El ejemplo alemán. Garantizar la sostenibilidad del sistema

Extracto de «Viaje a la Libertad Económica» (Deusto 2013)

“No existe conflicto entre el estado del bienestar y el libre mercado”.  Gerhard Schroder

El asistencialismo se ha convertido en una excusa para el bienestar del estado. Y, como veremos posteriormente, se disfraza como coste social mucho gasto político, administraciones duplicadas, etcétera.

Los servicios esenciales se ponen en peligro a medida que la pirámide de población se estrecha, es decir, que el número de jubilados y personas a cargo de otros (niños, descapacitados) se acerca peligrosamente al de contribuyentes.

Si centramos la política de las economías en reducir la renta disponible, ni aumenta la población ni la riqueza, y por lo tanto, el sistema de beneficios sociales entra en peligro.

Eso lo sabía Gerhard Schroder en Alemania cuando lanzó el programa Agenda 2010 de profundas reformas del modelo. Hoy nadie duda de que el país germano ha sobrevivido mejor a la crisis y su sistema de protección social es adecuado, garantizando la sostenibilidad y no obstinándose en mantener el coste.

Cuando Alemania lanzó el plan en 2003, muchos lo criticaron diciendo “Schroder lanza una bomba al estado de bienestar” (El Pais, 2003). Fue tan criticado que la coalición de Gobierno presidida por Schröder -formada por el partido socialdemócrata SPD y Los Verdes- empezó a perder una elección regional tras otra.

Las medidas fueron muy duras, incluyendo enormes recortes a las subvenciones por desempleo, limitando el subsidio hasta €345 euros mensuales en algunos casos, la creación de los mini-jobs, puestos de trabajo temporales de bajo coste para el empresario, introducir el co-pago sanitario y rebajar las pensiones con un coeficiente de sostenibilidad.

Además, bajó los impuestos desde el 19,9% al 15% para las rentas bajas y desde el 48,5% al 42% para los tramos altos.

En 2003, cuando se hicieron las reformas, la cuota de desempleo en Alemania era del 10,5 por ciento y el número de parados rozaba los cuatro millones y medio, y las pensiones y seguridad social eran “insostenibles”.

Sin embargo, ya en 2005  las cifras de desempleo empezaron a bajar, hasta llegar a los tres millones de parados actuales y una cuota del 5,1 por ciento. Además, las pensiones y seguridad social ya no están en peligro, con un superávit de 6.000 millones de euros. La renta per capita aumentaba un 12% en términos reales. El indice Gini, que mide la desigualdad, se sitúa en 0,30, uno de los mas bajos del mundo, similar a Francia y muy inferior a España, Reino Unido, Italia o Estados Unidos.

En 2007, a la mitad de su primera legislatura, Angela Merkel pudo decir en un debate parlamentario que Alemania tenía las mejores cifras de empleo desde la reunificación de 1990 y reconoció que esto era en parte fruto de la agenda impulsada por su antecesor y su rival en las elecciones de 2005.

 Nos dicen que Alemania fue la primera en incumplir el pacto de estabilidad. Claro, por un punto, no seis, y no durante siete años. Y llevando a cabo reformas de enorme calado. Pero nos agarramos a cantos de sirena monetaristas.

El gobierno alemán, que puso en marcha el plan más agresivo de reestructuración del gasto público con Schroder, como comentábamos anteriormente,  implementó un tímido pero fallido plan de estímulo en 2009, con un gasto de 5.000 millones de euros para apoyar el empleo (Kurzarbeit), alcanzando a 1,5 millones de trabajadores. Ante el error, y comprobar que no mejoraba la situación económica ni laboral, la prioridad se situó de nuevo en recortar gastos. Se introdujo una enmienda a la constitución en mayo de 2010 que limita el déficit del estado central al 0,35% del PIB en 2014 y prohíbe a los gobiernos regionales tener ningún tipo de déficit desde 2020.  Estas medidas son mucho más agresivas que los límites de la Unión Europea, que suponen un 3% del PIB.

En junio de 2010 Alemania introdujo el mayor recorte de gasto público en sesenta años, el Zukunftspaket (paquete de medidas para el futuro) junto con un plan financiero a medio plazo (2010-2014), que incluía recortes de 80.000 millones, cerca del 0.8% del PIB, y otras medidas hasta alcanzar el 0,35% de déficit objetivo. Más de un tercio de esos recortes se daban en la seguridad social y administración.

