Inversión en I + D para crecer, no para despilfarrar

Una de las tristes anécdotas de esta campaña electoral, que está llegando a niveles delirantes, ha sido el episodio de la famosa “Esperanza” de Unidos Podemos, y la utilización partidista de “los investigadores”. Como comentaba aquí, sin quererlo, han hecho un alegato contra su propio programa.

La supuesta bióloga emigró a Londres, capital de la apertura de mercado, impuestos bajos y flexibilidad laboral total en un país donde la inmensa mayoría de la investigación es financiada por el sector privado. No emigró a Atenas ni a Caracas. Se le olvidó que en Investigación y Desarrollo, los líderes británicos y holandeses, donde ella dice que hay muchas más “oportunidades”, son esas malvadas multinacionales que tienen grandes fondos como accionistas.

La inversión en I+D siempre se utiliza de manera política, pero se olvida que gastar por gastar no sirve de nada, como explico en “Acabemos con el paro” (Deusto):Es absolutamente necesario invertir, y hacerlo bien, en investigación. Estudios de Griffith, Redding y Van Reenen, entre otros, prueban que los países que invierten mejor y rentabilizan su innovación no solo son más competitivos y productivos, sino que alcanzan mayores cotas de prosperidad aunque no tengan acceso a materias primas. Pero la innovación y educación solo suponen un factor de modernización y de mejora de la competitividad y del patrón de crecimiento si son realmente validos en el mundo real.

No sirve de nada “gastar” un porcentaje elevado del PIB en Investigación y Desarrollo pero tener menos patentes que nuestros países comparables y casi ninguna industria creada tras esa investigación. Ese es el error de los que lo analizan todo desde la cantidad presupuestada, de lo que se gasta, no de lo que se consigue. España ha invertido desde 2002, anualmente, menos que la media de la Unión Europea en investigación y desarrollo, eso es cierto. Pero no es una novedad “de este gobierno”.

En 2007 era el 1,23% del PIB, y actualmente es alrededor del 1,24%. El máximo, 1,35%. Una reducción modesta considerando el brutal agujero presupuestario y la crisis sufrida. En la Unión Europea 28 supone alrededor del 2%. De hecho, el gasto público español en I+D+i por habitante es de 52,1 euros, mayor que la cifra de inversión pública por habitante en I+D+i de países como Italia (49,4), Reino Unido (46) o Dinamarca (33 euros). Porque la inmensa mayoría de la investigación en esos países es privada. El 53% de la inversión española en I+D+i es realizada por las empresas, seguido de las instituciones de enseñanza superior con un 28% y la Administración Pública con un 19%.

En los países líderes la inversión privada es más del 65%. Sin embargo no es solo un problema de gasto, o al menos no es el más relevante, ya que el diferencial con la Unión Europea se ha reducido recientemente. Se trata de rentabilizar esa inversión. Y ahí España tiene un problema histórico. Ya antes de la crisis, por cada patente que solicitaba España, Alemania llegaba a 24, Francia a 8, Holanda a 7 e Italia a 4. Por cada patente nacida en España, en Estados Unidos afloraban 34, en Japón 22…

El ejemplo de Israel es paradigmático. En Israel se apoya la investigación y el desarrollo no para aparecer en los rankings, sino para crear empresas, empleo y prosperidad. Orientada al mundo real.

Es decir, España tiene un problema de registro de patentes por la investigación realizada en una Unión Europea en la que sus países líderes crean muchas menos patentes que EEUU, Israel o Japón. La obsesión de que la Investigación y Desarrollo deben venir del sector público o vía enormes subvenciones sin atender al objetivo final es uno de los problemas. Nos fijamos en Finlandia o Corea del Sur y obviamos -probablemente por intereses políticos- que la mayoría del gasto en I+D es privado. De hecho, entre 1995 y 2008 todo el crecimiento de la inversión en este concepto en Finlandia fue privada, llevada a cabo por las empresas.

¿Es, de verdad, un problema de esfuerzo inversor? Solo en parte, y además, otros, con menos gasto, lo rentabilizan mucho más. Brasil, por ejemplo, ya doblaba en 2011 a España en número de patentes registradas con la mitad de esfuerzo presupuestario. Si a ello le añadimos que en la Unión Europea se pierden decenas de miles de millones de euros anuales en investigaciones redundantes según la propia Comisión, y que, cuando se habla de Investigación y Desarrollo, en Europa más del 70% se dedica al estudio del cambio climático (Clarke, Modet and Co, Banco Mundial. Ineficiencias en Investigación en la Unión Europea, 2009-2011), entonces no sorprende la bajísima rentabilización social y económica del esfuerzo inversor. Estudios de la Universidad de Berkeley muestran la importancia de que el I+D público sea un complemento del privado para que tenga verdadera eficacia.

