Paro, Pensiones y Liberación Fiscal (La Sexta Noche 6/7/2014)

Mi intervención en La Sexta Noche 6/7/2014

Paro: Las afiliaciones a la seguridad social de Junio (INEM, equivalente a las payrolls) subieron 56.000 hasta los 16,7 millones de afiliados, un cambio interanual del 1,8%. Esta mejora repercute positivamente en la confianza del consumidor, lo que hace subir el consumo y reducir el ahorro en términos marginales); en términos desestacionalizados (Junio es un buen mes estacional por el turismo) se han creado 8.700 puestos de trabajo (Alemania durante el mismo mes ha destruido 9.000); es el décimo mes consecutivo en el que la economía española crea empleo neto. En términos de desempleo, éste baja en 123.000 hasta los 4,5 millones de parados registrados; la creación de empleo es sólida en muchos sectores, destacando servicios, industria y construcción (por segundo mes este sector crea empleo, otro signo de que se puede estar generando un punto de inflexión en la actividad de este sector, que opera bajo mínimos); el desempleo desestacionalizado bajó en 16.000 en Junio, el mejor dato de los últimos diez años; en los últimos 12 meses el desempleo se ha reducido en 313.000 persona. (via Arcano)

Pensiones: El mayor problema de España es la demografía. La unidad familiar ha perdido un 44% de miembros de media desde los años 70. España ya supera los 9 millones de jubilados y la población activa jamas ha superado los 20,5 millones. Las pensiones ya suponen 127.000 millones de euros, el 36% del presupuesto.

Liberación fiscal: (El confidencial 3/7/2014)

El 3 de julio, se celebra el día de la liberación fiscal, es decir, el día a partir del cual un trabajador medio empieza a generar ingresos para sí mismo y no para el Estado. El Think Tank Civismo publica su informe anual que analiza la fiscalidad del trabajo con una cifra francamente alarmante: los trabajadores españoles necesitan 184 días de media para cumplir con sus obligaciones tributarias.

Calcular el número de días que necesitamos trabajar para pagar impuestos es importante porque refleja visualmente, y de una manera inmediata, si el coste del Estado que sostenemos es proporcionado o desproporcionado comparado con los servicios que recibimos y toda la solidaridad que queramos asumir.

De hecho, el cálculo que detalla el informe anual mencionado muestra que en la enorme mayoría de los casos la cifra pagada en impuestos por los trabajadores supera en mucho las estimaciones más generosas de consumo personal de servicios públicos y solidaridad adicional.

El análisis del día de la liberación fiscal es importante porque muestra el nivel de esfuerzo fiscal, que es lo que realmente pagamos en impuestos de nuestro sueldo y que se sitúa en una media del 40,5%, una de las más altas de la OCDE, y no ese ratio recaudatorio que es la manida “presión fiscal” que tanto usan los medios de comunicación, que mide la recaudación sobre PIB.

Este esfuerzo fiscal sigue situando a España por encima de Dinamarca, Reino Unido, Irlanda y Luxemburgo, y sólo por debajo de Finlandia o Suecia, donde el sueldo medio es un 70% superior a la renta de un trabajador español.

Las conclusiones del estudio son extremadamente reveladoras:

Las rentas más altas sufren el mayor esfuerzo fiscal. Un sueldo de 15.500 euros anuales paga impuestos hasta el 16 de junio, uno de 40.000 o 100.000 euros, hasta el 9 y 7 de julio.

España sigue siendo el país de Europa con las cotizaciones a la Seguridad Social más altas (28,3%), sólo por detrás de Italia (33%) y Portugal (34,4%). En Alemania, Francia, Suecia o Bélgica, las cotizaciones fluctúan entre un 16% y el 20%. Este sigue siendo un enorme escollo para la contratación y el empleo.

Por comunidades autónomas, las más penalizadas son Cataluña, Cantabria y Castilla-La Mancha, y las menos afectadas el País Vasco, Navarra y La Rioja, pero, curiosamente, la diferencia en días hasta la liberación fiscal es muy pequeña, unos cuatro o cinco.

