En esta ocasión, en La Pizarra de Lacalle explicamos porqué cuando baja el precio del petróleo, no lo hace el de la gasolina.
En esta ocasión, en La Pizarra de Lacalle explicamos porqué cuando baja el precio del petróleo, no lo hace el de la gasolina.
Mesa redonda celebrada el pasado 18 de mayo en el auditorio Rafael del Pino. Moderado por José Miguel Maté, Consejero Delegado de Tressis Gestión.
Ponentes:
Nuria Trio, Directora general de Amundi Asset Management
Sebastián Velasco, Director general de Fidelity Worlwide Investment
Daniel Lacalle, Director de inversiones de Tressis Gestión
El debate de las pensiones siempre se intensifica cerca de las elecciones. Muchos autores han reflejado en los últimos días distintos problemas, fundamentalmente el envejecimiento de la población, desde ópticas razonables. Pero, es curioso, en la solución es donde en muchas ocasiones los políticos se entregan al partidismo, a acusarse unos a otros, y, en algunos casos, a defender soluciones mágicas que solo llevan a empeorar.
Conviene recordar los dos retos esenciales, el demográfico y el económico.
DEMOGRÁFICO:
España es uno de los países donde la población envejece más rápidamente. Lo han explicado autores de distintas escuelas como Javier Díaz Giménez, Juan Manuel López-Zafra o Ignacio Conde-Ruiz. Hay elementos muy positivos. Vivimos mucho más. Pero también tenemos cada vez menos hijos. Y el riesgo de una pérdida de población “japonesa” es relevante. El país nipón sufre caída de la población total con menos ciudadanos en edad de trabajar y más jubilados.
En España, el crecimiento vegetativo de la población, es decir, nacimientos menos muertes por cada mil habitantes, ha pasado de 10,5 a 0,7 entre 1975 y 2014, y se estima que será negativo en 2016-2017. Según el INE, si se mantuvieran las tendencias demográficas actuales, España perdería un millón de habitantes en los próximos 15 años. El porcentaje de población mayor de 65 años ya es del 18,2%. Adicionalmente, la unidad familiar ha perdido un 44% de miembros de media desde los años 70. El número de nacimientos anuales ha caído desde 669.000 en 1975 a cerca de 426.600 en 2015.
ECONÓMICO:
Hay 9,3 millones de pensiones con un poco más de 17 millones de afiliados a la seguridad social. España jamás ha tenido más de 20 millones de cotizantes y se considera que un sistema de reparto de pensiones es difícil de sostener si ese ratio es menor de dos contribuyentes por pensionista. Las pensiones ya suponen más del 11% del PIB.
Los jubilados cobran ahora de media cerca de 1.040 euros al mes, un crecimiento en términos reales de más de un 45% comparado con el periodo 2003-2004.
El Fondo de Reserva, que se creó en 2000 durante el mandato de Aznar para acometer los retos demográficos y garantizar las pensiones en periodos de crisis aprovechando los ingresos extraordinarios en épocas de bonanza, ha sido un éxito que ha permitido que se incrementasen dichas pensiones en los años difíciles. Lejos de ver la reducción de su cuantía como un problema, debemos analizarlo como lo que es, un éxito que ha evitado que se hagan brutales recortes de las pensiones como en Grecia y otros países. No es que se haya reducido a la mitad, es que ha cumplido su función. Y, con la economía ya lejos de la recesión, mantiene 32.500 millones de euros de colchón.
Pero el sistema de pensiones español es de reparto, no de capitalización. ¿Qué significa eso? Que usted no cotiza para asegurar su pensión, sino que contribuye a las que se pagan hoy con la esperanza de que en el futuro otros continúen haciendo lo mismo, aumentado por la inflación. Capitalización es lo que contribuye usted para su propia pensión, personal e intransferible.
Por ello debemos analizar el reto demográfico y el económico de una manera integral.
Si en esa ecuación (envejecimiento de población, aumento de afiliados, ingresos y gastos) no ponemos como pilar fundamental el crecimiento y el empleo, el resultado será el recorte de las pensiones, como ha ocurrido en todos los sistemas intervencionistas que prometían garantizarlas.
SOLUCIONES:
Primero, conviene resaltar que la solución en nuestro país no es acabar con el sistema de reparto, sino hacerlo sostenible y compatible con uno de capitalización. Es decir, la solución a las pensiones es recuperar el crecimiento económico y número de afiliados -20 millones- y mejorar la productividad y, con ella, los salarios y los ingresos de la Seguridad Social. No solo nos permitiría recuperar las cantidades del Fondo de Reserva, sino mantener el poder adquisitivo de las pensiones.