En un año, a pesar de la crisis, el déficit del estado cayó del 4,3% en 2010 al 0,8% en 2011, y llegó a un superávit de 0,2% en 2012. A pesar de cumplir los objetivos a 2014 con creces en 2012, el ministro de finanzas Bertrand Benoit anunciaba en julio de 2013 nuevos recortes de 6.100 millones de euros, a pesar de contar con superávit, que según la agencia de calificación Fitch “mejoraba con creces el objetivo anunciado”.

Los ajustes llevados a cabo por Schroder primero, y Merkel después, situaban a la economía alemana en un nivel de competitividad y saneamiento que permitían reducir las emisiones de deuda pública en 24.000 millones menos de lo previsto en 2013, y llegar a situar las cuentas en superávit en dos años, mientras el producto interior bruto crecía un 0,7%.

Ojalá copiemos a Alemania en el plan 2010 de Schroder y el Zukunftspaket antes de tirarnos a gastar. Con un déficit del 6,5% durante años, España sigue en una situación financiera inasumible.

En un entorno de crisis, se pone de manifiesto que la prudencia presupuestaria y no cejar en los objetivos es esencial, como demuestra el ejemplo alemán.

A Schroder nunca se le reconoció lo suficiente la valentía, coraje y determinación en implementar unas medidas que su partido y sus votantes no querían, pero que eran necesarias para evitar la quiebra del sistema. Aumentar renta disponible, reduciendo impuestos, y recortar gastos.

Lo sabían también Margaret Thatcher y Ronald Reagan, por eso durante sus mandatos la política de mejorar renta disponible reduciendo impuestos aumentó la renta per cápita real para las clases más pobres un 34% en Reino Unido y un 39% en EEUU.

A la hora de justificar cualquier dispendio, olvidamos que los gastos en todas esas partidas deben cubrirse cuando se ha ahorrado en los periodos de bonanza,  algo que no hace ningún estado. No se puede decir “no se puede recortar porque todo se va a gasto social”, sino –como aprendió Alemania- “solo se puede mantener un cierto gasto social si se ahorra”.

La libertad económica ha hecho más por reducir la pobreza que ninguna otra política. El desastre del colectivismo en el mundo ha probado que el gasto como única medida solo lleva a la quiebra.

Hay que facilitar y agilizar la contratación (‘Cara a Cara’ en Navarra TV)

 

Entrevista en Cara a Cara (febrero 2014) donde hablamos de reforma fiscal, política de creación de empleo y contratación, Europa y recomendaciones de Bruselas, populismo y gasto publico. «Hay que dejar de gastar como oligarcas sin petroleo».

Hay que bajar impuestos ya. El esfuerzo fiscal en España sigue siendo uno de los mayores de la OCDE. Y no es una carrera a recaudar, como explicaba en el post El gasto es el problema“. El juego de sostener el PIB con gasto hipertrofiado no reduce el paro lo suficiente. Es urgente.

España tiene potencial para crear millones de empleos netos. Para ello, hay que bajar las tasas. Se espera que se creen 650.000 puestos de trabajo nuevos para 2014-2015 –(yo estimo unos 800.000 a 2016)–, pero no es suficiente. El empleo no va a venir de una Administración hipertrofiada queconsume casi el 45% de los recursos del país y donde el gasto en empleo público supone el 11,9% del PIB superando la media del conjunto de países desarrollados, que se sitúa en el 11,3%. Eso sin contar asesores (1.000 millones de euros anuales) ni empleados de empresas públicas. Tampoco va a venir de las grandes empresas que ya cuentan con una media del 20% de empleados superior a sus comparables europeos (empleados sobre cifra de negocio en el país, Bloomberg). Va a venir del autoempleo y las pymes.

Para reducir el paro hay que:

– Fomentar el autoempleo. Crear empresas en 24 horas, como en tantos países, y no ser uno de los países de la OCDE donde es más caro y lento montar una. El tiempo necesario para poner en marcha un negocio en España es el doble que la media. Que los creadores de pequeños negocios y nuevas empresas no vean que el coste es inasumible con respecto al riesgo que ya supone su iniciativa empresarial de por sí.

