Entrevista en TV Castilla La Mancha sobre Escocia

En la que hablo de las secesiones y su impacto economico.

Los impactos son importantes:

Caída del crecimiento: Todos los análisis relativamente conservadores indican una reducción de las estimaciones de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) del 20%, un estancamiento o caída de hasta el 30% de las inversiones –sobre todo en energía– y el riesgo de crear dos países altamente deficitarios (What Would Happen After a Yes, Citigroup).
Aumento del déficit: Sí, porque la separación empeora al incluirse todas las administraciones, cargas y gastos de duplicar nuevos organismos. Dos estados, Escocia y el resto del Reino Unido, que pasarían a ser de los mayores déficits fiscales y comerciales de la OCDE. Escocia por aumentar sus gastos administrativos y Reino Unido al perder en su balanza comercial parte de los ingresos del petróleo del Mar del Norte. Escocia, además, pretende replicar todos los organismos reguladores y estatales. Y eso significa más gasto en una zona que supone el 9,3% de los gastos del Reino Unido, pero solo un 9% de los ingresos.
Fuga de capitales: Royal Bank of Scotland (RBS), Lloyds y algunos de los mayores fondos de inversión de Edimburgo anunciaban que abandonarían Escocia. Credit Suisse lo mencionaba en un informe del 11 de septiembre: “Cuando la viabilidad de un nuevo país se cuestiona, los flujos financieros y de capital son el mayor elemento de incertidumbre. El problema no es mantener el país dentro de la moneda, sino mantener el dinero en el país (“the problem is keeping the currency in the country, not keeping the country in the currency”).” Las estimaciones sobre pérdida de capitales se mueven entre 20.000 y 100.000 millones de libras [2]. Con un sector financiero en Escocia que supone más del 1.200% del PIB, la pérdida de una parte es un enorme impacto en su crecimiento, empleo e ingresos fiscales.

Caída de inversiones en petróleo y renovables: Más de 23.000 millones de libras en proyectos renovables se pararían ante la incertidumbre de saber cómo y quién pagaría las primas. Las grandes empresas como Scottish & Southern, Infinis o Scottish Power (participada de Iberdrola) ya han comentado el riesgo de ese estancamiento. Incluso los analistas estiman grandes pérdidas de empleo, ya que casi todo el plan de inversiones es de crecimiento 2015-2018. En petróleo es peor, porque tanto los independentistas como los unionistas cuentan con unos ingresos más que optimistas. Los ingresos de Escocia por el petróleo se han movido entre los 11.600 y los 5.600 millones de libras, como mucho un 21% de los ingresos fiscales. Con unos impuestos confiscatorios (60%), la producción del Mar del Norte ha caído de manera relevante por la falta de inversión exploratoria. Empresas como Enquest, Centrica, BG o Premier simplemente no invierten para perder dinero y temen una subida de impuestos ante una independencia para intentar tapar el agujero de déficit antes comentado.
Caída de las exportaciones: Es malo para el resto del Reino Unido porque Escocia sería el equivalente a un 4% de sus exportaciones, y una caída de las mismas afecta a la economía de la isla.
Una nueva moneda: Los independentistas ya han dicho que no van a usar la libra. Unirse al euro es entregarse a la política franco-alemana que se critica día a día en la TV. Una enorme devaluación es un problema financiero en una economía ultra-endeudada en libras y dólares, ya que se hunde la capacidad de pago.
Reino Unido se sale de la UE: Si hubiera ganado el independentismo, el resto del Reino Unido es en su mayoría conservador del ala anti-UE. No tardaría en decidir salir de una Unión Europea de la que es contribuyente neto positivo, dejando Europa con mayores dificultades para financiarse y sufriendo todos -la isla y la Eurozona- de la caída inevitable del comercio.

 

Me contaban un chiste en Edimburgo en el que un feligrés sale de misa y le dice al cura “tengo dudas con mi fe, la iglesia promete que Dios me va a dar el paraíso pero también lo promete Salmond” (el líder independentista). Y es que el sueño socialista de una Escocia independiente se vende como una especie de enorme regalo social en el que se van a aumentar los puestos públicos, los salarios, las pensiones y la seguridad social a costa de unos ingresos inventados. No solo asumen unos precios del petróleo muy superiores a los actuales, sino que la producción se dispararía mágicamente y no se produciría ninguna fuga de capitales. Por supuesto, no asumen aumentos de primas de riesgo, ni menor acceso a los mercados. Unicornios.

Y la realidad es que no existen secesiones expansivas. Lo más que se puede esperar es una evolución en forma de V, es decir, que los años de recesión y recortes se recuperen después. La media de recuperación a ‘cero’ son siete años. No ha habido ni un sólo caso en el pasado en el que la independencia no haya venido acompañada de una caída inicial enorme de actividad y de las prestaciones sociales.

