El “Plan Económico” de Podemos y los Unicornios Amarillos.

Máxima expectación para conocer un proyecto-memoria económica y financiera, fundamentos políticos y resortes administrativos de Podemos para instalar en España la Revolución Política, Progresista y de Cambio de la “gente”.

El proyecto económico fiscal de país es, a nuestro juicio, fundamental, para entender qué modelo de política económica quieren implantar en España, sobre qué premisas y cuáles pueden ser sus consecuencias para España y los españoles. Aunque lo primero que hay que tener en cuenta es que Podemos quiere y defiende un Referéndum de Independencia para Cataluña – y posiblemente para el resto de comunidades que lo pidan como el País Vasco, de realizarse éste referéndum y de salir SÍ, todo este proyecto de ingeniería económica–fiscal perdería vigencia, para empezar porque se perdería el 18% del PIB de España que actualmente es Cataluña.

Pero seamos positivos y pensemos que con o sin consulta, Cataluña sigue siendo parte de España. El “cuadro macroeconómico” que presenta la memoria del documento programático es el siguiente:

 

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Las cifras presentadas trabajan a propósito con ratios sobre PIB, que permiten dibujar un panorama más difuso y favorable a la propuesta. Traducción: los economistas de Podemos hay formulado unos números que están destinados a beneficiar su propuesta, y que no son realistas. Los números de Podemos suponen una estimación de crecimiento sostenido del PIB en el entorno del 6% hasta 2019, lo que casi nos empareja con países como China. Estamos hablando de más de 280.000 millones de euros sobre 2015, algo realmente inaudito, teniendo en cuenta la evolución de nuestra economía.

Ni España, ni ningún país del primer mundo han crecido en los últimos 30 años a un ritmo del 6% del PIB. España no cuenta con recursos naturales que permitan pensar que de su explotación se podría incrementar el PIB de esa manera – no tenemos ni petróleo, ni minas de diamantes, ni yacimientos de coltán-.  Ni está claro que, aún teniendo esos recursos España pudiera generar riqueza de esa forma tan espectacular. El PIB, el Producto Interior Bruto es la suma de bienes y servicios que produce un país, y hay ejemplos para aburrir de países que incluso teniendo fuentes naturales de riqueza se han arruinado simplemente por coyunturas globales como Venezuela, Argentina o Nigeria. Hay países como Japón, de enorme riqueza y mayor inversión pública que están sumidos en el estancamiento desde hace décadas.

La formación morada parte, además, de las propias previsiones del Partido Popular, que ya de por sí incluyen una sobrevaloración del PIB, todo ello sin considerar los riesgos coyunturales que pueden llevar a la baja estos datos, desmontando todo el tinglado ya desde el primer año.

 

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El crecimiento anterior se acompaña con una nueva senda de reducción del déficit, que del -2,8%/-1,5%/-0,3%/-0,3% actuales de 2016 a 2019, pasa a ser del -3,9%/-3,5%/-2,3%/-2,2%. Todo ello, expresado en cantidades absolutas, significa un déficit anual de -45,3/-42,7/-30,4/-30,2 miles de millones de euros respectivamente, déficit que se traducirá en un incremento muy notable de la deuda pública, eso sí, camuflado por nuestro increíble crecimiento, que la dejará en el 90,7% del PIB. Todo muy bonito.

El primer escollo con el que se encuentran los economistas de Podemos, y que por supuesto no aparece en su Plan de Unicornios Amarillos, es Bruselas. España forma parte de la Unión Europea y tiene unos compromisos de déficit que tiene que cumplir. Por supuesto, Europa que ya está siendo flexible en el cumplimiento de déficit para España no permitirá un cuadro como el que pinta Podemos, pero lo que es aún peor, nos enfrentaría a Europa de la misma forma en la que Varoufakis se enfrentó, y ya estamos viendo el resultado de Grecia.

Pablo Iglesias se la juega al movimiento “revolucionario político por el Cambio” que lidera el fracasado Varoufakis en Europa, un economista que fue expulsado del gobierno de Tsipras sin contemplaciones. Piensa Iglesias que con Varoufakis, Tsipras y Renzi pueden promover un movimiento de la Europa del Sur contra la Europa del Norte que bien, apoye sus políticas, o bien salga del euro. Sin sonrojos.