– Incentivar a las pymes. No hay que olvidar que son las que crean el 70% del valor añadido de un país. Bajar los impuestos de Sociedades y Cuotas Sociales para crear empleo. Las empresas españolas dedican un total del 58,6% de sus beneficios a pagar impuestos, según los datos del Banco Mundial.

– Bajar cuotas a autónomos. Cercenar la inaceptable cuota de autónomos, que ha aumentado un 20%. Los trabajadores que hayan montado su propia empresa (administrador societario) y los autónomos con más de una decena de empleados a su cargo pagan una cuota mensual próxima a los 314 euros, inasumible en un entorno de incertidumbre y riesgo empresarial.

– Reducir impuestos a empresas. Que las nuevas empresas creadas no paguen cuotas sociales e impuestos hasta tener dos años de beneficios, como en Reino Unido. Y cercenar de manera drástica las trabas burocráticas y la extrema complejidad legislativa de un país de diecisiete regímenes que se autojustifican creando centenares de normas cada año. Cambiar los incentivos: menos capataces para “parar y fiscalizar” y más facilitadores.

– Reducir IRPF para aumentar ahorro y consumo. Sí. Ahorro. Sin ahorro, y consumo posterior, la economía no se pone en marcha. Desincentivar el ahorro para sostener el PIB es una política errónea y peligrosa. El salario bruto de un trabajador se deduce un 47,3% en impuestos. Sumando el IVA, el sueldo es de 67,4% para el Estado.

– Cortar gasto político y superfluo, subvenciones y excesos de burbuja, como comentaba en este post. España ha aumentado el gasto público un 48% entre 2004 y 2009 y sólo lo ha reducido ligeramente un 5% desde 2010 (Lean). Los que defienden “ser flexibles con el déficit” deben explicar cómo van a endeudar España más de 80.000 millones anuales, que es una locura.

Las soluciones no van a venir de las mismas políticas de gasto inútil e intervencionismo que ya destruyeron 3.000.000 puestos de trabajo. La EPA muestra lo evidente: no se crea empleo suficiente con un Estado hipertrofiado. Los datos muestran recuperación, pero es frágil e insuficiente. Se puede hacer mucho más.

Lo que se juega en Europa

10/5/2014 El confidencial

«No existe política económica que garantice estabilidad y certeza. Los únicos sitios donde hay estabilidad y certeza son la prisión y la tumba» Milton Friedman

Les doy dos cifras para empezar este fin de semana: 60% y 960.000 millones de euros.

El 60% de los votantes europeos probablemente no va a participar en las elecciones, según Europa Press, y el presupuesto aprobado por la Unión Europea para 2014-2020 es de 960.000 millones de euros. Dinero pagado también con los impuestos de ese 60% que tal vez no vote.

En estas elecciones no se deciden, ni tiene posibilidad de aprobarse, gran cantidad de las propuestas que pueblan los programas económicos de algunos de nuestros partidos. Se decide si Europa va a continuar por la senda del saneamiento y empezar a atraer capital y crear empleo o caer en otro error y agrandar el agujero.

Merece la pena recordar quiénes son los candidatos a presidente de la Comisión Europea: Jean-Claude Juncker (Luxemburgo, conservador) y Martin Schulz (Alemania, socialista). No es una batalla sobre política nacional ni es un debate entre austeridad y despilfarro. En nuestro país, los representantes de los dos grandes partidos sumarán en total un 10%, como máximo, de sus respectivos grupos. Por lo tanto, las soluciones mágicas que se pasean en los medios de comunicación nacionales de volver a 2008 ni entran en la agenda. Son humo. Cualquier entrevista con Schulz o Juncker nos muestra que, gane quien gane:

