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Acerca de Daniel Lacalle

Daniel Lacalle (Madrid, 1967) es Doctor en Economía, profesor de Economía Global y Finanzas, además de gestor de fondos de inversión. Casado y con tres hijos, reside en Londres. Es colaborador frecuente en medios como CNBC, Hedgeye, Wall Street Journal, El Español, A3 Media and 13TV. Tiene un certificado internacional de analista de inversiones CIIA y un máster en Investigación económica y el IESE.

El proteccionismo solo protege al gobierno

El resurgimiento del proteccionismo no es una novedad y no ha llegado con Trump ni May.

Desde 2008, el país que más medidas proteccionistas ha impuesto, de lejos, es EEUU, según Geopolitical Intelligence Service.

Entre 2010 y 2015, se implementaban entre 50 y 100 nuevas medidas proteccionistas en los primeros cuatro meses de cada año. En 2016, más de 150.

Esta semana se ha hecho realidad la defunción del tratado Transpacífico (TPP) que comentábamos aquí, y me enternece ver a comunistas, socialdemócratas e intervencionistas varios criticar la decisión de Trump que ellos promovían con el TTIP y todo lo que huela a mercado.

Porque el tratado estaba muerto ganase Trump o Clinton, que afirmaba, ya en 2016, que se oponía al tratado y lo iba a eliminar.

Es, como mínimo, divertido que los medios ensalcen las palabras del primer ministro chino sobre globalización y apertura en Davos cuando una de las naciones más proteccionistas del mundo es la suya. Una manera de alentar el proteccionismo es a través de las empresas estatales ineficientes. Según Wilbur Ross, más de un tercio llevan años en pérdidas y aumentando sobrecapacidad mientras se las mantiene zombis con bancos y dinero público. Esa sobrecapacidad, que alcanza el 40%, les lleva a vender el exceso de producción a precios muy inferiores al coste.

Lo triste de toda esta ola proteccionista es que llega por todos lados, desde Japón a India. Cincuenta y cinco países han aumentado medidas proteccionistas en los últimos ocho años, según Global Trade Alert.

¿El resultado? El desplome del comercio internacional, el peor crecimiento global desde 2008 y más deuda.

No le echemos la culpa a Trump, por lo tanto.

Wilbur Ross y el propio Rex Tillerson explican que en los últimos ocho años la manera de lidiar con las prácticas anti competencia y anti comercio de China, que tiene el mayor superávit comercial del mundo con EEUU, ha sido poner una sonrisa y –en silencio- intentar limitar la entrada de bienes y servicios vendidos a precio por debajo de coste. Un caso bastante popular fue el de los paneles solares. Pero esa política de “sonrisa global y proteccionismo real” claramente no ha funcionado. Ahora llega la política de amenaza y acuerdo.

Pero el desencuentro China-EEUU no justifica la posición con respecto al TPP, Nafta y otros ni la tentación del mercantilismo. La terrible sombra de esas medidas intervencionistas, que espero que no se implementen, nos recuerdan a los errores de Carter, por ejemplo, o de Japón.

El proteccionismo se nutre del chivo expiatorio del enemigo exterior y la falsa varita mágica del Estado redentor para prometer mentiras.

La primera mentira es decir que industrias de baja productividad, que hoy no son competitivas, van a empezar a serlo por limitar el comercio con países que tienen menores costes.

La evidencia nos muestra que es empíricamente falso. Ni el porcentaje de importaciones de países “baratos” se disparó antes, ni se aumenta la producción local por eliminar el comercio.

La segunda mentira es que se crean más puestos de trabajo y con mejores salarios.

El único efecto real es que se disparan los precios por el aumento de aranceles y las industrias obsoletas caen igual. No se mejora el empleo ni suben los salarios porque la sobrecapacidad se perpetúa. De hecho, en un mundo con el nivel de endeudamiento actual, del 225% del PIB, un efecto colateral añadido es que el aumento de la inflación y, con ella, los tipos de interés reales, se llevan por delante a los sectores de baja productividad por el aumento de sus costes financieros, ya que –no es sorpresa- también son sectores que actualmente tienen un apalancamiento superior al histórico.