Resulta importante destacar que las acciones programáticas de Podemos se basan en estos supuestos económicos, que se dan por hechos. Cabe preguntarse cómo, de cumplirse, pretenden convencer a la Unión Europea que, creciendo como motos, pasemos olímpicamente de reducir nuestros números rojos. Puro wishful thinking.

 

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Sobre este endeble armazón, Podemos construye su propuesta de gasto adicional para la legislatura (96.000 millones para 2019), destinado a “revertir los recortes en los servicios públicos fundamentales”, a la puesta en marcha de programas sociales (entre ellos, un “Plan de Renta Garantizada”) y a inversiones públicas (“Plan de Transición Energética”, gasto en I+D+i…) potenciadas, ojo al dato, por una banca pública creada a partir de Bankia, Banco Mare Nostrum e ICO.  ( Lo que implicaría, para empezar, sacar de bolsa Bankia). Como apuntaba un sensato y avispado tuitero, “que todo ello no dependa del gobierno español sino de las autoridades europeas, es un detalle irrelevante”.

No vamos a entrar en el detalle de los gastos, porque se trata de una decisión política sometida a la ideología de los proponentes, pero sí debemos analizar con detalle los ingresos que van a posibilitar dichos gastos. Y ahí entramos en los terrenos del Mago de Oz:

 

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De los 96.000 millones señalados, 68.000 (un 70,83%, señalados en rojo) se encomiendan a fuentes de financiación totalmente inciertas y poco acreditadas:

  • 12.000 millones obtenidos de la lucha contra el fraude fiscal. Al menos, ya no son los 45.000 millones que proclamaban antes de las elecciones. Les invitamos a revisar las medidas del programa, en donde advertimos muchos más gastos probables (de personal, operativos y costes ocultos) que ingresos esperados. Este dato, siendo el más plausible de todos no se implanta con un mayor número de inspectores fiscales, sino con lo que ellos denominan “el concurso ciudadano”, básicamente chivarse de lo que tiene el vecino en nombre del patriotismo mal entendido. Buscan crear escuadrones vecinales de chivatos profesionales del régimen. ¿Les suena?
  • 29.700 millones de, toma castaña, “efecto multiplicador”. Merece la pena leer la explicación sobre esta cantidad:“El gasto público del Estado genera actividad económica, lo cual se traduce finalmente en un mayor consumo e inversión y, con ello, en mayor recaudación fiscal. Teniendo en cuenta que este multiplicador del gasto es claramente mayor que el multiplicador de los impuestos, el efecto estimado sobre los ingresos que cabe esperar por esta vía es de 29 700 millones de euros”.Ahí lo dejan, y se fuman un puro. Nos lo tenemos que creer, porque sí.

 

En este punto hay que explicar que el gasto público se financia de dos maneras: vía impuestos o vía financiación. Una financiación que tiene un coste ( denominado el interés de la deuda), y que hay que pagarlo al prestamista. Es decir que es una premisa falsa. Otro Unicornio amarillo.

 

  • 26.300 de los “ahorros” (=menos esfuerzo de ajuste) derivados de la nueva senda de reducción del déficit. Sí, esa que las autoridades europeas concederán graciosamente sin contrapartida alguna. Vamos, como en el caso de Grecia o de Portugal.

 

El resto de ingresos, 28.000 millones (un 29,17%) corresponden a la recaudación adicional esperada de una nueva reforma fiscal. Dicho en román paladino: más impuestos, salvo en el caso de IVA (merced a unos confusos ajustes), lo que supone superar los 200.000 millones de euros en las principales figuras impositivas, techo que sólo se consiguió en el pico más alto de nuestra monumental burbuja inmobiliaria. Ya nos explicarán cómo se consigue tal objetivo con un 20% de paro y con una economía todavía en lenta senda de recuperación de niveles precrisis, sin construcción ni turismo y con el ajuste productivo aún sin consolidar.

La pregunta en este punto es obvia: ¿Pretende Podemos construir más carreteras, más AVEs a ninguna parte, más Universidades, más puentes? ¿Quizá pantanos? ¿Exactamente en qué piensa invertir Podemos el dinero público? Dicen que contrataran un millón de funcionarios más, España pasaría de tres millones a cuatro millones de funcionarios: ¿Es eso inversión productiva o se puede denominar de otra manera?

