Por qué China nos debe preocupar más

Una de las frases más repetidas en estas últimas semanas es que “la economía china se está estabilizando”. Y no es cierto. Es más, aunque pensemos que es un problema exterior, tiene consecuencias muy importantes para todos.

Por un lado, el cambio de modelo económico no se está dando como se anunciaba a bombo y platillo. Transición de modelo industrial endeudado a uno de consumo, con desapalancamiento y mejora de productividad. No solo no se ha reducido el endeudamiento total, sino que se ha acelerado de manera preocupante, hasta casi un 260% del PIB desde un 155% en 2008.

Solo en marzo, la deuda concedida aumentó en $211.000 millones, el doble de la cifra de febrero. Se estima que China creará el equivalente a más de “una España” de deuda este año. China ahora necesita 6,5 unidades de deuda para crear una de PIB –según Morgan Stanley-, es decir, necesita cuatro veces más deuda que hace seis años para crecer mucho menos de lo estimado.

Los préstamos de difícil cobro se han disparado a 706.000 millones de dólares en marzo. No solo una cifra enorme, la más alta en 11 años, sino que está muy cuestionada. Según las autoridades chinas, dicha cifra supone una tasa de morosidad inferior al 1,7%, y muchos análisis económicos, desde Capital Economics a HSBC, estiman que la cifra es al menos el doble.

La productividad de los factores, según The Economist, ha caído de un crecimiento del 5,9% del PIB entre 1991 y 2000, a un 3,6% anual medio entre 2011 y 2015.

Ninguna gran economía ha endeudado tanto ni tan rápido sin acabar en una crisis financiera o un periodo prolongado de estancamiento.

Para el resto del mundo, las consecuencias son importantes:

1. China exporta desinflación al resto del mundo. Si China busca reducir sus desequilibrios incrementando las exportaciones, lo hará reduciendo precios de manera generalizada, para compensar la caída de volúmenes en sectores de bajo valor añadido.

2. Un desequilibrio entre crecimiento de la masa monetaria y el PIB real tan brutal como el que ha vivido China, en particular desde el desastroso plan de estímulo de 2008, que ha creado una enorme sobrecapacidad. Solucionarlo llevaría a cierres, una enorme crisis, aumento de desempleo creado con la burbuja, y una reforma financiera que secaría el crédito. La tentación de esconder los desequilibrios devaluando de manera agresiva vuelve a aparecer, y ello profundizaría la desinflación exportada al resto del mundo.

3. El proteccionismo y medidas intervencionistas que se quieren imponer en algunos países, incluido el nuestro, hundiría nuestras exportaciones a Asia. No es una casualidad que ante el riesgo de los dos elementos mencionados antes, Japón haya firmado el Tratado Transpacífico que reduce su exposición a los desequilibrios chinos y aumenta su comercio con el resto del mundo. Aquí, seguimos silbando subiéndonos a la Torre KIO pensando que vamos a exportar más introduciendo más trabas a las importaciones.

El mayor riesgo que corremos ante los desequilibrios chinos es pensar que el ajuste ya ha terminado y que lo peor ha pasado. Ninguno de los factores antes mencionados, ni siquiera los positivos –aumento del consumo, crecimiento de la clase media- va a poder evitar tomar medidas duras para atajar la bomba de deuda que se puede crear.

Publicado en El Español, 18 de mayo de 2016.

Yo busco soluciones desde la realidad actual, no desde la utopía.

Librería Libre. Economía. Analista financiero internacional CIIA (Certified International Investment Analyst), máster en Investigación Económica, y post-grado por el IESE, Daniel Lacalle, es un reconocido economista, profesor de Economía Global y Finanzas, y gestor de fondos de inversión. Su carrera en gestión de carteras e inversión comenzó en Estados Unidos y continuó en Londres abarcando renta variable, fija, capital riesgo y materias primas. También ha trabajado como analista financiero en ABN Amro (hoy RBS), y ha llevado a cabo distintas responsabilidades en Repsol y Enagas.

