El legado de Calviño: Despilfarrar el mayor estímulo y enviar a España a una década perdida

“Better see if you’re holding the wrong edge of the blade” Steve Perry

Cuando uno viaja en tres meses a los motores del mundo, China e India, le entra la risa al escuchar al gobierno decir que España es un ejemplo de crecimiento. Lo preocupante es que el ciudadano español ya se ha resignado al empobrecimiento.

No podemos olvidar que el empobrecimiento de España viene montado a los lomos de la farsa de la redistribución. La socialdemocracia ha dejado a España en una mediocridad crónica injusta, porque desmerece a una población y a unos empresarios que hace todo lo posible por continuar andando mientras el poder político les pone otro peso en los grilletes y nos dice que no contribuimos suficiente.

El historial que deja Calviño como ministra de economía es haber despilfarrado el mayor estímulo fiscal y monetario de la historia y dejar una economía estancada, endeudada y empobrecida. Además, su legado es haber liderado el gobierno más voraz fiscalmente, con el mayor expolio a los ciudadanos, imponiendo la mayor subida de la presión fiscal de toda la Unión Europea.

El legado de Calviño es, desafortunadamente, todavía peor si consideramos el absoluto fracaso de los fondos europeos, que se han perdido en empresas públicas que ya se financian con nuestros impuestos y conglomerados que jamás tuvieron problemas de financiación de sus planes de inversiones.

Pero lo más sangrante ha sido el expolio a contribuyente. Más de cincuenta subidas de impuestos y un expolio a la clase media sin precedentes al negarse a ajustar los impuestos a la inflación. El 80% de lo recaudado por aumentos impositivos ha recaído sobre la clase media. Calviño ha utilizado a empresas y familias como un cajero automático para regar de favores a los socios de coalición y aumentar las desigualdades entre regiones ricas y pobres.

Como explica el economista y empresario José Ramón Riera, el gobierno de Sánchez ha recaudado casi 1,2 billones de euros en impuestos desde 2018. El gasto público consolidado se dispara a los 700.000 millones de euros anuales. Usted se preguntará ¿y dónde va esa cantidad ingente de dinero? Vivimos en un país donde nadie se escandaliza cuando se anuncia un gasto de 4.500 millones de euros en Agenda 2030, de casi 5.000 millones de euros en Asuntos Económicos, casi 100 millones anuales en Presidencia y miles de millones, hasta 35.000, en gasto puramente político, donde se expolia al que produce para disparar una administración extractiva e ineficiente.

Un país donde el gobierno gasta 700.000 millones de euros al año no es un país donde falten recursos públicos. Lo que sobra es gasto político. Más de 60.000 millones de euros anuales de ineficiencia en el gasto público, según el Instituto de Estudios Económicos.

Nuestro colaborador Lorenzo Bernaldo de Quirós, uno de los mejores economistas de España, ha escrito un informe demoledor titulado “España va camino de perder el tren de la prosperidad”. Los datos son aterradores:

A pesar del récord de ingresos, el mayor estímulo fiscal y monetario de la historia y los fondos europeos, España mantiene un déficit estructural en el entorno del 4 por 100 del PIB. Adicionalmente, el coste de los compromisos de gasto asumidos por la coalición gubernamental y sus socios ascienden a unos 100.000 millones de euros, un 7,4 por 100 del PIB.

España no tiene un plan de consolidación fiscal creíble y Calviño ha desperdiciado estos años dejando un déficit estructural que casi ha duplicado y unas cuentas públicas insostenibles.

En cinco años, España he perdido puestos con respecto a la media de la Unión Europea en renta per cápita ajustada por poder adquisitivo, y se sitúa a 15 puntos cuando estaba a 9.

España ha aumentado más la deuda pública que nuestros socios europeos, y por mucho, a pesar de disfrutar de una inyección de fondos europeos y estímulo monetario sin precedentes.

Así, España se queda como la tercera peor recuperación de la Unión Europea en PIB entre 2019-2023, el mayor aumento de deuda pública, la mayor tasa de paro y paro juvenil y encima la mayor pérdida de poder adquisitivo y caída de salarios reales en ese periodo.

Lo peor no es solo el despilfarro de más de 350.000 millones de estímulo fiscal y el mayor apoyo monetario de la historia por parte del BCE o el desastroso legado con la terrible ejecución de los fondos europeos, sino que la solución va a costar mucho y va a necesitar de un plan radical de resolución de los gigantescos desequilibrios que nos dejan.

Lo único positivo que se puede decir de la gestión de Calviño es que a lo mejor ha frenado algunas de las propuestas más delirantes de sus socios comunistas, pero eso no mejora un historial de ataques y amenazas a las empresas y los contribuyentes no visto en décadas. 

Calviño ha contado con todos los instrumentos fiscales y monetarios, el mayor apoyo de la UE y el BCE de la historia y los fondos Next Generation y su legado es una economía con la mayor tasa de paro efectivo y oficial de Europa, más empobrecida y endeudada. Si podemos usar una frase como colofón a la gestión de la ministra es que “Nadia Calviño demostró, de nuevo, que el socialismo empobrece y que la consolidación fiscal subiendo impuestos y aumentando gastos fracasa siempre”.

Acerca de Daniel Lacalle

Daniel Lacalle (Madrid, 1967) es Doctor en Economía, profesor de Economía Global y Finanzas, además de gestor de fondos de inversión. Casado y con tres hijos, reside en Londres. Es colaborador frecuente en medios como CNBC, Hedgeye, Wall Street Journal, El Español, A3 Media and 13TV. Tiene un certificado internacional de analista de inversiones CIIA y un máster en Investigación económica y el IESE.

Un comentario en “El legado de Calviño: Despilfarrar el mayor estímulo y enviar a España a una década perdida

  1. «La socialdemocracia ha dejado a España en una mediocridad crónica injusta,…». Yo creo que es justísima. Los votantes han elegido ruina y miseria y estaban avisados porque González y Rodríguez dejaron el país en la ruina cuando se fueron. No tenemos más que lo que votamos. Por lo menos, los que leemos estos artículos estamos informados. Cuando pregunto a conocidos por estas cuestiones, la ignoracia manifestada es supina: se limitan a repetir las consignas gubernamentales y a decir que los bares están llenos. Se nota que solo ven los canales «oficiales» de la tele. Por otra parte expresan sus propias dificultades diarias pero no las asocian a las medidas del gobierno. Cuando se les explica que esas cosas son consecuencia de lo que hace el gobierno, haciéndoles ver la cadena de causas-efectos, le miran a uno como si hablara en sánscrito y usan el célebre argumento de los bares llenos. Así que tenemos una especie de disociación general que debería ser tratada por siquiatras.

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