Los críticos del análisis del día de la liberación fiscal son muchos, pero acuden a argumentos francamente fáciles de rebatir:

“Asume que el resto del tiempo no se utilizan los servicios del Estado”. Es cuando menos curioso decir esto, ya que en los cálculos más generosos de utilización de los servicios públicos y solidaridad con los desfavorecidos no se llega ni a una fracción de los días dedicados a pagar impuestos.

“Cuenta todos los días de sostener al Estado olvidando los fines de semana y festivos”. Explíquenme qué salario dejan ustedes de cobrar los sábados y domingos y qué gastos del Estado se cortan el viernes por la tarde hasta el lunes.

“Incluye como impuestos pagados por el trabajador a la seguridad social”. Es que es parte del salario. El salario incluyendo todo, impuestos y cotizaciones, es el pago de la productividad marginal del trabajo. El día en que algunos se den cuenta de que las cotizaciones sociales se detraen del salario total del trabajador y no son una donación del empresario, cambiarán muchas cosas.

“Considera al Estado como una carga y no como un servicio”. Es sorprendente en un país donde el gasto público ha aumentado en 132.000 millones de euros desde 2004, se gastan 47.000 millones de euros anuales más que en el máximo de la burbuja inmobiliaria, 2007, y donde se estiman hasta 80.000 millones anuales de gastos duplicados e innecesarios.

“El esfuerzo fiscal es necesario para cubrir el gasto social porque casi todo se invierte en educación y sanidad”. Las cifras tampoco acompañan. El gasto público excluyendo el rescate de las cajas es de 454.000. Todo el gasto social es de unos 198.000 millones. Y no es bajo. El gasto en educación per cápita es superior a la media de la UE y el gasto sanitario per cápita está en línea con la media de la OCDE.

“Llama mantener al Estado a pagar pensiones”. Las pensiones suponen 127.000 millones de euros y el sistema es deficitario, es decir, se paga más de lo que se recibe en aportaciones. Les intentan justificar un sistema “de reparto” en el que las pensiones de hoy no se pagan con las cotizaciones de los jubilados en su día, sino con las aportaciones de los asalariados actuales. El aumento del esfuerzo fiscal no soluciona el mayor problema de España, la demografía. La unidad familiar ha perdido un 44% de miembros de media desde los años 70. España ya supera los 9 millones de jubilados y la población activa jamás ha superado los 20,5 millones. Sólo se pueden financiar atrayendo actividad económica, mejoras de renta disponible, nuevos trabajadores y empresas, no sustrayendo del que queda.

No es un problema de solidaridad, ni de recaudación. Es un problema de gastos inasumibles que no se pueden continuar sosteniendo aumentando la presión recaudatoria sobre la renta disponible.

España, en 2013, excluyendo el rescate financiero, gastó 454.005 millones de euros, es decir, unos 41.000 millones más que en 2008, y recaudó por impuestos 386.250 millones de euros, es decir, 21.000 millones más que en 2009 a pesar de haber visto una caída del 43% en los beneficios empresariales de las 7.300 mayores empresas y una reducción de los salarios y renta disponible superior al 15% (según la fundación BBVA y el IVIE).

Lo que nos muestra el análisis del día de la liberación fiscal es que el país debe empezar a pensar de manera clara que no va a poder sostener un estado hipertrofiado que ha pasado del 39% del PIB al 45% en diez años y unos gastos crecientes a base de impuestos. Se deben buscar reformas, como las que ha llevado a cabo Suecia, por ejemplo, de financiación de servicios desde la actividad privada. El esfuerzo fiscal creciente ataca la renta disponible y cercena las posibilidades de crecimiento económico sostenido.

En 2014 el día de la liberación fiscal es el 3 de julio. Esperemos que en 2015 sea algún día antes. Ya comentábamos aquí que la reforma fiscal debe ser mucho más ambiciosa.

Debemos cortar el círculo vicioso de sostener el PIB con gasto público superfluo para endeudarnos en 65.000 millones de euros –o más– anuales, caer en la recesión y financiar el aumento del peso del Estado con aumentos de impuestos a los contribuyentes que sobreviven a la crisis. Como contrapartida, España puede entrar en el círculo virtuoso de atraer capital y crear nuevas empresas, mejorar la renta disponible y el consumo, y generar crecimiento económico.