  • No se va a cambiar el mandato del Banco Central Europeo (BCE) ni existe posibilidad de aumentar los déficits hasta niveles estratosféricos para “relanzar la economía” y cuando falle, quejarse de que los mercados nos atacan. Los que reclaman “copiar a Obama y Bernanke” monetizando deuda (imprimiendo dinero) en realidad lo que quieren es copiar a Argentina cuando rechazan el mismo nivel de apertura económica, bajos impuestos y flexibilidad de Estados Unidos.
  • No pueden prometer los eurobonos. Ya lo comentábamos en 2011 en”Eurobonos no, gracias, la deuda no se soluciona con más deuda” . Ni siquiera está en la agenda, y lo rechazaría el propio grupo liderado por Schulz.
  • Ninguno de los grupos políticos puede garantizar estabilidad ni crecimiento ni reducción de paro. Desde 2008, se han gastado decenas de miles de millones en planes de empleo, un 3% del Producto Interior Bruto (PIB) de la eurozona en planes de estímulo y se ha disparado el gasto público al 49,2% del PIB para acabar con 26 millones de parados.
  • Las delirantes propuestas de una Europa sin Alemania son simplemente imaginaciones. Sin Alemania, Europa no podría financiar déficits de 4-4,5% del PIB a tipos históricamente bajos, y sin el Bundesbank el Banco Central Europeo sería una anécdota. Europa sin Alemania no contaría ni de lejos con la confianza necesaria para asegurar esa capacidad financiera. Europa no es nada sin Alemania y viceversa. Por eso, Alemania, como una parte de los problemas y las soluciones, no debe sostener un eterno “financiador de proveedores” que nunca paguen. Y por eso se mantienen los apoyos a pesar de incumplimientos consecutivos. Porque para decir que Merkel “nos manda”, poco caso hacemos.

Por lo tanto, estamos centrando el debate de Europa en propuestas que ni están en la agenda. Las llamadas inflacionistas siempre olvidan que exigir a Alemania inflación no soluciona nada, cuando un aumento del 5% en sus importaciones del resto de Europa tendría menos de un 0,25% de impacto positivo sobre España y los países periféricos.

Estas elecciones son esenciales para reforzar la confianza empresarial y potenciar el consumo. 

Nada más y nada menos. Desafortunadamente, no vamos a ver enormes cambios en la UE, pero continuar bajo la ilusión de que Europa va a salir de la crisis con planes industriales estatales es un error. La verdadera crisis de Europa, y causa de la desindustrialización y deslocalización, ha sido por esos enormes planes estatales que han llevado a sobrecapacidad y sobrecoste en infraestructuras, energía, etc. El coste de todos esos planes Marshall eternos en los que se ha embarcado Europa desde 1999 (lean mi artículo aquí) ha llevado a ahogar a impuestos a empresas y familias.

Ahora toca atraer capital.

Dependiendo del resultado de estas elecciones, las empresas, que son las que invierten y crean empleo, pueden percibir confianza y recuperar el ánimo inversor, o asustarse ante el riesgo de que Europa vuelva a hundir sus economías con innecesarios planes de estímulo que luego implican enormes aumentos de impuestos.

Fíjense en este grafico cortesía de Merrill Lynch que se resume con la palabradesconfianza.

Hemos pasado de la Europa que rebota desde mínimos, empieza a solventar su problema bancario, se financia a mínimos históricos y corrige los desequilibrios alcanzando superávits comerciales, al riesgo de complacencia. Si la Unión Europea es ya de por sí un entramado burocrático, entorpecer aún más la recuperación con intervencionismo y proteccionismo puede hacernos recaer en la crisis.

Queda mucho por hacer:

  • A pesar de las reducciones de déficit, los niveles de deuda siguen siendo inaceptables en la mayoría de los 27 países. La confianza ha mejorado gracias a la gradual recuperación, pero es muy frágil. En el Eurosistema existe un exceso de liquidez de 180.000 millones de euros según el BCE. No debemos caer en la trampa de liquidez que ha llevado a todas las primas de riesgo a mínimos y entregarnos de nuevo al endeudamiento salvaje. Porque la liquidez extrema se acaba, hasta en los países que imprimen moneda y no evita la necesidad de ajustes presupuestarios.
  • En Europa hay 26 millones de parados que solo han aumentado conplanes, estímulos y comités. Mientras, unos partidos y otros debaten si hay que dar 8.000 o 20.000 millones a un “fondo para combatir el paro juvenil”. Ambas cifras son francamente inútiles. No consiguen nada que no se haría, de manera mucho más eficaz, si se redujeran trabas burocráticas e impuestos a las empresas y familias para relanzar el consumo.

Nos pasamos todo el tiempo echando la culpa a Merkel y a Bruselas, o al BCE, de nuestros males, pero a la vez les concedemos una especie de varita mágica que asume que todos nuestros problemas se solucionarían gracias a ellos. Y no es correcto. Ni Bruselas dicta todas nuestras leyes ni su poder o el del BCE es omnipotente.

