Navarra, cuando ‘el cambio’ es el expolio

Estamos acostumbrados a escuchar que la solución al déficit y los desequilibrios de España es… subir los impuestos. No nos vale que, desde 1980, España siempre haya consumido más recursos de los que recaudaba –menos en tres años, los de la brutal burbuja inmobiliaria-. Y eso que la historia, las matemáticas y la estadística están contra los mantras de los radicales.

En España hay 615.000 contribuyentes que se puedan considerar “rentas altas”, el que piense que 615.000 van a sufragar decenas de miles de millones de gasto político tiene un problema. En el récord de recaudación por fraude se han ingresado 15.600 millones de euros, menos de un 20% del déficit anual. Ya comentamos el fracaso de las políticas de los ayuntamientos y comunidades del “cambio” aquí…

Es tal el postureo que el ayuntamiento de Madrid se ha adjudicado como “suyas” el aumento de inversiones de fondos de capital riesgo de Canadá o Luxemburgo y la inversión financiera en inmobiliario (Socimi). Enternecedor.

Navarra es un caso paradigmático del desastre del mal llamado “cambio”. Porque llamar “cambio” a subir los impuestos y gastar más es como llamar “nuevo” a Rod Stewart. Y a mí me duele especialmente por ser la tierra de parte de mi familia.A pesar de que Unión del Pueblo Navarro ganó las elecciones, Bildu y Geroa Bai, con Podemos e Izquierda-Ezkerra se aliaron para gobernar “por el cambio”.

El “cambio” en Navarra significa menos ingresos, más deuda, más paro y menos empresas. Lo explica el Think Tank Civismo en un informe demoledor elaborado por Ángel Martínez (“El Cambio Llega a Navarra”).

MÁS IMPUESTOS, MENOS INGRESOS

Siempre comento que la historia de errores en estimaciones de ingresos por nuevos impuestos es aterradora. La media de equivocación en estimaciones de ingresos, según el BCE, supera al 1% del PIB. En este periodo, el Ejecutivo navarro ha acometido una reforma fiscal para aumentar la recaudación. Concretamente, las estimaciones que manejaban eran de un aumento de 127 millones de euros en 2016 y 72,5 millones en 2017. Hasta abril, los ingresos han caído en 12 millones, un 1% menos. Un exitazo.

Subieron el IRPF a todos las rentas brutas de más de 19.500 euros. Eso son, para ellos, “los ricos”. Según datos de Civismo, un mileurista paga en 2016 hasta 436 euros más por el Impuesto sobre la Renta en Navarra que en Madrid. Y, como parte de su “política social”, tener hijos en Navarra supone un recargo fiscal frente a Madrid que va desde el 4,8% hasta el 126%. Con una renta por debajo de 16.000 euros brutos y dos hijos, en Navarra se pagan hasta 500 euros más en concepto de IRPF que en Madrid.

Navarra subió el Impuesto de Sociedades al 28% mientras en el resto de España se reducía al 25%. La consecuencia… Menos empresas constituidas. Mientras en casi todas las Comunidades Autónomas crecía el número de empresas, en Navarra caía en el primer trimestre de 2016 con respecto al mismo periodo de 2015.

MÁS GASTO Y MÁS DÉFICIT

En cambio, sí hemos visto un aumento en los gastos de 55 millones hasta el mes de abril de este año. Un 5% por encima del mismo periodo del año anterior. Así, Navarra ha pasado de tener un superávit en el primer cuatrimestre de 2015 de 55 millones, a un déficit de 13 millones, lo que presagia un nuevo expolio fiscal a familias y empresas.

Es una de las pocas Comunidades Autónomas (con Andalucía, Asturias, Cantabria y Extremadura) que han empeorado su ejecución presupuestaria con respecto a 2015, un año que ya de por sí fue pobre. En 2015 Navarra ya tuvo una desviación por exceso de gasto de 25,8 millones sobre el objetivo de déficit. Incluso con el régimen foral. En el primer trimestre de 2016 la deuda pública ha aumentado el doble (193 millones) que el año anterior.