Cómo vencer a Batman

Mi entrevista sobre el informe de Gotham City aquí 

Mi intervención en Capital Radio sobre el escándalo Gowex aquí 

El Confidencial 05/07/2014

“You’ve got to be honest; if you can fake that, you’ve got it made”. George Burns

Esta semana se ha generado una enorme polémica en España por el informe de Gotham City Research, usando el nombre de la ciudad de Batman, sobre la empresa Let’s Gowex.

Finalmente se han confirmado las acusaciones de dicho informe y la empresa declaraba que sus resultados eran ficticios y  concurso de acreedores el día 6/7/2014. La respuesta oficial de Gotham City Research merece enmarcarse y que los que reclaman mayor regulación se la tatúen. «Auditores, reguladores, abogados y bancos de inversión casi nunca encuentran fraudes. Los bajistas e ‘insiders’ sí lo hacen»

A mí me interesa el caso desde el punto de vista de comunicación corporativa y por el posible impacto negativo sobre la imagen de las empresas del mercado alternativo bursátil, que es una pata esencial en la mejora del acceso a capital de nuestra economía, su modernización y atracción de inversores internacionales.

Yo trabajé durante ocho años en comunicación corporativa y me gustaría explicar cómo se rebaten estos informes… cuando son incorrectos.

¿Qué es un Zero Hunter?

Existen cientos de ellos en Wall Street y Reino UnidoEs una casa de análisis que busca por todo el mundo compañías cuyos resultados puedan estar falseados, artificialmente inflados o que sean directamente fraudulentos. Existen muchas, como Muddy Waters, la propia Gotham City o casos como el del inversor Bill Ackman con Herbalife. Ejemplos famosos de zero hunters o zero busters incluyen el de Kingsford Capital desmontando Afinsa, el famoso esquema piramidal detrás de Forum Filatelico. No atacan países, ni sectores, ni empresas. Probablemente, no vuelvan a escuchar hablar de ellos en años porque estén estudiando empresas chinas, indias o americanas -como se puede ver en su web-.  Pero existen.

Expresan su opinión… Y esto es lo más importante: si es falsa, es fácilmente rebatible con una comunicación potente y una gestión de crisis profesional.

Por supuesto, y es perfectamente legal, estas empresas zero hunterssuelen tomar posiciones bajistas (shorts) en los valores que consideran fraudulentos, pero ello no implica forrarse, ni mucho menos garantizar el resultado. Si se equivocan, pierden enormes cantidades de dinero. El público no entiende que una posición corta, mal llamada bajista, supone un riesgo asimétrico. Una acción puede subir un 200%, pero no puede caer más de un 100%. Si una empresa tiene un porcentaje de cortos de un 2%, no cae un 30% o un 50% por su ataque. Se lo aseguro.

Igual que un inversor expresa sus opiniones -negativas o positivas- sobre un valor en la CNBC o en la CNN, estas empresas hacen lo mismo, pero escriben unos informes muy detallados.

Estas empresas zero hunters suelen tomar posiciones bajistas (shorts) en los valores que consideran fraudulentos, pero ello no implica forrarse, ni mucho menos garantizar el resultado. Si se equivocan, pierden enormes cantidades de dinero

Curiosamente, nadie se queja si un inversor avispado recomienda comprar en todos los medios que pueda a una empresa chicharropara que suba exponencialmente. Eso no nos indigna. Lo explico en mi libro “Nosotros, los Mercados”: al alza todos nos consideramosinversores, a la baja, los demás son malvados especuladores. Tengan razón o no.

Estas casas de análisis, como Gotham City, saben que les van a criticar desde el primer día con acusaciones de falsedad o teorías conspiratorias y hasta anti-patrióticas, por eso suelen crear informes demoledores muy detallados.

La acusación central en estos casos suele ser de una enorme magnitud y, por esa misma razón, extremadamente fácil de desmontar si es falsa. Suele venir de afirmar que uno o dos de los mayores clientes de la empresa, generadores de supuestas ventas y márgenes millonarios, son en realidad empresas-fantasma creadas por los propios dueños o ejecutivos de la empresa.