Si creamos muchas más empresas y atraemos más capital, con ello más empleo y más productividad, conseguimos mitigar el efecto demográfico y, a medio plazo, aumenta la población. Al fin y al cabo, eso nos diferencia de Japón, la capacidad de atraer inmigración por afinidad cultural, idioma y localización.
Nada de eso se consigue con el método “Podemos”: entorpeciendo inversiones, aumentando la burocracia y subiendo impuestos.
Porque la tendencia demográfica no se revierte desde una fiscalidad confiscatoria. En Francia se han recortado las pensiones desde 1996 con el famoso impuesto “solidario”. ¿Por qué?, porque se reduce la capacidad de consumir, ahorrar y tener descendencia si acometemos las reformas aumentando la fiscalidad y nos lanzamos al estancamiento.
SOMOS MUY POCO NÓRDICOS
En Suecia el Estado da una pensión mínima garantizada. A ese mínimo, equivalente a las pensiones no contributivas -y que solo se percibe si no se tienen otros ingresos-, se suma un sistema de capitalización personal en el que la empresa pone un 10% y el trabajador un 7% de su salario bruto en un plan individual de gestión estatal, y dicho plan se complementa con un 2,5% que se invierte en fondos, privados o públicos. Los que tildan el sistema de capitalización de “privatización” de las pensiones, mienten.
Para implementar este sistema se estableció en 2001 un periodo de transición por el cual los trabajadores nacidos antes de una fecha permanecían en el sistema antiguo y el resto pasaban al nuevo sistema. Dadas las diferencias demográficas y de desempleo, en España se podría utilizar parte del Fondo de Reserva y reducir los impuestos al trabajo para aumentar el empleo y reducir los desequilibrios. Un sistema sostenible, justo y a la vez que garantiza una pensión a todos.
Nuestro sistema de pensiones lleva criticándose desde que yo estaba en la universidad, diciendo que es insostenible. Sin embargo, se ha mantenido siempre que se ha fortalecido la creación de empleo y el crecimiento económico. Incluso si los jubilados pasaran a ser el 24% de la fuerza laboral y las pensiones el 15% del presupuesto como estima la OCDE a largo plazo, se puede mantener un sistema de reparto.
Lo que pone en peligro las pensiones públicas son las llamadas a cubrirlas desde las políticas que solo han creado salida de empresas y destrucción de empleo.
Merece la pena proponer un sistema en el que, como en Suecia, el ciudadano sepa exactamente cuánto tiene para su jubilación, sin depender de lo que diga un comité.
Porque los mismos que se rasgan las vestiduras con el poder adquisitivo de las pensiones son luego los que las hunden, sea recortándolas, devaluando constantemente la moneda y creando inflación excesiva.
El último libro de Daniel Lacalle – La pizarra de Daniel Lacalle (Deusto) – nos muestra a un economista más optimista con la situación española, aunque también cauto a la hora de esperar futuras reformas. Medidas que no serán fáciles de aplicar por el próximo gobierno, que tendrá “la dificultad de llegar a acuerdos con formaciones cuyo incentivo está en perpetuar los desequilibrios”.
Nuevamente, usted pasa examen a España con este último libro (La pizarra de Daniel Lacalle). Antes de pasar a las realidades, ¿puede contarnos cuáles son los grandes mitos sobre el país?
Yo creo que los grandes mitos de España es que ahora está creciendo por los factores externos fundamentalmente. También crece porque aumenta la deuda. Pero el mayor mito es el proceso agresivo de austeridad que ha habido.
Y ahora las realidades, ¿qué salud económica tiene España y cuál su tratamiento para abordar sus patologías?
Podríamos hablar de un enfermo que estaba gravísimo en el año 2011 y que ha salido de la unidad de cuidados intensivos y que ahora se encuentra estable, mejorando. Está progresando de manera sorprendente y positiva y yo creo que esto hay que valorarlo. Pero no hay que olvidar que aún se mantienen serios desequilibrios que hay que continuar corrigiendo.
Todo el mundo habla de que la incertidumbre política está pasando factura al crecimiento económico. ¿Se puede hablar de cifras exactas en este momento?
No se puede hablar de cifras exactas, pero sí de estimaciones con respecto a un entorno similar en el año pasado. Hay estimaciones ya hechas por entidades muy serias que analizan un impacto de unos 2.000 millones de euros en crecimiento potencial mensual y un impacto en la creación de empleo de alrededor de 120.000 puestos de trabajo.
