El mayor riesgo de 2016: «Incentivar» la demanda interna

Escuchen la entrevista con Carlos Herrera

“Rate cuts have a very dramatic effect and hit much sooner. But when you’re in a manufacturing recession involving overcapacity and inventory overhang, it’s not going to make people borrow” Larry Wachtel

La semana pasada el ministro De Guindos cuantificaba el impacto en el crecimiento de la economía de una posible coalición de perdedores. Comentaba que supondría un 1,5% del PIB más o menos.  ¿De dónde viene esa cifra? ¿Es creíble?

La cifra viene de asumir que se revierten todas las reformas que se han implementado en España, y que han generado el diferencial de crecimiento de nuestro país con respecto a otros países con sensibilidades macroeconómicas similares. Y es creíble. Aumentar la rigidez del mercado, gastar en elefantes blancos, intervenir aún más en los sectores y asfixiar más a impuestos es la receta que nos llevó a prolongar la crisis más que ningún otro país de nuestro entorno y que ha llevado a Brasil a la estanflación.

Existe un riesgo en Europa y España que es perfectamente cuantificable, y que puede hacer mucho más que reducir a la mitad el crecimiento. Volver a 2008 y “estimular la demanda interna” gastando en proyectos estatales, los elefantes blancos que antes mencionábamos.

Europa ya tomó la decisión de estimular la demanda interna desde el gasto público en 2008. Se gastó casi el 3% del PIB y en el proceso se destruyeron 4,5 millones de puestos de trabajo. El efecto de ese error aún se siente en la economía. Menor crecimiento, más deuda y sobrecapacidad.

El coste económico de la corrupción en los 28 Estados miembros de la UE según el Tribunal de Cuentas es de 120.000 millones de euros

– Mayor deuda. La enorme mayoría de esos proyectos megalómanos se financian con deuda y, como tienen “objetivo social”, las consideraciones económicas ni se valoran. Según el Tribunal de Cuentas de la Unión Europea, la media de desvío sobre presupuesto en los proyectos industriales estatales es del 10%. Tampoco se valora el coste de mantenerlos una vez construidos. El ciudadano piensa que cuando se construye un puente inútil, al menos hay un puente. Olvida la deuda y el gasto operativo anual, que paga él en impuestos. En nuestor caso, más de 200.000 millones de mayor deuda.

– Menor crecimiento. Todos esos sobrecostes los sufraga el ciudadano en mayores impuestos, que llevan a menor consumo y menor crecimiento. El coste económico de la corrupción en los 28 Estados miembros de la UE según el Tribunal de Cuentas es de 120.000 millones de euros. Para que se hagan una idea, el presupuesto comunitario medio previsto para el periodo 2014-2020 es de 137.000 millones de euros anuales. Curiosamente la gran mayoría de esa cifra proviene de esos proyectos de gasto público que todos aplaudimos. ¿Se imaginan si les bajasen a ustedes los impuestos en esa cantidad en vez de ignorarla y subírselos?

Existen estudios perfectamente documentados que muestran que el efecto multiplicador del gasto público es inexistente en economías maduras y endeudadas. Faggio y Overman, de la London School of Economics, encontraron que “en el periodo de 1999 a 2007 (ya antes de la crisis) no se encuentra ningún efecto multiplicador en el sector constructor o servicios, y un efecto destructor mucho mayor en el sector manufacturero”, convirtiendo el exceso de empleo y gasto público en un “evidente expulsador del sector privado”.

La utilización de capacidad productiva, según el Ministerio de Industria, es del 77,7%, una notable mejora desde los niveles de 2010, pero significa que todavía hay un 22% aproximado de exceso de capacidad. Asumir que el sector público tiene mejor información que el privado o los consumidores sobre dónde invertir o que es capaz de absorber el exceso de capacidad es simplemente falso. Pensar que la sobrecapacidad es un problema de “crear demanda” y no de oferta es otro error. Sólo tenemos que irnos a países ricos o que crecían mucho como Japón, China o Brasil y ver que las políticas de demanda solo perpetúan y aumentan la sobrecapacidad.

Pensar que la sobrecapacidad es un problema de “crear demanda” y no de oferta es otro error

Es curioso que el intervencionismo desconfíe de que usted, consumidor, vaya a aumentar la demanda, y sin embargo conceda cualidades mágicas al efecto generado cuando ellos se gastan el dinero de los demás.

La mejor forma de incentivar la demanda es bajando impuestos y dejando que el ciudadanos gaste más de su dinero. Porque es suyo. Asumir que eso es malo porque lo pueden ahorrar y es mejor que se lo gaste el Estado no es paternalista, es un insulto al ciudadano.