Al contraataque…inmediato

Es curioso que salten soflamas patrióticas y la indignación pública se centre sobre el analista, en vez de desmontarlo o probar los errores de su análisis. Cuando debatíamos entre directores de comunicación con inversores en la AERI (Asociación Española de Relación con Inversores) nos planteábamos así los informes negativos o recomendaciones de venta. Un reto. La transparencia y la acción inmediata son claves.

¿Quién mejor que la propia empresa, que tiene muchos más datos sobre su actividad que nadie, para hundir de manera incuestionable esas dudas en dos minutos? La empresa debe percibir estos informes como fantásticas oportunidades para hundir a los escépticos, reforzar su transparencia y credibilidad y, con ello, llevarse por delante a los cortos, que tendrán que cubrir más caro.

En cualquier empresa bien auditada y con las cuentas claras, esa acusación tan grave se desmonta en dos horas, un día máximo, con la presentación de un análisis de flujos de caja, una carta firmada por los grandes clientes confirmando las cifras de compras realizadas y un estado detallado bancario. Dichos grandes clientes, de ser legítimos, estarán encantados de limpiar su nombre y el de su suministrador.

Yo trabajaba en comunicación corporativa en 2001 cuando saltó la crisis argentina. Se publicaron varios informes con “precio objetivo cero”, asumiendo que la empresa no podría pagar los bonos a vencimiento porque el gobierno argentino le habría confiscado las cuentas en el corralito. Pues bien, en tres horas la empresa podía demostrar a inversores y analistas, a través de un comunicado de sus bancos, que la liquidez era suficiente para atender todos sus compromisos holgadamente.

La mejor defensa es un buen ataque

Gotham City Research se hizo muy famosa en Reino Unido por el escándalo de Quindell, una empresa del índice AIM (equivalente a las pequeñas y medianas empresas), dedicada a vender participaciones en clubs exclusivos (country clubs). La empresa tardó tres días en responder al informe de Gotham City con enorme detalle… pero poco convincente. Desde entonces, ha caído otro 21,7%.

En Reino Unido no se organizó una especie de indignación colectiva por dicho informe, ni se realizaron acusaciones de ataque anti-patriótico. Se agradeció enormemente en los medios especializados que se aclarasen las dudas con transparencia. La empresa sigue cotizando, aunque ya ha quedado claro que sus magníficos resultados y sorprendentes márgenes eran, digamos, optimistas.

El MAB y la comunicación profesional

Por lo tanto, la defensa, aunque sea profesional, puede no convencer. Eso es cuestión de si se han rebatido correctamente los datos. Datos incuestionables, por supuesto.

Pero lo que no se puede permitir una empresa recién nacida es descuidar su comunicación corporativa, que es mucho más que hacer anuncios, dar entrevistas sonriendo y gastar en eventos.

Uno de los problemas de muchas de las pequeñas y medianas empresas es que gastan millones en publicidad y en contratar directivos y luego dejan la labor de relación con inversores como una mera telefonista de lujo. Cuando saltan los problemas, el responsable del área, que suele ser un chico o chica joven y con poca experiencia, suele verse desbordado e incapaz de responder efectiva y rápidamente a las preguntas, legítimas, de inversores con décadas de experiencia.

En cualquier empresa bien auditada y con las cuentas claras, esa acusación tan grave se desmonta en dos horas, un día máximo, con la presentación de un análisis de flujos de caja, una carta firmada por los grandes clientes confirmando las cifras de compras realizadas y un estado detallado bancario

En España, donde tenemos algunos de los mejores equipos de comunicación con accionistas e inversores del mundo en el Ibex 35, una mayoría de compañías sigue relegando la actividad a personas con funciones no directivas, que no tienen acceso real al consejo, la dirección, la estrategia y las cifras. Y aún peor, la comunicación está tan jerarquizada que la empresa es incapaz de reaccionar si no habla el presidente o consejero delegado.  Y éste suele guiarse por lo que le dicta su intuición o lo que le dicen los banqueros de inversión, no los expertos en comunicación con accionistas. Muchas son corporaciones modernas y avanzadas, entre lo mejor del mundo en su negocio, y sin embargo se comportan como pymes de Padre Patrón en su comunicación.