La tercera mentira es que las empresas se irán a mi pueblo porque lo diga un comité.

Por supuesto, la idea de unos y otros defensores del proteccionismo, de la izquierda a la derecha, se alimenta de la idea ridícula de que las empresas que hoy contratan y fabrican en India o México se irían todas a Virginia o a Albacete. No ocurre.

Si pensamos que una industria que no es competitiva hoy, lo va a ser por un arancel del 35% a sus competidores, podemos olvidarlo. Simplemente se cierran negocios, y los más desfavorecidos son los países pobres, que sufren el doble efecto de la inflación, menor comercio y el cierre de empresas.

Es una entelequia pensar que las fábricas de automóviles, por ejemplo, van a producir y vender más porque LePen les obligue a instalarse en Francia. Todo su crecimiento viene de las exportaciones, y los países que sufren las medidas proteccionistas, también las imponen a los países exportadores. Pierden todos. En una industria que ya tiene hasta un 30% de sobrecapacidad (The road to 2020 and beyond: What’s driving the global automotive industry? McKinsey), será un dominó de cierres de capacidad productiva y menos empleo.

La última es pensar que la autarquía es posible en economías y empresas abiertas. Ni Renault es una empresa francesa, sino global, ni lo es la inmensa mayoría de los grandes sectores. La llegada del intervencionismo mercantilista solo alegra a los sectores rentistas, que ni crean empleo ni mejoran la productividad. Y siguen en proceso inexorable de desaparición por obsolescencia.

¿Saben esto los populistas de puño cerrado y los de mano abierta? Claro. El historial de fracaso del proteccionismo es tan apabullante que sólo un político podría ignorarlo pensando que “esta vez va a ser diferente” porque lo aplique él o ella. Pero esos populismos son también los que llaman “estratégico” a los rentismos clientelares. Estratégico para administrar las migajas de lo que queda.

Y es que lo que esconde la falacia del proteccionismo es nada más que promover el intervencionismo más rancio.

No se trata de proteger a uno u otro país de los chinos, sino de copiarles.

Dar más poder a los políticos y control sobre la actividad económica, con el beneplácito de los ciudadanos que se tragan la mentira de que la tecnología destruye empleo y que la inflación creada se les va a compensar en mayores salarios reales.

Mientras tanto, el gobierno que le promete que usted estará mejor empobreciendo al vecino, se beneficia, convirtiéndose en el que impone las decisiones de inversión o contratación. Aunque luego le sale el tiro por la culata, siempre, se presentará ante nosotros como el “protector”, el que lo intentó. Lo hizo por nosotros.

Y, por supuesto, la inflación –el impuesto de los pobres- de la que se beneficia el Estado endeudado “desvalorizando” sus enormes deudas a costa de la renta disponible de los ciudadanos, que no ven su poder adquisitivo mejorar, porque los salarios reales no aumentan. Pero el político le echará la culpa a las empresas, a los comercios y al nuevo álbum de U2 si hace falta.

El único protegido por el proteccionismo es el gobierno que lo impone. Los demás pagamos la ocurrencia.

Entendamos el mercado del gas

Ante la avalancha de desinformación sobre las causas de la subida de los precios de la electricidad, publicamos el sábado “Hay que Bajar la Luz” , pero seguimos leyendo y escuchando imprecisiones. Ahora parece que España fuera un desastre gestionando las compras de gas, y no es cierto.

España tiene uno de los sistemas de compra, gestión y almacenamiento de gas natural más eficientes del mundo. Tanto que, incluso en periodos de “alarma” por la primavera árabe o accidentes graves en plantas, y las consecuencias sobre nuestro principal suministrador, Argelia, nunca se dieron cortes de suministro.