El ejemplo de Israel es paradigmático. En Israel se apoya la investigación y el desarrollo no para aparecer en los rankings, sino para crear empresas, empleo y prosperidad. Orientada al mundo real. Israel dedica el 4,3 por ciento del PIB a I+D (público y privado), más que Finlandia (3,9 por ciento, la mayor parte proveniente del sector privado) o Corea del Sur (3,6 por ciento, también la gran mayoría privado).

En Israel, el 90 por ciento de la inversión es para aplicación empresarial real basada en analizar necesidades de los consumidores. El Gobierno tiene activos 37 programas-puente con universidades, instituciones de investigación y empresas. Pero no es una chequera en blanco. La financiación de empresas se hace a cambio de royalties. Y la universidad israelí tiene el mayor porcentaje de creación de empresas de la OCDE, empresas que se sacan a bolsa o venden, creando valor, y no se quedan en la facultad.

Es por ello que los programas de la mayoría de partidos políticos en España se equivocan con respecto a esta importantísima cuestión de la investigación y el desarrollo. Unos porque directamente solo piensan en ello como oportunidad de dar más presupuestos para informes sobre la desmercantilización de la vivienda y cosas similares, puro gasto político para crear clientes, y otros porque planean eliminar las deducciones fiscales a la inversión. Como me explicaba este sábado un ejecutivo de una gran compañía tecnológica “a lo mejor sin darse cuenta, los que hablan de eliminar estas deducciones no se dan cuenta de que tiene dos efectos negativos, menos inversión de las compañías que hay y menos empresas que se plantean establecerse en España”.

¿Qué debe hacer España para mejorar? Lo contrario a lo que los redistribuidores de la nada proponen. Debemos tener una fiscalidad atractiva que permita que nuestras empresas inviertan mucho más en investigación y desarrollo y que se instalen en nuestro país más líderes en innovación. Pero no solo las grandes, sino las PyMEs. Eliminar deducciones fiscales en este sentido para imponer subvenciones decididas desde el poder político es simplemente suicida, y profundizar el mismo problema de gasto improductivo, pocas patentes y pocas empresas creadas con ellas. La supuesta investigadora -inventada o no- de Unidos Podemos nos muestra sin pretenderlo, de nuevo, que su partido defiende lo contrario de lo que hace prosperar a los países. Y todos nosotros, nos equivocamos, como nos suele pasar, equiparando gasto con resultados.

Necesitamos inversión para crecer, no para disfrazar gasto político.

Extrema fragilidad europea

Vuelve la prima de riesgo. En lo que va de junio, el indicador que tanto nos asustó durante la crisis ha repuntado casi treinta puntos. Eso, no lo olvidemos, en el mismo mes en que el Banco Central Europeo ampliaba la recompra de bonos a empresas bandera -entre ellas españolas- y seguía con sus compras de 80.000 millones de euros mensuales.

¿QUÉ NOS DICE TODO ESTO?

Ya sabemos que los bancos centrales no imprimen crecimiento. El Banco Mundial volvía a revisar a la baja las estimaciones globales y el BCE mostraba el pobre resultado de la política expansiva al reducir expectativas de crecimiento e inflación a medio plazo. Pero nos enseña que, incluso con una política de liquidez “ilimitada” el riesgo se puede disfrazar temporalmente pero no contener eternamente.Europa vuelve a ser centro de riesgo.

Sobre todo, lo que nos explica el repunte de las primas de riesgo de algunos países europeos, incluido el nuestro, a máximos de un año, es que la fragilidad del sistema permanece. Y nos lo ha recordado el riesgo de Brexit, que comentamos aquí (vean “las consecuencias del Brexit» y “el riesgo no se ha acabado” ).

Los activos totales de la banca en Europa siguen teniendo un peso desproporcionado en el PIB y la debilidad estructural del sistema financiero ha crecido con los tipos de interés reales cero, que hunden los márgenes de la banca y aumentan el riesgo de los préstamos al “forzarse” el crédito desde la política monetaria. Adicionalmente, la exposición cruzada es muy importante. La exposición de bancos británicos a una Unión Europea en la que pueden saltar de nuevo las alarmas sobre un efecto contagio, y dudas sobre el euro, llega hasta el 30% de sus ingresos.