Este enorme error se obvia cuando todo va bien y los ejecutivos se dan palmadas en la espalda por lo mucho que sube la acción gracias a su “carisma”; y cuando saltan los problemas, no saben cómo reaccionar, o lo hacen mal, tarde, incluso de manera arrogante (“¡Cómo se atreven!”) y terminan acudiendo a las tres frases más socorridas: “El mercado se equivoca”, “Son ataques bajistas” y “A largo plazo todo se arregla”. Y a vivir.

Las empresas deben prepararse para lo bueno y para lo malo. Igual que contratan los mejores para cuidar de la seguridad, calidad y gestión, deben contar con expertos de primera en lidiar una crisis de comunicación.

  • Preparar contingentes de crisis bursátil. Procedimientos inmediatos de respuesta.  La empresa puede solicitar ella misma al regulador que se suspenda su cotización cuando envía un “hecho relevante tipo” que informe de cuándo y cómo se va a responder, seguido de una videoconferencia o teleconferencia pública y disponible para todos los inversores.
  • Debe contar con un detallado documento de “preguntas y respuestas” que se actualice constantemente con las dudas más frecuentes de inversores y las respuestas que toda la empresa debe conocer.  Y cuando salte una crisis, los datos, claros, inmediatos y a disposición de todos, en la web.
  • Poner inmediatamente en medios de comunicación a los responsables para aclarar lo que haga falta desde el minuto uno.

Por supuesto esto son sólo cuestiones básicas. Es un trabajo mucho más complicado que no se debe ignorar.

Una buena empresa que salta al ruedo de los mercados no puede tener un producto, instalaciones, gestores y resultados de primera fila y una política de comunicación y departamento de relaciones con inversores de tercera división. Es como si decidiera ahorrarse dinero en el departamento legal contratando recién licenciados sin acceso a los datos y gestión de la empresa. E igualmente letal.

Cuando saltaron casos similares al de esta semana hace años, yo pensaba que era una gran oportunidad para que las empresas despertasen de su política de comunicación de Rey Feudal y avanzasen a las mejores prácticas del mundo financiero. Desafortunadamente, y salvo honrosas excepciones, seguimos cometiendo los mismos errores.

Una buena comunicación no es un bálsamo mágico que lo soluciona todo, ni arregla un problema de datos falsos, sea en Brasil -recuerden el caso de OGX y Batista-, Reino Unido, Estados Unidos -Enron, Worldcom- o Italia -Parmalat-. Pero es esencial cuando las acusaciones son falsas.

A Batman sólo le gana Superman, no el Joker. Para las buenas empresas, sean del MAB, del Ibex o del Mercado Continuo, no tener un equipo gestor de comunicación con inversores profesional y experimentado porque “de eso se ocupa el jefe” es mucho peor que irresponsable. Puede ser mortal.

La Virtuosa Economía Financiera

Articulo publicado en «El Espectador Incorrecto» el 21/5/2014

la virtuosa economia financieraEn 1694 el rey Guillermo III privatizó el Banco de Inglaterra y estableció la City de Londres, que es hoy el corazón financiero del mundo, por delante de Wall Street o Tokio. Muy pocos saben que la City es una corporación privada, con su propia constitución. Es como una ciudad dentro de otra. Tiene su propio alcalde, y sus propios órganos de gobierno, que se coordinan con la alcaldía de Londres y el estado. Fue durante muchos años, y sigue siendo, una de las industrias más importantes de Inglaterra.

Las cifras son espectaculares. Si contamos todo el sector de servicios financieros, supone el 9,6% del PIB del Reino Unido, y los asociados, seguros, legal, etc  un 4,9% adicional. El sector financiero genera un 11,6% de los ingresos fiscales del Reino Unido, 63.000 millones de libras en 2011-2012. Genera ingresos suficientes para cubrir casi el 50% del gasto público en sanidad del país.

Pues bien, la City de Londres,  que ocupa menos de 2,6 kilómetros cuadrados y cuenta con unos 400.000 profesionales y 2.500 empresas, supone un 3,7% del PIB del país y casi un 4% de los ingresos fiscales del Reino Unido.

Cuando yo empecé a trabajar en la City, hace ya diez años, circulaban en los medios de comunicación todo tipo de rumores y mitos sobre el sector financiero. La mayoría se referían a una vida de lujo y esplendor y a millones gastados por banqueros y operadores bursátiles. Era la época de la bonanza y se exageraba, mucho, sobre la vida en este mundo.

