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La volatilidad de los mercados bursátiles de los últimos días ha tomado a mucha gente por sorpresa, y lleva también a muchos a pensar que las caídas pueden ser la antesala de una enorme recesión.Hace ya muchos años que llevo pidiéndole a los analistas que eviten equiparar bolsa con macroeconomía. Lo explico en “Nosotros los Mercados”. La bolsa puede descontar mejoras en la economía real, pero desde que entramos en la era de los bancos centrales y la expansión cuantitativa, descuenta también mucho más lo que se llama efecto “coste de capital”, es decir, expectativas de depreciación de moneda, decisiones sobre los tipos de interés o aumentos de la masa monetaria. Y cuando las bolsas suben demasiado por política monetaria, también caen ante ella.
Esto nos lleva a China. Las preocupaciones por el modelo de crecimiento de la economía china ni son nuevas ni tienen, de momento, un impacto relevante sobre España.
Yo llevo alertando desde 2013 en El Confidencial sobre lo que llamo el “Plan E con Esteroides” chino, un modelo endeudado, ineficiente, de estímulo constante de la demanda interna a través de sectores de baja productividad. China hoy necesita cuatro veces más deuda para generar una unidad de PIB que hace cinco años. Es por ello que debemos aplaudir la decisión del gobierno de frenar un crecimiento sin sentido por uno orientado a la exportación y el consumo. Atrás quedan las famosas ciudades-fantasma, la sobrecapacidad industrial –que ya alcanza casi el 30%-, los paneles solares sin uso y los molinos de viento sin conectar a la red. Eso sí, con el cambio de patrón de crecimiento también sufre una bolsa repleta de empresas semi-estatales dependientes de la deuda y subvenciones. Y las decisiones del gobierno chino de bajar tipos de interés, devaluar y a la vez inyectar dinero a las bolsas, han generado un maremoto en un mercado en el que los inversores minoritarios suponen más del 85% de la operativa.
¿Cómo puede ser que la ralentización china no afecte a España? ¿Pone en peligro la recuperación?
Por el lado de las exportaciones españolas, China es el undécimo país en cuanto a cifra de ventas. Sin embargo, compramos mucho más al gigante asiático, 19.766 millones de euros, de lo que le vendemos, 4.080 millones, según cifras de 2014. Esto significa que, en principio, la devaluación del yuan y la política exportadora china nos beneficiarían al comprar más barato –en euros- y la ralentización china no tiene por qué afectarnos en el modelo exportador español. La gran mayoría de nuestras exportaciones son a países de la Unión Europea y EEUU.
Adicionalmente, el cambio de modelo chino, y la moderación en la expansión industrial descontrolada, ayudan a que el petróleo y las materias primas sigan a precios bajos, ya que China es uno de los principales consumidores de crudo, cobre, carbón y mineral de hierro. Por lo tanto, y llevamos beneficiándonos desde 2013, un menor precio de dichas materias primas ayuda a que nuestra balanza comercial con el exterior continúe mejorando.
Los riesgos se encuentran más por el lado de países como Alemania o Francia, que son importantes socios comerciales de España y a la vez exportan mucho más a China.
El cambio de política del estado chino, orientado a exportar más, llevará con casi total seguridad a un impacto en los precios globales. Por mucho que los bancos centrales quieran crear inflación, China exporta deflación al aumentar sus ventas de productos baratos al mundo.
De momento, ninguno de los indicadores adelantados españoles ha sufrido. España ha estado afianzando la recuperación ya en el periodo en el que China mostraba señales más que evidentes de desaceleración. El impacto en el mercado financiero es muy limitado, también. China no es un gran comprador de bonos soberanos españoles, y hemos visto esta semana como el Tesoro colocaba deuda casi a coste cero, sin impacto en la demanda. Para las grandes multinacionales españolas, y las empresas exportadoras, el riesgo es más evidente en Latinoamérica.
Debemos permanecer alerta, sin embargo, ante los pinchazos de las burbujas creadas tras 19 billones de dólares de expansión monetaria por parte de los principales bancos centrales. Las consecuencias son imprevisibles. Pero España ha llevado a cabo una diversificación de sus mercados exportadores y una limpieza del endeudamiento privado que, en principio, permite que podamos mantener el rumbo del crecimiento. Y no olvidemos que cuando el riesgo en mercados emergentes aumenta, el capital tiende a orientarse hacia mercados más seguros y desarrollados.
I´ve got no car and it´s breaking my heart, but I´ve got a driver and that´s a start” Beatles
La cifra es impresionante. En el mundo hay 437 reactores nucleares operativos, y se están construyendo otros 66, fundamentalmente en Asia.
Japón ha decidido reiniciar uno de sus reactores nucleares y tiene como objetivo seguir el proceso hasta recuperar parte de la generación perdida antes de Fukushima. (Inciso sobre seguridad: comparar la flota nuclear del mundo, que opera con seguridad y garantía, con un accidente en una isla de alta actividad sísmica que diseñó equivocadamente un muro de contención no es infantil, es manipular).