La subida del precio del gas en enero se explica por el frío inesperado y el repunte dramático de la demanda en toda Europa, pero además por la caída de producción renovable e hidráulica.

En Reino Unido, el precio de gas natural se ha disparado a pesar de que el sistema estaba largo de gas (lean). En Alemania, los precios del gas natural han alcanzado máximos de dos años y Ruhrgas ha tenido que acudir a suministro adicional de emergencia desde Rusia.

En Francia, Engie, la antigua Gaz de France-Suez, ha tenido que acudir a suministradores en el mercado “spot” también, y los precios del gas natural han alcanzado récord. En Italia, ENI y Enel, con Snam ReteGas han puesto en marcha protocolos de urgencia, mientras los precios del gas se duplicaban en poco tiempo.

Señores, el precio del gas natural sube mucho cuando hace frío, y se desploma después. Aunque se tenga un excelente -y el europeo lo es- sistema de suministro, almacenamiento, regasificación y una combinación adecuada de contratos a largo plazo -take or pays- y suministro a corto, vía gas natural licuado spot, se dan periodos en los que ninguna estimación prudente cuenta con la tormenta perfecta de menos eólica, menos hidraulicidad y frío polar.

La demanda de gas natural en España la semana pasada batía récord al alcanzar los 1.589 GWh, debido a la ola de frío, la cifra más alta desde el año 2012.Sin embargo, y yo sigo todos los mercados de energía del mundo, no veo la politización de este tema en otros países.

Es verdad que el principal suministrador de gas natural de España es Argelia. Porque es más económico y flexible. El principal suministrador de gas natural importado de Alemania es Rusia. Los alarmismos sobre el precio del gas natural se dan una y otra vez en los medios (¿recuerdan el tema con Rusia y Ucrania?). La posición de Rusia o Argelia no es de “control”, es una relación comercial de dependencia bilateral con Europa. Ellos sin nosotros no harían nada, porque no tienen tanta demanda interna de gas, lo que lleva a una situación que es muy equilibrada.

Pero España tiene, además, contratos flexibles a través de sus empresas, con Noruega, Qatar, Nigeria, Trinidad y Tobago y hasta quince diferentes fuentes de suministro que suponen más del 50% de las compras y dotan al mercado de gas natural en España de mucha más flexibilidad que, por ejemplo, Italia, que tiene menos acceso a suministradores diversificados por tener menos plantas de regasificación y un sistema de redes menos eficiente.

De hecho, el sistema de contratos, almacenamiento y coordinación español es un modelo que Italia, Francia y Portugal han aplaudido siempre en las reuniones de Eurogas. España es el país europeo con más terminales de Gas Natural Licuado, que sirven también como almacenamiento y, gracias a ello, cuenta con uno de los suministros de gas natural más diversificados y seguros del mundo. Además, desde enero, la capacidad de importación de gas natural por las interconexiones con Francia ha aumentado en 60 GWh/día.

El lector dirá que, si es tan diversificado y tan estupendo, por qué se dispara el precio. El precio se ha disparado en los mercados internacionales, en todos los países, porque la demanda ha sido muy superior a lo esperado y la disponibilidad de Gas Natural Licuado en metaneros, que es alrededor del 15% del suministro global, se ha reducido por la alta demanda de corto plazo.

Pero el lector debe saber que hay razones adicionales porque el precio en Alemania, Francia, Italia o España es más del doble que en EEUU. Porque aquí, los más verdes del mundo, hemos denegado la posibilidad de desarrollar nuestros recursos, mientras que, en EEUU, donde el precio del gas natural también ha llegado a niveles de 2010 por el frío, siguen siendo muy inferiores a los nuestros.

La segunda razón es que nos hemos pegado un tiro en el pie colectivo desplazando el mix de generación de tecnologías base, como explicaba el sábado, a intermitentes. Si no llega a ser por el gas natural como respaldo, y la flexibilidad de suministro, los cortes de luz porque las energías intermitentes no podían cubrir la demanda, habrían sido generalizados.

