El Laberinto Griego

“He who knows how will always work for he who knows why” David Lee Roth

Hoy hablaremos de Grecia.

¿Por qué la crisis de Grecia no afecta hoy a los mercados como lo hizo en el pasado?

La respuesta fácil es “por el helicóptero monetario de Draghi”. Efectivamente, el BCE crea cada tres meses “una Grecia” con su programa de €60.000 millones mensuales de recompra. Pero hay algo que olvidamos y que hace ese programa mucho más agresivo que los vistos  en Japón o EEUU. En el máximo del QE norteamericano, la Reserva Federal cubría el 87% de la oferta de bonos soberanos a 10 años de EEUU. En el caso del BCE, supone hasta un 120% de la oferta neta de bonos de algunos países.

Pero además hay que entender que, tras el episodio de Chipre, los cortafuegos en el sistema financiero son cada vez más eficientes. Hoy el 60% de la deuda griega está en manos de los países de la Eurozona, un 77% en total en manos del Fondo Monetario Internacional, el BCE y la Eurozona. Del total, ni un 15% está en manos de fondos extranjeros. Si Grecia hace impago, lo pagaremos los ciudadanos europeos.

¿No es la deuda griega insostenible?

Lo miremos como lo miremos, Grecia no es insolvente ni su deuda impagable.

Grecia paga el 2,6% de su PIB en intereses por la deuda, mucho menos que otros países incluido España. Ninguna agencia o analista considera que el país sea insolvente si esa cifra no llega al 10%. Además cuenta con un perfil de vencimientos mucho más a largo plazo que el resto de países de la Eurozona, con un vencimiento medio de 16,4 años. No es un problema, por lo tanto, de reestructurar. Grecia ya cuenta con condiciones mucho más ventajosas comparada con cualquier reestructuración. El gran error histórico de Grecia ha sido no valorar que cuenta con condiciones más atractivas que las que pretende conseguir rompiendo la baraja.

Siempre comentan la quita y ayudas a Alemania tras la Segunda Guerra Mundial. Pues bien, Grecia ha recibido el equivalente a 54 planes Marshall (el 214% de su PIB) y una quita del 70%, casi diez veces más de lo que recibió Alemania, que fue un 22% de su PIB, según el London Debt Agreement de 1953 (fuente NY Times).  Algunos dicen que ayudas han servido para pagar a ‘bancos extranjeros’. Para empezar, es incorrecto por ignorar el 70% de quita -pérdida soportada por los acreedores-. Pero en cualquier caso ¿para qué se creen que se utilizaron las ayudas a Alemania?

Ninguna reestructuración histórica ha sido más ventajosa que la griega. Sin embargo, gobierno tras gobierno buscan forzar una máquina que no funciona porque el problema griego era y es fundamentalmente de competitividad.Grecia se sitúa en el puesto 81 en el ranking global de competitividad comparado con España (35), Portugal (36) o Italia (49), es decir, la economía griega tiene niveles de competitividad similares a Irán o Argelia, no a un país europeo. Devaluar e imprimir no cambia ese problema. Durante décadas antes de entrar en la UE, Grecia acudía a las devaluaciones competitivas como solución mágica a problemas estructurales y los breves periodos de crecimiento inevitablemente llevaban a enormes recesiones que, en media, seguían generando crecimientos interanuales muy pobres.

Ninguna reestructuración histórica ha sido más ventajosa que la griega. Sin embargo, gobierno tras gobierno buscan forzar una máquina que no funciona

Como bien explica el profesor Michael Mitsopoulos en “Understanding The Crisis In Greece, from Boom To Bust” (MacMillan), los sucesivos gobiernos griegos han permitido a una creciente e ineficiente maquina estatal y burocrática fagocitar la economía productiva y siempre lo han disfrazado de crisis de deuda. Y el de Syriza no es distinto a los anteriores ya que su receta económica es la misma. Disfrazando sus propuestas bajo “crisis social” y centrando toda la atención en el fraude fiscal -que es y era un problema real- vuelven a obviar el enorme dilema de productividad y las barreras a la creación de empresas. Grecia se encuentra en el puesto 61 en cuanto a facilidad para hacer negocios (Doing Business, World Bank) comparado con España en el 33.