MÁS PARO

Desde que el nuevo Ejecutivo llegó al poder, el desempleo no ha dejado de aumentar, pasando del 12,55% en el segundo trimestre de 2015 al 14,25% en el primer trimestre de 2016. En un periodo en el que España seguía creando empleo por encima del PIB nominal.

Lo peor de estos datos es que se están dando en un periodo expansivo, con una economía nacional que crece y que crea empleo. La decisión consciente de poner palos en las ruedas de la economía y la obstinación por atacar la creación de riqueza no es irrelevante. Tiene consecuencias a corto, medio y largo plazo.

Una tierra próspera y de oportunidades como Navarra no puede ser un experimento de intervencionismo que termine con el estancamiento clientelar que empobrece a todos excepto a los que se reparten lo que queda del expolio.

El cambio no es copiar a Grecia y esperar que salga distinto. El cambio es apostar por crear más empresas, más riqueza y más empleo. La única política social es aquella que hace que el empleo crezca. Un año les ha bastado para echar a empresas, recaudar menos subiendo impuestos y destruir empleo. La culpa, según algunos, será de Rajoy, seguro.

Pensiones, Bruselas y la oportunidad de Madrid

El debate de las pensiones en España es uno de los más ideologizados de todos, y ya es decir. El hecho de que el gobierno utilice el Fondo de Reserva de Pensiones para pagar las pensiones, indigna a los mismos que consideraban que su creación era innecesaria en 1996. ¿Para qué quieren que se use?

Sólo hay tres maneras de mantener el fondo de reserva “intacto” en periodos deficitarios. O se cortan las pensiones, o se aumenta la deuda y el déficit o se suben los impuestos más que cuando se subieron todos, y solo para cubrir ese periodo puntual. La Seguridad Social computa dentro de la deuda del Estado, así que los alquimistas de la nada nos tienen que explicar cómo iban a encontrar 10.500 millones de euros en 2015, sin aumentar la deuda en un punto o aumentar el déficit un 20%.

Porque las cotizaciones efectivas han aumentado. Y subiendo todos los impuestos no se recaudó ni un 40% de la cantidad utilizada para pensiones en 2015. Oh, sí, perdonen “Subiendo los salarios”. Como si fuera tan fácil. Subir el salario mínimo, como se ha hecho, no es la panacea. Los salarios aumentan cuando crece la productividad y se reduce el exceso de capacidad en el mercado, no porque lo diga un comité. Finlandia, Suecia, Dinamarca, Suiza, Italia, Austria son países in salario mínimo fijado por ley, y tienen menos paro y mejores sueldos. Alguno dirá que los empresarios italianos o austriacos son muy buenos y los españoles unos explotadores.

Y eso que, según la OCDE, España tiene un salario mínimo ajustado por el coste de vida que está en la media de los países de la organización. En fin. Así que la próxima vez que escuchen a algún político indignarse por el déficit y los impuestos mientras piden gastar más y que se mantenga el Fondo de Reserva, piensen en Matrix. Es ciencia ficción. Y lo que realmente harían es recortarlas.El tema de las pensiones solo se va a solucionar creciendo más y creando más empleo, no desde la fiscalidad o la negación de la demografía, como hemos visto en Francia, donde llevan con un impuesto para “las pensiones” desde hace años y las han recortado regularmente desde 1996, la última vez hace unos meses.

Como explicamos aquí en “¿Cómo pagamos las pensiones?”, no se va a solventar sin un análisis desapasionado del reto demográfico -vivimos muchos más años, lo cual es una bendición- y el económico – reparto y capitalización-.

LA MULTA DEL DÉFICIT SERÁ PROBABLEMENTE CERO

A medida que pasa el tiempo, la probabilidad de que la “multa” por incumplir el déficit sea “cero” es mayor. Sería un error que la Unión Europea multase a uno de los pocos casos de éxito que se han generado en la Unión Europea tras la crisis. Creciendo al 3%, creando medio millón de empleos, y siendo el segundo país en creación de empleo fijo de la UE, sería sorprendente multar por un exceso de déficit de menos de un punto, mientras Francia lleva once años de incumplimiento del pacto de estabilidad y dos décadas de estancamiento, por ejemplo.

