Entrevista para la revista Directivos y Empresas

Dirigentes

El último libro de Daniel Lacalle – La pizarra de Daniel Lacalle (Deusto) – nos muestra a un economista más optimista con la situación española, aunque también cauto a la hora de esperar futuras reformas. Medidas que no serán fáciles de aplicar por el próximo gobierno, que tendrá “la dificultad de llegar a acuerdos con formaciones cuyo incentivo está en perpetuar los desequilibrios”.

Nuevamente, usted pasa examen a España con este último libro (La pizarra de Daniel Lacalle). Antes de pasar a las realidades, ¿puede contarnos cuáles son los grandes mitos sobre el país?

Yo creo que los grandes mitos de España es que ahora está creciendo por los factores externos fundamentalmente. También crece porque aumenta la deuda. Pero el mayor mito es el proceso agresivo de austeridad que ha habido.

Y ahora las realidades, ¿qué salud económica tiene España y cuál su tratamiento para abordar sus patologías?

La Pizarra

Podríamos hablar de un enfermo que estaba gravísimo en el año 2011 y que ha salido de la unidad de cuidados intensivos y que ahora se encuentra estable, mejorando. Está progresando de manera sorprendente y positiva y yo creo que esto hay que valorarlo. Pero no hay que olvidar que aún se mantienen serios desequilibrios que hay que continuar corrigiendo.

Todo el mundo habla de que la incertidumbre política está pasando factura al crecimiento económico. ¿Se puede hablar de cifras exactas en este momento?

No se puede hablar de cifras exactas, pero sí de estimaciones con respecto a un entorno similar en el año pasado. Hay estimaciones ya hechas por entidades muy serias que analizan un impacto de unos 2.000 millones de euros en crecimiento potencial mensual y un impacto en la creación de empleo de alrededor de 120.000 puestos de trabajo.

Sean cuales sean los resultados en las próximas elecciones, ¿cree que el próximo gobierno podrá aplicar las reformas que necesita el país?

El próximo gobierno se va a encontrar con la dificultad de llegar a acuerdos con formaciones cuyo incentivo está en perpetuar los desequilibrios. El problema de los pactos es que cuando hay divergencias importantes, solamente alcanzan acuerdos para gastar y perpetuar los problemas. Es muy difícil llevar a cabo reformas estructurales importantes cuando se pacta entre diferentes formaciones. Yo creo que el próximo gobierno va a tener que hacer probablemente más recortes que nunca.

No obstante, si tuviera usted que priorizar, ¿cuál es el punto de partida de esas medidas que hay que llevar a cabo para el país?

España necesita urgentemente una reforma de la Administración Pública orientada hacia la creación de empresas y al crecimiento de las mismas. Las Pymes y los autónomos se deben fortalecer con las nuevas medidas. Además se debe poner en marcha una reforma fiscal que deje de entorpecer el crecimiento, con una bajada generalizada de la presión tributaria a las empresas y a los ciudadanos, que son los que han cargado con la gran parte del coste de la recuperación económica. Hay que devolver ese esfuerzo a los españoles, que se han comportado de manera admirable a la hora de acometer los retos de la crisis.

¿Cuál ha sido el camino que ha tomado Irlanda para ser un ejemplo de gestión económica? ¿Se puede aplicar esta hoja de ruta en España?

No solamente se podría, sino que se debería. El caso de Irlanda es un caso paradigmático que desmonta totalmente los mitos que la izquierda suele utilizar cuando exceptúa los rescates en los países rescatados. Es un país que ha sido rescatado igual que Portugal y Grecia y que sin embargo ha sido capaz de llevar a cabo reformas en las que ha puesto como pilar central no tocar una fiscalidad que atrae a la inversión y al empleo. Para mí es un ejemplo clarísimo de cómo se pueden solucionar los desequilibrios desde un análisis profundo del gasto innecesario, desde una reforma importante de la función pública y manteniendo la fiscalidad más competitiva y más atractiva de la Unión Europea. Irlanda es un ejemplo clarísimo de cómo se pueden solucionar los desequilibrios desde un análisis profundo del gasto innecesario, un reforma de la función y pública y manteniendo la fiscalidad más atractiva de la UE”

 

Descartando reformar el sistema de pensiones vía impuestos, ¿cómo se soluciona este gran problema al que se enfrenta el conjunto de la sociedad?