En España ya hemos visto el efecto contagio, aunque aún sea moderado. Como explicaba El Confidencial, las primas de riesgo, tras meses de tranquilidad, se disparaban. La rentabilidad del bono a 10 años subía un 15%, y en los bonos a dos años, el 80%. La prima de riesgo de los bonos de Cataluña –el diferencial con el bono alemán– es ya, incluyendo Fondos de Liquidez Autonómica (FLA) y el BCE apoyando, el doble que la del estado español. Como comentaba en 2012 en “Independencia: desastre para Cataluña y el resto de España”, seguimos creyendo que la separación es expansiva, cuando las partes separadas siempre son menos que el todo.

La independencia de una región o un país podrá defenderse por razones personales o emocionales, pero no económicas. No se trata de decir si es viable como país independiente, que lo sería, pero a muy largo plazo y tras una factura difícil de asumir cuando lo que prometen es “más estado de bienestar”, ya que sería menor. Se trata de qué coste estamos dispuestos a asumir por esa independencia.

 

Important Disclaimer: All of Daniel Lacalle’s views expressed in this blog are strictly personal and should not be taken as buy or sell recommendations.

Las Secesiones Expansivas No Existen

“There’ll soon be more pandas than financial institutions left in Scotland» citado por Faisal Islam (Sky).

A cierre de este artículo, el referéndum sobre la posible independencia de Escocia está causando más de un dolor de cabeza en el Reino Unido, donde vivo. La última encuesta de YouGov da un 50% al ‘No’ y un 45% al ‘Sí’, pero otras hablan de empate. Un error garrafal de estrategia de un gobierno conservador que veía una oportunidad de hundir al laborismo con el referéndum (el resto de Reino Unido vota fundamentalmente conservador; Escocia es feudo laborista) y ahora se encuentra con un grave problema económico si sale un ‘Sí’ que casi todo el mundo ignoraba antes del verano.

La libra esterlina se desplomaba un 16% anualizado desde que las encuestas empezaron a mostrar el avance del independentismo. A su vez, las empresas más expuestas a Escocia o el Mar del Norte perdían más de 4.000 millones de libras de capitalización bursátil –sin contar el impacto en las empresas europeas con intereses en Escocia–.

Hay que reconocer que la falta de preocupación por la secesión de Escocia me sorprendía desde hace meses. Existía una combinación de arrogancia e ignorancia en los mercados, tal vez embelesados por la magia ‘impresora’ del Banco Central Europeo (BCE) o del Banco de Inglaterra.

Los impactos son importantes:

  • Caída del crecimiento: Todos los análisis relativamente conservadoresindican una reducción de las estimaciones de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) del 20%, un estancamiento o caída de hasta el 30% de las inversiones –sobre todo en energía– y el riesgo de crear dos países altamente deficitarios (What Would Happen After a Yes, Citigroup).
  • Aumento del déficit: Sí, porque la separación empeora al incluirse todas las administraciones, cargas y gastos de duplicar nuevos organismos. Dos estados, Escocia y el resto del Reino Unido, que pasarían a ser de los mayores déficits fiscales y comerciales de la OCDE. Escocia por aumentar sus gastos administrativos y Reino Unido al perder en su balanza comercial parte de los ingresos del petróleo del Mar del Norte. Escocia, además, pretende replicar todos los organismos reguladores y estatales. Y eso significa más gasto en una zona que supone el 9,3% de los gastos del Reino Unido, pero solo un 9% de los ingresos [1].
  • Fuga de capitales: Royal Bank of Scotland (RBS), Lloyds y algunos de los mayores fondos de inversión de Edimburgo anunciaban que abandonarían Escocia. Credit Suisse lo mencionaba en un informe del 11 de septiembre: “Cuando la viabilidad de un nuevo país se cuestiona, los flujos financieros y de capital son el mayor elemento de incertidumbre. El problema no es mantener el país dentro de la moneda, sino mantener el dinero en el país (“the problem is keeping the currency in the country, not keeping the country in the currency”).” Las estimaciones sobre pérdida de capitales se mueven entre 20.000 y 100.000 millones de libras [2]. Con un sector financiero en Escocia que supone más del 1.200% del PIB, la pérdida de una parte es un enorme impacto en su crecimiento, empleo e ingresos fiscales.