Una de las primeras medidas de Syriza en ese sentido no puede ser más reveladora: reabrir la TV pública, que pagan los griegos -entre otros conceptos- con un impuesto incluido en la tarifa eléctrica. Y luego, muy sociales ellos, hablar de que hay que “bajar la tarifa eléctrica”. ¿El gasto en defensa es desproporcionado?  La primera medida de Syriza, mantenerlo y cambiar suministrador a uno más caro. A Syriza no le interesa atacar el problema de productividad de su economía, igual que no le interesaba a los anteriores. Porque la alta productividad no genera clientes cautivos de los favores burocráticos y sectores buscadores de renta que dependan del estado.

¿Cuál es el problema para llegar a un acuerdo?

Punto número uno,  eliminar la recomendación de la UE superávit comercial. No importa que Grecia nunca haya mejorado su economía aumentando el déficit comercial, ni que no haya un plan explícito de donde y cómo se va a invertir ese exceso de importaciones. Dice Paul Krugman que si a Grecia se le permite no tener superávit comercial el paro bajaría un 10%… ¿Basado en?… Nada, porque nunca ha ocurrido. El paro en Grecia siempre se ha disparado tras los cortos periodos de inflar las importaciones.  Grecia es el ejemplo perfecto de repetir una y otra vez, con distintas siglas, los mismos errores del keynesianismo de cavar zanjas para luego taparlas -con el dinero de los demás-, lo que Mises llamaba “convertir pan en piedras”.

El gran escollo de las negociaciones de estos días no es llegar a un acuerdo que ayude a Grecia a mejorar y crecer, sino que la UE acepte aumentar los desequilibrios históricos de la economía griega y mantener el estado rentista. Y tras reestructuraciones y acuerdos, dentro de cinco años, volver a lo mismo.  Pero ya no cuentan con el factor miedo de “crear riesgo sistémico”.

«No se puede competir por ver quién se parece más a Syriza»

Daniel Lacalle Syriza
El Mundo, 1 de junio de 2015

Economista, gestor de fondos y rostro habitual en los debates económicos –y en los que no lo son–, Daniel Lacalle ha abandonado recientemente su puesto como vicepresidente de PIMCO, la mayor gestora de renta fija del mundo. La salida se produjo poco después de que Esperanza Aguirre afirmara que Lacalle iba a cambiar la City por Madrid para integrarse en su candidatura a la alcaldía. Por ello, su cambio profesional levantó no pocas suspicacias

Pregunta.- ¿Cómo ha sido su salida del fondo? ¿Ha tenido algo que ver su posible presencia en las listas de Esperanza Aguirre?

Respuesta.-Ha habido una desinformación absoluta en este tema. Lo que ha ocurrido es algo completamente normal en cualquier fondo que decide reorientar su estrategia y con el que sigo manteniendo una relación magnífica. No ha tenido nada que ver con las elecciones.

P.-¿Cuál es su vinculación con Esperanza Aguirre?

R.-No voy a negar que tengo una afinidad ideológica y personal de amistad con Esperanza Aguirre, que tiene un proyecto espectacular pero del que ni soy miembro, ni soy militante, ni asesor. Yo le doy mi apoyo como se lo puede dar cualquier ciudadano.

P.-¿Le llegó a plantear que formara parte de la candidatura?

R.-Claro, por supuesto. Lo que ocurre es que en ese momento, con mis compromisos, me era completamente imposible, lo cual no quita que yo apoyase su candidatura y su proyecto.

P.-¿Qué le parecen los resultados que ha obtenido?

R.- Me da mucha pena que el resultado haya sido peor de lo esperado. Porque Esperanza Aguirre no ha tenido una campaña, lo que ha tenido es una avalancha de ataques por todos lados, por lo que ha habido muy poco espacio para hablar de proyecto, de ideas para la ciudad, y demasiados ataques personales. Ha faltado un debate serio.

P.-¿Cómo se entiende que Cifuentes haya obtenido más votos que Aguirre en la ciudad de Madrid?

R.-La identificación con cualquier corrupción ha sido monstruosamente injusta. Yo recuerdo un programa en el que le ponían prácticamente como responsable de casos ocurridos en negocios privados de otras personas. Yo creo que ha habido una campaña muy agresiva en varios medios. A ello hay que añadir lo difícil que es defender un proyecto de bajos impuestos, reducción de burocracia y apertura tras las difíciles decisiones a nivel nacional.