La inversión pública debe darse cuando existe demanda y como el propio Keynes reiteraba y ahora nadie le hace caso, cuando exista un retorno real. No para “incentivarla”. Es crear señales de demanda falsa que luego explotan con mayor virulencia. El efecto embudo. Y Keynes no vivió una economía con una sobrecapacidad industrial del 22-25%, más bien lo contrario.

Luego, cuando explota la burbuja, dicen que “faltan ingresos fiscales”, no que “hemos aumentado los gastos acomodados a ingresos de burbuja”.

Al final, el error es siempre el mismo. Asumir que las equivocaciones del pasado no eran tales, sino que solo falta demanda. Y mientras suben los impuestos, impiden la recuperación al potencial real de la economía. Que veamos cada día en economías de todo el mundo como fracasa y, a pesar de todo, sigamos defendiendo la creación estatal artificial de demanda, solo tiene una explicación. El que lo propone no lo paga, y se beneficia de ello.

Pero olvidan que para que exista el sector público hace falta un insignificante pero esencial ingrediente. Ingresos del sector privado.

El año de los impagos

@elconfidencial

Siempre es un lujo leer a una de mis economistas favoritas, Carmen Reinhart.  Antes de finalizar el año, escribía un artículo en el que llamaba a 2016 el año de los impagos soberanos. En dicho artículo mencionaba lo que hemos comentado en esta columna desde hace meses, ya con la “parada en seco de emergentes”  y la montaña de deuda que vence en 2016 y 2017. Los mensajes de algunos economistas no han cesado de proponer -ejem- “soluciones”. Desde la típica “dos tazas más” de Larry Summers, que propone gastar y endeudarse mucho más, hasta el monetarismo más destructor, conTorsten Slock recomendando “más estímulos, tipos negativos y devaluar activamente”.  Esta serie de propuestas básicamente parten de la base de que el problema actual no se ha creado por la política de bajos tipos de interés y alta liquidez, sino por no hacerlo mucho más. Muchos otros economistas -Kirzner, Blanchard, Salerno- saben que no se soluciona el problema de deuda y sobrecapacidad con más deuda y destruyendo el valor y precio del dinero.

A la hora de analizar el problema de deuda global tenemos que entender dos aspectos esenciales. El stock de deuda y el flujo. Es decir, cuánto se debe y cuánto nos endeudamos cada año. Cuánto se debe no es el problema si a) atendemos a nuestros compromisos y b) el coste es asumible. Por ejemplo, España paga hoy por los intereses de su deuda menos en relación con el PIB que en 2008 cuando supuestamente teníamos un problema menor. A pesar de las bajadas de tipos de interés y del apoyo incesante del Banco Central, la prima de riesgo se disparaba ante el agujero anual -cercano al 10% del PIB- en el que nos metíamos. El flujo de deuda era muy superior a la capacidad de absorberlo del mercado. Reducir el déficit, por lo tanto, es mucho más importante de lo que los políticos o algunos economistas estiman. Porque se olvida la relevancia de no acaparar la demanda de bonos (España llegó a ser el 30% de todas las emisiones de la UE).

Para analizar el problema de deuda global tenemos que entender al stock de deuda y el flujo. Es decir, cuánto se debe y cuánto nos endeudamos cada año

Este problema es exactamente el que muestran las economías emergentes sobre las que alerta Reinhart. Su stock de deuda es relativamente manejable,su coste en intereses anual está por debajo del considerado “umbral de impago” del 10% del PIB pero no pueden cometer el error de endeudarse máspara cubrir el problema. Si esas economías caen, y algunas lo están haciendo, en el error de aumentar el flujo de deuda porque “tienen margen” (¿recuerdan la frase?), y además están entrando en la espiral de cubrir gastos corrientes e inversiones en elefantes blancos con mayor deuda, lo que hacen es acercarse aún más al precipicio.

El impago es una bomba contra la economía y un desastre que no tiene nada de social. El riesgo de impago -con lo que ello implica de desastre para familias y empresas, como comentamos aquí-, no se ha reducido porque estos países hayan sobrevivido más o menos bien un año difícil como 2015. Las reservas de divisa eran adecuadas y las emisiones de nueva deuda, limitadas. El problema se agrava en 2016 cuando se parte de una situación peor y los ingresos fiscales se resienten mientras los gastos entran en modo Plan E. El agujero de déficit estructural se agranda, y con él se reduce la capacidad de pago.

El que piense que en 2016 se soluciona el problema de solvencia de los mercados emergentes porque en 2015 pudieron sobrevivir de manera más o menos fácil a la tormenta perfecta, está probablemente cometiendo el mismo error que cometieron los que decían en 2008 que “tenemos margen” y que endeudarse es “invertir en la recuperación”. El que piense que los bancos centrales con políticas expansivas van a tapar ese problema ignora, a sabiendas, que 26 bancos centrales bajaban tipos y aumentaban masa monetaria ya en 2015 y no han parado el deterioro. Lo han extendido.

