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Acerca de Daniel Lacalle

Daniel Lacalle (Madrid, 1967) es Doctor en Economía, profesor de Economía Global y Finanzas, además de gestor de fondos de inversión. Casado y con tres hijos, reside en Londres. Es colaborador frecuente en medios como CNBC, Hedgeye, Wall Street Journal, El Español, A3 Media and 13TV. Tiene un certificado internacional de analista de inversiones CIIA y un máster en Investigación económica y el IESE.

China, el elefante en la habitación

Cerramos la semana con buenas noticias sobre la economía española, pero sin olvidar las sombras. Funcas ha elevado la estimación de crecimiento de España al 3% para 2016. El índice PMI de servicios de junio se situaba en 56, máximo desde noviembre, con el empleo creciendo al mayor ritmo en nueve años.

La sombra del déficit es alargada y esta semana se ha creado una enorme alarma por el adelanto anunciado del impuesto de sociedades, que explicamos en detalle aquí (no se sube el impuesto de sociedades y hacerlo no reduciría el déficit) pero la cruda realidad es que en España no se va a reducir el déficit si continuamos consumiendo los frutos de la recuperación y aumento de ingresos vía mayores aumentos de gastos.

Mientras nos peleamos por multas cero y adelantos de tributos, Francia se encamina a once años de incumplimiento del déficit -sin multa, eso sí- y su segunda década de estancamiento. Vive la différence. ¿Y ese es el modelo que nos quieren imponer como “proyecto político”, el dirigismo intervencionista?.

EEUU

El presidente Obama nos visitó y nos dejó unas importantes palabras de reconocimiento (“felicito al primer ministro Rajoy y al pueblo español por los avances económicos que han hecho, ha sido un periodo complicado, pero muchos de los cambios que se han tomado están empezando a dar fruto”).

Si hay alguna demostración de que gastando más no se reduce el déficit la tiene él en EEUU, donde el déficit se ha disparado un 27% en los primeros nueve meses de 2016, con los ingresos creciendo casi un 1% pero los gastos -ay, los gastos- subiendo un 3,8%. EEUU ha visto una mejora del déficit -como la española- en los últimos años vía crecimiento económico, pero acostumbrarse a la mejora de ingresos aumentando el ritmo de gastos y parando las reformas siempre acaba dando el resultado equivocado. Tras más de 20 billones de dólares de expansión fiscal y monetaria, Estados Unidos también sufre el error de relajarse con los gastos, aunque crezca la economía. Y eso que EEUU al menos ha bajado el gasto público sobre PIB en casi cinco puntos desde 2009. Los que en nuestro país se lanzan constantemente a poner a Obama como ejemplo de lo que hay que hacer podían asumirlo para libertad económica, facilidades fiscales y gasto público, que es casi ocho puntos de PIB inferior al de nuestro país.

Reino Unido se pone serio

Muchos analistas esperaban, más por fe que por evidencia, que el Reino Unido hiciera un subterfugio -ignorar los resultados del referéndum- y lanzarse en brazos de la Unión Europea. El nombramiento de Theresa May como primera ministra (“Brexit is Brexit and we will make it a success”) y la decisión por su parte de poner a Boris Johnson -el mayor defensor del Brexit- al frente de Exteriores, a Philip Hammond -defensor de control de gasto y bajos impuestos- a cargo de Economía y Amber Rudd en Interior es un claro mensaje de fortaleza y determinación. Serán meses largos de negociaciones, pero este equipo no es uno de medias tintas.

El Banco Central Europeo ha estimado que la incertidumbre en Reino Unido podría recortar el crecimiento de la zona euro de un 0,3 a un 0,5%, frente a sus estimaciones anteriores, y espera un impacto negativo de entre un 1 y un 2,5% para el PIB británico a 2017. Eso con un estímulo de casi un billón de euros anual. Alguno dirá que será por falta de políticas monetarias.