Y el lector dirá que lo sustituyamos con solar y viento. Precisamente por aumentar de manera muy relevante el peso de energías intermitentes y de bajo factor de utilización, se ha disparado la demanda de gas con el frío. Cae la utilización eólica y entran las tecnologías de respaldo.

Recordemos que, incluso con los vaivenes de subidas en épocas de máxima demanda, el gas natural en ciclo combinado sigue siendo competitivo en media anual. Pero es que ha demostrado que es esencial como tecnología de respaldo y alternativa de bajas emisiones cuando desaparece casi la mitad de la producción renovable y se dispara la demanda.

Y, nuestro lector, tal vez un fan de solucionar los problemas de intervencionismo con más intervencionismo, dirá que por qué no se almacena gas natural para cubrir las necesidades más extremas. Y la respuesta, querido lector, es porque ni usted ni nadie lo pagaría. Y en 2011, 12, 13, 14, 15 o 16 se habría quejado de las malvadas empresas privadas que acumulan gas natural innecesario y nos cobran por ello.

Hace frío, señores. Y el viento sopla cuando sopla, el sol sale cuando sale. Y los unicornios de pensar que si lo gestionase el gobierno sería todo estupendo, se desvanecen cuando miramos a los precios del gas en Italia, en Francia etc. Y no es por falta de información, que Platt´s y Bloomberg están disponibles para todos.

Cuando el gas natural se desplome, y lo hará, en cuanto suban las temperaturas, casi nadie dirá que la gestión del sistema es excelente.

Bajemos el precio de la luz

Cuando suben los precios de la luz aparece otra inflación inmediata. La demagogia. Y cuando baja, el silencio de los intervencionistas es palpable, mientras que cuando sube, afloran como los hongos poniendo como ejemplo que hay que intervenir. No hay más que ver el exitazo de las empresas públicas eléctricas en Grecia o Italia, donde la gestión pública es tan excelente que los precios de la electricidad son de los más altos de Europa.

¿Por qué sube la luz?

Obviamente hace mucho frío. La Unión Europea está sufriendo una ola de frío que no se había visto en mucho tiempo.

A ello se añade, en el caso español, un periodo extremadamente seco con escasas precipitaciones. Esto es muy importante porque la energía hidráulica es “de base”, es decir, funciona todo el año y sin interrupciones, y es un gran efecto mitigador de los precios de la electricidad. Las tecnologías “de base” son aquellas que son capaces de satisfacer la demanda mínima durante 24 horas sin interrupciones, es decir, la hidráulica, nuclear, carbón y gas. Cuando “fallan” o se cercenan las tecnologías de base en favor de tecnologías intermitentes -solar y viento- o por cuestiones de clima, el sistema tiene que acudir a gas o carbón para sustituir.

Pues bien, además del frío polar que aumenta la demanda -casi un 10% en un mes-, las reservas hidráulicas disponibles para producción hidroeléctrica en el sistema se sitúan por debajo del 39%, comparado con casi un 55% en 2016.

… Pero no entran las renovables

Las energías intermitentes son impredecibles. Sopla mucho menos viento, a pesar de las instalaciones, y en enero la producción eólica ha sido 55 GWh al día inferior a la media histórica. El equivalente a 2 centrales nucleares menos en el sistema.

¿Y la solar? Ha aumentado, pero aun así la producción renovable total ha caído un 42% en lo que va de mes. La solar nos cuesta 10 veces más que el petróleo por las subvenciones (€340/mwh), y tiene un facto de carga que no llega al 30%, es decir, no podría sustituir a las tecnologías de base.