Europa no va a reducir sus 26 millones de parados recurriendo al déficit y al gasto público. Porque no lo hizo nunca, ni en la época de la expansión. Y porque el sistema financiero europeo sigue siendo demasiado frágil, a pesar de las mejoras incuestionables. Mucho se critica a los bancos, pero casi todo el mundo pide más déficit e inversiones públicas, que deben pensar que se financian en Marte. Luego hablan de deuda odiosa mientras piden más crédito, y, por supuesto, barato.

En Bruselas confían demasiado en un objetivo quimérico de recuperar industria hasta un 20% del PIB, imposible cuando la presión burocrática y fiscal sólo aumenta en sectores subvencionados que encarecen las facturas de los consumidores a niveles inaceptables y en el acuerdo comercial con Estados Unidos que esperan que atraiga hasta 130.000 millones de euros a Europa.

Pero la verdadera solución está en los sectores que ya han sobrevivido a la crisis y en las familias. Un aumento del 3% anual de las inversiones de las empresas europeas y un aumento del consumo del 2% de las familias entre 2014 y 2017 tendría un efecto expansivo que duplica el impacto de los mismos fondos gastados por los estados, y encima no cuestan al contribuyente (correlación observada entre aumento de gasto público y privado con PIB desde 1999).

El coste y burocratización de la UE preocupa, y hay que exigirle el mismo esfuerzo que han hecho empresas y familias. Nos jugamos la partida a dos opciones: volver a repetir los errores del pasado o crear un modelo que pueda competir a nivel global. Estamos saliendo poco a poco del agujero. Espero que, gane quien gane, no compre una pala más grande para cavar más profundo. Porque lo paga usted. Siempre.

Con las Manos en la Caja. Entrevista en «Punto de Mira»

 

En España no se han rescatado «los bancos». Se han rescatado las cajas, todas públicas, y entidades de titularidad pública. Grandes «ventajas» -ejem- de la banca pública. El contribuyente se come los agujeros patrimoniales.

En las cajas publicas el estado no «invirtió». Se cubrió un enorme agujero patrimonial, de 60.000 millones. Confundimos cubrir una perdida con «invertir» y los fondos utilizados con el precio al que se puede vender esa caja posteriormente.

Nadie ha «regalado» nada al vender cuando no hay ofertas mejores. Catalunya Banc, ejemplo de banca pública que «invertía» en España y según criterios «sociales». Nos ha costado 12.000m cubrir el agujero. El estado no «malvende» nada en lo que no hay ninguna oferta superior. El valor no lo dicta un comité. (Ejemplo: si yo cubro un agujero patrimonial de 12.000 millones eso no significa que la caja valga 12.000 millones, sino que ya no tiene valor negativo).

No es mala idea vender esas cajas porque a) no es correcto pensar que las hemos saneado del todo b) no es labor del estado continuar gestionando algo que ya ha sido un fracaso manifiesto.

No existe ningún régimen político que no haya rescatado bancos -públicos o privados-, porque los estados son adictos a la deuda. No, Islandia tampoco. Inyectó, sólo a sus nuevos bancos nacionales, alrededor de 0,27 billones de coronas, casi el 20% del PIB del país.

Lo increíble de España es que tras el fracaso de los sectores públicos, con quiebras en cajas, eléctricas y petroleras, queremos más

Como explica Juan Rallo: «Si hubiéramos socializado pérdidas y ganancias el desastre para el contribuyente habría sido similar: las cajas estaban quebradas».

Esta entrevista, en Punto de Mira (a partir del minuto 12.55) trata sobre el problema de las cajas de ahorro y el sector financiero español, y los supuestos beneficios de la banca publica.

Recuerdo esta entrevista en Sintetia

:: La banca española, incluso en plena crisis, ha alardeado de solvencia, de no tener activos tóxicos, de beneficios e, incluso, de repartir dividendos. ¿Cómo se pasa de esa situación de “súper banca” a una donde todo indica que hay que rescatarla? ¿Qué nos hemos perdido por el medio? ¿Hay forma de saber el verdadero problema de nuestro sistema financiero?