Como se ha solucionado siempre. Los que intentan introducir medidas intervencionistas siempre ignoran lo que hace que el sistema de pensiones sea sostenible: un sistema de reparto. Tenemos que crecer más, aumentar nuestra productividad y con ello aumentarán los salarios, los ingresos en la Seguridad Social. Con esos elementos el sistema será sostenible y además orientado al crecimiento. Intentar cubrir un agujero puntual creado por una crisis desde el punto de vista impositivo es uno de los errores de libro que lo que hace es poner un techo al crecimiento potencial atacando la renta disponible de aquellos que tienen un mayor margen de consumo.

Siempre se habla de reducir la Administración Pública pero nunca sucede nada el respecto. ¿Por qué tanta demora, qué puntos destacados tendría esta medida?

Es cierto que es urgente esta medida, pero para mí hay algo todavía más urgente que apenas se está debatiendo. Es la monstruosa burocracia entorpecedora. No es una cuestión de tener más o menos funcionarios que este u otro país, sino que se trata de una burocracia mal entendida. Aquí domina el papeleo y no puede ser. Es absolutamente intolerable y debía ser indignante para los ciudadanos que seamos el país en el que se tarda más en montar una empresa o llevar a cabo unos trámites para cualquier tipo de actividad. Eso para mí es urgente. Además, desde el punto de vista de los intervencionistas, eso se ignora completamente y solo se habla de gasto. Tenemos que tener claro que la Administración debe ser facilitadora y tiene que estar para ayudar para que el sector productivo y las familias puedan llevar a cabo su actividad y crecer con ella.

¿Ha sido un logro estimable para España el hecho de conseguir el número de empleos que se han generado tras el periodo fuerte de la crisis?

En España solemos hacer una cosa que es muy triste, que es no compararnos con el resto de los países de nuestro entorno. España es el segundo país que más empleo ha creado de la UE en un entorno en el que nuestros principales socios comerciales (tanto dentro como fuera de Europa) estaban en estancamiento o recesión. Nuestro país ha conseguido salir de una crisis reduciendo el déficit comercial, reduciendo el déficit fiscal y creando empleo fijo. Yo creo que hay muchas cosas positivas que decir, sobre todo cuando nos comparamos con el resto.

Volviendo a los mitos, ¿las exportaciones seguirán la línea evolutiva que han marcado hasta ahora?

España ha demostrado tener una fiscalidad orientada a que las empresas exporten más y mejor. Hemos conseguido tener una gran cuota de mercado en un entorno en el que el comercio mundial estaba en ralentización. España puede continuar en esta línea porque, entre otras cosas, las empresas exportadoras todavía están vendiendo una cantidad muy pequeña. Muchas entidades todavía pueden crecer bastante respecto a sus ventas en el mercado exterior.

¿Por qué en un entorno de ralentización global como el que existe España puede salir beneficiada a la hora de atraer inversión extranjera?

España sería el sitio perfecto para crecer en un entorno de ralentización global porque la inversión que no va a ir a mercados emergentes o entornos ultracíclicos podría estar entrando de una manera absolutamente espectacular en España por su enorme potencial. España no solamente tiene el elemento de estabilidad de su economía desarrollada, dentro de la UE, sino que tiene además un potencial de crecimiento que no tienen otros países en la actualidad.

Nos la deja botando, ¿es buen momento para ser emprendedor en España?

Es un gran momento. El emprendedor y empresario español es un héroe porque ha sido capaz de crecer, salir de la crisis y aumentar exportaciones y hacerlo mejor en un entorno con tantos escollos burocráticos y fiscales. Esos obstáculos no te pueden parar en la idea de llevar a cabo un proyecto. Hay que pensar que esos elementos pueden permanecer durante mucho tiempo y si esperamos a que cambien también pueden cambiar las oportunidades. Emprendiendo y siendo dueños de nuestro propio destino es como exigiremos que esas trabas se eliminen.

Estados Unidos suele es un referente económico mundial y la etapa de Barack Obama llega a su fin. ¿Qué legado habrá dejado el presidente en este país?

Deja un legado complicado para el próximo presidente. El hecho de que las candidaturas se hayan radicalizado tanto con personas como Donald Trump o Bernie Sanders demuestra que el ciudadano norteamericano no está contento con la situación de EE.UU. En Europa se vende de una manera casi idílica la gestión de Obama, pero ha sido brutal el aumento de deuda y muy pobre el crecimiento económico tras la salida de la crisis. La caída del desempleo, que ha sido uno de los factores positivos, ha venido con una reducción de la fuerza laboral absolutamente inaudita. Siempre se suele decir que la caída de la participación laboral en EE.UU. es una cuestión de cambio demográfico, pero es totalmente falso. Se ha sacado a casi 12 millones de personas de las listas y la participación laboral ha caído en todos los segmentos de edad. Mientras, Inglaterra ha reducido su desempleo a mínimos históricos y la participación laboral está más de 10 puntos por encima de la de EE.UU. y tiene una población más envejecida.

