La crisis de emisiones y el sector del automóvil

Tras el caso alemán, ayer se volvió a generar pánico con el sector del automóvil por investigaciones en la empresa francesa semi-estatal Renault. Merece la pena resaltar que las investigaciones se estén llevando a cabo con toda la cooperación de las compañías y que estoy convencido de que supondrá el revulsivo que necesita el sector para modernizarse.

Resaltemos que:

  • El futuro de una empresa no existe sin la confianza de los clientes. Es un peligro ahorrar en pequeñas cosas para mantener una cuota de mercado artificial sin entender que el problema del sector es que el mundo está cambiando y con él debe cambiar la industria.
  • El problema de la industria del automóvil es que se ha orientado hacia unos hábitos de consumo que han cambiado. Se produce y se ha creado capacidad productiva para un mercado de bajos márgenes donde se necesita que los consumidores cambien de vehículo constantemente (cada menos de 5 años) para justificar los costes de mantener ese exceso de capacidad.
  • La industria del automóvil está reaccionando tarde y mal a las necesidades de los consumidores y, a la vez, los estados ven a esta industria como una “bolsa de empleo” que debe ser subvencionada, creando –en muchos casos y con honrosas excepciones- un entramado de incentivos perversos que llevan a ambos a comportarse anhelando el pasado e intentando ignorar el cambio de los patrones de transporte.

Para los estados el sector es muy importante, y para los pobres márgenes y rentabilidad de algunas empresas el estado es demasiado importante. Una combinación de intereses especiales que a veces ignora a los consumidores y que lleva a evitar el cambio del patrón de crecimiento de algunas regiones, dependientes de una fábrica o planta de montaje.

Y ante un problema de un posible fraude en la medición de emisiones, la eficacia en la reacción de unos y otros se ve afectada por esos intereses especiales. El Estado francés recibe al año unos 120 millones de euros de Renault y aumentó su posición en un 5% recientemente para evitar –según analistas- que Nissan, participada en un 45%, tomase un papel relevante en la gestión.

Mantener la producción de vehículos diésel para “cumplir con las obligaciones de emisiones” ha llevado a una carrera que no se podía cubrir a corto plazo con vehículos eléctricos o híbridos. El diésel es una tecnología nicho que se usa fundamentalmente en Europa y con baja penetración en otros mercados. Y se lleva a una paradójica situación por la cual los estados incentivan a “crecer” a una industria donde el cénit de ventas se alcanzó hace años -2007- y a la vez se busca un cambio con cuestionables resultados medioambientales y económicos, entrando en una espiral de subvenciones.

El problema de la industria automovilística francesa es el propio consumidor francés

Esa política de soplar y sorber coincidía, como comentábamos, con unas ventas que alcanzaron su cénit en Europa en 2007 y no se han recuperado a pesar de subvenciones e incentivos. Como explicaba ‘The New York Times’ “el problema de la industria automovilística francesa es el propio consumidor francés” .

El sector del automóvil es importante. Es alrededor del 16% del valor añadido en Alemania, por ejemplo, y uno de cada siete empleos del país está directa o indirectamente ligada a esta industria. En Francia el sector es casi el 10% del valor añadido y alrededor del 7,5% del empleo. A nivel global, el sector es el 12% de las inversiones industriales mundiales según JP Morgan y la industria es la segunda mayor en gasto en bienes de equipo después de la petrolera y energética. Esas inversiones han crecido a un ritmo del 7,4% anual desde 2011, pero ya estaban cayendo ante la evidencia de la ralentización en China y otros mercados emergentes.

Ante unas ventas que ya empezaban a mostrar debilitamiento, donde la promesa de los mercados emergentes pasaba de duda a decepción, y unos requisitos medioambientales que son a todas luces difíciles de conseguir con la flota como se encuentra hoy, los estados y la industria deben entender que la única opción es reinventarse a un motor de la economía en valor añadido y tecnología, no una herramienta estatal para sostener el PIB y aumentar capacidad.

Es una industria excelente, que aporta un gran valor en I+D y que está en proceso del mayor cambio estructural económico de la era moderna, la descarbonización del transporte.

El cambio no se va a dar si gobiernos y compañías siguen viendo al sector como “seguridades sociales encubiertas” y subvencionan capacidad excedentaria

Ese cambio no se va a dar si los gobiernos y las compañías siguen viendo al sector como “seguridades sociales encubiertas” y subvencionando capacidad excedentaria. Porque ese cambio tecnológico llevará a menores necesidades de capacidad, menor ratio de sustitución de vehículos por consumidor y un crecimiento de la economía diferente. Pero eso no es negativo si lo miramos a largo plazo. Esa transición también genera mucho mayor valor añadido,empleo de mayor calidad y toda una industria indirecta alrededor de los nuevos vehículos.

