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Acerca de Daniel Lacalle

Daniel Lacalle (Madrid, 1967) es Doctor en Economía, profesor de Economía Global y Finanzas, además de gestor de fondos de inversión. Casado y con tres hijos, reside en Londres. Es colaborador frecuente en medios como CNBC, Hedgeye, Wall Street Journal, El Español, A3 Media and 13TV. Tiene un certificado internacional de analista de inversiones CIIA y un máster en Investigación económica y el IESE.

Un voto crucial en la encrucijada europea

Lo que la mayoría no esperábamos, ocurrió. El ‘brexit’ –como comentábamos aquí– abre una enorme cantidad de incertidumbres que ya se manifiestan en los activos de riesgo y en la moneda. Es curioso que en este país, y ante unas elecciones cruciales como las de mañana, los líderes de Unidos Podemos -los mismos que votaron en Europa hace unos meses una resolución para que los países se salieran unilateralmente del euro- hayan aprovechado que el Pisuerga pasa por Valladolid para decir, se lo juro, que “el Reino Unido se hubiera quedado en la Europa” por la que ellos” luchan”. Es, cuando menos hilarante, por no decir aterrador, que digan que el ‘brexit’ es la consecuencia de la Unión Europea “de los mercaderes”

Vamos, que según Unidos Quebremos, Boris Johnson (el de “necesitamos más ricos y más capitalismo”), Nigel Farage y los conservadores británicos euroescépticos estarían encantados de seguir unidos a una UE liderada por Podemos, Syriza y Grillo. Es impresionante como la máquina de propaganda del populismo comunista utiliza el resultado de un referéndum para sacar la conclusión contraria. Toda la campaña a favor del ‘brexit’ se ha basado en que la Unión Europea se está convirtiendo en un supraestado burocrático e intervencionista que reduce las posibilidades de crecimiento y de libre mercado, y nuestros populistas dicen que se van por ser demasiado capitalista. Es de broma.

Como explicaba John Muller, “más Europa” puede ser una mala estrategia cuando más Europa se equipara a mayor estatismo, burocracia e intervencionismo. Los votantes británicos no han decidido salir porque esperaban ansiosos la Europa de la glorificación del Estado, de las nacionalizaciones y la intervención política que vende Podemos en el catálogo de almacén. Los que piensan que el crecimiento y el empleo se consiguen haciendo comités. En reino Unido han votado contra la llegada de esas opciones. Como explicaba Allister Heath en The Daily Telegraph contra una Europa que deriva hacia “un conglomerado transnacional gestionado por políticos”.

Por eso hace falta un voto contundente anti soluciones mágicas en España. Un voto contra los que piensan que los impuestos a la cultura son malísimos para la industria cinematográfica pero los impuestos a las empresas y a ustedes son buenísimos. Un voto contra la mayor subida de impuestos de la historia y el gasto político desbocado que usa como “ejemplo” la época de la burbuja. Contra los que consideran que llegar a acuerdos bilaterales con la primera economía y más prospera del mundo es malísimo, pero consideran estupendo asesorar o defender algunas de las economías más corruptas del mundo.

Un voto contra los que quieren apropiarse de nuestra libertad y primero prometen la arcadia feliz del gasto sin control y el déficit “relajado” mientras asumen crecimientos chinos, y luego -vaya por Dios- cuando no llega le echan la culpa a otro, hunden las pensiones y la economía y después, como favor, aprovechan una crisis para salirse del euro y hundir seguridad social, ahorros y crear un corralito. Pero ellos son muy pro Europa. Siempre que pague otro. Y el objetivo final es el inflacionismo depresor (no es casualidad que pongan como ejemplo el desastre de política monetaria de Kirchner o Allende).

No existen las secesiones expansivas ni las salidas ordenadas. Ayer, la libra, con un sistema financiero y monetario con décadas de historia, se desplomaba contra sus monedas de referencia. ¿Pero se piensan que la Pableseta no lo iba a hacer un 60% o 70%? Adiós sus ahorros, adiós sus pensiones y adiós su gasto social. Porque esas decenas de miles de millones de gastos que “prometen” con su bolsillo -el de ustedes- se convierten en decenas de miles de millones de recortes.