En materia de Inversión Inmobiliaria, su política es franquista, básicamente regresar a las medidas que estaban en las leyes de 1947, 1957 y 1964.

 

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Merece la pena recordar en este punto que el impacto de las reformas fiscales emprendidas en el período 2011-2014, tan ferozmente criticadas por Podemos, supuso ya 31.112 millones de euros adicionales a las arcas del estado. También resulta interesante destacar que el desvío de los ingresos tributarios sobre lo presupuestado, en ese mismo período, fue de -17.107 millones de euros. Hagan cálculos. ¿En cuánto se pueden quedar finalmente esos 28.000 millones?

Interesante también es el punto del IVA del 25% para los “productos de lujo”. Una propuesta que es imposible porque la UE no permite tipos impositivos superiores en el IVA al general ( que está en el 21%). Pero les da igual, porque ellos en realidad lo que quieren es cambiar Europa. En todo caso, conviene recordar que la Industria del Lujo da trabajo en España directamente a 200.000 personas ( individuos con familias), y que el año pasado supuso ventas superiores a 10.000 millones de euros. El ingreso medio de un artesano de la marroquinería, joyería, industria del calzado de lujo o de moda es superior a la media. Esto sin entrar en el turismo de lujo y su impacto en la economía, o en la gastronomía de lujo y su capacidad de movilizar crecimiento económico local.

El documento establece que el esfuerzo en IRPF recaerá sobre las rentas mayores de 60.000 euros de base imponible. De nuevo, recordemos: las rentas de más de 60.000 euros generan apenas un 33% del total de la recaudación. Apretando a estos contribuyentes, retocando deducciones y corrigiendo “la dualidad de la tarifa entre rentas del trabajo y ahorro” se pretende recaudar 10.000 millones adicionales. Ahí es nada.

Sumen a ello una “reforma en profundidad del Impuesto de Sociedades” (+12.000 millones) y la recuperación de Patrimonio y Sucesiones (+2.000 millones). Pero es que además se sacan de la chistera “otros” 8.000 millones de euros en “fiscalidad verde” (atentos a las medidas), un “impuesto de solidaridad” a las entidades financieras y el Impuesto sobre Transacciones Financieras (la famosa Tasa Tobin).

Esto es: impuestos, impuestos y más impuestos que, de forma directa o indirecta, acabarán pagando sí o sí “la gente” para la que pretenden legislar.

Es más, ¿tal incremento fiscal sobre familias y empresas no va a tener repercusión en el estratosférico crecimiento esperado? ¿No afectará al consumo, a la inversión y al emprendimiento, y por ende al multiplicador mágico? ¿Dónde se contempla la reacción de los agentes económicos a estas medidas? ¿Y la supervisión y armonización europeas? Demasiados interrogantes para demasiado humo.

Montoro, con la mayor subida de impuestos de la historia, subiendo 5 puntos el marginal por la necesidad de cuadrar las cuentas, aumentó la recaudación de IRPF en 4.000 millones. Ellos creen que van a sacar más del doble.

No hablan ya de «impuestos a rentas altas» sino «acomodadas». En Navarra o Cantabria ya han demostrado que suben los impuestos a todos. Especialmente a los pobres, subiendo los indirectos -gasolinas, etc-.

La media histórica de errores en estimación de ingresos fiscales, según el BCE, es del 1% del PIB. Eso significa que Podemos lanzaría a España a un déficit anual superior al 8%, el mayor del mundo y unos 240.000 millones más de deuda. Eso llevaría a la prima de riesgo a dispararse aunque el BCE apoye, como hemos visto en Portugal o Grecia.

Podemos se ha inventado el multiplicador del gasto corriente. Estiman una expansión económica que duplica el crecimiento medio histórico del PIB nominal aumentando en 93.000 millones el gasto corriente. No la inversión.

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Es una broma pensar que la solución es gastar más cuando llevamos ocho años con una expansión fiscal de más de 60.000 millones anuales. Pero es alucinante que Podemos pida más déficit -más deuda- cuando tienen cientos de horas de televisión pidiendo auditoria de la deuda, impago y salir del euro. Quieren pedir más para luego no pagar. Genial.

El plan es claramente anti empleo y anti crecimiento, subirá impuestos a Pymes y autónomos, y no existe un solo caso de semejante subida de impuestos y aumento del gasto en la OCDE que haya generado crecimiento del empleo.

