Piketty se equivoca

El confidencial 31/5/2014

“There is always inequality in life. Some men are killed in a war and some men are wounded and some men never leave the country. Life is unfair” John F. Kennedy

Si recuerdan la polémica con las famosas hojas de Excel de Rogoff y Reinhardt, no les sorprenderá la ronda de acusaciones que hemos vivido esta semana respecto al libro de Thomas Piketty “El Capital en el siglo XXI”.

El Financial Times  publicaba el pasado sábado un artículo cuestionando los datos y las conclusiones del libro sobre el aumento desproporcionado de la riqueza en las clases altas en los últimos años. Piketty respondía en detalle unos días después. Gracias a la polémica, hoy disponemos de gran cantidad de datos y se puede contrastar la relevancia de cada uno.

El problema de fondo siempre es el mismo. No es el análisis económico, sino la conclusión política lo que falla. Lo mismo ocurrió con las conclusiones sobre deuda y crecimiento de Reinhardt y Rogoff. Aunque no se desmentía que los países con más endeudamiento crecen menos, si se ponía en duda la conclusión drástica de que dejasen de crecer o decreciesen.

En el caso de Piketty es similar. No se desmiente la validez de muchos datos, pero se desmonta radicalmente la conclusión política, que aparece forzada, retorcida y desligada de los mismos. Su recomendación de que se debe expropiar y confiscar la riqueza no proviene de la información recopilada, enormemente valiosa, sino de su filosofía personal y percepción política: Que la riqueza es injustificada y debe ser redistribuida, por supuesto, por el estado. Desprecia el factor riesgo y el esfuerzo en la generación de riqueza e ignora las ineficiencias y obstáculos creados por el estado

Piketty asume que la acumulación de riqueza es uniforme y constante, a pesar de mostrar, en sus propios datos, enormes caídas y fluctuaciones –de hasta el 78%- en los periodos recesivos. Para él la riqueza es simplemente acumulativa, cuando el propio análisis de las mayores fortunas en treinta años muestra bancarrotas y variaciones muy relevantes.

Piketty también olvida, al calcular la riqueza del 1% de la población, un factor esencial, la deuda contraída. En vez de analizar una rentabilidad sobre el capital empleado de los distintos extractos de población, asume que quien ha tomado un préstamo, creado una empresa y ganado una fortuna, no merece el fruto de su riesgo y esfuerzo comparado con quien se haya quedado en casa. O aun peor, asume que ese esfuerzo es irrelevante, su fruto inmerecido, y debe entregarse al estado para que lo redistribuya, … si lo hace. Piketty no analiza en ningún caso si las políticas redistributivas aplicadas en su país, Francia, han sido efectivas. Claramente no, cuando muestra un aumento de la desigualdad similar al de países más liberales.

Olvidar, como hace Piketty, que el importantísimo aumento de la riqueza en las clases bajas que él mismo muestra en sus datos es una gran noticia y un éxito del capitalismo demuestra una perspectiva de la economía “recaudatoria”. Dicho aumento de riqueza proviene de depósitos y valor de inmuebles, con un porcentaje de deuda contraída mucho menor que el de las clases medias o altas.

Ignorar el riesgo y esfuerzo tomado para acceder a esa riqueza lleva a desincentivar que se siga creciendo. ¿Para qué esforzarse?. Al asumir la riqueza en los países avanzados como una anomalía injusta, casi gratuita, comete un grave error. Lo demuestra el hecho de que ignore totalmente el impacto negativo en crecimiento y desigualdad de los países con un alto nivel de clientelismo e intervencionismo o corrupción.

No es de extrañar, porque Piketty no cuestiona el papel de los estados ni su nivel de intervención en la economía, de hecho la justifica, al analizar la riqueza desde un punto de vista recaudatorio, no de esfuerzo, riesgo o creación de valor.

Redistribución. Siempre, por supuesto, partiendo de la base de que su dinero no es suyo y su éxito, inmerecido.

Si algo se desprende de los datos del libro de Piketty, y confirmado por Angus Deaton en el excelente libro “The Great Escape:Health, Wealth, and the Origins of Inequality” es que el mundo hoy ha conseguido reducir la pobreza radicalmente y mejorar la calidad de vida de la mayoría.

Lo que olvida Piketty es donde se crea el verdadero problema de pobreza y desigualdad, que no es en EEUU, Suecia o Reino Unido, países a los que gran parte de los ciudadanos del mundo buscan emigrar por sus oportunidades, sino en los países muy intervenidos y los eternamente emergentes. El propio Kenneth Rogoff lo mencionaba en un excelente artículo “? Donde está el problema de la desigualdad?”. El capitalismo ha conseguido una mayor reducción de la pobreza global en los últimos treinta años que en todo el periodo analizado por Piketty en su libro.

En mi opinión, Piketty pierde la perspectiva sobre el gran problema, que es el intervencionismo, clientelismo y corrupción. Merece la pena leer el estudio de Anne Krueger “La economía política de las sociedades rentistas” donde se muestra que la falta de libertad, instituciones independientes y transparencia tienen mayor impacto sobre la desigualdad, pobreza y crecimiento para todos los ciudadanos.

Piketty no rechaza la desigualdad como algo negativo, pero asumía, incorrectamente, que los niveles de la misma llegaban a máximos cercanos a los registrados antes de graves conflictos o guerras y que, por lo tanto, se debía prevenir con megaimpuestos para evitar un estallido bélico.