Pero hombre, es que ellos han votado a favor de salir del euro en febrero de 2016 como quien vota para que salga la octava película de Star Wars. Sin intención. Para despistar. No había otra cosa que hacer. Su compromiso, por favor, con Europa y el Euro es incuestionable… Mientras sus veleidades de gasto las paguen los alemanes o usted. Hasta el lunes. Si ganan.

¿Por qué? Destruir la economía por parte de señores que confunden IPC con PIB, que equiparan capital con deuda o que dicen que el mayor coste laboral de una empresa es el alquiler del local tiene una ventaja. Ellos se quedan para “salvar” del desastre que crean. Y en el proceso hay mucho cliente, mucho rehén y muchos favores.

Para que la Unión Europea sea un referente mundial tenemos que votar por partidos que crean en la competitividad, el valor añadido, la creación de empresas y la atracción de capital. Partidos que ponen el empleo y el crecimiento como pilares fundamentales, no salvapatrias que luego las rompen y hunden, y le echan la culpa a otro. Con una sonrisa.

Mañana nos jugamos España. Es la única verdad que dijo Pablo Iglesias en el debate pre-electoral. Nos jugamos también Europa. Unirnos a los países líderes o hundirnos en la entelequia del club de los perdedores. Avanzar hacia el crecimiento y ser de los mejores o quejarnos con la excusa del estancamiento. Porque detrás de Reino Unido pueden caer otros países que no aceptan el intervencionismo como religión. Finlandia, Holanda, etc.. Y si pensamos que la prima de riesgo la va a contener un Banco Central rodeado de países deficitarios y de baja competitividad, piensen de nuevo.

Mañana tenemos que votar en masa. Por todos nosotros. Un voto por un país que valora sus empresas y autónomos y las apoya para crecer y crear empleo, no las usa como cajero. Un voto por un país que ha sorprendido en todo el mundo saliendo de la crisis creando empleo y exportando más que nunca. Un voto por un compromiso con la estabilidad presupuestaria real, no un cuento de estimaciones basadas en multiplicadores inexistentes. Un voto por una España que no busca revanchas de privilegiados del algodón público, sino concordia y facilitar las condiciones para que las empresas crezcan, se cree mayor valor añadido y con ello mejores condiciones y sueldos para todos.

No solo a favor de todo lo que hemos construido en nuestro país -con errores, claro- sino para evitar caer en los mismos errores de Grecia o Portugal. Para que España se una a los líderes y muestre a los que han votado ‘brexit’ que se equivocaron, que no nos unimos al Club de los Suspensos para justificarnos, sino que llevamos al país, y a la Unión Europea, a ser una potencia económica y de competitividad, no una bomba de burocracia y estancamiento.

Sí, se puede empeorar. Y mucho. Pero hemos sabido salir de una brutal recesión y también se puede mejorar, y hemos demostrado que, cuando lo hacemos bien, nos salimos. España no se merece nuestra indiferencia. Mañana, votemos a favor del crecimiento y contra los unicornios.

Votemos para crear riqueza, no para redistribuir la nada.

Brexit: shock e incertidumbre

Shock. Nadie se esperaba anoche, con las encuestas a pie de urna en la mano, la salida de Reino Unido de la Unión Europea. Pero ganó e Brexit. Una campaña incompetente del “Remain” y las encuestas que daban una idea equivocada no han podido con un mensaje mucho más claro de Boris Johnson y los defensores de la salida. El mensaje, la UE no funciona, se ha convertido en un monstruo, un hiperestado dirigista y anti libre mercado.

El ‘brexit’ es un auténtico cisne negro de implicaciones muy diversas. Las primeras, e inmediatas, caída de inversiones y de consumo, y por supuesto desplome de la libra y del euro, contra el dólar.

Las consecuencias del muy probable triunfo oficial del Brexit ya se han hecho notar: la libra, que se disparaba anoche ante las encuestas a pie de urna, se desploma contra el dólar y el índice S&P 500 en EEUU ha sido parado al llegar al límite de caída. Temo que el impacto bursátil en bancos, empresas orientadas a Reino unido o con grandes inversiones allí, y un evidente impacto en las expectativas de crecimiento económico.

El ‘brexit’ es un auténtico cisne negro de implicaciones muy diversas. Las primeras, e inmediatas, caída de inversiones y de consumo, y por supuesto desplome de la libra y del euro, contra el dólar. Mucho cuidado con las materias primas. Las enormes revisiones a la baja de crecimiento global que ya se han dado volverán a hacerse.