La decisión de China de duplicar su capacidad nuclear con 23GW más y seguir adelante con otros 50GW es parte de su búsqueda de un mix de generación equilibrado y competitivo. Efectivamente, China tiene bajo construcción y planeada potencia nuclear similar a sus instalaciones en energía solar y eólica. Se llama apostar por las nuevas tecnologías con lógica, y la sustitución del carbón sin poner en peligro el suministro ni la competitividad.
Al contrario de lo que nos intentan vender los Talibán nacionales que miran la energía como una pelea entre Darth Vader y Luke Skywalker, lo que demuestra la continuada apuesta por la energía nuclear, además de la renovable y el gas natural para generar electricidad, es lo importante que es un parque de generación equilibrado, con suficiente potencia de utilización continuada –hidraulica, nuclear y gas- que pueda suplir a las energías que no funcionan todo el tiempo –por la variabilidad del factor de carga dependiendo del viento o del sol y de la temperatura-.
En Alemania esa brutal subida de tarifas ha impedido que los consumidores se beneficiasen del desplome del precio del carbón y el gas
Mientras, en Alemania están sufriendo las consecuencias de la retirada de centrales nucleares. No solo se ha disparado la tarifa eléctrica para los consumidores, por las enormes subvenciones, llegando a un punto en el que la electricidad se ha convertido en un bien de lujo, como mostraba Der Spiegel, sino que esa brutal subida de tarifas ha impedido que los consumidores se beneficiasen del desplome del precio del carbón y el gas, que han llevado a los precios de la electricidad mayorista a caer más de un 50% desde los 70 euros por Mwh de hace unos años. Y sin embargo, en ese mismo periodo las tarifas han aumentado más del 40%.
En Francia, a unos kilómetros de la frontera alemana, mantienen 58 reactores y cuentan con la séptima factura de la luz más barata de la Unión Europea, además de ser el mayor exportador mundial de energía por su bajo coste y alta seguridad.
Aparte de los 66 reactores nucleares en construcción, el mundo planea construir otros 166, China, India, Rusia, EEUU, y los países árabes entre los principales promotores.
Si añadimos la capacidad nuclear planeada para los próximos diez años y la renovable, con la reducción de costes que se está llevando a cabo y la revolución tecnológica en seguridad, el futuro del carbón como fuente de generación es cada vez peor.
¿Cuál es el impacto total de esta política?.
El carbón seguirá perdiendo peso en generación, y ni siquiera la caída del precio lo hace más competitivo que el gas natural en la mayoría de mercados. Con un nivel de sobrecapacidad productiva que se estima que continúe hasta 2017, y que yo creo que es estructural, la sustitución está garantizada. Como ocurre con el petróleo, la oferta y las exportaciones aumentan mientras la demanda tiene cada vez mayores fuentes para diversificar su suministro. Con China desacelerándose y buscando reducir sus emisiones de CO2, la nuclear, las renovables y el gas son una apuesta que ni las carboneras semiestatales niegan.
En cuanto al uranio, cuidado con las estimaciones. Los proyectos anunciados requerirían unas 66.000 toneladas de uranio, por lo que la demanda aumentaría un 30% por encima de la oferta actual. Pero no funciona así. Como llevo explicando desde hace años con el petróleo, hay que estimar usando la capacidad productiva, es decir cuánto se puede producir si se necesita. La realidad desde 2012 es que la capacidad productiva de uranio siempre ha sido igual o ligeramente superior en algunos casos a la demanda. Asimismo,conviene poner un cierto nivel de duda en la cantidad de proyectos nucleares anunciados, Porque luego muchos se retrasan, la financiación es complicada y cara, y a medio plazo yo siempre estimo que de los proyectos “en planificación” solo se construye un 15%. Si es así, el uranio seguirá en un nivel de capacidad productiva perfectamente ajustado a la demanda. Así que me cuesta ver el precio del uranio repuntar a niveles de 2010. Recordemos que la enorme subida de precio de 2004 a 2007 se produjo por una enorme especulación sobre los planes de China y el famoso “renacimiento nuclear”que era simplemente excesiva imaginación.
Cuanto más bajan los costes y mejora la eficiencia de las renovables y el gas, también se desplazan las necesidades nucleares
A medio plazo mis estimaciones son que la capacidad instalada no aumentará en 166 reactores sino más bien en 70. Eso reduce enormemente la demanda adicional de uranio y, a medida que pasa el tiempo, también se reduce la cantidad necesaria del mineral para generar la misma energía. La eficiencia aumenta. Y no olvidemos que todos esos planes se enfrentan a la inexorable competencia de las tecnologías disruptivas. Cuanto más bajan los costes y mejora la eficiencia de las renovables y el gas, también se desplazan las necesidades nucleares. Así que, nada, a competir.
