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Acerca de Daniel Lacalle

Daniel Lacalle (Madrid, 1967) es Doctor en Economía, profesor de Economía Global y Finanzas, además de gestor de fondos de inversión. Casado y con tres hijos, reside en Londres. Es colaborador frecuente en medios como CNBC, Hedgeye, Wall Street Journal, El Español, A3 Media and 13TV. Tiene un certificado internacional de analista de inversiones CIIA y un máster en Investigación económica y el IESE.

Más deuda, más madera

“They told me everything was guaranteed; somebody somewhere must’ve lied to me. One of these days I´m gonna pay it back… One of these days” Elvis Costello

La noticia de la semana es que la deuda pública alcanzaba un 100,9% del PIB tras sumar en junio otros 18.549 millones de euros… Que esa noticia coincida con la caída de la prima de riesgo a mínimos (por debajo de 100 puntos), puede sorprender, aliviar, preocupar o contentar, depende de cómo se mire. España se financia a mínimos históricos, y emite a corto plazo a tipos negativos, y no es “solo por el BCE”.

Pero que el coste de la deuda sea bajo, y que muchos otros países también incurran en déficits no debe hacernos olvidar el riesgo de tomar más deuda con un crecimiento del PIB real inferior al déficit anual.

La deuda sí importa, aunque el coste sea ínfimo. Japón lleva dieciséis años con tipos ultra-bajos, financiándose a casi cero, y se gasta el 22% del presupuesto anual en pagar intereses.

Imprimir todo lo que se quiera no reduce el riesgo. Lo aumenta, sobre todo cuando no se es moneda reserva global y no se cuenta con un mercado secundario que lo acepte y valore. Argentina tenía una prima de riesgo disparada a 1.000 puntos básicos imprimiendo para “el pueblo”.

Más deuda no es más crecimiento. En los últimos seis años la deuda pública global ha aumentado y el crecimiento se ha ralentizado, hasta llegar a los pobres niveles actuales. En 2008 la deuda pública global sumaba 32 billones de dólares, hoy es de más de 56. Una cifra superior a 24 billones de dólares de aumento de deuda pública, más de 58 billones de dólares de aumento de deuda total, para un crecimiento para un aumento de PIB global de 8 billones. Un resultado que no es pobre, es paupérrimo, y peligroso.

Más deuda es mayor fragilidad. No existe un solo país de los que han tomado la senda del déficit exagerado que pueda sobrevivir a una subida de tipos del 1% sin sufrir una enorme crisis.

La deuda española no ha aumentado por el rescate a las cajas públicas ni cosas del estilo. La deuda pública ha aumentado en 700.000 millones de euros y dicho “rescate” no llega a 63.000 millones. Ni se ha “transferido deuda privada a pública”. La deuda privada ha bajado en 300.000 millones durante la crisis, pero la pública se dispara en 700.000 millones “porque hay márgen”.

Más déficit y deuda ahora supondrá más recortes a futuro. Por mucho que se monetice esa deuda, sea por el impacto en el crecimiento o a través de inflación desbocada, se empobrece a las generaciones futuras. El que piense que solo hay que seguir endeudándose y luego hacer impago olvida el brutal impacto sobre la economía real (lean “las consecuencias reales de un impago”)

Lo que queda muy claro es que la política de bajar tipos y aumentar deuda no solo no genera los niveles de crecimiento deseados, sino que el crecimiento global se ha reducido a casi la mitad de su potencial.

La deuda y los déficits excesivos no “apoyan” el crecimiento, lo limitan. Los “keynesianos selectivos” se han olvidado de que el gasto corriente no genera crecimiento y que Keynes hablaba de inversiones con rentabilidad real, no comités y despilfarro.

Es importante entender que el crecimiento de la deuda no se dispare por encima del PIB real, porque de ser así la capacidad de repagarla, aunque baje el coste, empeora.

El nivel de deuda de España se ha incrementado un 3,3% en lo que llevamos de 2016, el Gobierno espera que se vaya reduciendo hasta el 99,1% por el crecimiento del PIB y que baje al 96% en 2019. Esperemos que la ejecución presupuestaria no nos vuelva a llevar a los errores de gastar más.

¿CÓMO NO SE REDUCE LA DEUDA?

Parece de Perogrullo, pero en este país hay que recordarlo. La deuda no se reduce gastando más.

El enorme riesgo que corremos con coaliciones débiles es que se acuda a los tradicionales unicornios de que hay que gastar más y subir impuestos “a los ricos” (recuerden, dos y dos nunca suman veintidós) .

Fiar la reducción del déficit al crecimiento económico es peligroso, porque las administraciones públicas lo aprovechan para gastar mucho más (lo vimos en 2015, a pesar del aumento de ingresos, los gastos se dispararon).