La más que probable decisión de la Reserva Federal, del BCE y del Banco de Inglaterra de inyectar toda la liquidez necesaria no evitará un desplome, ya que lo que nos encontramos es un riesgo sistémico y de solvencia, no de liquidez (la liquidez excedentaria era ya enorme, más de un billón y medio de dólares, en el mercado).

¿POR QUÉ?

Se abren muchos frentes. Casi dos años de negociación sobre la posible fórmula de salida. Una solución Noruega, con el Reino Unido pagando una cuota pero manteniendo libre comercio y libre movimiento de capitales sería factible y de poco impacto económico. Las consecuencias económicas las comentamos aquí y aquí.

Sin embargo, los bancos, muy frágiles y muy endeudados, con unos activos totales que pesan más del 450% del PIB en Reino Unido y casi un 310% en la Unión Europea, pueden sufrir al generarse un Tsunami de incertidumbres sobre:

1.Qué hará Irlanda del Norte o Escocia

2.Qué implicaciones tendrá en los tratados bilaterales

3. Posible efecto contagio.

Yo esperaba un voto por el Remain. Y ha sido todo un shock para muchos que esperaban lo mismo. Lo dije hace meses y ayer. Las estimaciones del miedo de la campaña del Remain probablemente se equivoquen por demasiado diplomáticas. La salida del Reino Unido tendría un grave impacto para la UE, y para Reino Unido. La Unión Europea pierde uno de sus contribuyentes netos y además el que tiene una balanza financiera más importante. Esa doble pérdida sería un impacto brutal para la credibilidad y sostenibilidad de la Unión y del euro.

Una Europa en la que los países “receptores” y de credibilidad cuestionada supere a los “pagadores” es un enorme riesgo que afecta a la capacidad de financiación, la inversión y la balanza financiera.

Sector financiero: un problema nada desdeñable de regulaciones y exigencias de capital distintas, así como impacto si algunos bancos y casas de inversión se ven forzadas a dejar el Reino Unido. El argumento contrario es que el flujo financiero aumentaría hacia las islas por la deriva intervencionista de una UE, ex-UK.

Comercio: un impacto para ambas partes, que sufrirían mientras se renegocian o firman tratados bilaterales. Sobre un total de 430.000 millones de libras, incluso porcentajes pequeños deben valorarse con cuidado.

El Brexit es un fracaso. Tanto del propio Reino Unido como de la Unión Europea. Para el Reino Unido llevará un largo proceso de desconexión y muchos riesgos comerciales y económicos. Hoy los ciudadanos británicos ya sufren en sus ahorros y bolsillo parte de ese riesgo.

El Brexit no es el final. O lo vemos como una lección, en una Unión que se ha convertido en un enorme hiperestado intervencionista, de bajo crecimiento y exceso de burocracia, o vendrán más.

Vuelve el oro: escapando de la represión financiera

Ayer, el Banco de Japón certificó lo que muchos llevamos anunciando desde hace años. El fracaso de su política monetaria (lean). La represión financiera no ha acabado con el estancamiento, ni ha mejorado las expectativas de inflación y encima al hundir los salarios reales a niveles de hace 20 años, el consumo sigue siendo raquítico. Cuando se anunció Abenomics lo comentamos, hoy es evidente.

A su vez, un ciudadano nigeriano, Usman Mohammed, escribió hace relativamente poco un tweet. Esperaba que su banco central rompiera la paridad con el dólar. Preocupado por perder todos sus ahorros, o una gran parte, ante una enorme devaluación, decidió mover sus depósitos a una plataforma que hace transacciones en oro respaldadas 100% por oro físico. La moneda ha caído casi un 50% respecto al dólar desde entonces. Sus pequeños ahorros se han apreciado.

Este caso es paradigmático de una tendencia que se está dando entre ciudadanos de todo el mundo que buscan una alternativa que les proteja de la represión financiera –devaluar y bajar tipos–, les permita almacenar valor y a la vez sea compatible con los medios de pago tradicionales.

El oro se ha apreciado un 19,5% este año. Aquellas personas que han ido acumulando una parte de su ahorro, incluso de su salario no sólo han visto su dinero mejorar en valor, sino que las plataformas como la web bitgold permiten hacer transacciones en distintas monedas sin sufrir las fluctuaciones y volatilidad, ya que se compra oro y posteriormente, o se ahorra o se hacen transferencias y pagos en la moneda que se desee sin caer en enormes comisiones y pérdidas por tipo de cambio.

