El dato de inflación de junio es especialmente preocupante. El IPC (índice de precios al consumo) sube al 10,2%, un punto y medio superior al de mayo y el nivel más alto registrado desde 1985.

Para los que echan la culpa a la energía, el IPC subyacente -que excluye el efecto de energía y alimentos- se ha disparado seis décimas al 5,5%, el más alto desde 1993.
Estos datos son particularmente malos por varios factores.
Primero, porque incorporan 15 días estimados con el subterfugio del “tope de gas” que el gobierno vendió como panacea para bajar la inflación.
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