P.- ¿El resultado electoral podría afectar económicamente a la ciudad?

R.- Creo que el impacto, como mínimo, es de parón. Y luego la incertidumbre es un enorme problema porque resulta muy difícil pensar que alguien se va a lanzar a invertir sin saber qué clase de Gobierno vamos a tener y qué clase de actitud y marco legal e impositivo se va a tener de cara a los creadores de empleo.

P.- ¿Percibe preocupación en la City ante la victoria de Podemos y sus marcas blancas en Madrid y Barcelona?

R.- Más que una preocupación, lo que percibo es sorpresa porque precisamente en estas ciudades es donde hay un mayor empuje de pequeños y medianos empresarios, de ahorradores que van a sufrir las políticas impositivas de estas fuerzas.

P.- ¿Ha caído el Gobierno en la complacencia?

R.-Yo creo que los partidos han caído en la complacencia de pensar que la recuperación económica era el factor determinante. Pero hay otras cosas como los principios y los valores que no se pueden olvidar ni quitar de tu ideario: bajos impuestos, apertura económica, crecimiento económico, reducir burocracia, defensa de la vida y la familia… Todos se han querido acercar a un batiburrillo socialdemócrata completamente peregrino prometiendo cosas que saben que son imposibles de financiar. Ante el auge de Podemos, todo el espectro político se ha movido hacia una izquierda de carta a los reyes magos de niños malcriados.

P.- ¿Y eso es palpable en la gestión y en las promesas electorales del PP?

R.- Al PP le ha hecho mucho daño su política fiscal porque ha ido directamente contra su electorado y contra su ideario. Han subido los impuestos más de lo que muchos partidos de izquierda pedían y se ha recortado menos el gasto que en muchos países de la UE, incluso en muchos que son más socialdemócratas.

P.- ¿Cree se puede llegar a echar por tierra la recuperación de la economía española?

R.- Lo que puede ralentizar la recuperación es la pérdida de la confianza. Si de aquí a las elecciones de noviembre los partidos políticos se lanzan a prometer ridiculeces… Lo que no se puede es entrar en una dialéctica de a ver quién propone gastar más y subir más impuestos. No se puede hacer un concurso de a ver quién se acerca más a Syriza.

Grecia y el resultado del populismo

La crisis griega vivida entre junio y julio probablemente haga que Syriza pase a la historia como uno de los gobiernos de mayor incompetencia de la historia.

Tsipras se ha comportado como un populista de libro. Prometiendo lo inalcanzable, y adoptando una postura negociadora de «órdago sin cartas», ha llevado a su país de un problema de negociación de condiciones financieras a un corralito y un referéndum, que pretendía dar fortaleza negociadora a Syriza, y que ha conseguido lo contrario. El viernes 10, el parlamento griego aceptaba una propuesta final de Tsipras que era más dura que la que los ciudadanos votaron «no». El populismo siempre promete el cielo y luego solo ofrece infierno.

La dimisión del ministro de finanzas Yannis Varoufakis también ha sido la culminación de una actitud de populismo de libro. Tsipras y Varoufakis llegaban al gobierno griego con una economía que empezaba a ver la luz al final del tunel. Grecia crecía un 0,8% en 2014, reducía su déficit público a la mitad y cerraba el ejercicio antes de las elecciones con superávit comercial. Varoufakis prometía un acuerdo rápido y positivo para los griegos. El día que dimitió no había acuerdo, la economía se encontraba en recesión y los ciudadanos se veían haciendo colas de horas en los cajeros para sacar 60 euros.

La política de aislarse de todos los países miembros de la Unión Europea ha sido un grave error. En lugar de buscar apoyos y alianzas con países relevantes y cercanos en sus propuestas, como Francia, Tsipras y Varoufakis se lanzaron contra todos desde una posición suicida, en la que no contaban ni con fondos ni con opciones para jugar el órdago.

Al final, como no podía ser de otra manera, Grecia presentó una propuesta diametralmente diferente a las promesas de Syriza. Privatizaciones, recortes y aumentos de impuestos mayores a los que hubieran acordado amigablemente unos meses antes de llevar al país al corralito apurando los plazos cuando no disponían de liquidez.