…. Mientras sube el gas y el carbón

Por lo tanto, la pérdida de suministro barato y de base, además de menor producción renovable, se compensa con gas y carbón. Los problemas de suministro en Argelia, con dos plantas paradas, añadido a la ola de frío, y el aumento de la demanda de carbón para generación han disparado la cotización. Pero no es cierto que paguemos el gas a cifras insostenibles. Gracias al suministro vía gasoducto de Argelia y la mejor red de regasificación y contratos a largo plazo de los suministradores, no sufrimos la subida de otros países. En España el gas ha subido lo mismo que en Francia o Italia, incluso que en Alemania donde Rusia suministra gran parte con contratos a largo plazo.

Ahora, a las realidades

Si la producción de carbón y gas no existiera y todo el parque fuera renovable, España sería hoy una batería de cortes de suministro. Ningún sistema 100% renovable habría cubierto la demanda con una caída del 40% de la producción de energía de los molinos.

Podemos hablar del coste

Muchos en España se han pasado años hablando de que debíamos hacer “como Alemania”, desmantelar nucleares y sustituirlas por solar. Los precios de la electricidad para los consumidores en Alemania se han duplicado gracias a esa ocurrencia. No, las renovables no han bajado las tarifas en Alemania, las han duplicado.

En Alemania, “poster boy” del buenismo verde, el precio de la electricidad esta semana se ha disparado a niveles de 2008. Enhorabuena. Adiós nuclear, hola sablazo. Los precios se multiplicaban, pasando de 40 a 83 euros el MWh en Alemania, y a 102 euros en Bélgica. Y en Alemania, tras duplicar las tarifas, los fósiles y nuclear siguen siendo casi el 70% del mix y el carbón disparado. Genial.

En Francia, que disfruta un coste de electricidad un 40% inferior a España por tener el mayor parque nuclear (casi un 77% del mix de generación), también se han disparado los costes de electricidad por el frío. Un 17% en pocos días.

Algunos que dicen que la energía hidráulica se vende a precio de gas caro no tienen ni idea de cómo se forman los precios en el sistema eléctrico o derrochan imaginación. Todos los mercados de generación de Europa son marginalistas, todos. Pero eso no significa que el precio de la energía base sea el del megavatio-hora más caro.

En un país donde se ha multiplicado el coste de la luz más de un 67% entre subvenciones, costes, lo peor que podemos hacer es creer que se va a solucionar el precio de la luz con las mismas políticas que lo dispararon. Más de un 60% de la factura eléctrica son impuestos y subvenciones. Pero, es curioso, cuando se trata de atacar por los precios de la luz, todo el mundo se indigna por la parte que es menos de un 30% de la tarifa y se calla con el 70% que son impuestos, costes regulados, subvenciones -al carbón, a los consumidores interrumpibles, a las renovables… Es maravilloso ver a los “verdes” criticar cualquier cosa menos las subvenciones al carbón.

Las tarifas tienen que bajar. ¿Cómo?

Con un mix de generación orientado a la competitividad, no a la ideología. Que sea flexible y a la vez competitivo. Lo explicamos aquí.

Que los costes de los errores de planificación no los paguen los consumidores, y que pasen a los presupuestos.

Que si quieren “salvar” el clima reduciendo emisiones, llamen a los chinos y les convenzan, no hagan que Europa sea el 100% del coste cuando es menos del 11% de las emisiones.

Ninguna de esas cosas va a ocurrir si se penaliza al eficiente a costa del caro y subvencionado, si se perpetúan energías obsoletas o incentiva a las ineficientes.

Bajar la luz es imperativo. No se va a hacer hundiendo al que supone el 30% de la tarifa para subvencionar al que la dispara.

Mientras toda Europa busca culpar de los precios de la luz a cualquiera menos a la batería de impuestos y subvenciones, en Estados Unidos, hay que ver qué tontos, la combinación de gas natural y renovables compitiendo ha llevado a que sus costes de electricidad sean menos de la mitad y reduzcan más sus emisiones que en Europa. Pues nada, sigamos ignorando el mundo y creyendo en unicornios.