Le tenemos que preguntar qué pasará de ahora en adelante con el petróleo, ese sector capaz de generar crisis económicas de importante calibre…

Pasará lo mismo que pasó en los últimos años: que el arma del precio del petróleo es cada vez menos efectiva y que el precio del petróleo continuará reflejando un entorno de sobrecapacidad estructural. Lo bueno que tiene el hecho de que el precio del barril esté bajo es que se evitan muchísimas burbujas que circulaban alrededor de este sector. El precio del petróleo no es causa sino consecuencia de una enorme burbuja creada por una demanda china insostenible. En mi opinión el petróleo caro no va a volver.

Con este último libro suyo, a diferencia de los anteriores usted parece mucho más optimista…

Cierto. Hay cosas que se merecen poner en valor. Si a cualquiera de nosotros nos dicen en 2011 ó 2012 cómo se encontraría hoy España, nos hubiéramos llevado una sorpresa enorme. Yo creo que es esencial orientar la divulgación a las soluciones. Hubo una época en la que era muy necesario por parte de los economistas hablar de los riesgos, porque vivíamos en shock de euforia. Pero ahora hemos pasado a un shock de depresión y lo mismo que era injustificable lo primero, es injustificable lo segundo. Por eso es importante reconocer que la realidad nos está mostrando algo que inicialmente pensábamos que era distinto.

 

Bajar impuestos para crecer y bajar el déficit

El jueves, un amigo me comentaba que lo que más le preocupaba de España es la percepción de algunos políticos de que la inversión y el empleo son favores que conceden ellos por el honor de arriesgar y emprender en nuestro país.

Los datos de la semana en economía:

DEUDA AL 100%

La indignación política en España porque la deuda haya alcanzado el 100% del PIB es simple y llanamente postureo. A ninguno de los que se están rasgando las vestiduras le importa que llevemos 685.000 millones de euros de expansión fiscal desde 2009. De hecho, es cuando menos una broma de mal gusto mostrar “indignación” por el ratio de deuda sobre PIB cuando exigen aumentar y retrasar el objetivo de déficit, programas de más gasto y cuando se tiene un historial atroz de ejecución presupuestaria.

Es todavía más aberrante leer que el problema del déficit es por las bajadas de impuestos. Se han reducido los impuestos y la recaudación ha aumentado un 4%, más que el PIB real. Porque bajar impuestos no es electoralista, es devolver parte del esfuerzo que han sufrido los ciudadanos españoles para cubrir el agujero que dejaron. Recordemos cuando aplicaban las recomendaciones de Stiglitz (no se pierdan las declaraciones aquí) . “Hay margen”, “el déficit no importa”… Y se duplicó la deuda del 36% al 70% entre 2007 y 2011.

Se duplicó a través de gasto inútil, y en 2011 dejaron 30.000 millones de euros de déficit oculto, 45.000 millones de facturas impagadas, un coste de rescatar a las cajas públicas –que decían que tenían mejores ratios de solvencia que los bancos ingleses- de 63.000 millones y 40.000 millones de rescate a las Comunidades Autónomas que, gastando “para crecer”, se fueron a la quiebra.

Y el riesgo es que se duplicará con la monserga de que subiendo gastos e impuestos se reduce el déficit. Porque si el gobierno hubiera hecho lo que reclamaban esos economistas que hablaban de “austericidio”, cuando se ha mantenido el gasto social, el déficit no habría bajado 4 puntos, se habría mantenido en el 8-9%, no creceríamos al 3% ni co-lideraríamos la creación de empleo de la UE. ¿Por qué lo sabemos? Porque con sus “recetas” -gastar más y subir impuestos- Portugal, Grecia, Francia e Italia siguen estancados. Y con ellas, hoy tendríamos una deuda pública al menos 80.000 millones más.