Los beneficios que se han publicado han sido en muchas ocasiones –y hay que resaltar que hay grandes excepciones- ficticios, porque se ha retrasado el proceso de recapitalización y provisión de perdidas. Si la banca hubiese provisionado un 20% de lo que hoy reconoce como activos tóxicos cada año durante los últimos cuatro años la mayoría de esos bancos habrían dado pérdidas y, por supuesto, no hubieran pagado dividendos. Hemos corrido el riesgo de la política de esperar y esconder perdidas esperando una recuperación económica que no ha llegado. A ver si escampa. Y en el proceso se han deteriorado aun más los balances, se ha contagiado la percepción de riesgo de la banca problemática –algunas cajas- a la banca sólida, y ha desprestigiado nuestro sistema financiero. No éramos el mejor sistema del mundo ni era cierto que no tuviéramos hipotecas basura. Ese orgullo falso nos ha hecho mucho daño.

No sabremos la magnitud real del problema hasta que no se hagan auditorias independientes y se demuestre con transacciones reales el valor de tantos activos escondidos bajo préstamos zombi.

:: Respecto a esto último, ¿Qué opinas del informe del FMI? ¿Rescate bancario si o si? ¿Qué implicaría ese rescate?

El rescate ya es un hecho. Implica forzar una muy necesaria limpieza del sector bancario, ventas de participaciones industriales innecesarias, provisión de activos tóxicos y mejora del análisis de riesgo. Es un buen primer paso, pero no va a ser la panacea que abra el grifo del crédito. Las entidades financieras no pueden reducir riesgo y recapitalizarse a la vez que aumentan el crédito, es como soplar y sorber al mismo tiempo. En Irlanda, Portugal o Reino Unido aún no se ha recuperado el nivel de crédito a empresas y familias después de muchos años de rescate bancario. Pero es un paso esencial que se debe hacer con firmeza y sin estimaciones optimistas, que es lo que nos ha llevado a donde estamos hoy. Este rescate se debería haber hecho hace años, pero nos empecinamos en negar la crisis y la realidad.

:: ¿Qué opinión te merece la política de fusiones entre bancos y cajas para “fortalecer” el sistema financiero? ¿no se ha engordado el problema, lejos de solucionarlo?

Un horror. Empaquetar y esconder riesgo no soluciona nada. Dos entidades malas no crean una entidad buena. Crean una doblemente mala. Aun peor, la fusión de activos tóxicos incorrectamente identificados hace que el riesgo sistémico se extienda a los pocos activos sanos de esas mismas entidades. Se debería haber recapitalizado de manera solida a las entidades antes de fusionarse.

:: Parece que existe un pánico generalizado porque un banco quiebre. Vemos todos los días quebrar a empresas en España, en el último trimestre más de 6.000 empresas españolas estaban en concurso de acreedores. Pero los bancos….no, ¿por qué? ¿Esto es así en todos los países?

Existe una percepción generalizada de que si quiebra un banco se lleva por delante todo el sistema económico. Eso es sólo por las enormes interdependencias que tienen los estados con los bancos y los bancos con el estado.  Pero no es cierto. Si quiebra un mal banco, los sólidos se fortalecen. Si todos se mantienen vivos se generaliza la desconfianza y no se diferencia a los buenos de los malos. Y hay grandes bancos. Lo hemos visto en EEUU y en Islandia o en los países del Norte de Europa.

:: ¿Estamos ante una crisis donde se ha puesto de manifiesto la dificultad de la banca para medir correctamente los riesgos?

No, estamos en una crisis derivada de décadas de creernos que todo sube a largo plazo, que el crecimiento está asegurado y que las estimaciones de rentabilidad de una inversión son solidas cuando vienen avaladas por ingresos regulados o subvencionados. Una enorme parte de nuestra crisis viene de ese error de que “a largo plazo” todo recupera su precio inicial, y de pensar que el capital es gratis y por lo tanto, el coste de capital solo baja.

Articulo sobre la regulación bancaria:

“Vamos a ser los más sanos del cementerio», decía un banquero tras escuchar las conclusiones del acuerdo europeo sobre la banca.

Cuento en un capítulo de Nosotros los Mercados que, en medio de la crisis financiera, un banquero francés me comentó lo siguiente: «Al Estado no se le estudia un crédito, se le concede». Por eso no es extraño que, acostumbrados a no sufrir nunca la falta de crédito y disponer siempre de recursos financieros, gran parte de nuestros políticos europeos simplemente no entiendan que la banca no puede soplar y sorber a la vez.  Es decir, reducir deuda –recapitalizarse- y dar crédito a diestro y siniestro mientras, por supuesto, les atiborran de deuda soberana.