Como docente Daniel Lacalle ha impartido clases en la London School of Economics, en el Instituto de Empresa, en el Instituto de Estudios Bursátiles, en la Escuela AFI, y en el master MEMFI de la UNED. Actualmente escribe una columna diaria en el diario El Español, y colabora habitualmente en otros medios de comunicación como La Razón, Inversión, la CNBC, BBC, El Mundo, Intereconomía, 13TV, Espejo Público (Antena 3), La Sexta, y The Wall Street Journal.

Habitualmente reside en Londres, la capital financiera del mundo, pero viaja por todo el mundo. España es el lugar elegido por Daniel Lacalle para publicar sus libros. Lleva seis, todos ellos con Deusto, su casa editorial de cabecera. La última de sus obras lleva por título La Pizarra de Daniel Lacalle, las diez reformas esenciales para una España de futuro.

La mayor parte de sus libros van por la sexta o séptima edición. ¿Cuántas ediciones lleva esta obra?

Salió hace un par de meses y ya vamos a por la segunda edición.

¿Cuál es el secreto para ser un autor tan leído?

Creo que es importante ponerse en la piel del lector y no dar por hecho que dispone de los mismos conocimientos que pueda tener yo, hacer la lectura amena introduciendo experiencias personales y, sobre todo, pensar en qué me atrae de otras obras para evitar caer en el error de hacer el libro un manual de texto de colegio.

¿Qué encontrarán los lectores en La pizarra de Daniel Lacalle?

Creo que ofrece soluciones para que la economía española avance como lo han hecho los países líderes, pero sobre todo desde un punto de vista optimista y constructivo. Los economistas a veces somos un poco cenizos hablando de riesgos y lo que se hace mal. Este libro ahonda en lo que hemos hecho bien, cómo podemos mejorar y los retos que se presentan, no como si fuese un examen que hay que aprobar, sino un proyecto de país que ilusione e inspire.

¿Puede enumerar cuáles son esas diez reformas esenciales para una España de futuro

  1. Una reforma de las pensiones que las haga sostenibles y acordes a nuestro patrón de crecimiento para que nuestros mayores disfruten de un sistema de pensiones similar al de los países líderes.
  2.  Administración 2.0. Una reevaluación de la administración para hacerla eficiente y orientada al empleo y la creación de empresas.
  3. Empleo. Como acabar con la lacra del paro y mejorar en calidad y salarios haciendo lo que llevaron a cabo las economías líderes.
  4. Regeneración política. Un cambio de mentalidad desde la sociedad civil a las instituciones, valorando lo mucho bueno que tenemos sin acabar con lo que funciona.
  5. Deuda pública. Acabar con la lacra de la política deficitaria que luego genera crisis y mayores recortes a futuro.
  6. Educación. Orientada a la excelencia, el emprendimiento y la mejora constante de nuestra posición global.
  7. Fiscalidad. Una fiscalidad orientada al crecimiento y no confiscatoria.
  8. Competitividad, innovación y exportaciones. Pilares esenciales de una economía de progreso.
  9. Energía. Evitar burbujas y crear condiciones para mejorar nuestra posición global desde la competitividad y la sostenibilidad.
  10. Europa y política monetaria. Ser un país que influencie y lidere el proyecto europeo junto a los líderes.

¿España necesitará mucho trabajo para salir de la crisis o un milagro?

España necesita seguir trabajando. El milagro lo hemos conseguido, que es salir de un agujero del que parecía imposible salir, creciendo y creando empleo. Ahora hay que hacerlo sostenible.

La Pizarra de Daniel Lacalle, las diez reformas esenciales para una España de futuro es su último libro, pero no el único. Repasamos a continuación el resto de obras. ¿Cómo definiría su obra Acabemos con el paro?, ¿Es un análisis sobre el mercado laboral o un libro de recetas para acabar con el desempleo?