Fiar la reducción del déficit a nuevos impuestos o ingresos fiscales es peligroso, porque se hacen gastos muy reales y ciertos con estimaciones que luego no se cumplen. La media de error en ingresos estimados por impuestos en España es de entre un 1% y un 1,8% del PIB.

Apostar a reducir el déficit el año que viene y no éste lleva a agrandar el agujero. Ese déficit “relajado” se suma a la deuda ya acumulada, y un año más de relajación es un año menos de estar preparados para cuando los tipos suban o se acabe el gas de la risa monetario.

Jugar a que gastando más se reduce la deuda es una inmoralidad y además una falacia, cuando está demostrado que el multilicador del gasto público es nulo o negativo en economías abiertas y endeudadas sobre todo cuando se aumentan los gastos corrientes, como exigen algunos.

La deuda se reduce gastando menos de lo que se ingresa, sea cual sea la cifra de recaudación. No gastando hasta haberlo ingresado. Presupuesto base cero y criterio de caja. Reduciendo duplicidades y priorizando en los servicios esenciales.

Si no ponemos en marcha mecanismos reales de control presupuestario, este debate será eterno.

Hay mucho postureo. Esos que se indignan por la alta deuda y a la vez exigen gastar más. Esos que piden relajar el déficit y a la vez critican el endeudamiento, que es lo mismo. Esos que dicen que monetizar lo soluciona todo y ven que los países que lo hacen empeoran o se hunden.

Todos ellos dicen que no importa porque los tipos son bajos. Verán que risa si no se reducen los desequilibrios, cuando tengan que refinanciar a tipos superiores, y encima emitir más.

Para entonces, ya les digo yo a quién le echarán la culpa. A los mercados. A los mismos a los que hoy se consideran estupendos porque compran bonos a tipo negativo.

Copiar a los estados deficitarios sin replicar su flexibilidad, atracción de capital y mercado es una locura. Porque cuando suban los tipos, los países líderes en atracción de capital, que son moneda reserva global y tienen un mercado secundario flexible y potente, no lo sufrirán. Los que lo sufren son los que juegan a “hacer como Obama” para gastar y endeudarse y no en libertad económica y flexibilidad.

España ha reducido sus desequilibrios enormemente. Hemos hecho un ajuste de 10 puntos de déficit comercial y se ha reducido el déficit fiscal un 44%. No lo estropeemos. Aprovechemos que los tipos son bajos para eliminar los desequilibrios estructurales sin acudir a unicornios.

La reducción de deuda no es un cuento político ni un arma arrojadiza. Necesita de la cooperación de comunidades autónomas y de todos los entes públicos, Si no, nos encaminaremos a otro shock de deuda. Y dirán que nadie lo advirtió.

Consecuencias del bloqueo económico (Espejo Público)

Mientras en el mundo los riesgos de ralentización y caída del comercio internacional preocupan, mientras el impacto del aumento del proteccionismo se hace evidente en la caída de la actividad exportadora de las grandes economías, en España, como todo va bien, nos encaminamos a ocho meses de bloqueo político donde se niegan los puntos de acuerdo en los grandes temas y los intereses del país por personalismos y tácticas partidistas. Cualquier ciudadano extranjero alucinaría al ver que partidos que coinciden en un 75-80% de las políticas que quieren para el país, se obstinen en mantener el bloqueo. Si nos vamos a terceras elecciones, me temo que la imagen de España va a sufrir, y los promotores del bloqueo vana caer aún más en votos.

Los datos de crecimiento preliminar de la economía publicados esta semana ya muestran que el bloqueo político afecta al crecimiento. Es una gran noticia que crezcamos al 0,7%, porque el entorno internacional no es precisamente un viento de cola, pero es una pena que la parálisis institucional tenga tantos miles de millones de proyectos de inversión congelados esperando a ver qué pasa.

Ya comentamos en su momento que un año de incertidumbre política puede tener un impacto relevante en la economía (vean la pizarra que dedicamos a ello) . Como explicaba Javier Jorrín aquí el PIB trimestral se ralentiza aunque con altas tasas de crecimiento. A nivel interanual se desacelera hasta el 3,2% frente al 3,4% que tuvo en el inicio del año y al 3,5% en el que acabó el ejercicio 2015. Algunos dirán que la culpa no es del bloqueo político.

Las cifras son buenas, sobre todo comparado con la mayoría de las economías de nuestro entorno, pero España no se debería conformar con crecer casi un 1% por debajo de su potencial. Un análisis similar podemos hacer de la Encuesta de Población Activa publicados esta semana. España sigue creando empleo, pero de manera menos intensa que en el pasado.

Los datos son claramente positivos. Todas las Comunidades Autónomas aumentan la tasa de actividad, menos Navarra, el experimento totalitario que comentamos aquí. Desde mi punto de vista, los datos más positivos vienen de la creación de empleo fijo a tiempo completo y de la conversión de contratos temporales en fijos (vean).