Pues bien, los 72.000 millones de euros estimados para el tercer rescate a Grecia van a ser muy dificiles de recuperar porque el gobierno de Syriza no ha presentado una sola medida que busque atajar el estado clientelar, mejorar la competitividad y facilitar la creación de empresas

Si recordamos la historia de los rescates recibidos por Grecia, suman 240.000 millones, 110.000 millones de euros en abril 2010, seguido de 130.000 millones en marzo de 2012. Adicionalmente, el país recibió una quita de la deuda y avales, además de apoyo del Banco Central Europeo, que ha permitido a Grecia tener uno de los costes más bajos y periodo de pago más largo de su deuda de todos los países de la Unión Europea. Si unimos a todo ello un nuevo rescate de 72.000 millones, Grecia habrá recibido en ayudas el equivalentes a un 254% de su PIB. Es decir, más de 56 planes Marshall y más de diez veces lo que recibió Alemania en el acuerdo de Londres de 1953.

Sin embargo, la economía griega ya está cayendo en picado. La producción industrial caía un 4% en un mes, y las estimaciones de crecimiento pasaban de un +0,5% a una caída del 2%. Es por ello que un Eurogrupo que desconfía totalmente de Syriza se encuentra muy dividido a la hora de dar otro rescate que probablemente se perderá. La posición de Finlandia es totalmente contraria al rescate, la de Holanda es similar, mientras que Alemania es más conciliadora. Francia e Italia son los más proclives al rescate.

Pero lo importante no es la cantidad desorbitada invertida -si se recupera- en rescatar a Grecia, sino que no se resuelven los problemas estructurales de la economía griega:

– Un sector público hipertrofiado y clientelar que historicamente siempre ha gastado mucho más de lo que ingresaba. Además de un gasto público que pesa casi un 59% del PIB y que continúa en términos absolutos por encima del pico de la burbuja de 2007, la media anual de déficit fiscal de Grecia desde su entrada en el euro ha sido del 8%. En los 20 años anteriores a su entrada en el euro, dicha media anual de déficit superaba el 7%.

– Muy baja competitividad. la economía griega tiene uno de los índices de competitividad más bajos de la OCDE. De hecho, se encuentra a nivel de países como Argelia o Irán.

– Enormes escollos para la creación de empleo y empresas. Según el Banco Mundial, el país tiene una de las posiciones más bajas en el ranking de facilidad para crear empresas debido a sus altísimas cargas sociales y una burocracia entorpecedora.

De nuevo, el gobierno griego prefiere atacar la creación de empleo y valor añadido además del consumo antes de atacar el gasto clientelar. El estado griego mantiene cientos de “comités” de “análisis” que emplean a más de 10.000 personas y cuestan alrededor de 200 millones de euros anuales. Más de 70 empresas públicas con una media de empleados que llega a ser un 30% superior a cualquier comparable europea, y la mayoría generadoras de pérdidas. Muchos se rasgan las vestiduras con el gasto en defensa de Grecia y pocos dicen que Syriza se ha negado a reducirlos en 400 millones de euros, como pedía la UE.

También conviene resaltar la responsabilidad de la Unión Europea que no monitoriza el gasto público griego. Al centrarse solamente en los grandes números, olvida que sigue perpetuándose una burocracia clientelar y un sistema hipertrofiado. Y sin atacar ese problema, la economía productiva no va a renacer.

El verdadero drama es que con las medidas anunciadas por Syriza en lo que concierne a impuestos, se pone otro palo en las ruedas de los sectores creadores de riqueza y empleo.

La confianza en el estado griego es inexistente y el miedo a una salida del euro continúa desmoronando las posibilidades de crecimiento del país, ya que supondría la quiebra del sistema de pensiones y seguridad social, además de un empobrecimiento inmediato con una devaluación del 50-70%. La salida del euro de Grecia supone no solo llevar al país diez años atrás y lanzarlo a una enorme recesión con inflación disparada, sino que sentaría un grave precedente ante una Unión Europea frágil y dividida, lo cual llevaría las primas de riesgo al alza y la inversión en países periféricos a la baja ante la posibilidad de nuevos casos de salida y devaluación.

A cierre de este artículo se articulaba un acuerdo «in extremis» para mantener a Grecia en la Unión Europea y la Eurozona. Las nuevas exigencias del Eurogrupo y el deterioro a onos vista de la economía helena se encuentran con un gobierno cuya incompetencia manifiesta ha llevado al país a una situación de recesión o debacle.