Es un libro de soluciones. Existen muchos libros que analizan el mercado de laboral desde un punto de vista clínico. Este es un libro que se ha centrado en analizar los problemas, explicar las causas, pero sobre todo, capítulo a capítulo, ofrece soluciones que han funcionado en otros países.

Escribió Hablando se entiende la gente en colaboración con Emilio Ontiveros y Juan Torres. ¿Fue más sencillo trabajar en común o es más fácil hacerlo en solitario?, ¿A qué conclusiones llegaron?

Fue un proyecto apasionante, pero nada fácil. Somos los tres personas muy ocupadas y con ideas muy claras. Las principales conclusiones a las que llegamos es que los problemas de España tienen solución y que, si nos centramos en los grandes retos, tres economistas con ideologías muy diferentes pueden llegar a soluciones de mínimos, tanto desde el lado de las instituciones como de la política de empleo y mejora de la calidad y tamaño del tejido empresarial.

La madre de todas las batallas es un libro escrito junto a Diego Parrilla, publicado originalmente en inglés como The Energy World Is Flat, que despertó gran interés no sólo por el título, sino por su planteamiento. ¿Qué suponía de novedad este libro?

Cuando lo escribimos casi todos pensaban que el petróleo solo podía subir y que el mercado energético es inflacionista. Creo que fue un libro innovador, tanto en EEUU y Reino Unido como en España y Latinoamérica, porque es el primer libro que al menos yo recuerde que analiza el efecto combinado de las tecnologías disruptivas, las renovables, la eficiencia y la desaparición del arma del petróleo.

En estos momentos, ¿cuáles son las batallas que estamos librando y cuál es la “madre” de todas ellas?

La madre de todas las batallas es la que existe entre productores de energía y las tecnologías que están aumentando la eficiencia y la diversificación de suministro.

En Viaje a la libertad económica usted hace un planteamiento muy interesante. ¿Cree que la sociedad actual está preparada para emprender ese viaje?

Totalmente. A medida que vemos que el populismo y el intervencionismo solo nos lleva a repetir los errores del pasado. Es un libro que ha sido muy bien recibido, ya está en la séptima edición, precisamente porque muestra que ese viaje no solo es posible, sino que ofrece mayor prosperidad para todos.

Nosotros, los mercados, editada por Deusto, es una obra atrevida en la que se expone de manera clara la configuración de los mercados en la coyuntura actual. Ha sido traducida al portugués, y actualizada y traducida al inglés con el título Life In The Financial Markets. ¿A qué se debe el éxito de esta obra?

Mucha gente me ha dicho que es el primer libro que explica de forma sencilla y clara, además de rigurosa, cómo funcionan los mercados financieros. Al estar escrito desde una perspectiva personal y desde mi experiencia, también hace que el libro se lea de manera rápida y, como me dijo un lector “como una novela policíaca”.

¿Su planteamiento sigue estando plenamente vigente?

Más que nunca. La deuda sigue creciendo, seguimos viendo la volatilidad y la prima de riesgo como algo extraño que no entendemos. En la versión inglesa comentaba que repetiríamos lo que ocurre al principio, y así ha sido.

¿Cómo resolvemos los problemas del sistema económico que nos atenazan y limitan el crecimiento?

Tenemos que dejar de pensar que el crecimiento viene de la deuda y el déficit, de aumentar el gasto y penalizar el ahorro. Es al revés. Cuando recuperemos las políticas de oferta volveremos a crecer de manera sólida

¿Existen recetas mágicas contra el desempleo estructural que asfixia a algunas economías desarrolladas o la única manera de resolver el problema es recurrir a la ecuación ensayo-error hasta que demos con la fórmula?

