¿Está la Unión Europea creciendo o engordando?

El índice de sentimiento económico en la Eurozona se encuentra en máximos de cinco años. El índice (ESI) subió a 109,6 y lleva creciendo desde hace cuatro años. Con estimaciones de crecimiento del consumo que se mueven entre 1,5 y 1,7%, y de la inversión de 2,5%, se confirma lo que indican los índices manufactureros, que también se mantienen en expansión.

A los datos positivos se añade que los resultados empresariales empiezan a acompañar. Del Eurostoxx 600 han publicado 186 compañías con un aumento de ventas decente, pero mejora –por el efecto base- de beneficio neto muy superior a las ventas.

No se puede negar el fortalecimiento, porque además ocurre a la vez que se han fortalecido los balances. ¿Es una consecuencia directa de la política del Banco Central Europeo? No necesariamente. La política del BCE ha afectado negativamente a los resultados del sector financiero y los márgenes de las empresas se mantienen pobres en el negocio doméstico, mientras que el desapalancamiento se llevó a cabo de manera mucho más intensa entre 2011 y 2013.

 

No se puede negar el fortalecimiento, porque además ocurre a la vez que se han fortalecido los balances

 

No se puede negar que los mensajes de “palo y zanahoria” de Mario Draghihan sido esenciales para evitar que se genere una burbuja inmobiliaria, pero no deja de ser relevante que casi el 30% del crédito concedido al sector privado vaya a inmobiliario, servicios y administración. El nivel de crecimiento no es preocupante, pero sí el hecho de que el aumento de la inversión y el crédito vayan a sectores de bajísima productividad.

El crecimiento de la inversión es un elemento de cautela. No es solo el hecho de que el crecimiento de la inversión es muy pobre porque los tipos bajos y el exceso de liquidez han sido factores esenciales a la hora de perpetuar una sobrecapacidad endémica (25%) y zombificar los sectores de baja productividad. Es que casi la mitad de la formación bruta de capital en las grandes economías viene de la construcción, como alerta Claus Vistesen.

El crecimiento del crédito del 2,4% en marzo nos muestra que el aumento de la masa monetaria sigue siendo muy superior al crecimiento de los principales indicadores, sean crédito, consumo o inversión, y si esa mejora se genera en sectores cuya rentabilidad y supervivencia dependen del gas de la risa monetario porque sus márgenes y valor añadido no aumentan, puede generarse un riesgo importante. Por eso merece la pena analizar una ratio que los analistas tendemos a olvidar en Europa, que es la de inventarios sobre ventas.

Es decir, la acumulación de bienes producidos con respecto al ritmo al que se vende. Esa acumulación, de momento, no es preocupante en la Eurozona, pero no podemos ignorar el riesgo de que las condiciones de crédito extremas empujen a perpetuar un modelo de pobre valor añadido. Cuando más del 50% del crédito total concedido –público y privado- se va a gasto corriente y áreas de baja productividad, el breve efecto “placebo” de la política mal llamada expansiva se convierte en un efecto boomerang después. Como cuando nos decían que se tomara una cerveza para “curar la resaca”. En realidad no la cura, perpetúa la borrachera.

 

Según Moody’s el riesgo es enorme cuando una parte muy significativa de las empresas y estados no podrían absorber un aumento de tipos de interés del 1%.

 

Por eso es tan relevante el mensaje de Draghi sobre la importancia de reformas estructurales y recordar que la política monetaria no es una barra libre para aumentar desequilibrios. Pero desafortunadamente, y a pesar de sus mensajes, la perpetuación de esos desequilibrios y el incentivo perverso que supone para aumentar el peso de los sectores de baja productividad es enorme. Es bien evidente. ¿Quiénes son los sectores y empresas cuya decisión de inversión depende de que los tipos sean bajos? Los de pobre valor añadido, bajo margen y débil productividad. Con todo el esfuerzo que se lleva a cabo por parte del BCE para evitar los incentivos perversos, es imposible limitarlos porque el mayor incentivo perverso es la política mal llamada expansiva en sí misma.

Lo que pasa es que, cuando ese pobre efecto de crecimiento y productividad que se da por el gas de la risa monetario deje de surtir su efecto placebo, se dirá que “no se hizo suficiente”, y que hay que repetir.

Hay elementos positivos. Los bancos de la eurozona pagaron €3.600 millones al Banco Central Europeo por el exceso de liquidez en 2016 que, a cierre de este artículo, sigue situada en 1,27 billones de euros. Eso demuestra que no se están lanzando a hacer préstamos como locos, y prefieren ser penalizados a volver a entrar en los errores de 2007.