Porque el banco central europeo puede apoyar, pero no imprime crecimiento. La política monetaria no soluciona los problemas de competitividad. Los enmascara.

Me temo que dentro de tres años, hablaremos de nuevo de la crisis griega, mientras el gobierno pone otra piedra en el zapato a las empresas y consumidores.

La Falacia de que las grandes empresas no pagan casi impuestos

Artículo de Javier G. Echegaray, cortesía de Libertad Digital y disponible completo aquí.

Suele ser habitual leer en los medios noticias sobre lo poco que pagan las grandes empresas por Impuesto de Sociedades -en adelante IS-. El objetivo de este análisis es aportar datos que ofrezcan luz sobre la cuestión, para lo que me basaré en la última Memoria de la Administración Tributaria disponible a fecha de hoy y que corresponde al ejercicio fiscal de 2011, así como datos de Eurostat para comparar el caso español con otras economías europeas.

En primer lugar, ¿de verdad pagan tan poco las grandes empresas?En el siguiente gráfico resumo cómo se calcula el IS con datos acumulados de dos categorías de empresa: entidades pertenecientes o no a un grupo consolidado. En el primer caso, se encuadran las empresas de menor dimensión; en el segundo, al formar parte de un grupo de sociedades, se consideran empresas de mayor dimensión.

El punto de partida es la base imponible, que, a su vez, se calcula sobre el resultado contable obtenido en el ejercicio y sobre el que se aplican diversos ajustes, desde excluir el gasto contable por impuesto de sociedades -que no es lo que efectivamente paga una empresa por IS- hasta eliminar diversas provisiones que no son fiscalmente deducibles o compensar las bases imponibles acumuladas por pérdidas de ejercicios anteriores.

De esa forma, se obtiene la base imponible: si es positiva se tributa, y, en caso contrario, se acumula para compensar en la liquidación del IS los beneficios que se registren en el futuro.

Como se puede observar en el anterior gráfico, las entidades de mayor dimensión tributaron en 2011 a un tipo superior del 30% frente al tipo reducido del 25% de las pequeñas. Y aunque disfruten de mayores minoraciones en la cuota, pagan lo mismo. En comparación con su base imponible, las grandes empresas pagan un tipo efectivo del 18,7% mientras que las de menor tamaño pagan un 18,6%.

En cuanto a las minoraciones a la cuota, se trata principalmente dededucciones por doble imposición que se producen porque la empresa obtiene ingresos por dividendos de otras empresas. Estos dividendos son beneficios que ya tributaron en la empresa de origen, por lo que para evitar una doble tributación se procede a excluirlos del cálculo del impuesto a pagar.

El impacto de estas deducciones -totalmente justificado- es notable. Mientras las grandes empresas tienen un tipo efectivo inferior (18%) al de las Pymes (19%/20%), si se ajusta por las deducciones, éste es muy similar (22% vs 21%/23%).

Hay que considerar que en el caso de los grupos consolidados, las sociedades cabecera o holding de las que depende el resto de empresas del grupo son las que, por lo general, deben hacer frente a las deudas y, precisamente, el ingreso obtenido por el dividendo de las filiales es su principal vía de obtener recursos para hacer frente a los pagos.

De todas formas hay que destacar que el IS es sólo una parte de los impuestos y tasas a los que deben hacer frente las empresas. En el caso español, el sistema fiscal aplicable a las compañías incluye un total de 71 figuras tributarias, que, si bien pueden parecer muchas, se quedan cortas en comparación con las 128 existentes en Italia.

Además, si se analiza la composición fiscal por el tipo de contribuyente, las empresas y autónomos soportan en España una mayor carga fiscal relativa frente a otros países de nuestro entorno.

De hecho, si bien en España la recaudación medida sobre el PIB es relativamente baja (puesto 20 de 29 países), en términos de carga impositiva sobre las empresas y autónomos, su posición asciende alnúmero 10 de la UE.

En este punto, conviene destacar que el grueso de la recaudación por IS recae en las grandes empresas. Así, tal y como puede comprobarse en el siguiente link de @Absolutexe, en 2013 el 0,079% de las empresas aportaron el 53% de la recaudación total del IS. Es decir, son las empresas de mayor dimensión las que concentran el grueso de la recaudación en esta materia.