Por supuesto. Lo ha hecho Alemania a pesar de unir a todo un país con una estructura obsoleta -el Este-, lo ha hecho Reino Unido, que en 1978 se consideraba el enfermo de Europa, lo ha hecho Irlanda. Pero si pensamos que el desempleo se reduce con las fórmulas de rigidez e intervencionismo, fracasaremos.

¿Para cuándo un nuevo libro?, ¿Sobre qué escribirá esta ocasión?

Me apetece acometer el reto de analizar qué ocurrirá cuando acabe la burbuja de los bancos centrales y analizar el impacto en Latinoamerica y España del auge y caída de los populismos. Espero que mi editor esté interesado.

¿Escribir le supone un esfuerzo, una herramienta para el análisis o un medio de expresión en su trabajo?

Para mí escribir es como respirar. Escribo todos los días y me sirve para analizar y expresar mis ideas, pero también para volver a ellas y evaluar en qué me he podido equivocar.

¿Hemos aprendido la lección después de los errores cometidos en la economía mundial?

En parte sí, como ha demostrado España, y en parte no. De hecho queremos repetir la burbuja y los errores de 2004-2010 y la mayoría de las políticas que se llevan a cabo en muchos países, y las que proponen los populistas, ahondan en esos errores.

¿Qué herencia económica les vamos a dejar a la próxima generación después de esta crisis global?

De momento, una montaña de deuda creada para sostener nuestros privilegios y que ellos pagarán. Pero también una enorme experiencia que espero que ellos no repitan y un período en el que la guerra ya no es una constante en Europa y la OCDE y donde la pobreza es casi historia.

¿Cómo ve el panorama económico internacional dentro de 20 años?

Estaremos mejor, seguro. La tecnología, el crecimiento de la clase media y la progresiva reducción de la pobreza nos llevarán a una sociedad mucho mejor.

¿Y el de España?

Igual. Hace 20 años me decían que nunca estaríamos mejor que en los 80. Es mentira y, a pesar de una crisis, lo estamos.

¿Europa y EE.UU firmaran el Tratado de Libre Comercio?

Si no lo hacen, Europa está condenada a perder en el escenario global. Porque el TPP (el Tratado entre Japón, EEUU y 11 países) ya está en marcha y no lo para nadie.

Usted es un defensor de ese Tratado. ¿En qué le beneficia a Europa?

Europa no se puede conformar con crecer menos, tener más deuda y más paro y una burocracia asfixiante. Las pymes se beneficiarían al poder exportar más, el empleo sería mayor y nos asociaríamos con la economía más potente del mundo.

Si se encontraran dos economistas en una misma habitación ¿sería más fácil que compartieran la misma opinión o que reflejaran dos formas diferentes de entender la economía?

Siempre digo que si nos sentamos dos economistas con los presupuestos del Estado y dos lápices rojos acabaríamos con el déficit en una tarde sin tocar el Estado del Bienestar. De hecho, yo hablo con economistas de casi todas las ideologías y tenemos muchísimas conclusiones comunes. Con quien no se puede hablar es con los dogmáticos del inflacionismo populista, que no solo defienden ideas completamente contrarias a la lógica, sino las matemáticas.

. ¿En Economía siempre dos y dos son cuatro?, ¿Por qué?

Porque de donde no hay no se puede sacar. Pero los inflacionistas populistas viven de vender que dos y dos son veintidós, y cuando gobiernan convierten dos más dos en dos y medio.

. A los economistas se les suele acusar de acertar con las predicciones a posteriori. ¿Es una crítica fácil e interesada o responde a la realidad?

¿Quién quieren que haga predicciones, la Bruja Lola? Los economistas no son pitonisas, analizan y estiman con datos que son muy complejos y que cambian constantemente, pero su trabajo no es dar predicciones como si fueran magia, sino hacerlo para continuar analizando y mejorando. Si es por predicciones fallidas, los que se llevan la palma no son los economistas, desde luego, son los políticos, que se equivocan casi siempre.

¿Por qué resulta tan complejo el análisis económico?