Podemos olvida el impacto del aumento de flujo de deuda aunque el BCE monetice. Aumentar el déficit en tal cantidad va a disparar la prima de riesgo, y con ello destruye el acceso a crédito de empresas y familias.

Publicado en El Mundo, 21 de febrero 2016.

Daniel Lacalle es economista y director de inversiones en Tressis Gestión.

Sebastián Puig es economista, analista, escritor y conferenciante.

Pilar García de la Granja es periodista, especializada en información económica y Jefe de la corresponsalía de Tele5 en Nueva York.

Podemos el Mundo

 

 

 

 

 

 

Moody´s alerta. Riesgo de shock de deuda.

Históricamente siempre han reaccionado tarde ante los desequilibrios. El informe de Moody´s sobre la economía española publicado ayer es, por ello, extremadamente revelador. Nos muestra que el deterioro de las cuentas públicas que se avecina es muy relevante, ante promesas de más gasto y más déficit.

La rebaja a “estable” de la calificación de la deuda española nos muestra que siguen esperando un ritmo positivo de crecimiento de la economía que será insuficiente para reducir el déficit y, lo más importante, señala el riesgo que supone revertir las reformas y caer en políticas que acentúen los desajustes económicos.

Moody´s alerta de un panorama político fragmentado que puede llevar a políticas presupuestarias equivocadas. El clima favorable a avanzar en las reformas ha “decaído por el fuerte calendario electoral” de los últimos meses, afirma la agencia. La fragmentada constelación política que ha emergido de las elecciones del 20D no conduce a una nueva aceleración de las reformas en España.

La agencia de calificación muestra la misma preocupación que he comentado en tantas ocasiones en esta columna. Revertir las reformas puede ser extremadamente negativo, sobre todo la laboral y la de las administraciones públicas, que han supuesto gran parte de la mejora en crecimiento y empleo de nuestro país.  Moody´s avisa que es improbable que “las reformas estructurales que aún necesita España para consolidar el crecimiento se logren en los próximos tres o cuatro años con independencia de la composición del próximo Gobierno”. Y ahí es importante que los partidos que mantienen la responsabilidad y cordura no se rindan a las exigencias de los populistas.

Moody´s estima que España no cumplirá el objetivo de déficit público ni este año ni los próximos, lo que evitará que se reduzca una deuda pública en el entorno del 100% del PIB.

La agencia constata lo difícil que va a ser cumplir con los objetivos cuando las mejoras conseguidas por el Gobierno en los últimos años, entre ellas el control de las administraciones públicas o la reforma de las pensiones, han tenido un menor impacto de lo que la propia agencia estimaba.

La agencia estima que no se han implementado las reformas con la contundencia necesaria para controlar el desajuste presupuestario, a pesar de contar con la legislación para hacerlo.  Moody´s reconoce que el crecimiento económico ha sido mayor a lo estimado, pero constata que el lo no ha resultado en una mejora equivalente de las cuentas públicas, a pesar de la reducción del déficit.

Todo esto nos puede parecer subsanable si continuamos creciendo y creando empleo como hasta ahora. Efectivamente, si el Gobierno tiene como objetivo avanzar en las reformas, seguir creando empleo y fortalecer el crecimiento económico, estas preocupaciones de la agencia de calificación serían irrelevantes. Pero no lo son. Muestran un deterioro que es evidente desde que la incertidumbre política se instaló en nuestro país y comenzaron las promesas rupturistas, populistas y temerarias de gastar y endeudarse.

 

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¿Cuáles son las consecuencias reales?

La economía no va a crecer un 2,8%-3% si se vuelven a subir los impuestos y se aumenta el gasto para alimentar mayor burocracia. Las irresponsables llamadas a relajar el déficit ya parten de unas estimaciones de ingresos optimistas e imposibles de cumplir y de un aumento del gasto corriente que profundizará los desequilibrios de una economía con un déficit estructural de casi 40.000 millones de euros anuales.

Se ha llevado a cabo una modesta reforma de la administración pública que ha generado ahorros de 30.000 millones de euros estructurales, pero olvidamos que el gasto público ha aumentado en España un 41% desde 2004 y llevamos un déficit acumulado de más de 550.000 millones en ocho años. Los políticos olvidan también lo que ha alertado el BCE. No se reduce la deuda con subidas de impuestos y estimaciones mágicas de ingresos fiscales futuros para gastos muy reales.

