El BCE o el miedo a la realidad

El Banco Central Europeo ha anunciado por fin la primera subida de tipos en once años, medio punto. No es una sorpresa para el mercado. La evidencia es que el BCE sigue muy por detrás de la senda de normalización urgente que están llevando a cabo otros Bancos Centrales y que, en el caso particular de la Eurozona, es absolutamente imperativa. 

¿Se estanca Europa?

Ayer mismo conocimos el dato final de inflación de la Eurozona, y la cifra exige una acción contundente e inequívoca por parte del BCE que demuestre que sigue su mandato, que es la estabilidad de precios. 

Muchos argumentarán que la inflación en la Eurozona tiene un elevado componente energético, pero no podemos olvidar que los precios no suben todos a la vez para la misma cantidad de dinero (uno o dos precios sí pueden subir por factores exógenos, una guerra, la ruptura de suministros…), y desde luego, la inflación subyacente no se dispara a niveles no vistos desde los años 90 si no hay un componente monetario que lo justifique: la inyección masiva de moneda, muy por encima de la demanda, durante el período 2020-2021.

La inflación ya era un problema antes de la crisis del Covid-19 porque la inflación no es sólo el IPC, es la pérdida de poder adquisitivo de la moneda, y desde 1991 hasta 2021 el euro ha perdido el 74% de poder adquisitivo. Además, en el período en el que nos decían que no había inflación se produjo una enorme subida de los activos financieros e inmobiliarios, y eso también es inflación.

La subida de tipos anunciada por el BCE es insuficiente y dañina para la estabilidad del euro. Por un lado continúa generando una enorme represión financiera, es decir, penalizando el ahorro y la inversión prudente e incentivando el exceso de endeudamiento de los agentes con acceso a crédito. 

Hay otros factores especialmente peligrosos, la subida de tipos va a reflejarse inevitablemente en la limitación en el acceso a crédito de familias y empresas, mientras que el BCE va a continuar disfrazando el riesgo de los emisores soberanos, especialmente los periféricos, con un llamado “mecanismo antifragmentación” que no deja de ser una subvención encubierta a los Estados fiscalmente irresponsables a costa del salario real y los ahorros de los ciudadanos de los Estados responsables. 

Este doble impacto se llama “Efecto Desplazamiento” puesto que se da un beneficio relativo no justificado por los datos de solvencia y calidad crediticia a los estados emisores con respecto al sector privado, lo cual lleva a que el coste de la normalización recaiga completamente en el sector productivo. 

Mantener tipos reales negativos es en sí mismo incentivar el exceso de endeudamiento y la irresponsabilidad crediticia. Tras años de políticas monetarias expansivas nadie va a creerse que estas medidas vayan a ser temporales o condicionales, ni mucho menos que la condicionalidad vaya a ser severa o efectiva. Además, no podemos olvidar que la Eurozona se lanza a un programa de fondos europeos “Next Generation” que van a ser monetizados en su gran mayoría.

 Tampoco podemos olvidar que el euro no es la moneda de reserva del mundo y que la combinación de elevada inflación y debilidad del euro contra el dólar (dos caras de la misma moneda) generan mayores problemas para los ciudadanos y empresas de la Eurozona que los supuestos beneficios de financiar “barato” a los estados soberanos.

El mandato del Banco Central Europeo no es disfrazar el riesgo de los estados, sino la estabilidad de precios. Con la inflación subyacente a máximos desde 1992 el BCE no puede permitirse titubear sólo porque algunos estados quieran continuar disparando el gasto público.

¿Qué necesidad hay de mantener tipos reales negativos? Si la economía europea tiene la solidez y el nivel de solvencia crediticia que el propio BCE muestra en sus informes, no existe ninguna justificación para mantenerlos.

¿Qué necesidad hay de introducir un mecanismo antifragmentación si los estados van a cumplir con sus propios objetivos de reducción de déficit y deuda?

¿Qué miedo tiene el BCE al mercado y a la realidad si los indicadores financieros y macroeconómicos que él mismo refleja son positivos?

El problema no son los tipos reales positivos ni una subida completa y absolutamente moderada de las primas de riesgo. El problema no es normalizar la Política Monetaria. El problema ha sido el exceso injustificado de tipos negativos, inyecciones de liquidez masivas y desequilibrios monetarios planificados. 

El objetivo del BCE, como ya he mencionado, es la estabilidad de precios y para lograrla debe actuar con contundencia. Su trabajo debe ir encaminado a fortalecer la posición del euro como moneda de reserva en el mundo y olvidar consideraciones políticas que ponen en duda su credibilidad y su independencia. 

El Banco Central Europeo no ha sido creado para intentar hacer milagros. Los que defendemos una Eurozona estable y un BCE independiente somos los que defendemos el proyecto europeo, no los que promueven el inflacionismo y la destrucción del poder adquisitivo de nuestra moneda.

Acerca de Daniel Lacalle

Daniel Lacalle (Madrid, 1967) es Doctor en Economía, profesor de Economía Global y Finanzas, además de gestor de fondos de inversión. Casado y con tres hijos, reside en Londres. Es colaborador frecuente en medios como CNBC, Hedgeye, Wall Street Journal, El Español, A3 Media and 13TV. Tiene un certificado internacional de analista de inversiones CIIA y un máster en Investigación económica y el IESE.

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