Dos y dos nunca suman veintidós

En una semana en la que la política y las promesas de cuento de hadas volvían a acaparar los titulares de la prensa, una noticia ha pasado relativamente desapercibida.El Banco Mundial volvía a revisar a la baja las estimaciones de crecimiento económico global al 2,4%, casi una quinta parte menos con respecto a sus perspectivas de enero de 2016. La saturación de los estímulos es evidente.

Con un aumento de masa monetaria y de gasto público que ha hecho que la deuda estatal mundial aumente un 9% anual, ni genera el crecimiento esperado ni mejora las perspectivas ya recortadas en meses anteriores. Especialmente evidente ha sido el ejemplo de Brasil, el poster boy de los estímulos estatales, que avanza en una recesión más acentuada de lo previsto, aunque el precio del petróleo se haya recuperado.

Preocupa, además, que el Banco Mundial cometa el mismo error optimista que el FMI. No analizar el impacto de otro ejemplo del efecto negativo del exceso de estímulos, China. Merece la pena resaltar que ninguna de las economías que impusieron políticas de gasto “contracíclicas” y planes de estímulo de centenares de miles de millones ha visto sus estimaciones revisadas al alza.

EL MILAGRO DEL BURÓCRATA

En España, como si a nadie le importara la realidad, las matemáticas o la estadística, los partidos se lanzan a prometer enormes planes de gasto con nuestro dinero y piensan financiar esa generosidad con el dinero de los demás a través de los dos mantras favoritos del despilfarrador burocrático. Los “impuestos a los ricos” y el “fraude fiscal”. Gran novedad. No se le ha ocurrido a nadie.

Los “impuestos a los ricos” es el timo más recurrente en el discurso del populista. En España hay menos de 4.700 contribuyentes que ganen más de 600.000 euros al año. No precisamente “grandes fortunas”, y suponen 2.561 millones de euros de recaudación. Ni duplicando el esfuerzo fiscal -suponiendo que el incremento de ingresos fuera lineal, y no lo es- se consigue financiar una fracción de los espejismos de gasto de los populistas e intervencionistas.

Pero es que en España los especialistas en redistribuir la nada llaman “los ricos” a los que ganan más de 60.000 euros año. Estamos hablando, incluidos los 4.700 anteriores, de menos de 615.000 contribuyentes que aportan 22.000 millones a las arcas del estado, más del 32% del total ingresado por IRPF. De nuevo, aumentando los tipos marginales en la cantidad propuesta por Unidos Quebremos no llegas ni de lejos a las cifras que dicen que van a conseguir.

En España las 200 mayores fortunas tienen un patrimonio neto de 205.609 millones de euros. Pero la cifra tiene truco. Ni un tercio de ese patrimonio está concentrado en nuestro país y la gran parte pertenece a sociedades que han generado pérdidas en 2015. Además, ese supuesto aumento por patrimonio no se recauda todos los años, es una sola vez.

La recaudación por impuesto de patrimonio no supera los 1.500 millones y el PSOE, por ejemplo, piensa que va a recaudar casi tres veces y media más de lo que se consiguió en el pico de la burbuja, subiendo impuestos. El impuesto de sucesiones es injusto, porque grava cosas que han tributado varias veces anteriormente, desincentiva el ahorro y la principal fuente de transmisión de riqueza en la clase media, el piso de padres a hijos. Encima, es fiscalmente desastroso. A pesar de la carga fiscal, que en algunos casos llega al 86%, recauda solo 2.000 millones, y hace a la economía más frágil al desincentivar la inversión y la compra-venta en el país. No recauda y espanta la entrada de capital. Un impuesto para “fastidiar”.

¿QUÉ PODEMOS SACAR COMO CONCLUSIÓN?

Las promesas de los impuestos a “los ricos” se convierten en realidades de impuestos a todos.