Porque es una ciencia social y las decisiones marginales de consumo e inversión dependen de muchos factores, porque el mundo es muy complejo y con cambios enormes que pueden variar elementos esenciales de lo que considerábamos estable.

¿Los gobernantes y los políticos en general se dejan aconsejar o suelen tener ideas propias sobre la economía?

Escuchan, leen y hacen lo que desean basado en sus incentivos y acuerdos. Pero raramente se siguen las propuestas de los economistas en su totalidad.

¿Cómo se ve la economía mundial desde Londres?

Como una oportunidad. No se ve la ralentización como un problema, sino como una oportunidad para mejorar y desarrollar nuevas tecnologías.

¿Qué consecuencias tendría para Reino Unido la salida de la Unión Europea?

Yo creo que es negativo para ambos, pero tenemos que pensar en una UE que se está haciendo a imagen y semejanza de un modelo burocrático y dirigista que choca con el ADN político y económico de los británicos, pero también los holandeses, finlandeses…

¿Qué disfunciones presenta la situación económica mundial en estos momentos?

Un enorme exceso de estímulos, una alta deuda y una gran sobrecapacidad productiva, que afecta al crecimiento potencial.

¿Cómo economista cómo se definiría sí mismo?

Como liberal-conservador. Posibilista. Yo busco soluciones desde la realidad actual, no desde la utopía.

 

Entrevista original aquí

Un billón para nada

Uno enciende la televisión y escucha que el Banco Central Europeo tiene que imprimir dinero para que los estados gasten un billón en inversión pública “en vez de dárselo a los bancos”. Y el público escucha esas cosas y le parecen hasta razonables. Pero no lo son. No se le “da a los bancos”. El BCE aumenta la facilidad de crédito para que los bancos presten, y el principal beneficiario de esa enorme liquidez, como todos ustedes saben, son los estados porque las primas de riesgo se desploman y la financiación de la actividad pública se abarata a niveles tan brutales que España ahorra cada año desde hace dos unos 5.000 millones anuales en intereses a pesar de incumplir con el déficit y endeudarse más de lo estimado.

Se usa el mecanismo de transmisión de los bancos precisamente para evitar el abuso a la hora de usar ese dinero. Por ello, el problema de la Unión Europea es de demanda de crédito solvente. Es bueno, de hecho, evita burbujas, que la liquidez excesiva sea de 750.000 millones de euros. Draghi ha hecho un trabajo espectacular para evitar el incentivo perverso de volver a hacer carreteras, puentes y aeropuertos inútiles. “La inversión pública” como motor único es volver -a lo bestia- a los errores de 2004 a 2009, que han dejado deuda y sobrecapacidad en casi todos los ámbitos.

Es curioso que se exija “un billón” -podían decir dos o tres, no dicen para qué-. El Plan Juncker , lanzado hace casi un año, suponía 315.000 millones de euros para financiar proyectos de inversión en toda Europa. Cada euro invertido con dinero comunitario debería generar 15 euros en planes de inversión. Sin embargo, el resultado de dicho plan ha sido muy pobre, y menos de una fracción de esa cantidad se ha puesto en marcha. Porque el problema de la Unión Europea no es de falta de inversión, especialmente pública, sino del exceso del pasado.

Supone cometer los errores que alargaron la crisis, y hay que recordarlo.El 26 de noviembre de 2008 se lanzó a bombo y platillo el “Plan para el empleo y el crecimiento” europeo, un ambicioso proyecto para “relanzar la economía” y crear “millones” de puestos de trabajo desde la inversión pública. Un estímulo del 1,5% del PIB de la UE para combatir la crisis. Se iban a crear millones de empleos en infraestructuras, interconexiones y sectores estratégicos. El Superestado redentor iba a solventar la crisis “creada por el sector privado”: 200.000 millones de euros eran, sin lugar a duda, más que suficientes. Europa sí que sabía salir de la crisis, desde el sector público, “porque el privado no responde” y la crisis era de “deuda privada”.