Debemos hacer mucho más. Garantizar un “colchón” de reducción de gasto ante caídas de recaudación imprevistas que impidan cumplir con el déficit. Introducir sensibilidades al crecimiento que se ajusten cortando gasto discrecional, no aumentando deuda y subiendo impuestos.

Esta llamada de atención no debe ser ignorada.

Si paramos las reformas, intervenimos y gastamos más nos encaminamos a otro shock de deuda que ningún banco central va a disfrazar.

España tiene que refinanciar más de 400.000 millones de euros en 2016, de los cuales unos 230.000 son de deuda pública. Destruir lo conseguido y entorpecer las reformas nos llevará no solo a que se dispare la prima de riesgo, sino al impacto en pymes y familias del mayor riesgo país. Ignorar la alerta de Moody´s es peligroso. Lanzarnos a repetir el 2008, suicida.

Publicado en La Razón, 21 de febrero 2016.

 

Lecciones del aumento de la deuda pública

En España hemos vivido un enorme aumento de la deuda pública que hoy muchos piensan solucionar gastando más y endeudándose más. Se llama curar la obesidad a base de donuts.

 

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19.02.2016 – 05:00 H.

“Anyone who lives within their means suffers from a lack of imagination” Oscar Wilde

En España hemos vivido un enorme aumento de la deuda pública que hoy muchos piensan solucionar gastando más y endeudándose más. Se llama curar la obesidad a base de donuts.

Ese aumento de deuda pública debemos analizarlo desde tres puntos de vista. Flujo, stock y coste. Cuánto nos endeudamos cada año, el total de deuda contraída y si el pago de intereses supone un problema de solvencia.
El coste y la solvencia: España paga por intereses de deuda cerca del 3,5% del PIB, menos que en 2011 y muy por debajo de lo que se considera nivel de riesgo por cualquier agencia de rating, que es un 10%. Adicionalmente, a pesar del aumento de deuda, pagamos menos intereses sobre PIB por dos razones importantes. El apoyo del Banco Central Europeo ha ayudado a que bajen las primas de riesgo de toda la Eurozona, pero no a todos les ha ido igual de bien. Portugal o Grecia ven sus primas de riesgo muy por encima de la media porque su senda de reducción de déficit es mucho peor y existe menor confianza. La segunda razón es más poderosa que el BCE. El flujo de endeudamiento.

El flujo: Claramente se ha hecho un esfuerzo muy relevante. Estamos muy cerca del superávit primario (gastos menos ingresos excluyendo pago de intereses de la deuda) y eso es todo un éxito tras hacer un ajuste de 15 puntos del PIB fiscal y comercial (el déficit comercial se ha reducido al mejor nivel de 17 años).
El déficit se ha reducido a la mitad y se empieza a corregir el déficit estructural, es decir, aquel gasto que supera los ingresos en un ciclo medio de crecimiento. Este déficit estructural pasó de ser cero a un 4% del PIB. ¿Cómo?
España aumentó el gasto público entre 2004 y 2009 casi un 49%, la mayor subida de ningún país de la UE. Ese crecimiento del gasto se realizó acompasado a unos ingresos extraordinarios de burbuja -que suponían unos 40.000 millones anuales- y acomodamos los gastos vinculados a ese evento puntual y perecedero. Este gráfico muestra la falacia del argumento de ciertos economistas de que “es un problema de ingresos”.

 

 

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Ya hemos comentado en esta columna como el BCE ha hecho estudios demostrando que subir impuestos no ayuda a reducir el déficit (lean) y como la falacia de aumentar gasto y subir impuestos no mejora las cuentas sino que agranda el agujero.

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El gráfico cortesía de Javier Sevillano, muestra lo difícil que es reconducir las cuentas cuando se ha hecho un agujero fiscal estructural de más de 40.000 millones de euros y se ha acumulado un déficit de más de 300.000 millones de euros. Pero merece la pena prestar atención a 2011-2012, donde se genera el efecto embudo de esconder desequilibrios durante una década. Ese déficit incluye el rescate a las cajas públicas (63.000 millones), las facturas impagadas dejadas en 2011 (45.000 millones) y el rescate a las comunidades autónomas (13.000 millones el primer año). Si a ello se añade la decisión consciente de no tocar el gasto social (un 21% del PIB), y mantener el gasto público en lo posible, se explica la acumulación de deuda a pesar del esfuerzo presupuestario y las subidas de impuestos que se tuvieron que hacer ante el descalabro acumulado entre 2009 y 2011.