Asegurar la deuda bancaria en la Unión Europea contra el posible impago se ha disparado a 106.000 euros por cada 10 millones asegurados, comparado con 80.000 en enero. La extrema fragilidad de las economías viene del enorme endeudamiento público y privado y del riesgo de contagio entre vasos comunicantes. Según Goldman Sachs, los activos totales de la banca en Reino Unido superan el 450% del PIB, en la Unión Europea casi el 320% (España 332%, Francia 305%, Alemania 240%) mientras en EEUU no llegan al 85%.

Los grandes bancos norteamericanos tienen entre un 7% de sus ingresos (Bank of America) y un 27% (Goldman Sachs) concentrados en Europa. Si se abre la caja de Pandora de la salida del Reino Unido, se presentan enormes incógnitas que son difíciles de “contener” desde la política monetaria. Por lo tanto, sorprende la ingenuidad de pensar que un programa de liquidez del BCE y el Banco de Inglaterra iba a contener este riesgo si se da un efecto dominó. Con casi un billón de euros anual no se ha podido evitar el desplome bancario y que se dispare el coste de seguro de impago.

SHOCK DE DEUDA, ¿UN RIESGO?

No es que nos enfrentemos a un problema de acceso a financiación de los estados. Ese no es el riesgo. La enorme liquidez no va a cambiar. El propio Draghi hablaba de apoyo “ilimitado”. Y en esa palabra está el error. No se disfraza el riesgo porque la montaña de vencimientos de deuda -solo corporativa- que se acerca en 2017 y 2018 no se va a “monetizar” sin entrar aún más en el riesgo de estancamiento y ultraendeudamiento japonés.

Efectivamente, el mayor riesgo de esta caja de Pandora de riesgos cruzados, incertidumbres, posible efecto contagio y ramificaciones corporativas no se va a contener desde la política monetaria. Si fuese la panacea, hoy no estaríamos viendo las primas de riesgo subir y las bolsas a mínimos… Y he aquí la razón por la que la sangre probablemente no llegará al río.

Los analistas y gobiernos, pero especialmente los políticos, siempre ignoran el riesgo financiero porque parten de la base de que es contenible, sin entender que el capital de un banco se extingue a toda velocidad en un entorno de desinflación, caída de bolsas y pérdida de confianza. Un “core capital” del 10% puede caer a 0% en poquísimo tiempo porque los “stress tests” nunca asumen combinaciones de riesgo realmente agresivas.

El hecho de que la fragilidad sea máxima es precisamente lo que hace que todos los agentes estén más que de acuerdo a la hora de intentar limitar el riesgo. El error de los analistas es pensar que eso significa que el riesgo no existe. Cuando, además no acompañan ni el crecimiento económico ni los beneficios empresariales, el “éxito” de las medidas de los bancos centrales se limita a perpetuar la zombificación de la economía, a cambio de evitar el riesgo de “otro 2008”.

 

VIVA EL VINO

Todos los días estamos leyendo y escuchando señales de alarma que nos alertan de esta enorme fragilidad. Pensar que la mejor forma de enfrentarse a ellas es endeudándose más o rompiendo la baraja es simplemente suicida. La tentación de romper la moneda y hacer impago parece muy atractiva hasta que se analizan las consecuencias reales (lean) , hundimiento de las pensiones, seguridad social y estado de bienestar, además de pymes. Aumentar el agujero es igualmente desastroso, especialmente con el engaño de un “multiplicador del gasto” que no se da en economías endeudadas y abiertas.

El riesgo de contagio y la incertidumbre se disiparán. Pero detrás de todo este susto está el problema que casi nadie quiere reconocer. Que hemos construido una Unión Europea dirigista, copiada de Francia, que crece mal, poco, muy endeudada y con alto paro, que no mitiga las crisis y no genera mayor productividad.

Si no miramos hacia el futuro desde la apertura, la renta disponible, el ahorro y la iniciativa individual como motores de crecimiento, seguiremos con “crisis europeas” recurrentes.

Si no recuperamos una Unión Europea abierta, innovadora y competitiva, no intervencionista y rígida, en unos años nos preguntaremos por qué los finlandeses, holandeses o polacos también decidieron dejar el Imperio del Funcionariado Redentor. Alguien les dirá que hará falta un -nuevo- plan de estímulo. Público, “évidemment”.