Y si no les gusta la nuclear, ya saben. A innovar y crear alternativas que sean baratas, eficientes y de muy alto factor de carga. Sea lo que sea, ganamos todos.
“Devaluing a currency is like peeing in bed. It feels good at first, but pretty soon it becomes a real mess” Frase atribuida a un miembro de la Reserva Federal por el Wall Street Journal
Hace ya más de dos años que comentábamos en esta columna que se desataba la guerra de divisas.
Ayer se sumaba el banco central chino con dos devaluaciones consecutivas. Lo que iba a ser “una vez” ha sido dos en un par de días. Y eso que el Premier Li decía en abril de 2015 que no iba a acudir a la devaluación para intentar exportar más.
Y las consecuencias no se han dejado esperar. Caídas de bolsas y miedo.China nos va a hacer con creces lo que le hemos intentado hacer nosotros con la política expansiva durante años.
Porque la guerra de divisas es una forma de proteccionismo. Intentar proteger a nuestras industrias poco competitivas abaratando artificialmente unos costes que son incapaces de conseguir innovando y mejorando. Y “el proteccionismo nos enseña a hacernos a nosotros mismos en tiempos de paz lo que nuestros enemigos nos hacen en tiempo de guerra”, como decía Henry George.
Decía Robert Plosser que la devaluación es la política de empobrecer al vecino. Suena como una idea estupenda, vamos a devaluar la moneda porque así exportamos más a los que no devalúan… hasta que el vecino es el Primo de Zumosol –China- y se harta de japoneses, europeos, norteamericanos y los 28 bancos centrales del mundo que están bajando tipos, y decide hacerte la gracia a ti.
“Son para apoyar las exportaciones”. Parece lógico ¿no?. Si nuestra moneda vale menos, nuestros productos son más baratos y exportamos más. Solo tiene un problema. Las importaciones se disparan. En Japón el déficit comercial se disparó con Abenomics. Japón tuvo superávit comercial entre 1980 y 2011, y se metió en un enorme déficit al comenzar la guerra de divisas. Encima las exportaciones no han llegado al máximo histórico de 2008.
En realidad no se busca “exportar más”. Las exportaciones europeas han ralentizado su crecimiento tras la decisión del BCE de empezar a devaluar el euro contra sus monedas de referencia. Lo que se busca es sostener a los sectores obsoletos e ineficientes para que se perpetúen. Los sectores de alto valor añadido no necesitan devaluaciones. Los productos diferenciados y de alta calidad siempre encuentran mercado. Son los sectores endeudados y de bajo valor añadido los que necesitan una moneda más débil para dar otro coletazo antes de extinguirse.
No se hace la economía más competitiva. Solo con la reacción devaluadora de tus enemigos en la guerra de divisas se revierte todo lo “conseguido”. Es una medida de competitividad falaz, artificial y, como mucho, temporal.
No se reduce el paro, pero se hunden los salarios reales. Una devaluación no deja de ser empobrecer a todos para sostener a unos pocos.
Si devaluar fuera la panacea para exportar, Venezuela, Argentina y Zimbabwe serían los reyes del comercio mundial
No se combate la deflación. Se aumenta. China, devaluando, sostiene sectores con sobrecapacidad, igual que lo hace EEUU, Japón y Europa. Así, no solo no aumenta la producción industrial, como vemos en Europa, cayendo un 0,4% en junio tras una caída del 0,2% en mayo, sino que se reduce aún más la tasa utilización industrial, que en Europa no llega al 76% y China al 60%, porque se perpetúa la sobrecapacidad de los sectores obsoletos.
Una devaluación, de hecho, es una subvención de los ahorradores y sectores de alto valor añadido a los segmentos en decadencia.
No es correcto que con las devaluaciones competitivas se eviten las recesiones. Todo lo contrario. Se crea el efecto olla a presión. Se disfrazan los desequilibrios de las economías temporalmente y, cuando salta, el efecto acumulativo de mantener ineficiencia y esconder falta de competitividad lleva a un impacto mayor.
Es fácil, si devaluar evitase las recesiones no habrían tenido ni una en EEUU o la OCDE desde la ruptura del patrón Oro.
No sorprende, por ello, que China intente la guerra de divisas. Primero intentó suplir sus problemas de competitividad con deuda, luego con estímulos y ahora bajando el valor de la moneda. El efecto deflacionista de la guerra de divisas está servido.
Lo llevo diciendo desde hace años. Si devaluar fuera la panacea para exportar,Venezuela, Argentina y Zimbabwe serían los reyes del comercio mundial.
Para exportar lo que hace falta son buenos productos y valor añadido, no bajos costes.
Si nos creíamos que en Japón, EEUU y la UE íbamos a ser los listos de la clase devaluando, ahora vamos a tener dos tazas chinas de nuestra propia receta.