La decisión consciente de realizar el ajuste en más de un 50% desde los ingresos y en un poco menos desde los gastos ha mantenido el estado del bienestar pero afecta al crecimiento potencial y la capacidad de generar mayores ingresos. Las subidas de impuestos, como hemos comentado, no generaron los ingresos estimados -nunca lo han hecho, como muestra el estudio del BCE “Lecciones de las estimaciones fiscales”-.

Ahora pensemos, si se ha generado una brutal e injusta reacción a un gobierno por mantener el gasto público y social intacto en medio de una crisis que nos llevó al borde de la quiebra… Por un ahorro de 7% en gastos después de una subida del 49%… Imaginen si se llega a reducir el déficit a cero.

El stock: La deuda de España ha alcanzado casi el 100% del PIB. No somos el país más endeudado del mundo (Japón, Grecia, Italia, Singapur, Estados Unidos o Bélgica nos superan), pero cuando miramos la lista de países endeudados, lo que nos sitúa en zona de máxima fragilidad es que, al contrario que Japón o EEUU, nuestra balanza financiera es muy pobre. Es decir, tenemos que ser líderes en atraer capital y acceso a los mercados si pensamos que el problema de stock de deuda no es grave. Aun no lo es, porque España siempre ha sido un país fiable. Tener un alto endeudamiento externo no es un problema cuando cumples tus compromisos. El problema llega cuando nos convertimos en un país poco serio o se amenaza con impagos, entelequias de salir del euro etcétera. Ya comentamos que el impago tiene un impacto brutal en pymes y familias y no tiene nada de social.

En España se suele argumentar que el problema es de ingresos y que recaudamos poco “con respecto a nuestros socios”. No se dice por qué. Una fiscalidad que aun -a pesar de las mejoras recientes- penaliza el crecimiento de pymes y autónomos, que son el 90% del valor añadido y empleo del país. Una fiscalidad autonómica y local que busca recaudar las migajas de lo que queda de un sistema intervencionista y asfixiante en vez de pensar, como los líderes, en una fiscalidad que apoye el crecimiento y que, en vez de pensar en hoy, piense en mejorar los ingresos con mayor crecimiento y empresas más fuertes a medio plazo. Usar estimaciones -de fraude. De ingresos estimados- de cuento de la lechera es especialidad de nuestro país. La media, según el BCE, de error en estimaciones ha sido constante, por optimista, desde que se ha analizado. Lean “las estimaciones peligrosas”.

Por lo tanto, ante la evidencia de un problema de deuda pública, no podemos pensar en repetir los errores del pasado y conseguir un resultado diferente. No hace falta que lo demuestren los informes del BCE, la Universidad de Lisboa o Harvard, es que hemos demostrado tanto a nivel nacional como en regiones como Andalucía -tras 35 años de ese modelo- que, desde el gasto, el asistencialismo y las subidas de impuestos ni se reduce el déficit, ni se mejora la solvencia ni se cambia el patrón de crecimiento.

Tenemos que darnos cuenta de una cosa. Si seguimos con esta entelequia de relajar el déficit y gastar y subir impuestos pensando que vamos a hacer lo que no hemos conseguido ni creciendo al 3%, vamos directos a un shock de deuda, que se llevará por delante el verdadero gasto social que todos valoramos, además de lo superfluo. Por mantener comités, cabildos, observatorios, subvenciones y espejismos burocráticos de burbuja inmobiliaria, ponemos en peligro todo lo demás.

Se ha hecho mucho y se ha hecho bien, negarlo es injusto. Pero hay que hacer más porque los tipos bajos y la alta liquidez no duran siempre, y no queremos encontrarnos con un déficit del 7% y una deuda del 130% del PIB en 2019 con los tipos subiendo y los estímulos monetarios terminados. Es ir directos a la quiebra.

Tenemos que continuar con la senda de reformas para atajar ese déficit estructural, y no va a ser creando ministerios de plurinacionalidad ni comités de estudio de la desmercantilización de la vivienda.