Por supuesto que tiene un impacto a corto plazo en crecimiento (PIB, no valor añadido) y empleo, pero es mucho peor agarrarse al viejo modelo y caer constantemente en contradicciones de política industrial como la actual, que por un lado incentiva la vieja tecnología y la subvenciona para “mantener el empleo” y por otro penaliza esa misma tecnología mientras se retrasa la situación al perpetuar el viejo modelo.

El caso de las emisiones es importante desde un punto de vista de imagen corporativa, confianza de los clientes, social y medioambiental, pero también esconde un problema mayor. Una industria que necesita adaptarse a la realidad de un crecimiento endeble y la saturación de mercado y unos gobiernos que deben entender que el cambio tecnológico es más positivo y sostenible que el supuesto beneficio de “sostener el PIB”.

Tenemos sector del automóvil para muchos años y mucho valor añadido por delante. Pero no se dará aferrándose al pasado.

La creación de empleo está en peligro

Existen numerosos estudios que demuestran el impacto en el empleo de aumentar la rigidez, la burocracia y los impuestos. Autores como Gali y Blanchard lo han analizado en detalle desde 1997.

El diferencial de desempleo en la Unión Europea comparado con países líderes como EEUU no ha existido siempre. Los cuatro mayores países de Europa Continental tenían tasas de paro inferiores a la de Estados Unidos en la década de 1960, cerca del 2-3%. Hoy, esos países tienen niveles de desempleo sensiblemente superiores. Se ha disparado, sobre todo, desde los años 80 con una visión política e intervencionista del mercado de trabajo que ha confundido la palabra “derechos” con “dirigismo”. El primer derecho es el trabajo y la mayor política social es crear empleo. El asistencialismo no supone disfrutar de un derecho, sino convertir a los ciudadanos en rehenes sin salida.

Esa manía de poner palos a las ruedas y justificarlo desde una falsa “protección” que no es otra cosa que burocracia es lo que puede parar el proceso de recuperación en nuestro país, atendiendo a las alucinantes propuestas de algunos partidos de volver a los errores de 2008.

España ha conseguido pasar de generar la mitad de los parados de la Eurozona en 2011 a crear un tercio de todo el empleo de los países de la zona Euro en 2015, reduciendo el paro en 2,3 puntos, más del doble de los conseguido en el resto de países de nuestro entorno. Nuestro país lleva 22 meses creando empleo -desestacionalizado- sostenidamente.

España es, a su vez, el único país de la OCDE que está saliendo de una enorme crisis aumentando el empleo indefinido. El porcentaje de contratos indefinidos sobre el total se ha situado por encima del nivel de 2004 o 2011 todos los años desde 2012. En 2004, antes de la crisis, el 8,4% eran indefinidos, en 2011 el 7,7%. La media del periodo 2012-2014 lo supera. Se suele mentir mucho sobre la “temporalidad y precariedad”. En 2004 el 68,5% de los contratos totales eran fijos. En 2015 es el 75%. Menos de un 1% de los trabajadores tienen contratos inferiores a un mes.

Esta mejora debe ser la base para mejorar, ya que el desempleo sigue siendo elevado. No podemos volver a las recetas regresivas de aumentar la rigidez y revertir las reformas eficaces porque ponemos en peligro la inversión productiva y la creación de empleo.

El fracking no llevará a EEUU a una recesión

Muchos lectores me han hecho llegar algún artículo mencionando el supuesto desastre financiero de las empresas de ‘fracking’ a 34 dólares/barril. Es una pregunta lógica, ya que los precios del petróleo han caído mucho, y se tiende a magnificar el impacto de la deuda de algunas empresas de la misma manera que se exagera el efecto sobre el sector solar de la quiebra de 112 empresas sobreendeudadas (como comentábamos aquí). Igual que la quiebra de las empresas ineficientes solares no solo no debilita al sector, sino que lo fortalece, al sobrevivir las eficientes y sólidas, lo mismo ocurre con el ‘fracking’.