Lo que yo me encontré distaba mucho del glamour, dinero fácil y opulencia que nos vendían. Mucho trabajo, un entorno competitivo y sobre todo, un enorme capital intelectual de talento excepcional venido de todas partes del mundo, China, India, Rusia, Estados Unidos, Francia, Japón, Nigeria o España.

Sin embargo, la opinión del gran público sobre este centro financiero pasó de mágica a irreal con la crisis económica.  Era el momento de culpar de nuestros males a “los mercados” ese ente perfecto a quien culpar… Porque es alguien supuestamente muy poderoso, abstracto, que es genial porque no puede defenderse ni negarlo y no está en nuestro país. El enemigo, mejor extranjero. Y porque, en nuestro desconocimiento, damos por hecho que los intermediarios financieros son inútiles.

Los medios de comunicación hablan de la City de Londres como un centro de especulación y hasta –lo juro- blanqueo de dinero o evasión fiscal. Las acusaciones son tan delirantes que ni merece la pena entrar en ellas, cuando se cuenta con un regulador la FCA (Financial Conduct Authority) que es de los más exigentes y duros del mundo, y los casos de excesos o malas prácticas, que se dan como en cualquier actividad, se castigan con penas reales, millonarias y el ostracismo profesional.

Pero lo que los medios tienden a olvidar es la labor esencial que un centro financiero como la City cumple en el desarrollo económico, la prosperidad de familias y pequeños negocios y el crecimiento de la economía real.

La City de Londres y el sector financiero británico originan el 19% de los préstamos internacionales, más que ningún otro país. Sin ese motor, las grandes transacciones globales, inversiones en bienes de equipo y movimientos de internacionalización de empresas que consideramos esenciales para el crecimiento, no se darían en la misma medida. Serían muy inferiores.

La City es el mayor originador de préstamos a los mercados emergentes del mundo, y el mayor inversor en sus empresas, incluyendo proyectos de infraestructura, agua, telecomunicaciones y transporte. Las empresas de seguros de este pequeño gran universo  son las mayores en cobertura de proyectos en países del tercer mundo, y han pagado más de 30.000 millones de euros de reclamaciones en 2012.

Además, la City es el mayor centro del mundo en compra y venta de divisas, con un movimiento mensual de 1,5 billones de euros. Sin este engranaje, la economía de los países emergentes y los proyectos globales, que hoy consideramos como normales, simplemente serían imposibles. Porque tener grandes centros financieros donde se toman y analizan los riesgos a nivel global ayuda a poner en contacto a grandes inversores con los países y empresas que necesitan capital.

La importancia de los centros financieros como facilitadores de liquidez es enorme. Cuando decidimos sacar dinero de un cajero o vender una acción o comprar un producto financiero asumimos que se va a dar inmediatamente. La liquidez se da por hecha, y no valoramos el sistema que la garantiza.

Y la industria de fondos de inversión, que gestiona casi 1,5 billones de euros en este país, aparte de ofrecer rentabilidad a fondos de pensiones y ahorradores en un entorno competitivo donde los inversores pueden buscar al mejor gestor dentro de un enorme abanico, también dota de liquidez y financiación a empresas con dificultades o inversores de países con regímenes difíciles, más de 300.000 millones de euros en 2012.

Otro elemento que se manipula con cierta frecuencia en los medios son los salarios y las jornadas de los trabajadores de este sector.

En el año 2007 la City de Londres empleaba a unas 420.000 personas. La cantidad total destinada a compensaciones por beneficios a ejecutivos, lo que se llama el “bonus pool” alcanzó los 6.400 millones de libras. En 2012 el “bonus pool” cayó un 33%, según el Centre for Economics & Business Research Ltd y se estima que ha sido de 1.600 millones de libras en 2013, cuatro veces inferior al nivel que se alcanzó en 2007. La remuneración es, por supuesto, generosa acorde a unos objetivos reales de beneficios, pero se olvida también que cada año se despide a miles de profesionales, en la industria de los fondos de inversión casi el 30% anual, por no alcanzar los resultados acordados.