Si realmente se creen ustedes que subiendo impuestos y gastando más se reduce la deuda, tienen en contra la historia, la estadística y las matemáticas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ojo con el consenso. Los resultados empresariales muestran el debilitamiento.

Estamos a la mitad del periodo de presentación de resultados y ya podemos hablar del peor resultado con respecto a las expectativas desde 2010, sobre todo en Europa.

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18.02.2016 – 05:00 H.

“I´m the other kind” Steve Earle

Ayer tuve el honor de participar, como cada mes, en la CNBC y tuvimos un interesante debate con varios estrategas, incluido John Bilton (vea aquí y aquí) . Incluso desde instituciones importantes se empieza a ver un entorno de valor en empresas muy concretas, pero el consenso es que estamos lejos de un rebote continuado y justificado por las valoraciones o los resultados.

Una de las discusiones más relevantes durante estos días en Londres es la debilidad manifiesta de los resultados empresariales. Estamos a la mitad del periodo de presentación de resultados y ya podemos hablar del peor resultado con respecto a las expectativas desde 2010, sobre todo en Europa.
Los analistas han tenido que revisar a la baja las estimaciones de crecimiento de beneficios del ejercicio 2015 (el que se publica ahora) a cero desde +4% solo hace dos meses. Y la bajada de expectativas de 2016 y 2017 aún no se ha dado.

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¿Sorpresas? Enormes. ‘Profit warnings’ de compañías que se suponían inmunes a la ralentización o en las que se decía que estaba todo totalmente descontado. Gigantes nacionales alemanes eliminando el dividendo. Y, lo más importante:

No olvidemos nunca que en Europa el consenso de analistas se “masajea”, algo que no ocurre en EEUU o UK. ¿Qué es masajear al consenso?. Las empresas “guían” las estimaciones para que los analistas no se desmanden en sus previsiones. ¿Es una actividad negativa o ilícita? Para nada. Se trata de revisar las estimaciones y ver si los analistas están desproporcionadamente optimistas en una parte u otra de sus expectativas. Lo hacen sobre todo en Francia e Italia, pero es una costumbre europea. Por eso es raro ver que las empresas “batan” las expectativas o decepcionen en porcentajes muy importantes. ¿Nunca les ha sorprendido que las empresas en EEUU batan o decepcionen al consenso en un 20-25% y en Europa casi siempre sean “en línea”?. Eso es masajear el consenso.

Pues bien, aceptando esta realidad… Imaginen cómo debe ser la cosa cuando las expectativas de consenso han bajado un 16% en beneficios del Eurostoxx desde noviembre y, a pesar de ello, las empresas decepcionan.

¿Y qué ocurre? Que la parte del león, las estimaciones de 2016 y, sobre todo, las de 2017, no se han tocado aún. Eso mantiene las valoraciones -probablemente- artificialmente altas. Pero sobre todo hace que la caída de las bolsas no muestre, como comentábamos en CNBC, que los índices estén mucho más baratos.
Pero las oportunidades están saliendo claramente. En este entorno hay empresas que pueden dar expectativas fiables a 2020, con resultados muy sólidos y pagando dividendo con y en caja.

Los sectores que me gustan pueden aburrir, pero no hay nada más bello que no tener que escuchar al CEO de una trampa de valor italiana (value trap) decir que aumentan las inversiones para mantener el beneficio neto. Correr para quedarse quieto. Muchas empresas están demostrando que la estrategia adecuada era, y es, preservar balance y mantener el Retorno sobre el Capital Empleado. Defensa, sanidad, consumo, reguladas y tecnologías disruptivas tienen todas las papeletas para ganar a los conglomerados dinosáuricos que están baratos porque siempre han estado y siempre estarán “baratos”. Porque son máquinas de destrucción de valor. Esos dinosaurios no están preparados para tres años de ralentización. Y, por lo tanto, las estimaciones de consenso volverán a revisarse a la baja.

Es un gran momento para invertir en los ganadores de un entorno de bajo crecimiento y baja inflación. Pero un muy mal momento si piensan que “todo está descontado” en los cíclicos.
Ojo con el consenso. Los resultados empresariales muestran el debilitamiento. Blogs de Lleno de Energía http://goo.gl/6vO3Ph