El que piense que 615.000 personas van a sufragar 60.000 millones de euros de gastos tiene un problema de fe en la magia y de matemáticas. Aún más, si piensan que 4.600 “grandes fortunas” van a sufragar las decenas de miles de millones que prometen los aristócratas del gasto público, sepan que lo van a pagar ustedes.

Yo he vivido en muchos países y jamás me he encontrado estimaciones tan ridículas por futuros impuestos.

Pero la más ridícula es que casi todos los partidos fíen su objetivo de consecución del déficit acordado con Bruselas a la “lucha contra el fraude”. Primero, porque es un concepto que debemos considerar como ingreso extraordinario, si se consigue, no como base. En España jamás se ha conseguido una cifra por este concepto superior a 15.600 millones de euros, récord alcanzado el año pasado.

Pero debemos entender que esa cifra no es extrapolable a todos los años. Una gran parte es un ingreso de una sola vez. Los propios Inspectores de Hacienda han alertado sobre estimaciones optimistas por recaudación de impuestos, y el BCE y la Universidad de Lisboa cifran la media de error en las estimaciones de ingresos fiscales por impuestos en un 1% a 1,4% del PIB.

Por tanto, lo que debería alertar a cualquier ciudadano es que el 80% de los programas económicos basen la reducción del déficit -ni siquiera asumen cuadrar las cuentas, que reducir el déficit es seguir aumentando la deuda- vía conceptos y cantidades estimadas de manera totalmente optimista.

EL PROGRAMA DEL CATÁLOGO

El programa de Unidos Podemos es, efectivamente, semejante a un catálogo de almacén de muebles: parece gratis pero lo pagas, parece que te lo van a dar todo, pero lo acabas haciendo todo tú, y parece que vas a ahorrar, pero terminas gastando mucho más de lo que esperabas. Ya hemos hablado en esta columna de la entelequia del programa económico de Unidos Quebremos, copiado casi en su totalidad de Syriza en Grecia, y sus estimaciones de crecimiento asiático. Seguro que crecemos un 3,5% aplicando las medidas que han hundido aún más la economía griega.

Fían toda la financiación del monumental aumento de gasto político –“en línea con el aumento de 2000 a 2007” dicen, como si la época de burbuja fuese algo a emular- a un crecimiento del PIB por “multiplicador del gasto” que se ha demostrado que es casi nulo y hasta negativo en economías endeudadas y abiertas como la española y a los mencionados unicornios del fraude fiscal y los impuestos a las grandes fortunas. Y lo que esconden es un enorme aumento de cargas indirectos -bajo el subterfugio “verde” y “social” en este país cuela todo- que pagamos todos, y la mayor subida de impuestos y endeudamiento de la historia. Y con ello, sabiendo que las estimaciones de ingresos son pura ficción, volveremos a niveles de déficit como los que nos pusieron al borde de la quiebra, pero con un 30% más de deuda como mínimo, y justo cuando el BCE haya más que sobrepasado el periodo de estímulos, Es decir, nos manda a un shock de deuda seguro. No hace falta irse a otros países, donde han estado un año gobernando, suben impuestos a todos, paralizan inversiones y encima incumplen el déficit gastando mucho y mal.

Dos y dos nunca suman veintidós. Nos están tomando el pelo con el aplauso de muchos y la sonrisa del que no va a pagar el expolio. Y luego le echarán la culpa a otro. Los ciudadanos debemos dejar de pensar en los partidos y los políticos como los Reyes Magos que nos van a dar un regalo quitándoselo a otro. La base de una sociedad próspera es que los ciudadanos y las administraciones aporten y apoyen el crecimiento.

Porque el que pretende vivir del Estado olvida -como decía Bastiat- que el Estado vive de todos nosotros. El día que en España tengamos más expertos en crear riqueza que especialistas en redistribuir la nada, empezaremos a salir de verdad de la crisis.

Publicado en El Español el 11 de junio de 2016.

¿Volverán a subir los impuestos?