 

En realidad el problema de la Eurozona no ha sido nunca de liquidez ni de acceso a crédito, sino de exceso de deuda, bajo valor añadido y sobrecapacidad

 

El crecimiento del crédito que empieza a darse no será en sectores de alta productividad y márgenes altos, pero los resultados de la encuesta del Banco de España, por ejemplo, muestran que los criterios de aprobación de préstamos a sociedades no financieras se han endurecido ligeramente durante en el primer trimestre de 2017, manteniéndose estables los de los créditos a hogares para adquisición de vivienda, y relajándose los de los destinados a consumo y otros fines. No me gusta la palabra “endurecer”, cuando es prudencia y lógica.

Ustedes podrán decir que los sectores de buenos márgenes y alta productividad no necesitan crédito, o al menos en la cantidad que los demás y probablemente tengan razón. Pero piensen en el razonamiento. Si es así, y lo es, entonces el baremo de crecimiento de crédito como factor de mejora de la economía es un error. Porque expone el apalancamiento a sectores que no pueden acometer un cambio de ciclo con fortaleza.

En realidad el problema de la Eurozona no ha sido nunca de liquidez –ya había exceso de la misma en 2013- ni de acceso a crédito, sino de exceso de deuda, bajo valor añadido y sobrecapacidad. La solución no debería haber venido de una política monetaria que incentiva el endeudamiento, por mucho que alerte Draghi, sino de eliminar ese exceso de gasto improductivo y favorecer el cambio de patrón de crecimiento desde la tecnología y el valor añadido. Pero a la represión financiera se le ha añadido la fiscal. Y por mantener los desequilibrios de la década de exceso estamos perdiendo la oportunidad de prepararnos para el futuro.

Estamos muy lejos de una situación de burbuja, lo miremos de la manera que lo miremos. Pero en Europa estamos perpetuando la sobrecapacidad y el peso de los sectores de baja productividad y renta de posición, esos que llamamos “estratégicos” desde el dirigismo, y aumentando deuda para sostener gasto corriente. Y eso no nos hace más fuertes, nos hace más gordos.

La Seguridad Social supera los 18 Millones de afiliados

 

Artículo elaborado por Guillermo Julio Sáez.

 

La Seguridad Social supera los 18 Millones de afiliados, su mejor nivel desde verano de 2009.

 

Esta mañana el Ministerio de Empleo presentaba los datos de Paro Registrado y Afiliación a la Seguridad Social que han superado cualquier previsión. El mes de Abril 2017 ha registrado récords en todos los ámbitos, superando las cifras registradas en los años de la burbuja económica.

El Paro Registrado ha descendido -129.281 personas hasta los 3.573.036 parados, su mejor dato desde Agosto 2009. Ha sido el mayor descenso desde que existen datos. Para contextualizar, desde 2002 a 2007, el paro bajó de media en el mes de Abril -43.000 personas frente al descenso de -129.281 de este año. En 2017 el descenso ha sido generalizado en todos los sectores: Agricultura (-11.330), Construcción (-8.944), Industria (-8.264) y Servicios (-96.672).

 

 

 

 

 

 

 

Respecto a la Seguridad Social, ha vuelto a superar los 18 Millones de Afiliados 92 meses después. En Abril 2017 registró 212.216 nuevos cotizantes, hasta un total de 18.122.222 afiliados. Este aumento es el mayor desde que existen datos, nunca antes se había superado la barrera de 200.000 nuevos afiliados en un mes de Abril. Hasta entonces, desde 2002 a 2007, años de la burbuja económica, el aumento medio fue de +110.747 nuevos afiliados. Sin embargo, la mayor subida hasta la fecha fue en 2015, cuando sumó 175.495 nuevos cotizantes.

 

 

 

 

En cuanto a la contratación, en Abril se registraron 1.604.476 contratos, que suponen un incremento del 4’03% respecto al mismo mes del año 2016. La contratación indefinida aumentó 5.552 contratos más que en Abril 2016, hasta un total de 151.448 nuevos contratos indefinidos, que suponen el 9’43% del total (Hay que recordar que en términos históricos, en Abril, el 91% del total de contratos siempre han sido temporales). A su vez, la contratación indefinida y a tiempo completo es la que creció a mayor ritmo, al registrar un avance del 4’23% respecto al mismo mes del año pasado. Por tanto, en los primeros cuatro meses del año se han firmado 631.110 contratos indefinidos, el mejor dato desde 2008.

 

En conclusión, el mercado laboral español ha batido cualquier previsión de desaceleración vinculada a la anunciada ralentización de nuestra economía, que parece no haber llegado todavía, tras revisarse al alza las previsiones de crecimiento de la economía española. Así pues, la Reforma Laboral ha demostrado ser un dinamizador del mercado laboral y que junto a la estabilidad política permiten que la contratación indefinida sea la que crezca a mayor ritmo.