Lo primero que debe entender el lector es que los costes, que se dispararon con los precios del petróleo crecientes, bajan. Por ejemplo, un equipo de perforación a presión hidráulica y su cuadrilla se contratan hoy por menos de un 55% del coste al que se alquilaban hace dos años. No solo por la caída en el número de perforadoras en activo (‘rig count’) sino por el exceso de construcción de los últimos seis años ante la creciente demanda.

Esto ha llevado a que los costes de las empresas, como muestra el gráfico de Goldman Sachs, se mantuviesen alrededor de 18 dólares/barril y hayan bajado en los dos últimos años.

Según muchos agoreros, la deuda es el gran problema, y por supuesto que hay muchas pequeñas empresas ineficientes que acudieron al encanto de la alta liquidez y los bajos tipos de interés para endeudarse. Esas empresas, como ha ocurrido siempre en el sector del petróleo, caerán o han caído. Es la historia del sector desde hace 150 años. “Me bebo tu batido”, decía el personaje de Daniel Day Lewis en ‘There Will Be Blood’ (‘Pozos de ambición’), ¿recuerdan?

Por otro lado, las empresas de ‘fracking’ no solo producen petróleo, de hecho la mayoría de las pequeñas producen sobre todo gas, que se encuentra en niveles perfectamente rentables y ha subido (Henry Hub) a 2,44 dólares/mmbtu.

Las empresas de fracking no solo producen petróleo, la mayoría de las pequeñas producen sobre todo gas, que se encuentra en niveles perfectamente rentables

De la deuda total de alto riesgo (‘high yield’) de EEUU, menos de un 11% es energía -y eso incluye solares-, unos 140.000 millones de dólares. De la deuda ‘investment grade’ (bajo riesgo), menos de un 10% es energía -incluyendo eléctricas-.

Más del 89% de la producción de ‘fracking’ de EEUU se encuentra en grandes megaempresas con muy poca deuda, como comentábamos aquí.

Por lo tanto, incluso si considerásemos que un 25% de esa deuda es ‘impagable’, el impacto sobre la economía y el sector sería muy pequeño. Deutsche Bank mostraba en un informe reciente (‘Should the Fed worry about the energy sector?’) que el montante total de inversiones en energía ha caído a un 5% del total mientras la producción sigue por encima de 9,5 millones de barriles al día. La eficiencia funciona. Según la propia Halliburton, hoy, con unos 670 equipos (‘rigs’), se produce lo mismo que hace un año con casi 1.000 y no afecta a las perspectivas de producción de 2017.

Pero merece recordar que:

  • El índice de impagos (fuente Fitch) no ha superado el 5% (era entre el 9 y el 14% en 2008-2009).
  • De las 120 empresas que concentran el 95% de los pozos de ‘fracking’ de EEUU, 97 tienen menos de 1,6x deuda sobre ebitda, 79 menos de 0,6x. Se han hecho más de 90.000 millones de dólares en ampliaciones de capital y, además, emisiones de híbridos. A pesar de la caída de las materias primas, el nivel de endeudamiento antes mencionado no se ha disparado.
  • La empresa con más pozos (77) es la mayor petrolera privada del mundo y no tiene casi deuda. Las más grandes son conglomerados internacionales que han sobrevivido al gas a un dólar/mmbtu, a los márgenes de refino a mínimos, a nacionalizaciones, y a varios ciclos del precio del crudo. La más endeudada tiene dos (¡¡¡DOS!!!) pozos. Si las 20 más endeudadas quebrasen, supondría menos de un 1,3% del mercado de alto riesgo… Y no olvidemos que sus activos caerían, como siempre ha sido, en manos de mejores operadores.El impacto del sector petrolero en la economía norteamericana no debe infraestimarse, ya que ha sido uno de los principales motores de su recuperación. Pero no va a ser el causante de una recesión por el historial de absorción y fusión que tiene. Si viene una recesión, será por el aumento de inventarios en todos los sectores que comentamos aquí.

Las pequeñas e ineficientes serán absorbidas. Como ha ocurrido ya. Las pocas que han quebrado eran minúsculas empresas, muchas de ellas familiares, con un par de pozos. Esos pozos pasarán a ser parte de otras más eficientes y, de la misma manera que los perdedores desaparecieron en el colapso del refino o en el ciclo bajista de los noventa, pasará ahora. Igual que las grandes empresas estatales iraní o saudí pueden lidiar la madre de todas las batallas, también lo hacen las petroleras líderes de EEUU. Habrá sangre, pero reforzará a los ganadores. Siempre ha sido así.

Lean aquí «Cheap Crude Hasn´t Crippled the Shale Boom«