Una semana como la pasada nos puede parecer tranquila, pero se han generado más noticias relevantes de lo que las merecidas vacaciones de muchos pueden sugerir. La llamada a una reunión de la OPEP para tratar el “problema” de los precios del crudo se muestra, como es habitual, más una cuestión de imagen que de verdadero compromiso. La OPEP ha registrado en julio un nivel récord de producción, y entre ellos, Arabia Saudí a máximos. Pero lo que es relevante es que la Agencia Internacional ha vuelto a revisar a la baja las expectativas de demanda de 2017. Nos muestra que la ralentización global es evidente.

Los datos de crecimiento de la eurozona también muestran debilitamiento. Italia vuelve al estancamiento con crecimiento cero, y el crecimiento de la eurozona en el segundo trimestre se situó en un pobre 0,3%, la mitad que en el primer trimestre.

Mientras, en España se mueven las negociaciones para acabar con un bloqueo político que ya resta al crecimiento y la creación de empleo potencial, a pesar de que nuestras cifras son mejores a las de los socios comunitarios.

EL ASALTO INTERVENCIONISTA

La semana arrancaba con el asalto de los intervencionistas a las bajadas de impuestos. Es cuando menos hilarante que los economistas que se llenan la boca de atacar los argumentos contrafactuales sean los primeros en usar esos mismos argumentos con los ingresos fiscales.

LA REALIDAD. BAJAR IMPUESTOS FUNCIONA

Gracias a la recuperación económica y a reducir el esfuerzo fiscal de los españoles, que sufrieron la subida de impuestos y merecían una bajada, la Administración ingresó por tributos un 5,2% más que en 2014 hasta llegar a los 242.265 millones de euros, una cifra que no recaudaban las arcas públicas desde 2007.

En plena burbuja inmobiliaria, con ingresos extraordinarios por ese concepto superiores a los 40.000 millones de euros anuales, se recaudaron 267.610 millones de euros. Es decir, que a pesar de que los beneficios empresariales en España siguen por debajo de los niveles de 2007 y que hemos perdido esos ingresos ficticios de burbuja, recaudamos a nivel récord.

Los intervencionistas dicen que bajaron los ingresos porque se bajaron los impuestos. Aunque el año pasado el Gobierno bajó el Impuesto sobre la Renta y el de Sociedades, se recaudaron por estos conceptos 105.570 millones, un aumento del 4% respecto a 2014. Más que el crecimiento del PIB nominal, más que el aumento de salarios reales y más que la subida de beneficios en España de las empresas no financieras.

En los primeros seis meses de 2016, las empresas del Ibex han registrado una reducción de beneficios del 20%… Y se mesan los cabellos por una caída de la recaudación de menos del 2%.

Decir que no se pueden bajar impuestos porque hay déficit es una falacia. España ha sido deficitaria todos los años desde 1980 menos tres, los de la burbuja inmobiliaria, porque cuando suben los ingresos, se gasta más de lo ingresado, y cuando bajan, también.

EL IMPUESTO DE SOCIEDADES. ATACAR A LAS EMPRESAS

En toda la negociación sobre la investidura, se le ha dado poca relevancia a la propuesta -equivocada donde las haya- de atacar al Impuesto de Sociedades eliminando deducciones. Fíjense qué curioso, España es un país donde los intervencionistas claman contra las deducciones, pero no dicen una palabra sobre las subvenciones (casi 10.000 millones de euros anuales).

¿Y qué se va a conseguir eliminando deducciones del Impuesto de Sociedades?

Argumentan que se recaudarían 4.500 millones más. Por supuesto, un cálculo extra-optimista que asume que nada cambiaría en la inversión y la entrada y creación de empresas. En España, la media de error en el cálculo de ingresos por cambios tributarios es de un 1% del PIB hasta un 1,7%. Casi nada. Para creérselo. Eso sí, de las subvenciones, ni palabra.

¿Por qué se demonizan las deducciones y se calla sobre las subvenciones? Porque las primeras no dan poder al político y las segundas son fuente de favores y prebendas.