  • Caída de inversiones en petróleo y renovables: Más de 23.000 millones de libras en proyectos renovables se pararían ante la incertidumbre de saber cómo y quién pagaría las primas. Las grandes empresas como Scottish & Southern, Infinis o Scottish Power (participada de Iberdrola) ya han comentado el riesgo de ese estancamiento. Incluso los analistas estiman grandes pérdidas de empleo, ya que casi todo el plan de inversiones es de crecimiento 2015-2018. En petróleo es peor, porque tanto los independentistas como los unionistas cuentan con unos ingresos más que optimistas. Los ingresos de Escocia por el petróleo se han movido entre los 11.600 y los 5.600 millones de libras, como mucho un 21% de los ingresos fiscales. Con unos impuestos confiscatorios (60%), la producción del Mar del Norte ha caído de manera relevante por la falta de inversión exploratoria. Empresas como Enquest, Centrica, BG o Premier simplemente no invierten para perder dinero y temen una subida de impuestos ante una independencia para intentar tapar el agujero de déficit antes comentado.
  • Caída de las exportaciones: Es malo para el resto del Reino Unido porque Escocia sería el equivalente a un 4% de sus exportaciones, y una caída de las mismas afecta a la economía de la isla.
  • Una nueva moneda: Los independentistas ya han dicho que no van a usar la libra. Unirse al euro es entregarse a la política franco-alemana que se critica día a día en la TV. Una enorme devaluación es un problema financiero en una economía ultra-endeudada en libras y dólares, ya que se hunde la capacidad de pago.
  • Reino Unido se sale de la UE: Si gana el independentismo, el resto del Reino Unido es en su mayoría conservador del ala anti-UE. No tardaría en decidir salir de una Unión Europea de la que es contribuyente neto positivo,dejando Europa con mayores dificultades para financiarse y sufriendo todos -la isla y la Eurozona- de la caída inevitable del comercio.

IMPACTO EN LAS EMPRESAS ESPAÑOLAS

Nuestro país ha invertido de manera muy importante en Reino Unido, con un total cercano a los 88.000 millones de euros desde 2004 en los sectores de telecomunicaciones, energía, financiero e infraestructuras. España fue entre 2006 y 2007 el segundo mayor inversor en el país tras EEUU. Estas empresas tienen una media de un 16% de sus resultados en el país. Una caída de la libra, una reducción del crecimiento en toda la isla y un posible cambio de moneda son los mayores riesgos a considerar. La banca tiene unos 8.500 millones de euros de préstamos sólo en Escocia, que podrían sufrir si se produce un estancamiento o una devaluación.

EL CUENTO DE LAS SECESIONES EXPANSIVAS

Me contaban un chiste en Edimburgo en el que un feligrés sale de misa y le dice al cura “tengo dudas con mi fe, la iglesia promete que Dios me va a dar el paraíso pero también lo promete Salmond” (el líder independentista). Y es que el sueño socialista de una Escocia independiente se vende como una especie de enorme regalo social en el que se van a aumentar los puestos públicos, los salarios, las pensiones y la seguridad social a costa de unos ingresos inventados. No solo asumen unos precios del petróleo muy superiores a los actuales, sino que la producción se dispararía mágicamente y no se produciría ninguna fuga de capitales. Por supuesto, no asumen aumentos de primas de riesgo, ni menor acceso a los mercados. Unicornios.

Y la realidad es que no existen secesiones expansivas. Lo más que se puede esperar es una evolución en forma de V, es decir, que los años de recesión y recortes se recuperen después. La media de recuperación a ‘cero’ son siete años. No ha habido ni un sólo caso en el pasado en el que la independencia no haya venido acompañada de una caída inicial enorme de actividad y de las prestaciones sociales.

En España ya hemos visto el efecto contagio, aunque aún sea moderado. Como explicaba El Confidencial, las primas de riesgo, tras meses de tranquilidad, se disparaban. La rentabilidad del bono a 10 años subía un 15%, y en los bonos a dos años, el 80%. La prima de riesgo de los bonos de Cataluña –el diferencial con el bono alemán– es ya, incluyendo Fondos de Liquidez Autonómica (FLA) y el BCE apoyando, el doble que la del estado español. Como comentaba en 2012 en “Independencia: desastre para Cataluña y el resto de España”, seguimos creyendo que la separación es expansiva, cuando las partes separadas siempre son menos que el todo.

La independencia de una región o un país podrá defenderse por razones personales o emocionales, pero no económicas. No se trata de decir si es viable como país independiente, que lo sería, pero a muy largo plazo y tras una factura difícil de asumir cuando lo que prometen es “más estado de bienestar”, ya que sería menor. Se trata de qué coste estamos dispuestos a asumir por esa independencia.

Ya saben ustedes que detrás de cada bandera hay un burócrata dispuesto a  crear un comité… con los impuestos de los demás.