Unidos Podemos subirá la luz más de un 40%

Ayer en un debate, Luis Garicano le dijo a Nacho Álvarez, de Unidos Podemos, que “el modelo productivo se cambia invirtiendo en educación, no poniendo molinos”. Y no le falta razón. El programa de Unidos Quebremos promete una arcadia feliz de empleo y transición “verde” que “bajará la luz en 700 euros”. Bueno, no muy verde, porque mantiene las subvenciones al carbón, que es que les gusta más una subvención que un lápiz, siempre que vaya a sindicatos filocomunistas.

¿Cuál es el problema? Unidos Podemos propone hacer “lo que se ha hecho en Alemania”, que ha generado los siguientes resultados:

El consumidor alemán, con una política de cierre progresivo de nucleares y despliegue subvencionado de solares, paga ahora un 25% más que en España. Su sistema se ha encarecido hasta duplicar la tarifa al consumidor. Además, no han desmantelado en carbón, que pesa el 42% (incluido lignito) en el mix del país. De hecho, en Alemania se ha duplicado la tarifa al consumidor subvencionando plantas solares que suponen el 6% del mix de generación. En Alemania, la eólica ha conseguido ser competitiva, pero la solar fotovoltaica, sin embargo, supone menos del 4% de la energía producida y, sin embargo, los subsidios suponen el 90% de la subida de tarifa.

El impacto en el empleo ha sido…. Negativo. La quiebra de empresas solares como Q-Cells, Solar Millenium o Pairan, a pesar de las subvenciones multimillonarias, adicional a la pérdida de empleo en las grandes eléctricas, ha hecho que la creación neta de empleo en el sector haya sido negativa desde 2011.

EL CUENTO DE LO GRATUITO ES MUY CARO

Lo explicábamos hace poco y lo detallamos en “La Madre de Todas las Batallas” (Deusto). Con una planificación de burbuja y subvenciones disparadas, entre 2004 y 2011, España pasaba de tener un coste medio de la electricidad antes de impuestos dentro de la media europea, a tener un coste medio un 20,5% superior a la media (fuente CNE). Sin embargo, la media de costes de generación -precio del pool– no se movió de la media europea.

¿Qué ocurrió? Empezamos a cargar la tarifa de costes fijos y subvenciones. Hoy, más del 60% de la tarifa eléctrica son impuestos, costes regulados y subvenciones. Podemos anuncia un idílico escenario verde, donde toda la electricidad sería producida por energías renovables -menos el carbón subvencionado, ese lo mantienen “a medio plazo”- y se habrían cerrado las centrales nucleares y las térmicas.

Se trata de un sueño irreal que esconde otro Plan E a lo bestia que paga usted. Las renovables no son baratas; y a pesar de la caída de costes, siguen siendo más caras que las llamadas tecnologías convencionales (gas, que ha bajado más, o nucleares). Para poder financiar las renovables es necesario liberar primas como complemento por encima del mercado mayorista. Actualmente las energías renovables reciben unas primas que suponen unos 6.700 millones de euros anuales, que supone del orden del 20% de la factura de un consumidor residencial. El esfuerzo verde cuesta dinero y lo paga el consumidor eléctrico.

A futuro está previsto que este coste de las renovables se vaya reduciendo, lo que permitirá avanzar en un mix más limpio. Sin embargo, hay que ser realista, no nos podemos creer que la generación eólica produzca electricidad suficiente para abastecer todo el país, ya que habría que multiplicar por cinco el número de parques existentes en la actualidad. Lo mismo sucedería con la solar que actualmente solo produce el 4% de la energía que necesita el país, y que tendría que multiplicarse por 25 veces.

Podemos ha anunciado la reversión al Estado de las centrales hidráulicas, que supondrá miles de millones de indemnizaciones que paga usted en impuestos.
Además, en caso de que consiguiéramos esa proeza ladrillera -que al fin y al cabo eso es, repetir los errores de 2007 y los planes E lo bestia promoviendo sectores rentistas-, hay que tener en cuenta que son los consumidores los que eligen el momento de consumir la electricidad y este momento no va a coincidir con el momento cuando hay viento o sol. Por eso, es necesario que haya centrales de respaldo (ciclos combinados de gas natural) siempre disponibles. Estas centrales de respaldo funcionan pocas horas, y también reciben un complemento económico fijo de apoyo para su funcionamiento. Más costes fijos.

Resulta curioso que en el mismo momento en que Unidos Quebremos, los “nórdicos” de boquilla, quieren cerrar las centrales nucleares, en Suecia -los nórdicos de verdad- se haya aprobado la construcción de diez nuevos reactores y en su Parlamento una Ley de apoyo a la energía nuclear como no emisora de gases a la atmósfera, eliminando la tasa nuclear.

