El Plan del BCE y los Incentivos Perversos

Ya comentamos hace tiempo que el plan de Draghi no iba a funcionar sin reformas estructurales, y en el balance de la gestión del presidente del Banco Central Europeo también mostramos su buen proceder alertando de los errores de los países que se acomodan a la política monetaria como única medida de salida de la crisis. El banco central no imprime crecimiento.

Es cierto que las primas de riesgo han caído a mínimos históricos y países como Alemania se financian a tipos negativos en hasta un 67% de su deuda, mientras España tiene un 17% aproximado con rentabilidad negativa, pero ese “efecto positivo” ha llevado también al incentivo perverso de relajarse y volver a caer, por parte de una gran parte de los países europeos, en la tentación de aumentar el déficit.

El objetivo de ‘inflación’ que se plantea cuando se hace una recompra de la magnitud de la que estamos hablando es simplemente inalcanzable. Porque no depende de la política monetaria, sino del crecimiento global y la ralentización de China y los países emergentes.

Pensar que con política monetaria se va a crear ‘inflación por decreto’ cuando un 40% del PIB de Latinoamérica está en recesión y un 20% del PIB global en estancamiento es, como mínimo, inútil.

Y el problema en Europa no es de liquidez. La liquidez excesiva del BCE alcanza los 480.000 millones de euros. Más represión financiera, menos inversión. Les parecerá que no es intuitivo, pero es evidente. Los inversores a largo plazo no reaccionan invirtiendo más ante manipulaciones artificiales de la cantidad y precio del dinero.

Entonces, ¿qué puede hacer el BCE para atacar la deflación y el estancamiento? El error está en la pregunta. El banco central no es más que una herramienta. Y los engranajes están puestos. Liquidez y tipos bajos hay de sobra. No es su labor poder cambiar la economía.

El banco central te puede acercar al río pero no obligarte a beber, entre otras cosas porque la sobrecapacidad y falta de inversión no vienen por miedo, sino por el exceso de una década.

Los economistas de consenso siempre achacan los problemas a falta de demanda. No. Si abro una tienda de zapatos al lado de otras cuatro, el fallo de mi negocio, si quiebra, no es por falta de pies. Es por exceso de optimismo en mi decisión de competir. Si encima hemos creado 27 economías todas copiadas unas de otras, con los mismos problemas en los mismos sectores, simplemente hemos saturado las políticas de demanda. En Europa vivimos la mayor expansión de masa monetaria entre 2001 y 2010. Planes de estímulo del 3% del PIB de la eurozona. Aumentos de crédito hasta que los activos de la banca supusieron el 320% del PIB de la eurozona. Y sobrecapacidad incentivada por decreto en energía, infraestructuras, telecomunicaciones, etc… Pero, claro, el problema es de “demanda”. Por eso hay 480.000 millones de euros de exceso de liquidez, claro.

Por eso las nuevas medidas anunciadas tienen poco impacto.

Bajar el tipo de depósito del -0,2% al -0,3% -es decir, se penaliza a los bancos, que pagan por tener dinero depositado o inmovilizado- no soluciona el hecho de que el problema es de falta de crédito solvente, de proyectos sólidos, no de acceso a financiación. A lo que lleva es a que se preste con más riesgo y peores garantías y se aumente la burbuja de bonos. Y cuando explote, se culpará a los mercados por “tomar demasiado riesgo”. No lo duden.

Extender el QE hasta 2017 y ampliar el tipo de activos a comprar a bonos regionales y locales era algo esperado y descontado. Pero es el mismo problema de siempre. El BCE compra activos de mayor riesgo, en algunos casos regiones y zonas de la eurozona que están al borde de la quiebra. Más riesgo por menor rentabilidad.

¿Cuál es el objetivo? Que al meter en el balance del BCE esos bonos de regiones, estados y ciudades se libere espacio en el balance de los bancos para prestar más a la economía real. Pero el problema no es de acceso a crédito, sino de oportunidades reales de inversión. Cuando se lanzó el programa de recompras iniciales, yo hice una pregunta en la CNBC. ¿60.000 millones mensuales que van a financiar qué sectores o proyectos? La respuesta, mi amigo, está en el viento.