Todo esto viene de la falacia de que las grandes empresas no pagan casi impuestos. Si uno hace la media entre empresas en pérdidas y otras en beneficios, la media sale muy baja. Cuando en España metes en ese cálculo a bancos (que acumulan DTAs, activos fiscales diferidos) y empresas con pérdidas en España, la tasa efectiva sale tramposamente baja. La media de tipo efectivo corregido sale un 22%. Pero vamos a ver qué van a “eliminar” cuando dicen que el Impuesto de Sociedades es un “coladero”:

Empecemos por lo que no van a tocar. No van a tocar al sector del automóvil, agrícola, constructor, renovable o industriales subvencionados, cuya tasa efectiva es más baja que la media. Y, por supuesto, no van a tocar a los bancos, ya que eliminar los DTAs mencionados supondría su quiebra en cadena. Con ello el espejismo de los 4.500 millones de supuestos ingresos ya desaparece. Pero la evidencia de los casi 10.000 millones de subvenciones permanece.

Entonces, ¿qué deducciones van a eliminar?

Deducción por I+D+i, que permite desgravar el 17% de los gastos del personal investigador y un 8% de las inversiones realizadas menos la compra de inmuebles.
Deducción por inversión de beneficios en nuevo equipamiento e inmovilizado, que permite deducir entre el 5% y el 10% de la cuota íntegra.

Deducción por gastos de formación profesional, o por creación de empleo para trabajadores con discapacidad, que son mínimas.

Deducciones por creación de empleo indefinido.

Es decir, con la mentalidad de Sheriff de Nottingham de recaudar la siguiente moneda de lo que quede, sus señorías van a cargarse la inversión en investigación y la mejora de la calidad del empleo, pero no el agujero de estudios inútiles y entes deficitarios, que son públicos y sacrosantos.

Nos habíamos olvidado de la deducción por inversiones en producciones cinematográficas y series audiovisuales, que ha conseguido reavivar el moribundo sector audiovisual plagado de subvenciones a películas que nadie ve, y ha conseguido ocho de cada diez éxitos de taquilla.

Pues da igual, se ha decidido que son muy malas y se pondrá, de nuevo, palos al cambio de patrón de crecimiento y la investigación productiva en aras del afán recaudatorio. Seguro que lo solucionan aumentando presupuesto en alguna partida.

El problema de la recaudación en España no es de deducciones, ni de subir impuestos. Es de tener más y mejores empresas que generen mayores beneficios. El problema de España es que la inmensa mayoría de las empresas son pequeñas y medianas, de hecho, la mayoría son microempresas, que sus beneficios son ultra cíclicos y muy frágiles, y que las grandes empresas no han conseguido recuperar su cifra de beneficio en España.

 

beneficios empresas

 

España recauda menos por Impuesto de Sociedades con respecto al PIB porque los grandes contribuyentes a ese impuesto llevan años de pobres resultados en nuestro país, y porque nos faltan más empresas y que crezcan mucho más. Solo empezamos a sacar la cabeza.

Cuando tienes una economía cíclica y de pequeñas empresas, y las grandes industrias siguen en proceso de recuperación, no puedes cargar al sistema de costes fijos y echar la culpa a los ingresos. Es la receta para nunca salir del agujero.

Eliminando deducciones no solo no se va a recaudar la cifra antes mencionada de 4.500 millones, que encima ni soluciona el déficit, sino que pone mayores palos aún al cambio de patrón de crecimiento. Tiene un impacto doble de incidencia económica: desincentiva la inversión productiva y con rentabilidad real, y supone perpetuar la ineficiente asignación de recursos a los sectores de baja productividad. En definitiva, eliminar las deducciones para perpetuar las subvenciones simplemente nos lleva a seguir donde estamos desde 1980. Y a echarle la culpa a los ingresos del gasto improductivo.

El riesgo de que los acuerdos de gobierno vuelvan a centrarse en subir impuestos, sea eliminando deducciones o subiendo cuotas, es alto. Lo que no podemos olvidar es que el resultado sería el mismo que en el pasado. Empeorar.