Por último, recordar que la evolución de la recaudación por IS está determinada por la actividad de las empresas. Así pues, debe ponerse en contexto el negativo impacto de la crisis en las empresas según al sector al que pertenezcan. Desde el estallido de la burbuja inmobiliaria hasta 2011, la recaudación por IS bajó a la mitad, pero si se excluyen las actividades vinculadas con el ladrillo (construcción, servicios inmobiliarios o banca), la pérdida se limita a poco más de una tercera parte.

Durante los años de crisis, el resultado contable de las empresas se ha desplomado (un 94% menos), pero el de las sociedades con resultado positivo -mejor referencia de la recaudación positiva- ha descendido un 34%, bastante menos. Es la evolución de las sociedades en pérdidas la que explica esa diferencia.

Precisamente, son esas pérdidas acumuladas en los últimos años -visibles en la barra roja del siguiente gráfico- la principal razón que convierte en un ejercicio absurdo el cálculo del pago de impuestos sobre el resultado contable positivo, dado que esos números rojos permiten compensar la factura fiscal sobre futuros beneficios.

Dicho de otro modo, dichas pérdidas funcionan como una especie de crédito fiscal que el Estado concede a las empresas (los números rojos aminoran el pago de impuestos sobre futuros beneficios) y que, como comentamos anteriormente, es uno de los ajustes a realizar entre el resultado contable y la base imponible.

En definitiva, las grandes empresas no pagan pocos impuestos con respecto a las pequeñas, asunto diferente es plantearse la existencia o no de ciertas deducciones, pero lo que pagan está vinculado, en última instancia, con el entorno de mercado en el que operan. De hecho, lo que demuestran los datos es que las empresas y autónomos en España soportan una carga fiscal relativamente elevada en comparación con otros países europeos.

DATOS ACTUALIZADOS 2015 (cortesía Diego de la Cruz)

La contribución fiscal de las empresas del Ibex 35 aumentó un 3% a lo largo del año 2015. En total, las compañías incluidas en el selectivo dejaron al fisco alrededor de 8.524 millones de euros en concepto del Impuesto de Sociedades, tal y como se desprende de las cuentas presentadas ante la CNMV.

Según ha determinado Cecilia Castelló en Cinco Días, la suma total aportada por las 35 empresas del Ibex a lo largo de 2014 ascendía a 8.254 millones de euros. Por tanto, entre 2014 y 2015 vemos que las cotizadas han aportado 270 millones de euros más a la Hacienda española.

El grupo que más impuestos pagó fue el Banco Santander, con 3.120 millones de euros, frente al los 1.274 millones que aportó BBVA. El top cinco de las empresas del Ibex 35 que pagan más a Hacienda lo cierran Inditex, con 861 millones, Gas Natural, con 573 millones, e Iberdrola, con 527 millones.

El términos efectivos, esta liquidación fiscal se traduce en que las grandes empresas pagaron a Hacienda un 23% de sus beneficios. El tipo general del Impuesto de Sociedades estaba fijado en el 25% en 2016. Por tanto, pagar un 23% no supone un descuento significativo frente al tipo general.

Mitos y realidades de la fiscalidad empresarial

Lamentablemente, el debate tributario se ha contaminado de afirmaciones falaces que sostienen que la fiscalidad empresarial en España se sitúa por debajo del 5%. Este dato proviene de interpretar equivocadamente que la forma de calcular los impuestos aportados por las empresas pasa por comparar sus aportaciones al fisco español con sus beneficios obtenidos a nivel mundial. En realidad, la base imponible de los impuestos pagados en España son los beneficios obtenidos en España, por lo que los cálculos que insinúan que las grandes empresas de nuestro país apenas pagan impuestos no pueden estar más equivocados.

Por otro lado, como explicó Libre Mercado, los datos de Hacienda muestran también que:

la aportación fiscal de las grandes empresas es notable. Así, apenas el 0,1% de las sociedades registradas en nuestro país aporta la mitad de la recaudación derivada del Impuesto de Sociedades. Hablamos de 1.171 compañías que generan 11.000 millones a Hacienda.

De esos 11.000 millones que generan las firmas de mayor tamaño, unos 8.500 millones vienen de las 35 empresas que están incluidas en el Ibex. Por tanto, las sociedades que están en el selectivo aportan alrededor del 30% de los ingresos que obtuvo Hacienda por el Impuesto de Sociedades.