España ha reducido el déficit un 44% sin crecimiento de PIB en el periodo. Es una reducción del déficit estructural superior a la de la media de la UE27. Nuestro país se situaba como número uno en implementación de las reformas acordadas con Bruselas (Country Specific Recommendations, CSR) en 2013, y número tres en 2015.

Pero, además, el control de las cuentas parece empezar a funcionar, con una caída del déficit regional del 30% hasta abril, y el adelanto del Impuesto de Sociedades que tanta polémica ha creado y explicamos aquí (“no es una subida, y subirlo no mejoraría el déficit”) Lo hemos explicado muchas veces. Fiar la reducción del déficit a los ingresos -sobre todo los “extraordinarios”- es irresponsable porque desde 1980, excepto en tres años de burbuja inmobiliaria alocada, siempre hemos gastado mucho más de lo que ingresamos, sea lo que sea lo que se recaude.

Creer en unicornios de estimaciones optimistas nos ha llevado a un incumplimiento histórico de expectativas de ingresos superior al 1% del PIB, según el BCE. Hay que controlar los gastos, y si no se refuerzan los controles para que así sea, volveremos a cometer el error de intentar subsanarlo con subidas de impuestos que atacan el consumo y la actividad económica. Y fallaremos. Y nos vendrá a ver el fantasma de los deberes no cumplidos cuando los tipos de interés no sean tan favorables ni se cuente con el Banco Central.

Como decíamos aquí, “multa o no multa, hay que reducir el déficit” porque luego, cuando llegue el invierno, le echaremos la culpa a Merkel, a Draghi o a los mercados de nuestra lentitud. España no tiene que hacer recortes para cumplir con los objetivos. Lo que tiene que hacer es no gastar más de lo ya presupuestado (que en sí mismo es más que en 2015), y facilitar la creación de empleo y crecimiento de número y calidad de empresas. Las pensiones, el déficit y el empleo son todo vasos comunicantes de un solo cuerpo. La prosperidad económica. Como no se garantizan es llenando el cuerpo de virus burocráticos, observatorios y comités.

LA OPORTUNIDAD DE MADRID

Esta semana, en Londres, comentábamos en la CNBC que la medida más importante tomada por el gobierno británico ante el riesgo de impacto económico por el Brexit ha sido bajar el Impuesto de Sociedades al 15%. Mitiga el riesgo de fuga de empresas y desde luego, sirve de acicate para que las pymes y empresas grandes asentadas en el país sigan operando sin tener que sufrir una carga impositiva excesiva. Fue entonces cuando se vieron los dos autobuses de la Comunidad de Madrid paseando por Westminster y anunciando las bondades de la región para las empresas.

La Comunidad de Madrid, en particular, puede beneficiarse mucho de la atracción de las que decidan asentarse fuera del Reino Unido. Tiene unas infraestructuras espectaculares, comunicación privilegiada con Latinoamérica y África, edificios relativamente baratos, profesionales cualificados, servicios excelentes y un nivel de calidad de vida muy alto. Tiene, además un régimen impositivo atractivo, que la sitúa por encima de París o Milán como posible capital de atracción de inversión. Y esa es la clave. Debemos eliminar la mentalidad de ver a las empresas como cajeros y que los que no producen pongan palos en las ruedas a los que sí lo hacen. Una fiscalidad que piense en los ingresos que recibiremos si crecemos y atraemos más inversión y empleo, no en rascar lo poco que quede.

Atraer empresas de servicios financieros es esencial para mejorar el patrón de crecimiento. Supone una pantalla hacia el mundo, una lanzadera que afecta positivamente a la diversificación y desarrollo de la financiación a la economía real, a la mejora de salarios por actividades de apoyo y servicio, y al desarrollo tecnológico. Ser una capital financiera no es solo tener bancos. No es una casualidad que Tokyo, Nueva York, Singapur o Hong Kong luchen como sea por mantener sus centros financieros fuertes y con atractivo. Tienen un impacto sobre la marca del país, sobre la imagen, enorme. Y además tiene un verdadero efecto multiplicador sobre la inversión y la financiación de todos los sectores. Lo contrario… Ya lo conocemos. Tenemos una oportunidad magnífica para seguir siendo un ejemplo mundial. No solo tenemos las herramientas, sino todos los ingredientes. Que no lo estropee un comité de defensores del estancamiento.