el potencial. Se nos repite una y otra vez que las grandes empresas pagan muy poco, pero es incorrecto. Las principales empresas industriales en España pagan hasta un 55% de su beneficio operativo generado en nuestro país en impuestos y más de la mitad de todos los impuestos que pagan globalmente.

Fue precisamente la política fiscal de España, permitiendo la deducción del fondo de comercio de adquisiciones internacionales y evitando la doble imposición en dividendos de filiales, la que permitió que nuestras grandes compañías, que tenían hasta un 70% de sus ingresos en España, se convirtieran en multinacionales. Ahora, tras superar la crisis latinoamericana y la de la Eurozona sin enormes recortes de empleo o inversión, queremos imponerles la crisis de inseguridad jurídica de represión fiscal. Todo para intentar recuperar ingresos de burbuja inmobiliaria, que suponía 50.000 millones de euros, según el ministro De Guindos, para sostener un gasto inasumible. Y no lo duden, con ello y con la eliminación de deducciones vendrá el mismo impacto negativo en inversiones y potencial de crecimiento para las medianas y pequeñas empresas.

La implantación de esas reformas en un periodo largo -tres años- lleva a que muchas empresas frenen sus decisiones de inversión hasta tener la certeza del impacto.

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La realidad es que España jamás ha recaudado más de 433.000 millonesy no puede intentar suplir ingresos de burbuja sacándolo del bolsillo del eficiente y del que ha sobrevivido a la crisis.

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Que en España hay un enorme desempleo no es una novedad, y que el empleo que se crea es temporal, como en Estados Unidos o los países de nuestro entorno, por otro lado. Hay que fomentar el autoempleo, que es el más bajo de la UE (3% de universitarios crea su propio negocio comparado con un 40% en Alemania), la creación de empresas en sectores de alto valor añadido y cambiar un sistema de subvenciones por uno de beneficios fiscales que no le cuesten al contribuyente los errores de sobre-remuneración de sectores improductivos.

Pero hay que resaltar que la confianza está mejorando y esa es la primera clave para una salida de la recesión. Es indudable que hay mucho dinero entrando en activos financieros y que ahora debe llegar a la economía real. Eso sólo se consigue con una fiscalidad atractiva y una Administración que no entorpezca, sino que facilite. Que no sigamos perdiendo puestos en libertad económica.

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España se está recuperando, aunque les moleste a algunos. Puede crecer mucho más, y debe. Tiene muchísimas debilidades y la mejora es frágil, pero eso no la anula. Tiene que profundizarse en permitir la creación de empleo de calidad a través del emprendimiento. Que lea un día «Spain is open for business» de verdad. Buen fin de semana.

Daniel Lacalle: “Cuando el despilfarro público se incluya en el Código Penal, habrá solución”

J. POMÉS Y J. AYESTARÁN

El economista y gestor de fondos de inversión Daniel Lacalle (Madrid, 1967) comenzó su carrera en gestión de carteras e inversión en el Hedge Fund Citadel en Estados Unidos y Londres. Más tarde, formó parte de Ecofin Limited donde se especializó en renta variable, fija, capital riegos y materias primas. Residente en Londres, durante cinco años consecutivos ha sido seleccionado para el top 3 de los mejores gestores del ranking Exter Survey de Thomson Reuters. Además, es autor de Nosotros, los mercados y Viaje a la Libertad Económica.

 

De abuelo militar y padre militante del Partido Comunista (preso político en la época de Franco), confiesa que desde pequeño, el debate y la discusión profunda nunca faltaron en su casa. Siempre desde el respeto. Eso y haber vivido su juventud en plena década de los ochenta, lo convirtieron quizá en un admirador de aquellos que no se conforman con la norma y que son capaces de salir adelante en las condiciones más adversas. Y, es que, ya se lo decía su abuelo: “Piensa por ti mismo”.

Esta semana ha visitado España para ofrecer una conferencia organizada por el think tank Civismo.

 Haga un diagnóstico: ¿cuál es la situación económica española?

Estamos creciendo: fuera de la recesión, pero todavía en periodo de crisis. En enero, las estimaciones de crecimiento para España eran del 0,6% y ya están por el 1,2%. Es algo positivo, pero eso no quita para que continuemos con problemas estructurales que hay que seguir atacando. Las ineficiencias y los desequilibrios de la economía se mantienen: seguimos con un alto endeudamiento y un grave problema de paro.

 Entonces, ¿se puede hablar de un crecimiento sólido?

Nunca se puede hablar de un crecimiento sólido, sostenible y afianzado cuando se tiene un 26% de paro o un déficit que supera los 65.000 millones de euros.

Tras la Reforma Laboral, la Reforma Administrativa… ¿es necesaria una fiscal? ¿Son las medidas que han propuesto los expertos las que más convienen?’
Hace falta una reforma fiscal, sí. ¿Hace falta esta reforma fiscal?, no. ¿Por qué? Porque lo que esta reforma propone no ataca una parte muy importante: el gasto. No se puede hablar de una reforma integral si solamente se intenta aumentar la recaudación. Una reforma integral tiene que afectar a la estructura completa del Estado. El error de lo que se ha propuesto está en intentar recuperar los ingresos de burbuja inmobiliaria que teníamos en el año 2006-2007. Esto no va a volver. Intentar recaudar de lo que ha quedado de la crisis económica ‘unas cuantas migajas’ más no va a solucionar el problema de un déficit estructural.

