Gráfico: Aumento base monetaria Argentina vs EEUU y Eurozona
¿Cómo puede una familia argentina vivir con la inflación?
La inflación, el impuesto de los pobres, es uno de los grandes males consecuencia de la política monetaria argentina, una de las más extractivas del mundo.
Muchos políticos dicen que Estados Unidos también aumenta su base monetaria (imprime dólares) y no tiene alta inflación. Es una falacia típica de políticos: Argentina aumenta su base monetaria más que ninguna economía de su entorno.
Para que los lectores se hagan una idea, Argentina imprime pesos, desde 2010 a más de dieciséis veces el ritmo de aumento de base monetaria de Estados Unidos, pero con una salvedad: Mientras Estados Unidos aumenta su base monetaria menos que el aumento de demanda global de dólares, Argentina aumenta la suya mucho más con demanda decreciente de pesos, tanto nacional como internacional. Es decir, Estados Unidos imprime una moneda que cada vez se demanda más y Argentina cada vez imprime mucho más de una moneda que se demanda menos.
Que los políticos en Argentina pretendan ignorar esta evidencia solo tiene una explicación: Son los principales beneficiarios del desastre monetario. Ellos se quedan los dólares de la estructura productiva y exportadora y ustedes, los ciudadanos, reciben pesos casi inservibles.
El peso argentino ha perdido un 97% de su poder adquisitivo contra el dólar desde 2001 por culpa de esa política monetaria extractiva y confiscatoria, que absorbe la riqueza del país a favor del gobierno destruyendo los salarios reales y los ahorros de los argentinos.
La inflación en Argentina superó el 36% en 2020 y ya alcanza el 40,7% en términos anualizados en febrero de 2021. Es decir, un peso que usted cobra en enero probablemente valga la mitad a final de año.
No es que “suban los precios” o que “suba el dólar”, es que se desploma el peso. Ningún país de la región tiene una inflación como la argentina. Un país rico con inflación del tercer mundo, solo superada por Venezuela en Latinoamérica, casualmente haciendo lo mismo -imprimiendo masivamente bolívares inservibles-.
La inflación en Argentina es del 40,7% anualizado y el aumento de la base monetaria en variación anual, según datos del Banco Central de Argentina, es del 31,56%. No es casualidad, es causalidad.
A cierre de febrero, la variación a dos años de la masa monetaria ha sido de un brutal 77,88%, a tres años un 121,79% y a diez años, un 1.451,64%. Ningún país desarrollado ha llevado una política monetaria tan alocada, ni remotamente.
Una inflación del 40% es una bajada de salarios inmediata y por decreto de casi la mitad cada año, porque, además, al poner barreras a la inversión y el empleo vía una política fiscal destructiva y confiscatoria, los salarios reales siempre se empobrecen.
La pregunta es ¿cómo puede una familia sobrevivir a la inflación que les impone la política gubernamental?
La respuesta es compleja. Los ciudadanos argentinos son héroes que, además, gestionan sus salarios y ahorros como pueden, y lo más lógico es hacer lo que tantas familias llevan a cabo ante la evidencia de que el gobierno expropiará sus ahorros vía devaluación: Ahorrar los que puedan en monedas de reserva, dólares, o activos seguros, oro o plata.
Dijo recientemente el presidente Fernández que había que acabar con la tradición de ahorrar en dólares. Es, como mínimo, hilarante que no se le ocurra que esa “tradición” es consecuencia de la peor tradición de todas: La constante destrucción del valor de la moneda por parte de los gobiernos vía monetaria y con cepos ridículos. Cuando el gobierno abandone la utilización política del peso se acaba la inflación en dos años. Grandes economistas argentinos como mis queridos José Luis Espert, Javier Milei o Adrian Ravier lo han explicado muchas veces.
Otra forma en la que los ciudadanos pueden sobrevivir a la inflación es haciendo transacciones de bienes y servicios a cambio de otros. Cuando el gobierno expropia la riqueza del país vía monetaria, el trueque no es solo una posible opción. Se convierte en una necesidad para poder llevar alimentos a la mesa familiar en un contexto de desastre monetario institucionalizado.
Muchos ciudadanos argentinos acuden a invertir en Bitcoin o criptomonedas para compensar el efecto destructor de la inflación. Estos activos son muy volátiles y tienen riesgo, pero para muchos sufridos argentinos suponen menos riesgo que la certeza de que el gobierno va a expropiar el valor de su salario y ahorros vía devaluación.
Sin embargo, escapar al efecto empobrecedor y devastador de la impresión de moneda sin control no es fácil para las capas más pobres, que se encuentran con el doble impacto de la pobreza y la imposibilidad de ahorrar por tener una moneda sin valor.
Un gobierno que no para de hablar de políticas sociales y de ayudar a los pobres debería empezar por no empobrecer a todos con la impresión descontrolada de una moneda que nadie demanda y ni los propios políticos usan.
Soy argentino y estudio economía, es increíble leer un análisis tan lúcido como este de alguien que no está viviendo en Argentina, y después ver cómo los funcionarios del Ministerio de Economía que deberían ser los más al tanto de la situación parecen vivir en una burbuja. Cada uno de los artículos que leí hasta ahora de usted fueron muy satisfactorios e incluso apasionantes. Tal vez un día este país pueda volver a erradicar la inflación, la miseria y el Estado elefantiásico. Saludos desde Argentina!
Gracias, viva Argentina!
Excelente artículo, gracias.
Desde Argentina te cuento que, es realmente heróico sobrevivir. Los precios no paran de subir y no alcanza el dinero. Piense usted que el billete de mayor denominación que tenemos ($1000) equivale a 6.5 dolares!!
El otro día Alberto Fernandez declaró que no entendía como podían subir tanto los precios y culpo a los empresarios y los industriales. Lo más cínico de este sin verguenza es que tiene un estado enorme que ahoga al sector privado, un gasto público que va todo a planes sociales y politicas de genero que ni siquiera sirven y una casta politica que ahorra en dolares opbviamente…
Triste realidad, saludos desde Argentina