Podemos ha anunciado la reversión al Estado de las centrales hidráulicas -que supondrá miles de millones de indemnizaciones que paga usted en impuestos-, trocear las empresas eléctricas y que los sistemas de producción queden en manos de ayuntamientos, y entidades públicas. Curiosamente, en Italia, donde las municipalidades y entidades públicas gestionan la mayoría del sector eléctrico, los precios de la energía son de los más altos de Europa, y, casualmente en Grecia, la empresa estatal de electricidad es la más ineficiente y de las más caras de Europa. Pero seguro que los politólogos nacionales, asesorados por señores que viven de subvenciones, van a hacerlo mejor.

Otro de los lemas que se incluyen en la campaña es de la “democratización de la energía”, término que parece asociarse al del autoconsumo, dando así una falsa idea de que cada ciudadano va a poder instalarse un panel fotovoltaico en su casa y así, la sociedad va a ser más democrática. Sin embargo, la realidad es que la fotovoltaica no es barata. Para una familia media, puede suponer del orden de 8.000-10.000 Euros, instalación incluida, y la necesidad de disponer de un tejado con superficie libre.

Además, el autoconsumo sigue teniendo un coste más caro (sobre 120 €/MWh) que la generación tradicional (sobre 40 €/MWh). Así lo están percibiendo ya los países con más desarrollo de esta opción, como algunos estados concretos de Estados Unidos, como California. Porque se daba un encarecimiento para el resto de los consumidores (los más pobres), que deben hacer frente a los costes que no pagan los autoconsumidores (los más ricos), por no soportar el coste de las redes eléctricas y costes del sistema eléctrico.

El autoconsumo ha de ser un derecho del consumidor, sin duda, pero si permanece conectado a las redes eléctricas ha de pagar una cuota de conexión, o estaría trasladando costes a su vecino sin panel.

En cuanto al llamado balance neto, que consiste en usar verter energía que sobra del panel por la mañana, cuando hay sol, y recibir esa misma energía por la noche, cuando no hay sol, es sencillamente un subsidio -de nuevo-, ya que la energía no cuesta lo mismo en esos dos momentos; es más cara en las horas de más consumo, de noche. De nuevo la historia de todos pagando subsidios a unos pocos, lo cual es muy poco democrático. La verdadera democracia la otorgan las redes eléctricas, que nos hacen a todos los consumidores iguales, y cuyo coste se soporta entre todos.

Podemos propone un mínimo vital de electricidad y gas para los hogares. Es decir que cada familia reciba una cantidad de energía gratuita. La medida parece atractiva. Nadie es este país renunciaría a nada gratis. Pero no es gratis y supone que el coste se añade al euro por kwh por consumidor del resto utilizado, o peor todavía, en mayores impuestos si lo ponen como gasto público.

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¿CUÁNTO SUBIRÍA LA LUZ EN ESPAÑA?

Muy lejos de la “promesa” de bajada de 700 euros -que viene fundamentalmente por la mayor intervención en el sector energético, cercenando los ingresos de las empresas en una cifra que es equivalente al 30% de sus beneficios en España-, enormes subidas. Con el cierre de nucleares y de todo el carbón en España, sustituyendo la potencia desmantelada por renovables (sol y viento) y con el consiguiente aumento de gasto en redes, la factura actual del consumidor residencial español subiría un 40%. La propia CNE ha alertado de ello, y el ejemplo alemán nos muestra que la promesa de bajadas (allí también lo prometieron) se convierte en enormes subidas. Eso sin asumir la caída de consumo que ya trae la eficiencia y que generaría la brutal subida de tarifas. Porque el euro por kwh por consumidor aumenta.

Unidos Podemos colocaría, así, la factura de la luz un 80% por encima de Francia. El consumidor residencial paga en Francia un 30% menos que en España gracias a que el 83% del mix energético proviene de los más de 50 reactores nucleares. Y en Francia y Alemania, con dos empresas cada uno controlando la mayoría del mercado, hay mucha menor competencia que en España. Este efecto además crea nichos de clientes vulnerables, y deslocaliza empresas, que dejan de crear empleo. Además, un país tan volcado en el turismo vería como sus PYMES (hoteles, restaurantes, etc) pasan a soportar una presión en energía aún más insoportable.

En España la luz tiene que bajar, no subir, y cambiar el modelo productivo desde la innovación y la competitividad, no desde la subvención y el rentismo.