Sin embargo, eso es exactamente lo que se le pide al sector financiero. Soplar y sorber.

Esta semana, otra resolución. Unos cientos de páginas más de reglas.

El proceso de cambios regulatorios constantes no fortalece los balances del sector financiero, sino que los debilita. Porque se torpedea el proceso de desinversiones, se introduce incertidumbre, que espanta a la demanda, y se sigue erosionando valor ahondando en la recesión.

Sí, la crisis financiera europea no es una crisis de «poca regulación» ni de sectores privados –un 50% de las entidades financieras europeas eran semi-estatales o controladas por políticos en 2006-. Miles de páginas de regulación publicadas cada año desde la creación de la Unión Europea y la Asociación Bancaria Europea (EBA).

Es una crisis de un modelo económico bancarizado -320% del PIB de la Eurozona- muy intervenido. Excesiva, compleja y burocrática regulación que ha prolongado la agonía del sector durante muchos años, en vez de facilitar las condiciones de mercado para las ampliaciones de capital y ventas de activos necesarios.

A pesar de la regulación más detallada y compleja de la OCDE, entre 2008 y 2011 Europa gastó 4,5 billones (un 37% del PIB de la Unión Europea) en ayudas a instituciones financieras, una gran parte de ellas –las cajas, por ejemplo- públicas y muy supervisadas.

Más regulación no lo va a solucionar.

Es lo que se llama «el problema endógeno» -«endogeneity problem»– (lean el excelente análisis Regulation of European Banks and Business Models del Centre for European Policy Studies). Y es precisamente ese exceso de intervención lo que impide una solución rápida y quirúrgica a las dificultades del sector financiero. La regulación debe ser efectiva y sencilla.

Otra patada hacia delante…  El acuerdo del Eurogrupo.

La resolución del Eurogrupo esta semana es otro ejemplo de dicho problema endógeno. Se ha vendido como un éxito, que recupera la solución Chipre que comentaba yo aquí en El precio de la estupidez para la resolución de problemas de capitalización de la banca.

«El triunfo del rescate interno», me decía un analista. No, no lo veo así. Porque no cierra las puertas a la intervención de los estados unilateralmente y además no permite que la banca se adelante y cree sus propios mecanismos de defensa.

Es un acuerdo que debilita, pero no elimina, la necesidad de rescates o de dinero del contribuyente.

¿Por qué?

– Al llevar a cabo constantes revisiones regulatorias –ya van más de veinte en seis años- y crear incertidumbre, el Eurogrupo no ayuda, porque los bancos no pueden llevar a cabo la limpieza de sus balances lo suficientemente rápido.

– Esa zancadilla sin mala intención –nunca la tienen- ocurre a la vez que los estados se endeudan más, tirando del balance de la propia banca, que llega a acumular hasta el 45% de la deuda soberana de cada país. Por ello, el «circulo vicioso» –palabras del BCE, no mías- de riesgo financiero-soberano se dispara.

– Los precios de los activos y de la cartera de créditos se deterioran a la vez que la situación económica empeora por las constantes subidas de impuestos y reducciones de renta disponible, creando un efecto nada sorprendente. La represión financiera empeora la mora en el sector financiero.

– Para evitar ese deterioro, se introducen nuevos tomos de cientos de páginas de regulación que vuelven a retrasar cualquier solución de mercado para la banca.

Hace ya más de seis años que la banca europea tenía que haber reducido su endeudamiento agresivamente. Según BNP, no llega al 30%.

Nuestro ministro, Luis De Guindos, tenía razón al buscar a toda costa que se protegiesen los depósitos de más de 100.000 euros y se evitasen declaraciones maximalistas de solución Chipre. Porque sabe que primero hay que atraer inversión, compradores y depósitos para que la banca pueda aumentar su capitalización y desapalancarse. Hacer lo contrario, poner encima de la mesa el palo antes que la zanahoria, lleva a nuevos shocks.

De hecho, al debilitar a una banca tocada poniendo énfasis en los riesgos para accionistas, bonistas y depositantes, pero sin haber promovido antes la recapitalización y el mecanismo de colchón, se generan aún más probabilidades de rescates con dinero público, porque corren el riesgo de que no haya suficiente dinero privado cuando se necesite, creando el efecto perverso de acelerar lo que el acuerdo busca evitar.