Y encima no suben las bolsas. La caída de los principales índices de ayer muestra a un mercado que ya hemos criticado en muchas ocasiones, un mercado yonqui que nunca tiene suficiente con las medidas de gas de la risa monetario y exige más cada vez. Que no le parece suficiente aumentar el balance en casi un 6% del PIB anual y comprar todo bono soberano que se mueva. ¿Por qué? Porque parece que no somos capaces de invertir por fundamentales ni de valorar riesgos. Solo esperamos que lo arregle otro chute de adrenalina monetaria.

Las medidas anunciadas por Draghi no son nada más que la evidencia de que el banco central no es un alquimista. Draghi pone las herramientas, pero la realidad de Europa no es que haya un desajuste injustificado en la financiación de estados y regiones -que emiten bonos con tipos a mínimos de la serie histórica- o por falta de liquidez. Es de hipertrofia tras décadas de exceso. Draghi no solucionará con más azúcar un problema de obesidad.

Vídeo: Las claves para acabar con el paro

Mi libro, Acabemos con el Paro, ya a la venta (aquí).

Debemos Seguir Creando Empleo

Noviembre ha sido tradicionalmente un mes terrible para el empleo. La media de la serie histórica muestra un aumento del paro medio de 50.000 personas. En ese contexto, las cifras publicadas esta semana son muy positivas. El mejor dato desde 1996.

No olvidemos que los mismos economistas que hoy dicen que los datos del paro no son “tan buenos” son los mismos que celebraban en 2011 que “solamente” de destruían 50.000 empleos y que se reducía la temporalidad porque se despedía a gran parte de los trabajadores a tiempo parcial.

En ese contexto, los datos de noviembre son muy positivos, lo cual no quita que debamos seguir trabajando para acabar con el paro y seguir creando empleo de manera intensa. Son positivos porque el empleo fijo ha aumentado un 13% con respecto a noviembre de 2014, porque la afiliación a la seguridad social sigue aumentando y porque en términos desestacionalizados se ha reducido el paro en más de 47.000 personas.

La reducción del paro es muy relevante a la hora de entender la fortaleza de las cuentas públicas.

Con la mejora del empleo se reduce también el gasto en prestaciones por desempleo, y ello hace que los presupuestos sean más flexibles y haya oportunidad de invertir sin comprometer la estabilidad presupuestaria. Los gastos totales en prestaciones por desempleo han caído, por la creación de puestos de trabajo, un 14,9%.

No solo debemos poner estos datos en contexto con la historia del empleo en España, sino entender que todo esto ocurre mientras nuestro principal socio comercial, Francia, sigue en estancamiento, destruye empleo fijo y no mejora el empleo juvenil ni la dualidad, y mientras la economía global sigue ralentizándose. Brasil, uno de los países donde España ha invertido más, sufre una de las peores recesiones de su historia, y China continúa mostrando señales de debilitamiento evidente. La Unión Europea, a pesar del apoyo del Banco Central Europeo, muestra crecimientos muy por debajo de su potencial. Que en ese entorno España cree empleo, lidere –con Alemania- la creación de empleo fijo y crezca al 3% no es una casualidad ni por factores externos. Lo explico en mi libro “Acabemos con el Paro” (Deusto).

No podemos considerar que está todo hecho. Queda mucho trabajo por hacer para conseguir el pleno empleo, estable y de calidad.

El impulso reformista debe continuar. No nos podemos permitir caer de nuevo en el error de las recetas de la izquierda y el populismo de gasto, intervencionismo y rigidez que solo han traído recesión, pobreza y paro.

Impagos corporativos y préstamos zombi. Otro riesgo para 2016

Llevamos más de 606 bajadas de tipos de interés y 19 billones de expansión monetaria desde que se decidió solucionar la crisis de deuda con más deuda.

Desde 2007 se ha aumentado la deuda neta global, sobre todo la estatal, que ha crecido un 8,5% anual.