[1] Economic Aspects of Scottish Independence. LHOC

[2] Todas las estimaciones vienen cortesía de Credit Suisse, HSBC, Citigroup y UBS

Entrevista en Revista Icon «El País»

Reportaje Icon 1Reportaje Icon 2

Entrevista en Icon, El País aquí:

Cuenta Daniel Lacalle (Madrid, 1967) que lo que más le pregunta la gente hoy es por qué aparece menos en televisión. Y después ya le interrogan sobre cuándo se verá en España esa mejora que algunos políticos y expertos perciben y anuncian. Economista y gestor de fondos en Londres, y reciente autor del exitoso Viaje a la libertad económica (Deusto), es uno de los economistas españoles más mediáticos. Se declara admirador de Peter Schiff, Edmund Phelps y Joseph Salermo, y detractor del influyente Paul Krugman (“que sabe mucho de comercio internacional pero habla de todo”). Lacalle es a quien los medios llaman cuando buscan un perfil liberal para hablar de una economía que, en España, se ha convertido en estrella de las tertulias de café.

¿Por qué es economista?

Fue casi por casualidad. Mi padre es ingeniero aeronáutico y siempre se decía en casa que yo tenía que hacer lo mismo. Pero, mirando las oportunidades que había en las distintas carreras, opté por Económicas y Empresariales, porque era lo que más me gustaba. Y cuando me dieron la plaza le di la mala noticia a mi padre…

¿Se ha arrepentido alguna vez?

No, nunca.

¿Hablamos hoy de economía como ayer hablábamos de fútbol?

Es verdad. Decía Paco Umbral que la gran aspiración del español era ser árbitro de fútbol. Y nos pasa lo mismo con la economía. Una vez que hemos adquirido un conocimiento de las reglas básicas y de la historia, le tomamos ese ánimo casi futbolístico, y ese apoyo casi de Barça o Real Madrid, a la economía. A mí eso me parece maravilloso. Veo que la gente ya no se sienta y dice: bueno, de eso se ocupa Bruselas o el ministro. Porque no es cuestión de ser economista, sino de que nos va la vida en ello.

De Barça o Real Madrid, de un bando o de otro, porque parece que la economía en España se ha politizado…

Sí, pero es que es cierto. La economía es una ciencia social. El que la analiza parte de una percepción de cómo debe vertebrarse la sociedad y la política para llegar a la mejora de la situación económica de todos. Efectivamente siempre hay un trasfondo ideológico. Así, quien dice “yo hablo de economía, no de política”, miente.

Pero aquí, se diga lo que se diga, parece que uno es del PP o del PSOE.

Eso sí que es un problema. La diferencia no es que partas de una opinión económica desde una posición ideológica, sino equipararlo a un partido. Ese es el análisis de Barça-Madrid. Tú puedes tener una visión de la economía liberal o socialdemócrata, pero eso no significa que defiendas como si fuera la camiseta de tu equipo al PP o el PSOE. Lo que hacen no tienen nada que ver con lo que algunos defendemos.

¿Cómo se ve hoy la economía española, y su debate económico, fuera del país?

Muy positiva. En Londres, la percepción general sobre la recuperación a lo mejor es un poco optimista, pues es frágil. Aunque eso no es malo. En cuanto al debate, me parece muy crispado. Se ha instaurado un tipo de discusión económica que parece sacada de Sálvame Deluxe, donde unos señores, que igual que los tertulianos económicos, se llevan estupendamente fuera del plató, dentro se dicen las mayores salvajadas personales.

Usted además lo ha vivido en primera persona.

Sí. A mí me atacan hablando de familiares míos, como mi abuelo [José Daniel Lacalle], que fue ministro con Franco, pero se ignora, para encasillarme, a mi padre, que ha sido un intelectual de izquierdas y miembro del Partido Comunista. No se trata de atacar una idea o unos datos, sino a una persona.

¿Cuál es la política económica peor explicada desde el Gobierno y que considera que estaba en cambio bien ejecutada?

Zapatero hizo bien la reforma de la Constitución y el plan de ajuste cuando la crisis era inevitable, pero lo comunicó fatal. Por parte del gabinete de Rajoy, lo peor fue pensar que era todo una cuestión de confianza y que el mercado iba a reaccionar de una manera positiva solo por el cambio de Gobierno. Pero en general hay un problema en la comunicación de los ejecutivos en España, que es el utilizar los globos sondas. Que un ministro diga algo que genera un gran revuelo; que luego llegue otro y lo desdiga; y que, al final, aparezca el Presidente e intente solucionarlo. Esa política es extremadamente dañina para la imagen de España y se debería evitar a toda costa.

¿Debería haber más responsables, judicialmente hablando, de esta crisis?

Totalmente. Una de las claves de todas las crisis es la falta de impacto penal, en el despilfarro y en la malversación de fondos. El problema de los rescates o de los salvamentos de sectores ultra-endeudados es que generan el incentivo perverso de que no se ve la responsabilidad por una mala acción. Pero es muy importante que esa penalización exista. Siempre digo que el principio de la solución en España está en que aparezca en el Código Penal el concepto de despilfarro de fondos públicos. Porque cuando haya un riesgo personal se reducirá el riesgo a que eso suceda. No puede ser que en España haya personas que hayan dejado 1.500 millones en facturas sin pagar y estén dando lecciones.

 

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