 

 

 

 

España se financia a mínimos históricos, ¿por qué?

El bono a diez años del Reino de España marcaba esta semana un mínimo histórico de 0,98%. En julio de 2012 estaba a 7,6%. España estaba “al borde del rescate”, el déficit oculto dejado en 2011 superaba los 30.000 millones, y en pocos meses las cuentas públicas se cargaban con 45.000 millones de euros de facturas impagadas guardadas en los cajones por las administraciones y 40.000 millones de rescate a Comunidades Autónomas. El agujero patrimonial de las cajas públicas se desvelaba en cerca de 125.000 millones de euros y costaba 63.000 millones en rescate.

Según Moody’s, más del 60% de las empresas españolas estaban en pérdidas (más de 900.000 compañías registraba números rojos, según la Agencia Tributaria) y el paro alcanzaba el 25% unos meses después. La economía española había sufrido el mismo parón que en 1993, tras una enorme burbuja que culminó con la Expo y las Olimpiadas y que llevó a que el paro se disparara un 25%.

Pero aún más a lo bestia, la deuda pública se había duplicado “porque tenemos margen” en cuatro años hasta 2011 con un déficit anual cercano a los 100.000 millones de euros esperando que volviese el espejismo de 40.000 millones anuales de ingresos fiscales de burbuja inmobiliaria… Y en 2012 la factura adicional de lo que se dejó en el cajón superaba los 85.000 millones.

¿QUÉ HA PASADO EN EL CAMINO?

Según datos del BBVA, en 2011 la capacidad de financiación de la economía española era negativa en casi cuatro puntos del PIB y desde marzo de 2013 pasó a ser positiva, llegando a un 2,1% del PIB en el último registro de 2016. El esfuerzo ha sido enorme, con un aumento del ahorro de empresas y familias que ha llevado a que la deuda de ambas caiga a niveles de 2006. Pero el Estado también ha hecho sus deberes, aunque a menor ritmo.

Las necesidades anuales de endeudamiento de las administraciones públicas se han reducido a menos de la mitad en cuatro años y el déficit se ha reducido un 44% a pesar de que se haya incumplido el objetivo de 2015. Que España haya pasado de ser más de un 30% de las emisiones de deuda -pública y privada- europea en 2011, una auténtica locura, a menos de un 10% en 2015 también ha contribuido a que se reduzca el miedo a un shock de deuda.

Por supuesto, los datos de crecimiento y reducción del paro han sido cruciales para justificar la caída del rendimiento del bono por debajo de otros países de nuestro entorno. Pero no debemos olvidar el monstruo que es la balanza de pagos. España pasó de un déficit en este capítulo de casi el 10% del PIB a un superávit récord en el mes de mayo y en los cinco primeros meses de 2016.

AHORA VAMOS A LOS “PEROS” …

“Es por el Banco Central”, “es por el petróleo”, “es por los tipos bajos” …Es innegable que la política monetaria del Banco Central Europeo ha llevado a los bonos soberanos a un nivel mínimo. El “gas de la risa” monetario, sin embargo, no explica todo. En 2011 también compró bonos españoles y de otros países periféricos (más de 96.000 millones bajo el SMP, securities market programme).

Italia paga un 1,13% por su bono a diez años y su prima de riesgo está a más de diez puntos por encima de la española. Portugal, un 2,82%, Grecia un 8,3%. El precio del petróleo ayuda a nuestra economía, pero también le afecta (caen las exportaciones a petroestados, aumenta el riesgo de las inversiones en esos países, caen los beneficios de las empresas internacionalizadas). Pero el precio del petróleo no es “la respuesta”. Italia o Japón tienen la misma sensibilidad macroeconómica a los precios del crudo y no han despegado como España.

Lo mismo ocurre con los tipos bajos. Han ayudado, pero también han perpetuado los desequilibrios vía zombificación de sectores de baja productividad. De nuevo, Italia y Portugal, que tenían desequilibrios similares a nivel financiero, empresarial y de endeudamiento, no han visto sus economías mejorar como la nuestra.