Imponer la Sanidad Política No es Defender la Sanidad Pública

La Comunidad Valenciana, gobernada por PSOE y Compromís, con apoyo de Podemos, está llevando a cabo un equivocado asalto al modelo de colaboración público-privado en la Sanidad. Bajo el engañoso lema de defender “lo público”, solo consigue disparar el coste, empeorar el servicio para convertir la Sanidad de todos en un instrumento político guiado por la ideología y no la eficiencia en la gestión.

Todo parte de una mentira. La falacia de la “privatización de la Sanidad”. La titularidad de la Sanidad Pública siempre ha sido del sector público. Una concesión para la gestión no elimina ni la titularidad, ni el control por parte de los servicios públicos. Una gestión privada es un servicio a los ciudadanos que se mide por la calidad y la eficacia del mismo para todos, y que además es más barato ofreciendo mejores prestaciones.

La decisión ideológica de eliminar las concesiones no responde, por lo tanto, ni a un factor de calidad, ni de servicio y, desde luego, no es “recuperar lo público” porque siempre lo ha sido. Que se use a una empresa líder para gestionar un servicio estatal no significa que deje de ser público y de todos. Se trata de hacer el mejor uso del dinero de los contribuyentes y maximizar la calidad.

El caso de la concesión que vence en 2018 de Ribera Salud es un ejemplo evidente de ideología enfrentada a servicio y calidad. Se trata de una de las diez principales empresas con sede social en la Comunidad Valenciana, con 5.883 empleados. Un ejemplo de empresa comprometida con Valencia, el empleo y la inversión, que cubre el servicio de salud del 20% de la población de la Comunidad Valenciana.

Según los últimos datos oficiales de la propia Generalitat, las concesiones sanitarias gestionadas por Ribera Salud cerraron 2016 con dos meses menos de demora quirúrgica que la media de hospitales públicos. En el Hospital Universitario de la Ribera, la demora media quirúrgica es de 46 días, cifra que se sitúa en los 67 días en los hospitales públicos de gestión directa.

La propia Sindicatura de Cuentas de la Generalitat pone de manifiesto que la colaboración público-privada, el ‘Modelo Alzira’, genera un ahorro del 25%. Según un estudio de este organismo, el gasto público por habitante en el departamento de La Ribera fue de 841 euros (718€ en Denia y 634€ en Torrevieja), mientras que la media en los departamentos públicos de la región se situó en 894 euros.

 

Si es más barato, más eficiente y da mejor servicio, y además la titularidad pública no se ha perdido nunca y el control por parte de la Generalitat es anual, ¿por qué se elimina un modelo que funciona? Porque se trata de una decisión ideológica que busca el control total, aunque el servicio empeore, no tenga fundamentos legales, ni se tengan en cuenta todos los indicadores de calidad asistencial, ahorro y satisfacción de los pacientes.

 

Pero no solo es una decisión ideológica, arbitraria e innecesaria. Es un asalto a la inversión, el empleo y esos ingresos fiscales de los que tanto se quejan en el gobierno autonómico y que volverán a caer al destruir el tejido empresarial que ha apostado por la Comunidad Valenciana invirtiendo y creando empleo y riqueza.  Porque la cooperación público – privada de la sanidad valenciana ha sido posible gracias a la confianza inversora de empresas como el Grupo Ribera en las iniciativas sanitarias de desarrollo conjunto planteadas desde la Generalitat; y ha hecho posible la creación de un modelo de gestión sostenible, innovador y eficiente, que no podría haberse llevado a cabo sin esta colaboración mixta, principalmente porque el sector público no podría haberlo financiado por restricciones presupuestarias y de financiación pública.

Se trata de un modelo de gestión que, desde su implantación en el Hospital de La Ribera en 1999, se ha convertido en un referente global, que ha situado a la sanidad valenciana en esferas internacionales. La Organización Mundial de la Salud recomienda los modelos de colaboración pública-privada para garantizar la sostenibilidad, la calidad, la innovación y la inversión en una mejor salud para todos. La Unión Europea aprobó en 2014 una Directiva (2014/23/UE), relativa a la adjudicación de contratos de concesión, de obligada trasposición a sus Estados miembros a partir de 2016, dentro de una dinámica de fomento de la cooperación público privada.

 

Defender lo público no es defender el control político. Defender lo público es dar el mejor servicio, con más calidad y con un coste más eficiente, asegurando la sostenibilidad, la inversión y el empleo.

Como se hace en toda la OCDE, con modelos de colaboración público-privada eficaces. En Valencia no se está defendiendo la sanidad pública. Se está imponiendo la sanidad política.

 

 

Daniel Lacalle

Doctor en Economía