Más impuestos en Navarra, Madrid y Aragón

Los ciudadanos de Navarra pueden ya comprobar la falacia de las promesas populistas de «subir los impuestos a los ricos», que se convierten en subirlas a todos. El Gobierno navarro, coalición de Geroa Bai, Bildu, Izquierda Unida y Podemos, ha anunciado para 2016 la mayor subida de impuestos de la democracia. En Madrid, la coalición Podemos-PSOE también ha subido impuestos por 168 millones en sus primer presupuesto, afectando a 20.000 empresas y pequeños comercios. La coalición PRC-Podemos-PSOE también los ha subido en Cantabria y el tripartito Podemos-PSOE-IU ha subido las tasas municipales de agua, autobús y basuras en Córdoba. En Aragón, PSOE-Podemos a partir del 1 de Enero ha subido impuestos en transmisiones y herencias…

Navarra se muestra en muchos aspectos como el campo de pruebas de las coaliciones radicales. Más impuestos, más intervencionismo y peores servicios.

A partir de hoy los navarros pagarán 180 euros más al año de impuestos, unos 137 euros por el IRPF y unos 43 euros más por la subida de los hidrocarburos, según calcula Civismo.

De hecho, Navarra pasa de ser una de las comunidades con mejor tratamiento fiscal a la clase media a ser una de las peores.

La nueva reforma del Gobierno navarro sube el IRPF a todas las rentas brutas de más de 19.500 euros. A eso llaman los radicales y populistas «los ricos», a la clase media.

Y, por supuesto, la gasolina. Desde hoy, cada ciudadano navarro pagará 2,4 céntimos por cada litro de gasolina.

Esta reforma fiscal castigará a las rentas medias y bajas, y las familias con hijos tendrán que pagar más impuestos que en el País Vasco o Madrid.

No es una sorpresa. En Grecia, Portugal y otros países donde se han asentado coaliciones de perdedores y populistas radicales se ha llevado a cabo lo contrario a lo que «prometían» casi de manera inmediata.

El asalto a la clase media y a los trabajadores desde el aumento de cargas impositivas es ya típico en una Unión Europea que parece aceptar todo ataque a la renta disponible de los ciudadanos sin entender el terrible impacto que tiene sobre la economía y el consumo. El aumento de la presión fiscal en la Unión Europea de los últimos doce años ha sido uno de los factores que ha reducido el crecimiento del PIB potencial.

Se ha instaurado la idea entre ciertos políticos que el dinero de los ciudadanos no puede estar en su bolsillo no se les vaya a ocurrir ahorrar.

Para que ahorren o hagan lo que consideren con el dinero que se han ganado, mejor se lo gastan ellos en nuevos comités y observatorios.

Lo curioso es que el votante de estos grupos, ante el asalto a su bolsillo, siempre acude al enemigo exterior y justifica su propio empobrecimiento.

Vídeo: Retos Económicos e Incertidumbre Política (El Cascabel)

Una vez pasada la resaca de las elecciones toca la difícil tarea de formar gobierno. Aunque se haya realizado un espectáculo mediático, los resultados demuestran que el votante español es moderado, de centro y quiere avanzar en una democracia plural y una economía abierta.

Para España el periodo 2011-2015 fue esencial a la hora de recuperar prestigio internacional y peso en las instituciones. España se juega mucho y tendemos a infraestimar los riesgos de caer en errores del pasado. Recordemos que la reputación se labra durante años, pero se pierde en unos minutos.

Por eso es tan importante la estabilidad. Desde mi punto de vista se presentan tres retos esenciales que no se han divulgado durante una campaña centrada en aspectos más impactantes a nivel mediático.

El primer reto tras las elecciones es recuperar el ritmo de crecimiento de inversión financiera directa. La incertidumbre por Cataluña y las elecciones ha llevado a que se frenase. El aumento de las inversiones productivas en 2014 fue del 9,8%, ascendiendo a 17.626 millones de euros, y llevamos ya dos años con cifras superiores a la media histórica de 16.914 millones de euros. Es importante reforzar un entorno de certidumbre, seguridad jurídica y atractivo para la inversión por su impacto directo en el empleo y la riqueza, además de reforzar el cambio del patrón de crecimiento.

El segundo reto es recuperar y superar los diez puntos perdidos desde 2007 en el ranking global de facilidad para crear empresas y empleo del Banco Mundial. La mejora de 2014-2015 no puede truncarse y debemos recuperar los puestos de liderazgo que afiancen la creación intensa de empleo.

El tercer reto es comunicar al exterior como lo hacen los mejores. El esfuerzo realizado por el Ministerio de Economía y Competitividad suele pasar desapercibido en nuestras fronteras, pero tener una política de comunicación ante inversores y entidades internacionales constante y detallada es esencial. Comunicar con transparencia, hacer un esfuerzo continuado y no pensar que los inversores “no se van a enterar” o que da igual.

