México, ¿Otro Riesgo Como Brasil?

“Ahorita mismo is like mañana but without the urgency”

México es muy importante a la hora de analizar el riesgo exterior para la economía española. Nuestro país tiene más de 4.000 empresas establecidas, con una inversión que supera los 42.000 millones de dólares en infraestructura, energía, finanzas, etc. España sigue siendo el segundo mayor inversor en el país después de EEUU.

Igual que Brasil y China, España importa de México más de lo que exporta. Unos 1.500 millones de euros más, en cifras de 2014. Por ello la ralentización no tiene por qué suponer un impacto negativo en la contribución del sector exterior a nuestro PIB. Como con China y Brasil, el sector exterior agregado ha estado mejorando en su aportación a nuestro PIB desde hace tres años mientras los tres países mostraban una clarísima desaceleración.

A la hora de entender los riesgos, merece la pena recordar que México se diferencia de otros países de Latinoamérica por su pasión por el comercio internacional. Tiene más acuerdos bilaterales que ninguna de las naciones de su entorno.

México, además, muestra tasas de crecimiento más parecidas a las de unaeconomía madura que a un país emergente. Entre 2013 y 2014 ha crecido un 1,8% de media, y tradicionalmente, el consensos de analistas se ve obligado a revisar estimaciones a la baja de un 40-45% sobre las previsiones de enero de cada ejercicio. Ese es el caso de 2015. La media de analistas ha pasado de un crecimiento de 3,3% a un 2,3%, y probablemente se quede unas décimas por debajo.

Los riesgos para el crecimiento del país se podrían resumir en:

  • Caída de la producción de petróleo y retrasos en la reforma energética que frenan la entrada de capitales extranjeros. Cualquier geólogo identifica México como una enorme oportunidad. Con la adecuada combinación de capital y experiencia aportada por operadores externos a la petrolera nacional, podría frenar el declive de su producción y atraer decenas de miles de millones de inversión financiera directa. Es una pena que existan sectores que perciban de manera equivocada la entrada de empresas e inversores extranjeros. Por aferrarse a una visión anticuada de la propiedad, pierden enormes oportunidades de mejorar su producción sin perder los activos. A pesar de ello, México ha aumentado sus exportaciones de petróleo desde 1,14 millones de barriles al día en 2014 a 1,26 en el primer trimestre de 2015, mitigando parcialmente la caída del precio del crudo. Aunque la producción mexicana es de las más baratas del mundo, con un coste total inferior a los $20 por barril, el colapso en el precio ha hecho que los ingresos fiscales se desplomen un 50% y con ellos las inversiones proyectadas para Pemex, la petrolera nacional. España es uno de los grandes importadores de crudo maya, y seguiremos siéndolo.
  • Ralentización de la economía norteamericana. La tasa de variación anual de las ventas de mercancías acumuladas de enero a abril de 2015 fue negativa en un 1,2% en las exportaciones y estancada, 0%, en las importaciones. Atrás quedan los crecimientos de doble dígito de 2011 y 2012. Las exportaciones crecen cada vez menos y las importaciones muestran que la demanda interna no termina de arrancar. Debemos recordar que la correlación del crecimiento de la economía mexicana y la norteamericana es muy alta, casi del 90%. Incluso si quitamos el efecto del sector petrolero, las exportaciones e importaciones distan mucho de acercarse a los niveles de 2011.
  • Retraso de las reformas. No solo se trata del sector energético, sino de liberar un gran número de cuellos de botella e impedimentos legislativos y políticos que entorpecen la inversión financiera directa. Según estudios de varios bancos de inversión, las reformas pendientes tendrían un efecto positivo en el crecimiento de la economía que se estima entre un 1% y un 1,3% del PIB. Según BBVA las reformas podrían contribuir a conseguir un crecimiento del 4%, es decir, duplicar el actual.

Por lo tanto, nos encontramos ante un riesgo mucho menor que los que hemos observado en esta columna para las economías de Brasil, Argentina, Venezuela o Chile.