¿Qué tipo de sectores deben liderar ese cambio estructural para volver a ser una economía competitiva?

Tenemos que apostar por los sectores y empresas de alto valor añadido. Tenemos tecnología, seguridad, sanidad y una industria turística que no sé por qué tendemos a infravalorar, pero que es un motor absolutamente excelente. No podemos competir en coste en sectores industriales obsoletos y con países asiáticos donde no tenemos ninguna oportunidad.

¿Por qué el Gobierno no termina de apostar por estos sectores? ¿Cuesta tanto abandonar “el ladrillo”?
En ninguna economía del mundo existe un sector que genere ingresos fiscales más rápidos que el de la construcción. Por eso nos ‘encantan’ las burbujas inmobiliarias. El problema del crecimiento basado en la construcción y en la obra civil del Estado es que, cuando explota, resulta muy difícil recuperar esa recaudación. Más que ingresos fiscales, lo que se necesita cambiar es el modelo productivo que, efectivamente, no va a generar 50.000 millones de ingresos ‘de burbuja’ inmediatos, pero sí va a dar lugar a uno más sostenible. España es un país donde por la compraventa de un inmueble se paga hasta un 10% de impuestos. No existe ningún otro sector que directamente genere unos ingresos tan rápidos y tan altos para la Administración, por eso se incentiva el ‘ladrillo’ desde muchas administraciones públicas.

Las pymes sostienen el tejido productivo español, por tanto, están destinadas a liderar ese cambio de modelo estructural. ¿Qué debe hacer el gobierno para fortalecerlas?

El Gobierno no va a modificar el modelo productivo, ni lo va a cambiar un parlamento. El sistema productivo lo va a cambiar la sociedad y las industrias que vayan floreciendo. Lo que hay que hacer es no entorpecerlas con medidas confiscatorias y regulaciones innecesarias y dejar que esas pymes que sostienen el 70% del valor añadido de nuestro país florezcan y crezcan para ser grandes empresas. Somos el país de la Unión Europea donde la conversión de pymes a gran empresa es el más bajo.

¿Ha sido el ciudadano demasiado permisivo con el incremento del intervencionismo del Estado?

Tenemos parte de culpa por pensar que, aumentando el Estado y la burocracia, no pasa nada y que siempre se puede un poquito más. Lo que decía Bastiat: “El que piensa que va a vivir del Estado se olvida de que el Estado vive de ese ciudadano y de los demás”. Cuando tienes una economía cíclica no puedes tener unos costes fijos que superen el 50% de tu cifra de negocio total, que es el problema de cuando el Estado acapara prácticamente el 50% del PIB. Tiene que haber una estructura de Estado facilitadora y que no se autojustifique. Creamos competencias para organismos que no las tienen, simplemente para justificar su existencia.

Incide en que la deuda hay que devolverla. ¿Cómo se puede controlar al Estado y castigar al gobernante cuya gestión no ha sido eficiente?

La manera más fácil es con un sistema judicial que sea agresivo, eficiente y rápido a la hora de castigar. En el instante en el que el despilfarro público entre en el Código Penal como un delito, tendremos el principio de la solución. En el momento en el que los gobernantes que hayan incurrido en ese delito no puedan volver a presentarse a las elecciones o a tener un cargo público se acabó gran parte del problema.

Los bancos también han tenido un papel fundamental en toda la crisis. ¿Fue una decisión acertada rescatar a las cajas públicas?

En ese momento no quedó otra opción. ¿Se tenía que haber hecho? No. El problema fue que, como se negó la crisis, se negó el problema de la banca con la política del Banco de España y del FROB, de las fusiones frías, etc. El intentar esconderlo ha sido un grave error.

Se habla mucho de que Europa debe caminar hacia la unión bancaria. ¿Llegará a ser una realidad?

No podemos pensar en unión bancaria cuando el sector bancario en Europa todavía pesa el 320% del PIB y el índice de morosidad en los buenos bancos es del 6% y en los bancos con más dificultades es del 13%-14%. Es ridículo. Se trata, de nuevo, de riesgo sistémico, de que los bancos españoles se financien con el riesgo de los alemanes o al revés. El problema de este sector en Europa se centra en su sobredimensión. Lo primero que tiene que haber es un análisis profundo de cuál es el sistema financiero que tiene que quedar en Europa, una Europa que no necesita, diez, doce, catorce entidades financieras por país, con un tamaño superior al 100% del PIB de dicho país. Una vez que eso se aclare, hay que ver las entidades que pueden funcionar y pueden ser eficientes en un sistema financiero dimensionado al nivel de lo que la UE quiere ser.

España ha perdido 10 puestos en el índice de libertad económica elaborado por Heritage Foundation y en el informe Ease of Doing Business del Banco Mundial se sitúa en la posición 44. ¿Qué hay que hacer para remontar?

Hemos perdido esos puestos dentro del ranking de libertad económica por las enormes subidas de impuestos y cambios regulatorios reduciendo la seguridad jurídica. Eso se cambia rapidísimamente bajando impuestos, cercenando burocracia y haciendo lo que ha hecho el Reino Unido, que se pueda abrir una empresa en este país por el coste de un Big Mac y dos Coca Colas en un día. Esta solidaridad en la mediocridad que se está imponiendo dentro de la UE no me vale. Me interesa que seamos mejores que los mejores.

Sumarios:
“No hay que poner la atención en recuperar los ingresos fiscales, sino en cambiar el modelo productivo”
 

La Rioja