Sean cuales sean los resultados en las próximas elecciones, ¿cree que el próximo gobierno podrá aplicar las reformas que necesita el país?
El próximo gobierno se va a encontrar con la dificultad de llegar a acuerdos con formaciones cuyo incentivo está en perpetuar los desequilibrios. El problema de los pactos es que cuando hay divergencias importantes, solamente alcanzan acuerdos para gastar y perpetuar los problemas. Es muy difícil llevar a cabo reformas estructurales importantes cuando se pacta entre diferentes formaciones. Yo creo que el próximo gobierno va a tener que hacer probablemente más recortes que nunca.
No obstante, si tuviera usted que priorizar, ¿cuál es el punto de partida de esas medidas que hay que llevar a cabo para el país?
España necesita urgentemente una reforma de la Administración Pública orientada hacia la creación de empresas y al crecimiento de las mismas. Las Pymes y los autónomos se deben fortalecer con las nuevas medidas. Además se debe poner en marcha una reforma fiscal que deje de entorpecer el crecimiento, con una bajada generalizada de la presión tributaria a las empresas y a los ciudadanos, que son los que han cargado con la gran parte del coste de la recuperación económica. Hay que devolver ese esfuerzo a los españoles, que se han comportado de manera admirable a la hora de acometer los retos de la crisis.
¿Cuál ha sido el camino que ha tomado Irlanda para ser un ejemplo de gestión económica? ¿Se puede aplicar esta hoja de ruta en España?
No solamente se podría, sino que se debería. El caso de Irlanda es un caso paradigmático que desmonta totalmente los mitos que la izquierda suele utilizar cuando exceptúa los rescates en los países rescatados. Es un país que ha sido rescatado igual que Portugal y Grecia y que sin embargo ha sido capaz de llevar a cabo reformas en las que ha puesto como pilar central no tocar una fiscalidad que atrae a la inversión y al empleo. Para mí es un ejemplo clarísimo de cómo se pueden solucionar los desequilibrios desde un análisis profundo del gasto innecesario, desde una reforma importante de la función pública y manteniendo la fiscalidad más competitiva y más atractiva de la Unión Europea. Irlanda es un ejemplo clarísimo de cómo se pueden solucionar los desequilibrios desde un análisis profundo del gasto innecesario, un reforma de la función y pública y manteniendo la fiscalidad más atractiva de la UE”
Descartando reformar el sistema de pensiones vía impuestos, ¿cómo se soluciona este gran problema al que se enfrenta el conjunto de la sociedad?
Como se ha solucionado siempre. Los que intentan introducir medidas intervencionistas siempre ignoran lo que hace que el sistema de pensiones sea sostenible: un sistema de reparto. Tenemos que crecer más, aumentar nuestra productividad y con ello aumentarán los salarios, los ingresos en la Seguridad Social. Con esos elementos el sistema será sostenible y además orientado al crecimiento. Intentar cubrir un agujero puntual creado por una crisis desde el punto de vista impositivo es uno de los errores de libro que lo que hace es poner un techo al crecimiento potencial atacando la renta disponible de aquellos que tienen un mayor margen de consumo.
Siempre se habla de reducir la Administración Pública pero nunca sucede nada el respecto. ¿Por qué tanta demora, qué puntos destacados tendría esta medida?
Es cierto que es urgente esta medida, pero para mí hay algo todavía más urgente que apenas se está debatiendo. Es la monstruosa burocracia entorpecedora. No es una cuestión de tener más o menos funcionarios que este u otro país, sino que se trata de una burocracia mal entendida. Aquí domina el papeleo y no puede ser. Es absolutamente intolerable y debía ser indignante para los ciudadanos que seamos el país en el que se tarda más en montar una empresa o llevar a cabo unos trámites para cualquier tipo de actividad. Eso para mí es urgente. Además, desde el punto de vista de los intervencionistas, eso se ignora completamente y solo se habla de gasto. Tenemos que tener claro que la Administración debe ser facilitadora y tiene que estar para ayudar para que el sector productivo y las familias puedan llevar a cabo su actividad y crecer con ella.
¿Ha sido un logro estimable para España el hecho de conseguir el número de empleos que se han generado tras el periodo fuerte de la crisis?