Pues bien, ese análisis apocalíptico se desmonta cuando los datos muestran que los niveles de desigualdad no son ni remotamente cercanos a los de épocas pre-bélicas y, sobre todo, cuando pasa de puntillas, no por casualidad, sobre el hecho de que el mayor aumento de la riqueza de las clases pobres y medias se dio entre 1980 y 1995, esa era “neoliberal” malvada para algunos. Un aumento en Reino Unido del 34% de la renta per cápita real para las clases más pobres y un 39% en Estados Unidos.

Los mayores errores del libro de Piketty se encuentran en las conclusiones sobre el Reino Unido, donde la diferencia entre sus datos y los del Financial Times llevan a conclusiones diametralmente diferentes, como muestra The Economist y, en el caso de EEUU, John Cassidy . No solo no ha aumentado la desigualdad a niveles “pre-belicos” sino que en el caso de Reino Unido se ha moderado. En el caso de EEUU se muestra que el porcentaje de riqueza total del primer percentil alcanzó su máximo en 1995 y no ha aumentado, de hecho ha descendido.

Lean los informes que desmontan la causalidad que promueve Piketty, mostrando que no existe evidencia empírica. Tal y como comenta Daniel Marbella, demasiado simple que se pueda explicar tanto sin incluir variables como cambio tecnológico, instituciones políticas y reglas de mercado, etc. Estudiando África del Sur, se puede ver que top 1% share cae 1940-1990, pero aumenta la desigualdad blanco vs negros:

Cortesía de Daniel Marbella
Cortesía de Daniel Marbella

 

Continúa Marbella comentando que Acemoglu y Robinson no solo encuentran muy baja correlación utilizando la misma técnica (VAR), sino que no encuentran lógico que una fórmula diga dónde y cómo surge la desigualdad y sea clave para crear políticas adecuadas, y no en narrativas aparentemente coherentes pero sin sustento empírico. Es decir, ante un shock de (r-g), el capital no aumenta en términos de contabilidad nacional, tesis central del aumento de la desigualdad vs trabajo. Construye un modelo econométrico con datos reales para 19 países durante 30 años. 75% casos, tesis Piketty negativa:

 

Cortesía de Daniel Marbella
Cortesía de Daniel Marbella

 

A Piketty no parece preocuparle si el estado distribuye bien o mal, despilfarra, o acapara hasta un 50% de la riqueza y propone algo que es simplemente impracticable: una tasa global a la riqueza. Es imposible asumir que todos los países del mundo adopten una medida así. Y él lo sabe, pero su propuesta será recibida con brazos abiertos por gobiernos y partidos. No se puede pretender una medida global de semejante calado por una sencilla razón, siempre va a existir un grupo de países que no van a estar dispuestos a implementarla.

Buscar la igualdad a cualquier precio es desincentivar la creación de riqueza y empobrecer a todos. Pretender que un mega-impuesto distribuye correctamente la riqueza es despreciar el esfuerzo y el riesgo. Pensar que las medidas confiscatorias no tienen impacto sobre el crecimiento y el progreso es más que aventurado, sobre todo cuando no menciona que el periodo en que más ha crecido la desigualdad en los países con más sector público de Europa, según sus propios datos, ha coincidido con un creciente gasto y poder político.

Atraer capital y crear riqueza, mejorando la renta disponible de todos, genera más oportunidades y crecimiento. La desigualdad no se reduce con políticas confiscatorias, sino con incentivos para crear riqueza.

No hace falta entrar en medidas confiscatorias. El fracaso de las mismas ya lo vivimos hace muy poco, cuando la tasa marginal del impuesto sobre la renta era del 80% y Reino Unido, por ejemplo, era “el enfermo de Europa, condenado a mendigar, pedir prestado o robar” (Henry Kissinger).

El objetivo primordial debe ser garantizar la libertad, que permite crecimiento y desarrollo. Como me decía un taxista el otro día en Londres “volver a 1973 le debe parecer estupendo a cualquiera que no haya vivido en 1973… o a un loco”.

El premio Pulitzer Charles Krauthammer decía que «existe una razón por la que en Nueva York hay una estatua de la libertad. Que no es una estatua de la igualdad.». El debate continuará.

Otros informes desmontando los errores de Piketty:

Informe del FMI (Carlos Goes) demostrando que no existe causalidad entre riqueza y desigualdad. «No existe evidencia empírica para sustentar la afirmación de Piketty. La desigualdad no tiene que ver con el comportamiento de las rentas del 1% más rico. Tras analizar un total de 19 economías ricas a lo largo de tres décadas, no solo no encuentra indicios que apoyen la tesis de Piketty, sino que observa justo lo contrario: en tres de cada cuatro casos, la desigualdad cayó cuando el retorno del capital creció más rápido que el PIB. Es decir, a mayor rendimiento del capital, mayor igual económica en la sociedad, y no al revés».

«Biases In The Estimation of Inequality» (Nassim Taleb)

Tax On Wealth Won´t End Inequality

«The Most Important Book Ever Is All Wrong» (Clive Brook)

«Sistematic errors in Piketty´s Book» (Diana Furchtgott-Roth)

«What´s wrong with Piketty´s view of Inequality» (Veronique de Rugy)

Critica de Daniel Schuchman

Acerca de Daniel Lacalle

Daniel Lacalle (Madrid, 1967) es Doctor en Economía, profesor de Economía Global y Finanzas, además de gestor de fondos de inversión. Casado y con tres hijos, reside en Londres. Es colaborador frecuente en medios como CNBC, Hedgeye, Wall Street Journal, El Español, A3 Media and 13TV. Tiene un certificado internacional de analista de inversiones CIIA y un máster en Investigación económica y el IESE.

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