Pero hay algo que no se soluciona con liquidez y bajos tipos. Los préstamos zombis.

En España estamos viviendo estos días el impacto de la que puede ser la mayor quiebra corporativa del país, y que puede tener un impacto de hasta el 10% en los beneficios de los bancos afectados, alrededor de un 2% de su capital (CET1).

Pero esto no es un caso aislado en el mundo, para nada. La caída de los precios de las materias primas, la ralentización del crecimiento global y el aumento de las quiebras corporativas tienen muchas causas diferentes, que hemos comentado en esta columna, desde expectativas de crecimiento optimistas hasta exceso de inversión por los bajos tipos, pero la ‘zombificación’ de muchos sectores simplemente no ha llevado a hacerlos viables.

¿Qué es ‘zombificar’? Refinanciar y alargar hasta lo máximo posible los préstamos a sectores o empresas al borde de la quiebra para evitar que hagan impago y, con suerte, que se recuperen. Cuando se ‘zombifica’ un sector, simplemente es casi imposible recuperarlo porque no se limpia el exceso de capacidad previo, se prolonga la mala gestión y, sobre todo, se mantiene vivos a una empresa o conglomerado que no respondían desde mucho antes de que se considerasen “de difícil cobro”.

Pensar que todo eso se iba a solucionar con bajos tipos y alta liquidez era una apuesta difícil. Pero ha permitido que los tipos a los que emitían bonos algunas empresas casi al borde de la quiebra se hayan reducido a los niveles más bajos en décadas. La media de rentabilidad de los bonos de alto riesgo ha caído a niveles de hace 38 años. Los inversores, ante los bajos tipos de los bonos de bajo riesgo y de máxima calidad, han pasado siete años aceptando cada vez mayor riesgo por menos rentabilidad. Pero el riesgo estaba allí.

Ahora estamos viendo un aumento rápido y constante de las quiebras e impagos de empresas en todo el mundo.

Por supuesto, lo lideran los países emergentes que se habían acostumbrado a tipos bajos y muchos dólares baratos para financiarse en moneda norteamericana con préstamos a corto y medio plazo para financiar proyectos de largo plazo en moneda local.

Al fin y al cabo, era una idea estupenda. “Las materias primas siempre suben, el crecimiento de la economía es muy alto y la inflación alta hace que la deuda a largo valga menos”. De libro, ¿verdad? Keynesianismo de burbuja.

Pero no ocurrió.

Ni se acaba el petróleo, ni China crece como si fuera un suflé ni EEUU o Japón aumentan su PIB un 4% gracias al gas de la risa monetario.

Pero la caja, el balance y los ratios de solvencia son más poderosos que la fe en la magia monetaria.

La capacidad de repago de intereses de los mayores emisores de bonos de alto riesgo se ha reducido a niveles de 2008, según varios bancos de inversión.

¿Es esto malo?

No. Por fin, tras años ‘zombificando’ sobrecapacidad y dando la patada hacia delante, probablemente empecemos a ver una mejora global y consolidaciones que pongan un poco de cordura.

Ya comentamos en ‘Larry Summers y las exportaciones chinas’ el error de muchos economistas de pensar que este entorno de exceso se soluciona con mayores políticas de demanda y más gasto en elefantes blancos. El umbral de saturación de deuda, aquel por el cual una unidad adicional de deuda no genera un crecimiento o beneficio, sino que estanca o genera pérdidas, ya se ha sobrepasado hace tiempo.

Los que se hayan preparado bien para un entorno de bajo crecimiento y baja inflación saldrán ganando. Que algunos bonistas o empresas salgan perjudicados no es un problema, precisamente porque en el otro lado de la ecuación están todas esas empresas que se han preparado para el invierno aumentando caja.

Que el nivel acumulado de caja en las empresas globales está a máximos históricos a la vez que la capacidad de repago de la deuda de alto riesgo empeore es una de esas contradicciones aparentes que llevarán a que los gigantes del futuro se creen entre 2016 y 2020.