Las conversiones de contratos temporales a indefinidos crecen un 20,4%, el mayor aumento desde 2007, y los asalariados con contrato indefinido aumentan en 86.400 personas en el trimestre. En variación anual aumentan en 223.300 personas. El paro cae a niveles de 2009 y la principal creación de empleo viene del sector privado excluyendo construcción. Bloomberg mostraba que ya se da una cierta escasez de trabajadores de alta cualificación, lo cual muestra que el mercado laboral se fortalece. España ya cuenta con 18,3 millones de ocupados y tiene que llegar a veinte millones lo antes posible. El país lo puede conseguir si lo vemos todos como un objetivo de Estado.

Pero es una pena que nos conformemos con una creación de empleo de 271.400 personas cuando deberíamos tener como objetivo nacional que fuesen muchos más de 500.000 en el año. Que los economistas y políticos que están pidiendo e implementando medidas que ponen palos en las ruedas al crecimiento de empresas y la creación de empleo se desentiendan de esta moderación en la intensidad de reducción del paro es mucho peor que tacticismo. Es irresponsabilidad.

Los grandes riesgos para la economía española vienen de posibles “pactos de gasto” que destruyan o reviertan los esfuerzos estructurales llevados a cabo en el pasado. El mayor riesgo es fiscal, en un parlamento que considera –en su mayoría- a los ciudadanos y empresas como un cajero de donde sacar para su próximo comité. Como dijimos en esta columna, no hubo multa de Bruselas por incumplir el déficit.

Cuando Francia lo ha hecho 11 veces sin penalización, y dos décadas de estancamiento, hubiera sido irresponsable. Pero se debe controlar el gasto y mantener las bajadas de impuestos. España no tiene que hacer “recortes”, si los políticos permiten que el crecimiento y la creación de empleo se revitalicen.

15.000 millones de euros de “ajuste” vienen de no gastar más que en 2015, de incorporar 400.000 personas al mercado laboral y de la mayor recaudación por aumento de actividad económica. Si recaudamos un punto más que el crecimiento del PIB nominal, como es posible si ponemos el crecimiento y la creación de empresas como pilares, no hacen falta recortes.

En cualquier caso, las oportunidades para España de un entorno incierto a nivel global no solo se mantienen, sino que han aumentado. No sería complicado atraer entre 15.000 y 20.000 millones de euros anuales adicionales de inversión que busca países con una buena combinación de seguridad y crecimiento. Seamos optimistas, confiemos que nuestros líderes políticos se preocupen por el país y que el ritmo de crecimiento y creación de empleo se acelere en la segunda mitad del año. Esperemos que no caigan en el error de 2009.

Oportunidad para Madrid ante el Brexit (13TV)

Esta semana, en Londres, comentábamos en la CNBC que la medida más importante tomada por el gobierno británico ante el riesgo de impacto económico por el Brexit ha sido bajar el Impuesto de Sociedades al 15%. Mitiga el riesgo de fuga de empresas y desde luego, sirve de acicate para que las pymes y empresas grandes asentadas en el país sigan operando sin tener que sufrir una carga impositiva excesiva. Fue entonces cuando se vieron los dos autobuses de la Comunidad de Madrid paseando por Westminster y anunciando las bondades de la región para las empresas.

La Comunidad de Madrid, en particular, puede beneficiarse mucho de la atracción de las que decidan asentarse fuera del Reino Unido. Tiene unas infraestructuras espectaculares, comunicación privilegiada con Latinoamérica y África, edificios relativamente baratos, profesionales cualificados, servicios excelentes y un nivel de calidad de vida muy alto. Tiene, además un régimen impositivo atractivo, que la sitúa por encima de París o Milán como posible capital de atracción de inversión. Y esa es la clave. Debemos eliminar la mentalidad de ver a las empresas como cajeros y que los que no producen pongan palos en las ruedas a los que sí lo hacen. Una fiscalidad que piense en los ingresos que recibiremos si crecemos y atraemos más inversión y empleo, no en rascar lo poco que quede.

Atraer empresas de servicios financieros es esencial para mejorar el patrón de crecimiento. Supone una pantalla hacia el mundo, una lanzadera que afecta positivamente a la diversificación y desarrollo de la financiación a la economía real, a la mejora de salarios por actividades de apoyo y servicio, y al desarrollo tecnológico. Ser una capital financiera no es solo tener bancos. No es una casualidad que Tokyo, Nueva York, Singapur o Hong Kong luchen como sea por mantener sus centros financieros fuertes y con atractivo. Tienen un impacto sobre la marca del país, sobre la imagen, enorme. Y además tiene un verdadero efecto multiplicador sobre la inversión y la financiación de todos los sectores. Lo contrario… Ya lo conocemos. Tenemos una oportunidad magnífica para seguir siendo un ejemplo mundial. No solo tenemos las herramientas, sino todos los ingredientes. Que no lo estropee un comité de defensores del estancamiento.