China, el elefante en la habitación

Mientras en España nos mesábamos los cabellos por menos de un punto de déficit y un posible ajuste de solo 6.000 millones, mientras en Europa se genera la pelea entre el modelo dirigista y los que lo rechazan, algunos se habían olvidado de China.

El yuan, la moneda local, caía a su nivel más bajo con respecto al dólar en seis años ante los pobres datos de demanda e importaciones. Pero esa depreciación no se convierte en mejora competitiva -las exportaciones han empeorado tanto con respecto a consenso como estimaciones oficiales- y solo exporta desinflación al resto del mundo.

La deuda china sigue disparándose, mostrando que el cacareado “cambio de modelo” no solo no se está dando, sino que no genera desapalancamiento. . Muchos dicen que el problema de China es de deuda privada -eso lo han oído ustedes en el pasado ¿verdad? -. David Lipton, del Fondo Monetario Internacional, alerta de que el 55% de la deuda mal llamada por algunos “privada” son empresas públicas, propiedad del Estado y las regiones. Estos sectores zombis suponen casi un 22% de la actividad económica y están, en palabras del FMI “en cuidados intensivos”. Goldman Sachs alertaba de que gran parte de la deuda china corporativa ha alcanzado el estado de “Ponzi stage”, es decir, que pagan intereses con más deuda.

En ocho años, China ha casi duplicado su deuda total, y con las últimas cifras, ya supera el 240% del PIB. Pero, además, la capacidad de repago de la misma se ha deteriorado enormemente. En 2014 el 8% de las emisiones de bonos eran para pagar intereses, ya es casi el 42%.

El impacto de este deterioro de la economía china es relevante por dos causas. Por la rapidez del mismo y por la ineficacia manifiesta de las medidas anunciadas para evitarlo. Y se convierte en un triple impacto para la economía global:

  • Mayor ralentización, tras varias revisiones a la baja de las estimaciones de crecimiento mundial.
  • Efecto desinflacionista. La caída de precios se hace estructural, sea cual sea la política monetaria de los países desarrollados.
  • Perpetuación de sobrecapacidad. Para “sostener” el crecimiento se agranda el agujero gastando en sectores de baja productividad y dando la patada hacia delante con los zombis.

El que piense que vamos a suplir la ralentización asiática financiando elefantes blancos en Europa, tiene un problema con las matemáticas y la historia. Si 580.000 millones de dólares de estímulo solo han empeorado el problema chino, hacer lo mismo en una Europa que ya se lanzó a ese error en 2009 y aun lo paga, será peor. El que se crea que gastando más en observatorios, comités y gasto corriente va a suplir la resaca del estímulo fallido chino, lo lleva claro.

España debe aprovecharse de todo este entorno. Lo diré hasta hartarme. Esto no es un juego de suma cero ni un problema. Es una oportunidad. La inversión y el capital buscan países con potencial y con seguridad. Tenemos la obligación de ser un centro global de atracción de inversión productiva, no un centro mundial de comités políticos.

No se sube el Impuesto de Sociedades y hacerlo no reduciría el déficit

Se ha generado una enorme polémica con las declaraciones del ministro De Guindos sobre el impuesto de Sociedades. Ante una posible “multa cero” de Bruselas por incumplir el objetivo de déficit, se ha planteado un adelanto en el pago del Impuesto de Sociedades y posiblemente recuperar el fraccionamiento del mismo.

Conviene recordar que:

– Adelantar pagos no es subir impuestos

– Fraccionar no es subir impuestos.

Se trataría de recuperar una disposición aplicada en el 2013 y prorrogada en 2014 y 2015 por la cual las grandes empresas hacen pagos fraccionados calculados sobre su resultado contable, no sobre la base sujeta al impuesto. Es una forma de tributar por Sociedades típica en la Unión Europea y no significa subir impuestos.

Eso no hace que paguen más, sino que la recaudación sea más homogénea, y el tipo efectivo final no cambia. Piensen que mucha gente se ha llevado las manos a la cabeza porque los ingresos fiscales habían caído en el primer trimestre sin reparar en que el Impuesto de Sociedades arrojaba una cifra negativa (que se compensa a lo largo del año), por devoluciones y ajustes. Ese efecto, se homogeneiza fraccionando.