Los números son claros. Sin recapitalización y atraer inversión primero, la solución a lo Chipre que defiende el Eurogrupo simplemente es imposible. Porque no hay suficiente dinero entre accionistas, bonistas y depósitos mayores de 100.000 euros en caso de que un gran banco tenga dificultades. Ni de lejos, en una banca endeudada entre 25 y 40 veces.

El sistema bancario europeo tiene un volumen de activos de 26 billones de euros, de los cuales Francia es el mayor (€8,5 billones) y Alemania el segundo (€8 billones), seguido de Italia y España, con 4,1 y 3,5 billones aproximadamente.

Francia es el país donde el sector financiero ocupa mayor peso, tanto comparado con los depósitos que lo soportan, como en relación al PIB.

Y es el sistema bancario de Francia la razón por la que Europa no llega a un acuerdo de solución de mercado, no España –tercer país de Europa donde la banca tiene mayores depósitos con respecto a sus activos-.

¿Por qué? Porque Francia quiere estar en misa y repicando. Mantener el control férreo y estatizado de su sector financiero, no recapitalizarlo con ampliaciones, fusiones o inversión extranjera, y que además se lleve a cabo una unión bancaria en la que los problemas se repartan.  No es el único país que quiere seguir teniendo su sector financiero «atado y controlado» pero, además, con acceso al monedero de los demás. Por eso es imposible la «recapitalización directa».

La banca europea ha sido un arma esencial de los estados para expandir artificialmente las economías más débiles y, como el instrumento ya no les sirve adecuadamente, hoy –sin pretenderlo- lo ponen en peligro sin pensar en las consecuencias. Bueno, aun peor, pensando que no va a pasar nada y que en Bruselas «generan confianza».

La cumbre de esta semana, donde se trató el espinoso asunto de las recapitalizaciones bancarias, ha sido un ejemplo más de desconocimiento absoluto de los mecanismos de riesgo a los que se enfrenta el sistema financiero después de casi seis años de pasos en falso.

– Un desconocimiento preocupante de lo que es el capital de un banco y lo rápidamente que se extingue si no se dan condiciones económicas y de mercado positivas.

– Que a pesar de la crisis de Chipre y su mala resolución, aun piensen que entre bonistas, accionistas y grandes depósitos se cubren las pérdidas.

– Pensar que la deuda soberana no sufriría un brutal shock cuando los bancos con problemas tengan que vender sus carteras.

Vasos comunicantes

Lo he dicho muchas veces, el sector financiero europeo depende peligrosamente de que la deuda estatal sea segura. Pocos bancos de la Unión Europea sobrevivirían a una quita en la deuda soberana de su país, y el impacto sobre empresas y ciudadanos sería enorme. Sin embargo, la deuda soberana no hace más que crecer en casi todos los países miembros porque se torpedea el crecimiento, el consumo y la inversión con represión financiera.

Permitir el crecimiento y abrir las puertas al capital inversor es la solución de todos estos vasos comunicantes que confluyen en el sector financiero. Atrayendo capital, creando un entorno inversor favorable, con aumento de renta disponible y crecimiento económico, la banca se recapitalizaría, sus activos recobrarían valor, empresas y familias pagarían sus deudas y todo el sistema reduciría su deuda.

Sin embargo, con represión financiera, regulación depredadora e intervencionismo, podemos acordar lo que queramos en otro comité que el agujero de la economía y de los estados endeudados, crecerá, y con ellos el agujero de la banca, en una espiral descendente, The Downward Spiral recordando a Trent Reznor.

Comentaba el lunes en una conferencia que el modelo de absorción de la banca inviable que se está llevando a cabo en España es positivo. Un modelo de reducción del sistema que se llevaría a cabo más rápida y eficientemente si en Europa se preocuparan menos de dar titulares diciendo que los contribuyentes están salvados, porque primero no es cierto y segundo es imposible de conseguir si seguimos creando una Europa intervenida y sin crecimiento.

Europa necesita ser un centro de atracción de capital, no de susto o muerte. La banca tiene una responsabilidad incuestionable en la crisis, pero no se puede desligar el empuje y la intervención de los estados en esa expansión de crédito artificial y excesivo. No lo olvidemos. Son dos caras de la misma moneda. La solución a una década de exceso no se iba a dar en dos años, pero tampoco perpetuemos el problema eternamente.