Las hormigas de la era del dinero fácil van a absorber a las cigarras de “a largo plazo todo sube”. De nuevo. Como ha ocurrido siempre. No, esta vez no era diferente.

El Miedo de la OPEP y el Terror de los Agoreros

La reunión de esta semana de la OPEP ofrece pocas señales alcistas en el precio del crudo en las decisiones esperadas, y en su análisis técnico volverá a suponer la enésima bofetada a los agoreros del “se acaba, se acaba”… y ya van muchísimas. Yo he tenido la suerte de asistir a varias y se estima que la reunión del viernes será muy similar a las anteriores.

La OPEP ha aumentado su producción de crudo en medio de la bajada de precios a un récord de 30,6 millones de barriles al día. Rusia, el mayor productor de crudo, con 10,8 millones de barriles diarios, no solo ha superado un récord de producción no visto desde la era soviética, sino que ha declinado la invitación de participar en la reunión de la OPEP. Con ello, podemos olvidarnos de las expectativas de un acuerdo de los países de la OPEP con los no-OPEP –liderados por Rusia- de reducir producción.

Mientras, EEUU sigue produciendo por encima de 9,5 millones de barriles al día, y la estrategia de acabar con el ‘fracking’ solo ha supuesto un “jarro de agua fría” que ha incentivado la eficiencia y la reducción de costes.

En el lado de la OPEP e invitados (Irak), tenemos producción récord en Irán, que espera aumentar en casi un millón de barriles al día, e Irak, que ya ha superado el máximo de la época de Saddam Hussein.

Pero el elefante en la habitación son los 150 proyectos que están esperando ponerse en marcha y que pueden añadir otros 15 millones de barriles al día al mercado. Incluso si somos conservadores, estamos hablando de al menos seis millones de barriles al día de producción adicional en proyectos rentables a… 25 dólares por barril. La cantidad de proyectos pendientes en países como Irán, Irak, Argentina, EEUU, Canadá, Rusia e Indonesia es francamente alentadora.

Pero se están reduciendo inversiones. Incluso con estos precios, el sector del petróleo va a mantener el plan de inversiones a niveles de 850.000 millones de dólares anuales, de los cuales 100.000 millones se dedican a exploración. La idea peregrina de que la reducción de inversiones afectará al suministro a medio plazo parte del error de pensar que las cifras de 2004 a 2010 eran normales, en vez de entender la década de exceso. Exceso en inversión y exceso en coste. Los costes que las empresas de servicios petroleros cargaban a los productores se multiplicaron en algunos casos hasta triplicarse en pocos años. Solo en 2014-2015, algunos proyectos (en Rusia e Irak) cuyo presupuesto era de 25.000 millones de dólares se han reducido a la mitad. Mismo proyecto, mitad de coste.

Si existe una prueba de lo bien suministrado que está el mercado del petróleo es que, con la enorme cantidad de conflictos geopolíticos, no sube. Si existe una evidencia del impacto de la eficiencia y la sustitución en el mercado del petróleo, es que los inventarios en EEUU, China y Europa siguen aumentando a pesar de que la demanda global de crudo va a vivir en 2015 uno de los mejores años de crecimiento, en 1,8 millones de barriles al día.

Y si atendemos a lo que comentábamos el lunes sobre la cumbre del clima, la descarbonización del mundo es imparable. La eficiencia ya elimina cada año 2,4 millones de barriles al día de las expectativas de crecimiento global. Hoy se necesita un 40% menos de uso de petróleo para crear una unidad de PIB que hace 10 años. El mundo mejora. El que no se dé cuenta, el que viva esperando que vuelva la bonanza de precios del crudo, sufrirá. Ganamos todos. El miedo de algunos miembros de la OPEP es la oportunidad de los países eficientes de dicha organización. Y es el terror de los agoreros. No solo no se acaba el crudo, sino que el arma del petróleo como desestabilizador tiene cada día menos pólvora. Lo explico en ‘La Madre de Todas las Batallas’ (Deusto). El último barril de petróleo no valdrá millones. Valdrá cero.