En 2008, la sobrecapacidad industrial en la eurozona era ya del 20%. España gastó 90.000 millones en proyectos de infraestructuras y obra civil con un impacto negativo tanto en PIB como en empleo, además de disparar la deuda. La Unión Europea se lanzó a gastar 200.000 millones y en el camino destruyó 4,5 millones de puestos de trabajo, disparando el déficit al 4,1% del PIB. Eso sí, la media, según el Tribunal de Cuentas, de desviación en el gasto previsto fue del 20%. Hoy, esa sobrecapacidad se mantiene intacta y el crecimiento potencial se ha cercenado a pesar de enormes planes de estímulo.

Ahora les dicen a ustedes que olviden el pasado, que esta vez va a ser diferentes y si gastamos 1 billón de euros se creará millones de puestos de trabajo y creceremos más que nadie…. Porque se crea dinero “para el pueblo”. Es decir, repetir los errores de Argentina de Kirchner, del Brasil de Rouseff y la China que ya acumula una sobrecapacidad del 35% con una deuda del 246%. La falacia de pensar que con dinero creado artificialmente se va a conseguir otro resultado solo porque lo gaste el estado esconde la obsesión por aumentar a toda costa el control estatal de las decisiones económicas.

Lo que no ha funcionado con cientos de miles de millones no va a funcionar con billones porque lo diga el mismo que se lo va a gastar.

Al final, no es casualidad que se propongan estas ideas mágicas. Porque crean clientelismo y, sobre todo, incentivos perversos. Porque el que lo gasta no tiene ninguna responsabilidad sobre el abuso de gasto, y el exceso lo paga usted o con mayores impuestos o repetir la recesión.

El Estado no tiene mayor ni mejor información sobre dónde y cómo se debe invertir o prestar que el sector privado, y lo único que le diferencia es la motivación política -no pública- y clientelar. Tampoco tiene más y mejor experiencia en gestionar la inversión. Acudir a la promesa del multiplicador del gasto público es ignorar que está probado que es cero o incluso negativo en economías abiertas y endeudadas (lean) Y todavía les ponen de ejemplo a Roosevelt… Con un “aumento del gasto público” que en ningún momento sobrepasó un 20% del PIB (menos de la mitad del gasto público actual de España). De hecho, en el máximo de la II Guerra Mundial llegó a un 43,6% para retornar al 11% antes de 1950.

Lo que no ha funcionado con cientos de miles de millones no va a funcionar con billones porque lo diga el mismo que se lo va a gastar. Porque se perpetúan los sectores de baja productividad, que son los que dan para inaugurar cosas grandes y bonitas, y la sobrecapacidad genera un coste anual que lastra el crecimiento potencial y fagocita a los sectores de alta productividad subiéndoles los impuestos… Aunque se monetice. Porque aumentar la cantidad de dinero no cambia ni la riqueza ni la productividad, solo la diluye. Echar agua a la leche no la hace más nutritiva, alimenta cada vez menos y sabe peor.

Publicado en El Español, 16 de mayo de 2016.

Daniel Lacalle: «Los españoles tendremos que elegir entre ser Grecia o Irlanda»

El economista avanza una nueva crisis de deuda y advierte de que España podría convertirse en Grecia.

LIBRE MERCADO
El economista e inversor Daniel Lacalle fue el encargado de clausurar el XTB Trading Day el pasado viernes, el mayor evento de trading organizado en España. Durante su intervención, ofreció algunas conclusiones acerca de la situación económica y política en España y sus posibles consecuencias en los próximos meses.

Para Lacalle, el actual clima de incertidumbre tiene dos partes bien diferenciadas: «Por un lado, esta incertidumbre está afectando negativamente a la inversión y está provocando una ralentización de la creación de empleo. Pero, por otro lado, los datos de consumo y los de crecimiento todavía son positivos; muestran que la economía sigue creciendo a una tasa interanual cercana al 2,7%».