Estos tres pilares suelen resentirse ante una coalición de perdedores que solamente se pone de acuerdo en gastar. Es por ello que es tan importante que se permita la gobernabilidad y la estabilidad desde el objetivo de crear mayor prosperidad y oportunidades para todos. Los ciudadanos han apostado claramente por la moderación y avanzar en las reformas. Nuestros políticos deben mostrar responsabilidad para facilitarlo.

Decía Henry Kissinger que el comunismo sólo tenía buena prensa allí donde nunca había gobernado. El ascenso de los totalitarios en las elecciones españolas es una prueba de que muchos ciudadanos se lanzan a aceptar propuestas inverosímiles ante la promesa de una arcadia feliz de dinero gratis, a cambio de nada, que nunca llega. Sin embargo, ese ascenso no puede enmascarar la realidad de que en España la enorme mayoría de los votantes han vuelto a elegir estabilidad, crecimiento, políticas sensatas y opciones moderadas. El ruido incesante de la propaganda no puede hacernos olvidar que sólo son cinco millones de votos.

Un escenario político complicado, donde ninguna de las combinaciones –coalición de centro derecha o de izquierdas- suma los escaños suficientes, puede traer complicaciones. Es curioso que en un país que ha empezado a salir de la crisis no se imponga una opción de consenso como en Alemania y permitir gobernar al ganador. ¿Preferiremos, como hicimos en 2008, cerrar los ojos ante la realidad y los riesgos económicos y volver a lanzarnos a las soluciones mágicas que siempre fallan?

No olvidemos que el impacto de un escenario donde se plantea eliminar todas las reformas llevadas a cabo puede tener consecuencias muy negativas en el plano económico. Si además añadimos la locura de lanzar un proceso constituyente similar al de Chávez en Venezuela, y abrir la puerta a la ruptura de España, el impacto puede ser mucho mayor.

Un posible escenario, ante la posibilidad de varios meses de incertidumbre y ninguna mayoría clara, supondría el frenazo de la inversión financiera directa y de la creación de empleo. Ya se había ralentizado ante las elecciones catalanas y generales. Las estimaciones más moderadas asumen un impacto de 0,5-0,7% en el crecimiento del PIB.

La prima de riesgo ya se ha disparado un 11% ante el riesgo de una coalición con radicales. Teniendo en cuenta que aún contamos con el apoyo del Banco Central Europeo, no sería extraño que subiera mucho más si se aprueba un proceso rupturista.

Si se confirma una coalición de perdedores con radicales, separatistas y anti-sistema el impacto puede ser el retorno a la recesión. ¿Por qué? Es inasumible pensar que las inversiones crecerán y se contratará a largo plazo ante un entorno como ese. Según varias estimaciones, nos harían perder un 1% de PIB potencial y destruir unos 300.000 empleos. La derogación de la reforma laboral, un cambio de toda la constitución –que es y ha sido un ejemplo de convivencia valorado en todo el mundo- y el planteamiento separatista supondría un cocktail letal para la confianza y la inversión. Eso sí, dentro de la tradición de los intervencionistas, achacarían el impacto económico de sus medidas regresivas a cualquiera de sus enemigos exteriores favoritos –al PP, a los mercados, a Merkel, a los ricos o a todos a la vez-.

Nos encontramos ante un escenario donde podemos caer en una de las recesiones más graves porque ocurre en medio de una recuperación frágil. Derogar reformas que se encuentran en el acuerdo con la Unión Europea puede afectar a la financiabilidad del país. Pero además, un repunte agresivo de la prima de riesgo supondrá revertir lo que se ha conseguido en estos años. España pagaba en intereses en 2015 menos, respecto a PIB, que en 2007.

Un escenario de riesgo político puede reducir de manera drástica el acceso a financiación, y con toda seguridad lo encarecerá. En algunos casos se estima que hasta en 300 puntos básicos. No se trata de miedo. Es prudencia. Los inversores no tienen por qué arriesgar dinero en España o cualquier otro país si no se dan condiciones de seguridad, o hacer quinielas para saber por dónde va a venir el siguiente disparate de propuesta. ¿Invertiría usted ante una incertidumbre constitucional, legislativa e impositiva monumental? Lo que es irresponsable es poner en peligro la recuperación con soflamas guerracivilistas y justificarlas bajo el subterfugio de que “es la democracia”. Y al que no acepte el dislate, decir que “va contra la democracia”.

Es momento de responsabilidad. Un 20% de los votos no puede poner en jaque a un país y destruir lo conseguido. Siempre que hablo con inversores de todo el mundo consideran a España un país de oportunidades, pero de alto riesgo político. No pongamos el cartel de “Imposible invertir aquí”.