Por lo tanto, no es “solo” el BCE. Ni por la búsqueda desesperada de “algo de rentabilidad” (yield) por parte de los inversores. La reducción de desequilibrios macroeconómicos antes descrita nos ha evitado una prima de riesgo mucho mayor, incluso en el periodo en el que ésta se disparó por el riesgo político por encima de la italiana. De hecho, si el superávit de la balanza comercial no se hubiera dado en los meses de máximo riesgo político y no se hubiera crecido por encima de las expectativas, la prima de riesgo habría subido más. Pensar que el Banco Central es todopoderoso a la hora de bajar la prima de riesgo es cuando menos ingenuo.

Otra importante cuestión es que, gracias a la confianza y las medidas tomadas, no solo se reduce el flujo -necesidades netas de financiación- sino que no se pone en peligro el stock -los inversores mantienen los bonos españoles hasta el vencimiento porque no se teme al impago- y con ello se estabiliza el riesgo.

Los que piensan que imprimir lo soluciona todo olvidan que, sin un mercado secundario potente, la política del banco central es irrelevante. Sin credibilidad real, la prima de riesgo sube igual, como hemos visto cuando ha subido a máximos de un año.

Porque la prima de riesgo no la decide un comité ni un banco central, sino el mercado secundario, es decir, lo que los inversores reales están dispuestos a aceptar como diferencial entre riesgo y rentabilidad. Entre esas variables está la política del banco central, pero si no hay reformas estructurales y cifras que muestran el saneamiento, la política monetaria expansiva hunde la economía. Argentina tenía una prima de riesgo de más de 1.000 puntos con la política de imprimir “todo el dinero que el gobierno necesite”.

Otra cuestión muy diferente es si España, con estos datos, no debería tener un coste del bono a 10 años más cercano a Francia (0,5%) que lleva 20 años en estancamiento y once incumpliendo el objetivo de déficit. Pero la gran cuestión es si esos costes de deuda, negativo en el caso alemán, son correctos. Y si ayudan, o perpetúan la burbuja y empeoran el potencial de crecimiento.

LOS RIESGOS SON EVIDENTES

Todos los partidos hablan de “relajar el déficit” tras 650.000 millones de euros de expansión fiscal, y la enorme mayoría pretende aumentar los desequilibrios vía gasto fiándolo todo a la política monetaria y a ingresos estimados y jamás percibidos. Con una deuda sobre PIB del 100% y una posición deudora internacional de las más altas del mundo, pensar en aumentar los desequilibrios vía unicornios de “estimular la demanda interna” (gastar más) es simplemente una locura, porque se hace a la economía más frágil. Ni se consigue el crecimiento esperado, ni se reduce el déficit ni se mejora la sostenibilidad económica. Y se pone en peligro el Estado de Bienestar con mayores recortes a posteriori. La promesa de unicornios de crecimiento con mayor gasto se convierte en la pesadilla de mayores recortes cuando llega un shock de deuda.

La capacidad de las economías europeas de aguantar una subida de tipos minúscula, de 0,5%, se ha reducido con la adicción al gas de la risa monetario. Por eso Draghi repite una y otra vez que hay que llevar a cabo reformas estructurales, cortar gastos y reducir impuestos, mientras los tipos son bajos y hay alta liquidez. Porque cuando eso se acabe, no podemos enfrentarnos al invierno en bañador, con gafas de sol y tumbados.

Debemos valorar los esfuerzos llevados a cabo por toda la economía española para mejorar nuestra posición crediticia internacional, pero los periodos de bajos tipos y alta liquidez deben usarse para reforzar y avanzar en unas mejoras que pueden convertirse en insuficientes si se revierten las reformas. Que la inmensa mayoría del arco parlamentario piense que tipos al 0% y alta liquidez son excusas para repetir el 2008 es preocupante. Que lo lleven a cabo y luego le echen la culpa al que nos prestó, por tonto, es intolerable.