Pero mayor es el riesgo de los incentivos perversos que nos llevaron a esa brutal destrucción de la solvencia de las cuentas públicas. La idea de que los gastos son inamovibles, que el déficit crea empleo o que perpetuar los desequilibrios va a evitar recortes, cuando es al revés. Esos desequilibrios se traducen en menor crecimiento potencial, mayores recortes a futuro –porque no se hacen los deberes con tipos bajos y creciendo- y los empleos creados por exceso de deuda desaparecen por el abuso de la misma, pero se sale de la crisis endeudado y se entra más endeudado aún.

Con un gasto duplicado que las estimaciones más conservadoras, incluyendo las del gobierno, sitúa en 30.000 millones anuales, es una vergüenza que se tilde de electoralista devolver el esfuerzo a los españoles y no a seguir despilfarrando en observatorios, subvenciones y gasto político –que no tiene nada de social-.

IMPUESTO PARA PAGAR LAS PENSIONES “COMO EN FRANCIA”

La última entelequia de los aristócratas del gasto público es subir impuestos para “pagar las pensiones” “como el que hay en Francia”. Curioso, porque con ese impuesto, en Francia llevan recortando las pensiones en varias ocasiones desde 1996. La última en 2015. No solo eso, sino que los propios pensionistas franceses pagan ese impuesto complementario para sostener la Seguridad Social. Delirante.

El sistema de pensiones no se hace sostenible con más impuestos, que cercenan el crecimiento potencial, el consumo y la creación de empleo. Y no se garantiza ignorando los efectos demográficos y la productividad (lean). Se hace sostenible creando empleo, permitiendo que las empresas crezcan, que aumente la productividad y con ella los salarios, generando mayores ingresos a la Seguridad Social a futuro.

Desde la represión fiscal, no. El PSOE sabe perfectamente cómo hacer un sistema de pensiones insostenible porque han gobernado 21 años España y 35 en Andalucía, región campeona de paro de Europa. Destruyendo empleo y entorpeciendo el crecimiento. Durante los 21 años de gobiernos del PSOE el número de desempleados creció en 4,47 millones. Un aumento de 217.000 personas de media al año. La propuesta esconde simplemente el afán recaudatorio de unas políticas que no solo no cuestionan los desequilibrios y gastos inútiles, sino que buscan perpetuarlos.

BAJAR IMPUESTOS PARA CRECER Y REDUCIR DÉFICIT

Acusar a la bajada de impuestos del incumplimiento del déficit es un insulto a los ciudadanos y empresas que han sufrido el impacto de la subida que se hizo para cubrir el desastre dejado en 2011. Y es una afrenta a todos los que trabajan duro cada día y gestionan sus gastos desde la prudencia, y ahorrando. Es el insulto a todos los ciudadanos de una burocracia política y los que pretenden vivir de ella que se niega a ajustar gastos como lo han hecho el resto de españoles.

Una de las cosas que más les molesta a los intervencionistas es que nadie en la Unión Europea ha criticado las bajadas de impuestos, porque han funcionado. Se ha recaudado más y crecemos. De hecho, los países que han mantenido impuestos bajos o los han reducido han salido antes y mejor de las crisis. Reino Unido bajó impuestos a empresas y familias y recaudó 24.000 millones de libras más, y la política de bajos impuestos y contención de gasto ha funcionado en países como Irlanda, la propia Alemania, México, Indonesia, Corea del Sur…

Irlanda, país rescatado y de la UE y que sufrió desequilibrios muy similares a los españoles, ha bajado el déficit, crece más y crea empleo con impuestos bajos y política de apertura. Que no vengan con sandeces de lo que “exige” la Troika. No solo eso, sino que los ingresos fiscales irlandeses se dispararon en más de 3.000 millones de euros por encima de lo presupuestado, un aumento del 7,8%, llevando al gobierno a revisar tres veces a la baja sus expectativas de déficit. Irlanda ha bajado el déficit a la mitad a pesar del coste del rescate de sus bancos y tiene como objetivo el déficit cero en 2017. La deuda pública, a pesar de la losa que supuso el rescate, se ha reducido del 107% del PIB al 93,8%.

Lo que no tienen en Irlanda son partidos que sumen dos y dos salgan veintidós. Ni políticos que justifiquen el despilfarro y la enorme burocracia con el cuento del “gasto social”. Ni economistas que llamen a las duplicidades, excesos, subvenciones y despilfarros “el chocolate del loro”.