En España solemos hacer una cosa que es muy triste, que es no compararnos con el resto de los países de nuestro entorno. España es el segundo país que más empleo ha creado de la UE en un entorno en el que nuestros principales socios comerciales (tanto dentro como fuera de Europa) estaban en estancamiento o recesión. Nuestro país ha conseguido salir de una crisis reduciendo el déficit comercial, reduciendo el déficit fiscal y creando empleo fijo. Yo creo que hay muchas cosas positivas que decir, sobre todo cuando nos comparamos con el resto.
Volviendo a los mitos, ¿las exportaciones seguirán la línea evolutiva que han marcado hasta ahora?
España ha demostrado tener una fiscalidad orientada a que las empresas exporten más y mejor. Hemos conseguido tener una gran cuota de mercado en un entorno en el que el comercio mundial estaba en ralentización. España puede continuar en esta línea porque, entre otras cosas, las empresas exportadoras todavía están vendiendo una cantidad muy pequeña. Muchas entidades todavía pueden crecer bastante respecto a sus ventas en el mercado exterior.
¿Por qué en un entorno de ralentización global como el que existe España puede salir beneficiada a la hora de atraer inversión extranjera?
España sería el sitio perfecto para crecer en un entorno de ralentización global porque la inversión que no va a ir a mercados emergentes o entornos ultracíclicos podría estar entrando de una manera absolutamente espectacular en España por su enorme potencial. España no solamente tiene el elemento de estabilidad de su economía desarrollada, dentro de la UE, sino que tiene además un potencial de crecimiento que no tienen otros países en la actualidad.
Nos la deja botando, ¿es buen momento para ser emprendedor en España?
Es un gran momento. El emprendedor y empresario español es un héroe porque ha sido capaz de crecer, salir de la crisis y aumentar exportaciones y hacerlo mejor en un entorno con tantos escollos burocráticos y fiscales. Esos obstáculos no te pueden parar en la idea de llevar a cabo un proyecto. Hay que pensar que esos elementos pueden permanecer durante mucho tiempo y si esperamos a que cambien también pueden cambiar las oportunidades. Emprendiendo y siendo dueños de nuestro propio destino es como exigiremos que esas trabas se eliminen.
Estados Unidos suele es un referente económico mundial y la etapa de Barack Obama llega a su fin. ¿Qué legado habrá dejado el presidente en este país?
Deja un legado complicado para el próximo presidente. El hecho de que las candidaturas se hayan radicalizado tanto con personas como Donald Trump o Bernie Sanders demuestra que el ciudadano norteamericano no está contento con la situación de EE.UU. En Europa se vende de una manera casi idílica la gestión de Obama, pero ha sido brutal el aumento de deuda y muy pobre el crecimiento económico tras la salida de la crisis. La caída del desempleo, que ha sido uno de los factores positivos, ha venido con una reducción de la fuerza laboral absolutamente inaudita. Siempre se suele decir que la caída de la participación laboral en EE.UU. es una cuestión de cambio demográfico, pero es totalmente falso. Se ha sacado a casi 12 millones de personas de las listas y la participación laboral ha caído en todos los segmentos de edad. Mientras, Inglaterra ha reducido su desempleo a mínimos históricos y la participación laboral está más de 10 puntos por encima de la de EE.UU. y tiene una población más envejecida.
Le tenemos que preguntar qué pasará de ahora en adelante con el petróleo, ese sector capaz de generar crisis económicas de importante calibre…
Pasará lo mismo que pasó en los últimos años: que el arma del precio del petróleo es cada vez menos efectiva y que el precio del petróleo continuará reflejando un entorno de sobrecapacidad estructural. Lo bueno que tiene el hecho de que el precio del barril esté bajo es que se evitan muchísimas burbujas que circulaban alrededor de este sector. El precio del petróleo no es causa sino consecuencia de una enorme burbuja creada por una demanda china insostenible. En mi opinión el petróleo caro no va a volver.
Con este último libro suyo, a diferencia de los anteriores usted parece mucho más optimista…
Cierto. Hay cosas que se merecen poner en valor. Si a cualquiera de nosotros nos dicen en 2011 ó 2012 cómo se encontraría hoy España, nos hubiéramos llevado una sorpresa enorme. Yo creo que es esencial orientar la divulgación a las soluciones. Hubo una época en la que era muy necesario por parte de los economistas hablar de los riesgos, porque vivíamos en shock de euforia. Pero ahora hemos pasado a un shock de depresión y lo mismo que era injustificable lo primero, es injustificable lo segundo. Por eso es importante reconocer que la realidad nos está mostrando algo que inicialmente pensábamos que era distinto.