No es extraño. En realidad los bancos centrales de los mercados emergentes han tomado la decisión de maximizar sus reservas de dólares y oro y, con ello, la volatilidad de las monedas locales ha sido extrema.

Hace un tiempo comenté por qué se había desplomado el oro y desde entonces lo que hemos visto es un aumento exponencial de la política agresiva de muchos bancos centrales de continuar aumentando masa monetaria y buscar a toda costa la devaluación, que no deja de ser el asalto al ahorrador y empobrecimiento generalizado. El oro, en ese periodo, fue perdiendo el carácter especulativo y las posiciones en activos financieros (ETF) ligados al precio del oro hayan caído de casi 3.000 toneladas equivalentes a menos de 1.500, según Goldman Sachs.

 

¿QUÉ HA OCURRIDO DESDE ENTONCES?

La percepción de riesgo global ha aumentado, con las estimaciones de crecimiento global revisadas a la baja hasta niveles casi de 2008 (el Banco Mundial espera un 2,4% en 2016 y en 2008 fue ligeramente inferior).

El miedo a la confiscación del ahorro vía política monetaria ha aumentado. Mientras la deuda de los estados ha crecido un 9% anual desde 2008 y vuelve a alcanzar máximos en 2016, las familias, cuya principal fuente de ahorro son los depósitos, han reducido su deuda hasta niveles de 2007.

El miedo a que los defensores del expolio se lancen a imprimir moneda sin control, a devaluar de manera salvaje y a buscar la inflación aunque le cueste los ahorros a sus ciudadanos es alto. Y por ello se busca un almacén de valor, un elemento de seguridad ante un entorno incierto –o un miedo muy cierto-.

Pero incluso los que no temen que les roben con una sonrisa vía la impresión de dinero con la excusa del “pueblo” también buscan añadir un activo de menor riesgo y con fundamentales menos pobres que algunas materias primas. A pesar del progresivo aumento de demanda china, rusa y asiática, el oro tuvo exceso de suministro desde 2009 y alcanzó su máximo (casi 20 millones de onzas de sobrecapacidad) en 2010. Esa tendencia se ha revertido en los dos últimos años.

El problema hasta ahora es que para muchos, la compra de oro como reserva de valor o inversión se hacía fundamentalmente vía derivados financieros que, como comentaba en 2010, tienen tanto riesgo como otros productos ante un riesgo financiero, y no están respaldados por el metal físico. La diferencia con este tipo de plataformas que están creciendo por el mundo es que democratizan el acceso a oro físico al vender partes pequeñas de un lingote. Pero siempre claramente especificado que está 100% respaldado por dicho lingote.

Incluso los que, como yo, piensan que el riesgo de una crisis como la de 2008 está moderadamente contenido y que a lo que nos enfrentamos es más a un periodo de bajo crecimiento y pobre inflación por saturación de estímulos, la continua política de atacar al ahorro y endeudarse solo nos lleva a empeorar el potencial de crecimiento.

Pero además, ante el enorme riesgo del “helicóptero monetario” (que también será un fracaso, como explicábamos aquí) es normal que un número creciente de ciudadanos busque reducir el riesgo que supone la enorme fluctuación de las monedas y la decisión consciente de hundir su valor.

No es de extrañar que las familias y empresas busquen mitigar el impacto de la represión financiera vía oro con plataformas garantizadas físico. Porque desafortunadamente, lo que se repite en el consenso es que el problema de la política monetaria no es que haya fallado, que es evidente, sino que no se hizo suficiente. Que la culpa de todo la tienen ustedes, malvados, que ahorran en vez de gastar. Y se penaliza al que critica los errores de la política, mientras que se premia a los que exigen más.

Es triste, pero no se quiere entender que el asalto al ahorrador no genera prosperidad y nos está llevando al estancamiento. Que penalizar el ahorro e incentivar el endeudamiento no nos va a solucionar la crisis. Y que los problemas de productividad no se solucionan imprimiendo papelitos. Usman Mohammed lo entendió, usted y yo también, pero todavía quedan por ahí algunos que seguirán defendiendo que “esta vez es diferente”. Y no lo es.