Y fraccionar y adelantar no es una subida, ni hunde a una pyme. Aplica sobre todo a las grandes empresas (el 100% del aumento de la recaudación por sociedades desde 2011) que están más que acostumbradas a hacer provisiones de gasto anual en sus resultados trimestrales y mensuales.

Bajar impuestos funciona

Bajar impuestos hizo que en 2015 se recaudase casi medio punto más que el crecimiento del PIB nominal. Eso reflejó la recaudación de IVA (+3,4%) y el conjunto de impuestos indirectos (+3,7%) que no muestra efectos de “devolución” o pagos a cuenta, como el IRPF y Sociedades.

Y es que si algo demostró 2015 fue el impacto positivo de la bajada de impuestos en Sociedades. La mayor cifra de recaudación por ese concepto desde 2008, y casi un 20% superior a 2014, a pesar de que los beneficios empresariales aún no han recuperado la cifra “limpia” de 2008. La falacia de que las grandes empresas no pagan impuestos está muy extendida en este país, pero no deja de ser un subterfugio para justificar el exceso de gasto (lean).

Ese aumento de recaudación vino de las grandes empresas (en las pymes aún no se ha recuperado la cifra de ingresos fiscales), superando la cifra de 2007, alrededor de 18.000 millones de euros. Se conseguía así casi el doble de los ingresos por este concepto tras la subida de 2012, llevada a cabo por el agujero de 30.000 millones de euros de déficit oculto, los 45.000 millones de facturas impagadas y los 63.000 millones que nos costó recapitalizar las cajas públicas cortesía de la “Champions League” de la economía. Si hay un gobierno que ha aprendido del error de subir impuestos en recesión de beneficios y balances, es el actual.

Y conviene recordar que, con Reino Unido bajando el impuesto de sociedades al 15%, Irlanda manteniéndolo al 12,5% y Portugal al 21%, subir dicha carga sería simplemente suicida. Como ya hemos comprobado en el pasado, no se reduce el déficit, no se recauda lo esperado y el impacto en la creación de empleo, la inversión empresarial y la actividad económica es negativo. El gobierno lo sabe. Porque subiendo todos los impuestos se consiguió un mísero aumento de recaudación de poco menos de 4.500 millones de euros y se retrasó la recuperación un año. Y el gobierno aprendió de ello.

El ajuste de 6.000 millones

Fíjense que en todo esto viene por un ajuste que Bruselas cifra en 6.000 millones de euros, que es menos que el presupuesto en administración paralela de la Junta de Andalucía para 2016, que es menos que la cifra de subvenciones anuales que entrega España, que es menor que la cifra de exceso de gasto por duplicidades en compras, y muy inferior a la enorme cantidad de gasto duplicado en las administraciones y los aun miles de empresas públicas deficitarias. Es hora de continuar con una reforma que ha ahorrado 30.000 millones de euros y el propio gobierno en funciones estima que puede generar una cifra adicional de ahorro.

Atacar el gasto político desde el FLA (Fondo de Liquidez Autonómica), forzando a que todo lo que no es gasto social deba revisarse cada mes. Y financiarse con caja excedentaria, si los ciudadanos lo aceptan.

El ejercicio de cinismo mostrado ayer por los partidos que han disparado el déficit en las Comunidades del “Cambio” subiendo impuestos y gastando más, es predecible. Pero indigna la irresponsabilidad de partidos serios que siguen defendiendo gastar más y subir impuestos usando subterfugios lingüísticos como “armonizar” (subir) , “reordenar” (subir), “imposición medioambiental” (subir) y “eliminar deducciones” (subir), y que se lanzan a criticar que el gobierno fraccione pagos y los adelante para mantener el gasto.

Exigir más gasto social y relajar el déficit y a la vez indignarse por aumentar el gasto social y relajar el déficit es, cuando menos, postureo.