El riesgo de México es el coste de oportunidad de no cumplir con el potencial evidente, no de caer en una estanflación bolivariana.
A México le va a salvar de un sobresalto “brasileño” haber retrasado los planes de estímulo y políticas de demanda anunciadas, que suponían hasta $400.000 millones de inversión. No solo va a poder evaluar los proyectos a realizar de una manera menos apasionada, sino que le va a permitir acometerlos con un escenario menos optimista de crecimiento global, tipos de interés y coste de materias primas. Hay retrasos que se convierten en bendiciones.

Un amigo mío en México siempre dice “ustedes siempre se están preparando para la recuperación, nosotros estamos acostumbrados al precipicio”. Esa prudencia, sea deseada o no, le va a venir muy bien al país en el entorno de “parada en seco” que estamos viviendo.

Para España, México supondrá menores resultados en las inversiones, pero no una debacle

Con una inflación del 3% y unas reservas de más de $193.000 millones, la devaluación del peso mexicano observada estos meses no se puede considerar como un elemento de riesgo “a la venezolana”, sino como el reflejo de la caída del crudo, ralentización de EEUU y anticipación de subida de tipos americana.

El motor principal del crecimiento seguirá siendo la demanda externa, y por ello, debemos entender que va a ser difícil que México crezca a las tasas que los optimistas esperan. Sin embargo, una vez que la moneda se ha estabilizado y las reformas se empiecen a poner en marcha, la demanda interna empezará a sustituir a la volatilidad del comercio exterior. Una demanda interna que no está alentada por una burbuja de crédito, sino por reformas estructurales.

Para España, México supondrá menores resultados en las inversiones, pero no una debacle.  Pero hay que monitorizar el riesgo político, que puede frenar aún más las oportunidades.

De nuevo, nos encontramos con un país donde España ha invertido mucho y que, aunque está lejos de una crisis, muestra señales evidentes de desaceleración. A los que llevamos alertando de la parada en seco de los países emergentes desde 2013 no nos sorprende. Por eso no hay que verlo como un cisne negro. Porque no lo es.

China y el posible impacto sobre España

La volatilidad de los mercados bursátiles de los últimos días ha tomado a mucha gente por sorpresa, y lleva también a muchos a pensar que las caídas pueden ser la antesala de una enorme recesión.Hace ya muchos años que llevo pidiéndole a los analistas que eviten equiparar bolsa con macroeconomía. Lo explico en “Nosotros los Mercados”. La bolsa puede descontar mejoras en la economía real, pero desde que entramos en la era de los bancos centrales y la expansión cuantitativa, descuenta también mucho más lo que se llama efecto “coste de capital”, es decir, expectativas de depreciación de moneda, decisiones sobre los tipos de interés o aumentos de la masa monetaria. Y cuando las bolsas suben demasiado por política monetaria, también caen ante ella.

Esto nos lleva a China. Las preocupaciones por el modelo de crecimiento de la economía china ni son nuevas ni tienen, de momento, un impacto relevante sobre España.

Yo llevo alertando desde 2013 en El Confidencial sobre lo que llamo el “Plan E con Esteroides” chino, un modelo endeudado, ineficiente, de estímulo constante de la demanda interna a través de sectores de baja productividad. China hoy necesita cuatro veces más deuda para generar una unidad de PIB que hace cinco años. Es por ello que debemos aplaudir la decisión del gobierno de frenar un crecimiento sin sentido por uno orientado a la exportación y el consumo. Atrás quedan las famosas ciudades-fantasma, la sobrecapacidad industrial –que ya alcanza casi el 30%-, los paneles solares sin uso y los molinos de viento sin conectar a la red. Eso sí, con el cambio de patrón de crecimiento también sufre una bolsa repleta de empresas semi-estatales dependientes de la deuda y subvenciones. Y las decisiones del gobierno chino de bajar tipos de interés, devaluar y a la vez inyectar dinero a las bolsas, han generado un maremoto en un mercado en el que los inversores minoritarios suponen más del 85% de la operativa.

¿Cómo puede ser que la ralentización china no afecte a España? ¿Pone en peligro la recuperación?