Sin embargo, si Podemos entrara en un posible Gobierno, el panorama económico cambiaría radicalmente. «Es falso que los pactos con Podemos moderen a Podemos; sucede lo contrario, como hemos visto en Madrid, en Barcelona, en Cádiz, en Navarra, en Cantabria […] Muy lejos de acomodarse, para ellos parte del éxito político es entorpecer y parar. Solamente se ponen de acuerdo en gastar y en subir impuestos; y a la vez, la amalgama de ideologías introducen muchos más escollos a la inversión y al empleo», indicó.

En Europa toda esta situación se ve con enorme preocupación, según Lacalle. «Estamos viendo que lo que ha sido un ejemplo en cuanto a salida de la crisis y mejora de la economía, que empezaba a repuntar (aunque le quedaba mucho por hacer), ahora se corre el riesgo de repetir los errores del año 2009; pensar que ya se ha acabado y lo que hay que hacer es aumentar la rigidez, subir los impuestos o aumentar el gasto público, es lanzarnos de nuevo a todos los errores del pasado».

El peligro del populismo

Este diagnóstico erróneo parte de la base «de que no se puede estar peor y que lo que hay que hacer, en lugar de continuar con las reformas, es volver al proteccionismo, al gasto y al intervencionismo», advirtió. Y el principal riesgo para la UE es que «el crecimiento de estos populismos está llegando a todo el arco parlamentario, incluidos los partidos serios, que se acercan a esas tesis para calmar a sus votantes».

Como consecuencia, se podría avanzar hacia una nueva crisis de deuda. «Todos hablan de tirar mucho más de gasto público, de aumentar la inversión pública, contratar más funcionarios, etc., basado en la idea de que financiarse al 0,85 % es lo normal […] Y cuando suban los tipos de interés o el BCE pare su política monetaria, simplemente porque se genere un shock político, entonces la prima de riesgo se volverá a disparar».

Pese a ello, Lacalle se mostró optimista. «Soy positivo, porque creo que los ciudadanos no son tontos. Llega un momento en el que pueden caer en la trampa del populismo y las soluciones mágicas, pero al final los ciudadanos miran a un lado y miran al otro y ven cómo está Irlanda después de un rescate y como está Grecia después de un rescate; uno crece al cuatro y pico por ciento y crea más empleo que nunca y el otro está al borde del colapso», explicó.

«El ciudadano tendrá que elegir entre Grecia e Irlanda. Y si decide Grecia, la culpa será nuestra, de los españoles, de los que lo aceptamos, nos resignamos… Tenemos que huir de la resignación, hacer mucho más todos -las familias, las empresas, los medios- por divulgar esos peligros, porque no es verdad que no se pueda empeorar. Se puede empeorar y mucho», alertó.

Papel de los bancos centrales

Por otro lado, en cuanto al papel de los bancos centrales, Lacalle demostró ser un firme defensor de la política de Draghi: «Es una política que debería valorarse positivamente, desde el punto de vista de que está dejando en evidencia a todos los que decían que el problema de la UE era un problema de política monetaria; está demostrando con datos que el problema es de reformas estructurales, porque la liquidez está ahí, el apoyo del Banco Central Europeo está ahí, la política expansiva y el compromiso están ahí, el crédito crece, las expectativas de inflación están a la baja… Lo que les está diciendo a los Estados es eso, que lo que hacen falta son reformas estructurales».

Y en Estados Unidos, lo mismo. «El milagro de Obama no existe, es pura demagogia, porque el problema nunca ha sido de política monetaria». Los bancos centrales han tomado las medidas que podían tomar, pero ahora hace falta que los gobiernos tomen las que les corresponden, según Lacalle. «Sin embargo, en vez de para mejorar la renta disponible de las personas, reducir los desequilibrios o aumentar la productividad, hacen todo lo contrario», concluyó.