Si el Partido Popular no enarbola sin fisuras la bandera de la rebaja de impuestos como cimiento esencial de su política, de la gestión de gobierno y motor de la recuperación, como el conservador británico y todos los que han salido de la crisis creciendo y creando empleo, caerá en el mismo error de 2012. Pensar que los que piden siempre más gasto y más impuestos se lo van a reconocer -lo llamarán austericidio y malvados recortes- y, peor aún, que se reduciría el déficit. España ha conseguido reducirlo un 43% con el esfuerzo de todos. Ahora es esencial y justo devolver a los ciudadanos ese esfuerzo, y que el ajuste llegue de esas administraciones que se han negado a reducir su gasto político.

Estoy convencido de que Luis de Guindos, Cristobal Montoro y todos los miembros del gobierno saben que la senda de la recuperación, el crecimiento, el empleo y la reducción del déficit no se va a acelerar poniendo palos a las ruedas de los sectores productivos para sostener otro Observatorio u otro comité.

Mientras en España nos mesamos los cabellos con el déficit pensando que subiendo impuestos lo reduciremos, una falacia más que demostrada porque siempre se gasta más de lo que se ingresa, en Irlanda, país rescatado y que sufrió una crisis tan grave como la nuestra, van camino de superávit y de reducir su deuda por segundo año. Atajando gasto superfluo, no acudiendo a los unicornios de que gastar más baja el déficit. Y con bajos impuestos, atrayendo empresas, capital y creando empleo.

Tenemos ante nosotros la oportunidad de seguir siendo un ejemplo de mejora y salida de la crisis. Miremos a Irlanda, no a Portugal. Bajar impuestos no es electoralista, es devolverle a ciudadanos y empresas el esfuerzo que las administraciones aún deben hacer.

El enfermo europeo ¿Por qué se sigue rescatando a la banca?

El 28 de junio de 2013, el Consejo Europeo aprobó a bombo y platillo la propuesta de directiva que fijaba los mecanismos de recapitalización de la banca ante episodios de insolvencia sobrevenida. El llamado “bail-in”, que se iba a implementar a lo largo de 2016 y 2018, forzaría a las entidades financieras a recapitalizarse con cargo a sus accionistas y bonistas, no contra el erario público. Un mecanismo que muchos reclamábamos desde hacía años.

Sin embargo, ante el inminente riesgo de la banca italiana, que acumula más de 200.000 millones de euros de préstamos de difícil cobro, vuelve a saltar el fantasma de los rescates públicos de la mano de, nada más y nada menos que de Mateo Renzi, el primer ministro italiano, y un firme defensor de evitar los mismos.

¿Por qué?

El problema de Europa es triple.

– Una economía hiperbancarizada. Los activos totales de la banca en Europa superan el 320% del PIB de la Eurozona. En el cénit de la crisis, en EEUU no llegaban al 80%.

– Una errónea política de dar la patada hacia delante vía tipos bajos y alta liquidez ha hecho que los préstamos de difícil cobro se acumulen ante la entelequia de que “en unos años todo se arregla” gracias al BCE. Los préstamos de difícil cobro en EEUU en el peor momento de la crisis no llegaban al 7% del total, en Italia la cifra es casi el triple, hoy. En la Eurozona los préstamos de difícil cobro (seamos serios, la mayoría son simplemente incobrables superan los 900.000 millones de euros) .

– Exigencia política de que “fluya el crédito”. A la banca europea se le ha diagnosticado el “saneamiento” erróneamente y mucho antes de tiempo por la obsesión de los Estados de que se lancen a prestar a toda velocidad, a pesar de que ni las condiciones económicas ni de riesgo aconsejaban aumentar el balance, porque la demanda de crédito solvente no aumentaba. Vía la mayor política de represión financiera de la historia de la Unión Europea, se ha debilitado, en vez que permitir que la banca se fortalezca. A pesar de enormes provisiones y ampliaciones de capital, el proceso de fortalecimiento de los balances bancarios ha sido mucho más lento de lo deseable.

