El gobierno te empobrece

En marzo, el índice de miseria de Okun (paro sumado a inflación) situaba a España en la parte más alta de las economías del G-20. Con un 22,5% en el índice de miseria, solo países como Turquía, Argentina, Sudáfrica, Grecia, Lituania o Brasil reflejan peores niveles que España.

El gobierno te empobrece

Con la mayor tasa de paro de Europa el gobierno llama “récord de empleo” a una tasa de empleo de 58,5% dos décimas inferior a 2019 y peor que en toda la serie 2015 a 2019. También España sufre una inflación más elevada que la media de sus comparables, tanto en la inflación total como la subyacente.

¿Recuerdan aquello de “en esta crisis se están haciendo las cosas de otra manera”? Lo que llaman “otra manera” ha sido llevar al límite el gasto público, endeudarse sin control y expoliar a los ciudadanos. Lo mismo que en la anterior.

El cierre de la economía más severo de los países de nuestro entorno fue impuesto por el gobierno. Y el gobierno ha agotado todas las políticas de demanda a expensas de destruir la clase media al erosionar los salarios reales y los depósitos y subir impuestos directa e indirectamente al no deflactarlos con la inflación.

Ahora el resultado es una mayor inflación, paro disfrazado y un menor crecimiento económico. Pero el tamaño del gobierno en la economía y el gasto deficitario permanecen.

Todo lo que gasta el gobierno lo pagas tú. No hay dinero gratis. Incluso para los beneficiarios de “ayudas” en una moneda constantemente depreciada. La inflación es el impuesto a los pobres.

Los gobiernos no evitan las recesiones a través del gasto, simplemente disfrazan y aumentan los problemas acumulados agregando constantemente deuda que los bancos centrales monetizan a través de la flexibilización cuantitativa. Este aumento descontrolado de la cantidad de dinero y el gasto público conduce primero a la inflación de los activos y después a la inflación de los precios de los bienes cotidianos.

No es una casualidad que España tenga más inflación que sus comparables, cuando ha consumido más reservas monetarias vía aumento de deuda y gasto que el resto.

La creación de dinero planificada artificialmente nunca es neutral. Beneficia desproporcionadamente a los primeros receptores de dinero, el gobierno y aquellos con activos y deudas, e impacta negativamente a aquellos con un salario monetario y algunos ahorros en depósitos en efectivo, que se disuelven con el tiempo.

Ninguna hoja de cálculo de Excel socialista puede borrar el hecho de que el gasto deficitario masivo financiado con dinero recién creado destruye a los pobres y la clase media.

Los programas sociales en una moneda constantemente devaluada se vuelven irrelevantes y sin valor mientras que al mismo tiempo el mal llamado estado de bienestar condena a una parte sustancial de la población a ser clientes rehenes de los planes gubernamentales.

Los intervencionistas pueden usar la excusa de robar a los ricos para dárselo a los pobres, pero la realidad es que el gasto del gobierno es tan enorme que no pueden financiar todos los programas sociales con el dinero del uno por ciento de la población. El gobierno toma del 99% para dar fondos devaluados y cada vez más inútiles al 45% de la población, y a la vez disparando una burocracia en constante expansión para administrarlo todo.

El gasto deficitario y la creación de dinero artificial son solo dos caras de la misma moneda, disolviendo la riqueza existente de una nación mediante la emisión de más pagarés (moneda en circulación). El precio de un bien o servicio puede subir debido a una crisis de oferta, pero si la cantidad de moneda emitida es la misma, sería imposible que todos los precios subieran con ella. De hecho, otros precios caerían. Los precios de la mayoría de los bienes y servicios solo pueden subir al unísono si la cantidad de moneda aumenta más rápido que su demanda.

Ahora, los keynesianos ven que solo hay una forma de frenar la inflación: frenar la demanda agregada. Pero los gobiernos no van a reducir el gasto, por lo que la “reducción de la demanda agregada” será empobrecer a todos en el sector privado.

El espejismo del enorme gasto público y la emisión exponencial de moneda es un proceso de expropiación. El gobierno amplía su tamaño a expensas del resto de la población, especialmente de aquellos que defienden programas de aumento del gasto público.

Expropiación de entrada, incurriendo en déficits descontrolados financiados con deuda, lo que significa mayores impuestos en el futuro. En segundo lugar, aumentando los impuestos para “reducir el déficit”. Tercero, con la inflación. El peso del gobierno en la economía aumenta en los tres pasos. Luego, cuando falla, repiten.

Si usted quería más gobierno, esto es más gobierno: menos crecimiento, mayor inflación y ciudadanos más pobres.

Acerca de Daniel Lacalle

Daniel Lacalle (Madrid, 1967) es Doctor en Economía, profesor de Economía Global y Finanzas, además de gestor de fondos de inversión. Casado y con tres hijos, reside en Londres. Es colaborador frecuente en medios como CNBC, Hedgeye, Wall Street Journal, El Español, A3 Media and 13TV. Tiene un certificado internacional de analista de inversiones CIIA y un máster en Investigación económica y el IESE.

Un comentario en “El gobierno te empobrece

  1. Pero los efectos de este gobierno van más allá de las medidas que adoptan y repercuten el coste en los ciudadaanos, que pagan las consecuencias, además de impuestos disparatados. Ese es el mecanismo socialista: primero freir a impuestos, después repercutir los costes, sin olvidar lo primero. Así que el personal paga dos veces por lo mismo. Ejemplos: la ley antideshaucios y el tope del precio del gas. No permiten que la gente prospere, impiden la formación de empresas, achicharran a impuestos a los que sobreviven y gastan, gastan, gastan sin medida con rendimientos de cero coma cero, si llega. Después llegan las subvenciones, paguitas para sobrevivir a los que se les impide prosperar. Los años en los que los tipos han estado a cero, gente como Ud. recomendaba reducir la deuda, arreglar los desastres provocados, corregir errores. Pues nada, «vuelve la burra al trigo y el burro al voto» como dice un amigo.

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