Por el lado de las exportaciones españolas, China es el undécimo país en cuanto a cifra de ventas. Sin embargo, compramos mucho más al gigante asiático, 19.766 millones de euros, de lo que le vendemos, 4.080 millones, según cifras de 2014. Esto significa que, en principio, la devaluación del yuan y la política exportadora china nos beneficiarían al comprar más barato –en euros- y la ralentización china no tiene por qué afectarnos en el modelo exportador español. La gran mayoría de nuestras exportaciones son a países de la Unión Europea y EEUU.

Adicionalmente, el cambio de modelo chino, y la moderación en la expansión industrial descontrolada, ayudan a que el petróleo y las materias primas sigan a precios bajos, ya que China es uno de los principales consumidores de crudo, cobre, carbón y mineral de hierro. Por lo tanto, y llevamos beneficiándonos desde 2013, un menor precio de dichas materias primas ayuda a que nuestra balanza comercial con el exterior continúe mejorando.

Los riesgos se encuentran más por el lado de países como Alemania o Francia, que son importantes socios comerciales de España y a la vez exportan mucho más a China.

El cambio de política del estado chino, orientado a exportar más, llevará con casi total seguridad a un impacto en los precios globales. Por mucho que los bancos centrales quieran crear inflación, China exporta deflación al aumentar sus ventas de productos baratos al mundo.

De momento, ninguno de los indicadores adelantados españoles ha sufrido. España ha estado afianzando la recuperación ya en el periodo en el que China mostraba señales más que evidentes de desaceleración. El impacto en el mercado financiero es muy limitado, también. China no es un gran comprador de bonos soberanos españoles, y hemos visto esta semana como el Tesoro colocaba deuda casi a coste cero, sin impacto en la demanda. Para las grandes multinacionales españolas, y las empresas exportadoras, el riesgo es más evidente en Latinoamérica.

Debemos permanecer alerta, sin embargo, ante los pinchazos de las burbujas creadas tras 19 billones de dólares de expansión monetaria por parte de los principales bancos centrales. Las consecuencias son imprevisibles. Pero España ha llevado a cabo una diversificación de sus mercados exportadores y una limpieza del endeudamiento privado que, en principio, permite que podamos mantener el rumbo del crecimiento. Y no olvidemos que cuando el riesgo en mercados emergentes aumenta, el capital tiende a orientarse hacia mercados más seguros y desarrollados.

Vuelve la Energía Nuclear. El Fin del Carbón

I´ve got no car and it´s breaking my heart, but I´ve got a driver and that´s a start” Beatles

La cifra es impresionante. En el mundo hay 437 reactores nucleares operativos, y se están construyendo otros 66, fundamentalmente en Asia.

Japón ha decidido reiniciar uno de sus reactores nucleares y tiene como objetivo seguir el proceso hasta recuperar parte de la generación perdida antes de Fukushima. (Inciso sobre seguridad: comparar la flota nuclear del mundo, que opera con seguridad y garantía, con un accidente en una isla de alta actividad sísmica que diseñó equivocadamente un muro de contención no es infantil, es manipular).

La decisión de China de duplicar su capacidad nuclear con 23GW más y seguir adelante con otros 50GW es parte de su búsqueda de un mix de generación equilibrado y competitivo. Efectivamente, China tiene bajo construcción y planeada potencia nuclear similar a sus instalaciones en energía solar y eólica. Se llama apostar por las nuevas tecnologías con lógica, y la sustitución del carbón sin poner en peligro el suministro ni la competitividad.

Al contrario de lo que nos intentan vender los Talibán nacionales que miran la energía como una pelea entre Darth Vader y Luke Skywalker, lo que demuestra la continuada apuesta por la energía nuclear, además de la renovable y el gas natural para generar electricidad, es lo importante que es un parque de generación equilibrado, con suficiente potencia de utilización continuada –hidraulica, nuclear y gas- que pueda suplir a las energías que no funcionan todo el tiempo –por la variabilidad del factor de carga dependiendo del viento o del sol y de la temperatura-.