El ejemplo contrario, el fracaso absoluto, han sido las “comunidades del cambio”. Con la economía creciendo, han subido impuestos y aumentado gastos políticos con la promesa de recaudar más y cubrir ese dispendio con más ingresos y ¿qué ha ocurrido? Lo que ocurre siempre con las estimaciones de ciencia ficción. Han incumplido el objetivo de déficit, más del triple del objetivo algunas. España, desde 1980, ha sido deficitaria todos los años menos en los tres de la burbuja inmobiliaria. ¿Por qué? Porque cuando bajan los ingresos, se gasta más, y si suben los ingresos, se gasta mucho más. Paga usted.

Es por ello que el gobierno no solo debe defender las bajadas de impuestos, sino convertir las bonificaciones temporales en permanentes para dejar de ser uno de los países con impuestos al trabajo más altos de la OCDE. Para adecuar nuestro sistema de cuotas de autónomos a los de los países líderes y para recuperar los puestos perdidos en facilidad para crear empresas.

Mientras, los que se indignan con la deuda, pero quieren más déficit, que es como indignarse por la obesidad exigiendo más donuts, esos que critican las subidas de impuestos de 2012 pero los quieren subir más, que sigan recomendando las políticas que nos llevaron al borde de la quiebra.

Lo que tiene que hacer el futuro gobierno es leer sus programas, libros y propuestas y hacer lo contrario. El éxito estará asegurado.

Por qué China nos debe preocupar más

Una de las frases más repetidas en estas últimas semanas es que “la economía china se está estabilizando”. Y no es cierto. Es más, aunque pensemos que es un problema exterior, tiene consecuencias muy importantes para todos.

Por un lado, el cambio de modelo económico no se está dando como se anunciaba a bombo y platillo. Transición de modelo industrial endeudado a uno de consumo, con desapalancamiento y mejora de productividad. No solo no se ha reducido el endeudamiento total, sino que se ha acelerado de manera preocupante, hasta casi un 260% del PIB desde un 155% en 2008.

Solo en marzo, la deuda concedida aumentó en $211.000 millones, el doble de la cifra de febrero. Se estima que China creará el equivalente a más de “una España” de deuda este año. China ahora necesita 6,5 unidades de deuda para crear una de PIB –según Morgan Stanley-, es decir, necesita cuatro veces más deuda que hace seis años para crecer mucho menos de lo estimado.

Los préstamos de difícil cobro se han disparado a 706.000 millones de dólares en marzo. No solo una cifra enorme, la más alta en 11 años, sino que está muy cuestionada. Según las autoridades chinas, dicha cifra supone una tasa de morosidad inferior al 1,7%, y muchos análisis económicos, desde Capital Economics a HSBC, estiman que la cifra es al menos el doble.

La productividad de los factores, según The Economist, ha caído de un crecimiento del 5,9% del PIB entre 1991 y 2000, a un 3,6% anual medio entre 2011 y 2015.

Ninguna gran economía ha endeudado tanto ni tan rápido sin acabar en una crisis financiera o un periodo prolongado de estancamiento.

Para el resto del mundo, las consecuencias son importantes:

1. China exporta desinflación al resto del mundo. Si China busca reducir sus desequilibrios incrementando las exportaciones, lo hará reduciendo precios de manera generalizada, para compensar la caída de volúmenes en sectores de bajo valor añadido.

2. Un desequilibrio entre crecimiento de la masa monetaria y el PIB real tan brutal como el que ha vivido China, en particular desde el desastroso plan de estímulo de 2008, que ha creado una enorme sobrecapacidad. Solucionarlo llevaría a cierres, una enorme crisis, aumento de desempleo creado con la burbuja, y una reforma financiera que secaría el crédito. La tentación de esconder los desequilibrios devaluando de manera agresiva vuelve a aparecer, y ello profundizaría la desinflación exportada al resto del mundo.

3. El proteccionismo y medidas intervencionistas que se quieren imponer en algunos países, incluido el nuestro, hundiría nuestras exportaciones a Asia. No es una casualidad que ante el riesgo de los dos elementos mencionados antes, Japón haya firmado el Tratado Transpacífico que reduce su exposición a los desequilibrios chinos y aumenta su comercio con el resto del mundo. Aquí, seguimos silbando subiéndonos a la Torre KIO pensando que vamos a exportar más introduciendo más trabas a las importaciones.

El mayor riesgo que corremos ante los desequilibrios chinos es pensar que el ajuste ya ha terminado y que lo peor ha pasado. Ninguno de los factores antes mencionados, ni siquiera los positivos –aumento del consumo, crecimiento de la clase media- va a poder evitar tomar medidas duras para atajar la bomba de deuda que se puede crear.

Publicado en El Español, 18 de mayo de 2016.