Hasta que en Europa no se rompa este triángulo letal no se va a salir de la crisis. Pero ningún Estado quiere hacer una reforma financiera como la española porque pierde poder en el sistema financiero y quiere tener a su alrededor “sus bancos”. La viñeta inferior, cortesía de Signe Wilkinson, lo ilustra magistralmente.

 

Viñeta Signe Wilkinson

 

En definitiva, no es que Renzi haya sucumbido a los males del perverso capital, es que no hay manera matemática de cubrir el riesgo de una banca descapitalizada sólo a través de ampliaciones de capital y acudiendo a los bonistas. De hecho, se están rescatando a los depositantes, nos guste o no. Más de 600 entidades, muchas de ellas públicas, con enormes conexiones políticas con municipalidades y entes públicos, y que han ido perpetuando sus desequilibrios.

La negativa a hacer un ejercicio de transparencia como el que hizo España con la reforma financiera hoy pesa mucho en los bancos europeos.

Llevo diciéndolo desde hace años. A la banca europea se le exige soplar y sorber a la vez. Reforzar capital y a la vez prestar mucho más, seguir financiando estados deficitarios y a su vez regar de crédito a familias y pymes que, encima no lo demandan. Hay que sostener el PIB y en Europa siempre se acude al gasto para ello.

¡Que paguen los accionistas y bonistas! Perfecto, pero eso no cubre ni de lejos la enorme cantidad de préstamos incobrables. Y debemos saber que eso implicará quiebras y, con ellas, pérdidas de depósitos. Los 20 mayores bancos de la Eurozona tienen una capitalización bursátil total que no llega a un tercio del total de activos bancarios. Con tipos reales negativos y márgenes de intermediación en caída libre, aumentos de capital de un 20-25% y decenas de miles de millones en provisiones y desinversiones han ayudado a aumentar la ratio de capital de máxima calidad, pero no han “saneado” un sector debilitado e hipertrofiado.

Lo que es peor, es imposible que se sanee un sector bancario que ha hecho enormes esfuerzos, como explicamos aquí. Vean la diferencia entre un país, España, que ha hecho un esfuerzo vía reforma financiera, y otro, Italia, que se ha negado.

¡Si no prestan los bancos que preste la banca pública!

En Europa seguimos pensando que todo es un problema de más crédito y es erróneo. La banca pública genera todavía mayores desequilibrios (lean). De hecho, algunas de las entidades con peor situación de solvencia de Europa son públicas. El caso español fue evidente, el rescate tuvo que hacerse a las cajas públicas ineficientes, y la banca privada se recapitalizó vía mercado.

Pero no es un problema de propiedad, pública o privada, ni de regulación. Todos los papeles y normas que quieran no van a solventar un problema de modelo de crecimiento y un sector financiero que, lo gestione un politólogo o un parlamentario, se endeudará en más de 20 veces sus activos para prestar a sectores rentistas. Endeudado e intervenido… Y volverá a rescatarse con impuestos.

Hasta que no desatasquemos una Europa hiperbancarizada con una enorme simbiosis estado-sector financiero, la consecuencia será siempre la misma. Nos rasgaremos las vestiduras porque hay que rescatarla, y le echaremos la culpa a cualquier chivo expiatorio, mientras repetimos el error, multiplicado, exigiendo que se financie a sectores de baja productividad y estados deficitarios a tipos irrisorios… Y luego les decimos a los bancos que son culpables, primero de no prestar y luego de no gestionar el riesgo.

Hoy, tal vez, la banca suba en bolsa porque se va a rescatar a los italianos. Pero es un espejismo en un entorno de represión financiera, y hasta que no entendamos que el principal objetivo de los estados y el BCE debe ser desbancarizar de verdad, no de cara a la galería, la economía real y potenciar la financiación privada, identificada con los objetivos de pymes y empresas, iremos directos a la próxima crisis europea.