En Alemania esa brutal subida de tarifas ha impedido que los consumidores se beneficiasen del desplome del precio del carbón y el gas

Mientras, en Alemania están sufriendo las consecuencias de la retirada de centrales nucleares. No solo se ha disparado la tarifa eléctrica para los consumidores, por las enormes subvenciones, llegando a un punto en el que la electricidad se ha convertido en un bien de lujo, como mostraba Der Spiegel, sino que esa brutal subida de tarifas ha impedido que los consumidores se beneficiasen del desplome del precio del carbón y el gas, que han llevado a los precios de la electricidad mayorista a caer más de un 50% desde los 70 euros por Mwh de hace unos años. Y sin embargo, en ese mismo periodo las tarifas han aumentado más del 40%.

En Francia, a unos kilómetros de la frontera alemana, mantienen 58 reactores y cuentan con la séptima factura de la luz más barata de la Unión Europea, además de ser el mayor exportador mundial de energía por su bajo coste y alta seguridad.

Aparte de los 66 reactores nucleares en construcción, el mundo planea construir otros 166, China, India, Rusia, EEUU, y los países árabes entre los principales promotores.

Si añadimos la capacidad nuclear planeada para los próximos diez años y la renovable, con la reducción de costes que se está llevando a cabo y la revolución tecnológica en seguridad, el futuro del carbón como fuente de generación es cada vez peor.

Impacto sobre el carbón y el uranio

¿Cuál es el impacto total de esta política?.

El carbón seguirá perdiendo peso en generación, y ni siquiera la caída del precio lo hace más competitivo que el gas natural en la mayoría de mercados. Con un nivel de sobrecapacidad productiva que se estima que continúe hasta 2017, y que yo creo que es estructural, la sustitución está garantizada. Como ocurre con el petróleo, la oferta y las exportaciones aumentan mientras la demanda tiene cada vez mayores fuentes para diversificar su suministro. Con China desacelerándose y buscando reducir sus emisiones de CO2, la nuclear, las renovables y el gas son una apuesta que ni las carboneras semiestatales niegan.

En cuanto al uranio, cuidado con las estimaciones. Los proyectos anunciados requerirían unas 66.000 toneladas de uranio, por lo que la demanda aumentaría un 30% por encima de la oferta actual. Pero no funciona así. Como llevo explicando desde hace años con el petróleo, hay que estimar usando la capacidad productiva, es decir cuánto se puede producir si se necesita. La realidad desde 2012 es que la capacidad productiva de uranio siempre ha sido igual o ligeramente superior en algunos casos a la demanda. Asimismo,conviene poner un cierto nivel de duda en la cantidad de proyectos nucleares anunciados, Porque luego muchos se retrasan, la financiación es complicada y cara, y a medio plazo yo siempre estimo que de los proyectos “en planificación” solo se construye un 15%. Si es así, el uranio seguirá en un nivel de capacidad productiva perfectamente ajustado a la demanda. Así que me cuesta ver el precio del uranio repuntar a niveles de 2010. Recordemos que la enorme subida de precio de 2004 a 2007 se produjo por una enorme especulación sobre los planes de China y el famoso “renacimiento nuclear”que era simplemente excesiva imaginación.

Cuanto más bajan los costes y mejora la eficiencia de las renovables y el gas, también se desplazan las necesidades nucleares

A medio plazo mis estimaciones son que la capacidad instalada no aumentará en 166 reactores sino más bien en 70. Eso reduce enormemente la demanda adicional de uranio y, a medida que pasa el tiempo, también se reduce la cantidad necesaria del mineral para generar la misma energía. La eficiencia aumenta. Y no olvidemos que todos esos planes se enfrentan a la inexorable competencia de las tecnologías disruptivas. Cuanto más bajan los costes y mejora la eficiencia de las renovables y el gas, también se desplazan las necesidades nucleares. Así que, nada, a competir.

Y si no les gusta la nuclear, ya saben. A innovar y crear alternativas que sean baratas, eficientes y de muy alto factor de carga. Sea lo que sea, ganamos todos.