Lo he comentado en muchas ocasiones en los medios, en la City trabajamos en un entorno muy competitivo, pero libre. Nadie está aquí por obligación. Se reciben hasta 500 solicitudes por vacante en los grandes bancos de inversión. El trabajo en la City es duro, y se recompensa –muy bien– por resultados, si se alcanzan los objetivos. Pero los horarios extenuantes son una ficción. Se valora la gestión del tiempo individual. Todos hemos tenido que trabajar muchas horas y varios fines de semana, pero también lo hacen los pequeños empresarios, los escritores, los músicos o los periodistas.

Sin embargo el ciudadano sigue hablando de la malvada economía financiera como contrapartida a la “economía real”. Como si la financiación de proyectos industriales la facilitase el Dios del viento.

¿Por qué se necesitan bancos, instituciones financieras o fondos de inversión? Los ahorradores pueden prestar a las empresas y al estado directamente sin necesidad de intermediarios. ¿Cierto?. No. Porque los intereses y el periodo de maduración y liquidez requerida entre ofertantes de dinero y demandantes son completamente distintos. Y el tiempo requerido para juntarlos  y ponerlos de acuerdo sería imposible de gestionar sin una enorme red de distribución como la de los bancos de inversión.

En mi libro “Nosotros, los Mercados” (Deusto 2013) lo explico. Las empresas y los gobiernos son vendedores en el mercado. Venden su producto a los compradores, los inversores y ciudadanos, que también son consumidores de la “mercancía” que venden dichas entidades. Esto es muy importante entenderlo, porque no comprender la naturaleza vendedora de algunos participes nos puede llevar a malinterpretar o sobreestimar las posibilidades del sistema económico si “eliminamos los centros financieros”.

Entre vendedores y compradores hay una serie de agentes, intermediarios, que facilitan las operaciones de comercio financiero.  Dichos intermediarios también participan como vendedores de su producto.

Muchos de estos intermediarios se concentran en los bancos de inversión y bancos tradicionales. Bancos que además ofrecen análisis de renta fija y variable, estudios económicos y servicios corporativos ayudando a las empresas y estados a acceder a los mercados, para emitir acciones y deuda.

Los bancos, en este engranaje, son como el aceite para el motor. Son una parte fundamental para que el sistema financiero funcione adecuadamente. Nos olvidamos de ellos cuando todo va bien porque la liquidez y el acceso inmediato a operaciones son cosas que damos por hechas. Cuando un cliente decide vender o comprar, no duda jamás de que vaya a encontrar contrapartida. Solo nos acordamos de los bancos para lo malo, que por supuesto debe conocerse y solucionarse.

Si los gobiernos, las empresas y los bancos de inversión son vendedores e intermediarios, los ahorradores e inversores son los clientes. Toman riesgo. Y como clientes, tienen todo el derecho a ser exigentes con la calidad de lo que compran.

Cuando se olvida que el mercado es una relación vendedor-producto-cliente y empezamos a exigir un supuesto derecho adquirido a que nos compren nuestra mercancía aunque sea de mala calidad es cuando empezamos a romper la cadena de valor y confianza. Y el capital desaparece. Sin grandes centros financieros, lo que hoy llamamos ‘crisis de liquidez’ sería un cataclismo insuperable.

Los grandes centros financieros, Nueva York, Tokio, Frankfurt… y la City son absolutamente esenciales para mantener en marcha la maquinaria de la economía. Sin ellos, el mundo ideal que algunos nos intenta vender no solo no se daría, sino que la perdida del acceso a crédito del que vive la economía de todo el mundo  relegaría a los países más desfavorecidos al hundimiento, y el comercio global a un estancamiento no deseado por nadie. Atraer capital no es fácil, poner en contacto a inversores y empresas con objetivos similares no es un juego de niños, y originar complejos préstamos y financiación de proyectos no se hace por arte de magia. No es casualidad que los enormes bancos públicos globales, desde China a Rusia, y bancos centrales del mundo acudan a los grandes operadores internacionales privados en la City o Wall Street para poner en marcha sus operaciones más importantes. Saben que las decenas de miles de millones de dólares necesarios para cualquier gran proyecto necesitan el soporte de una potente industria financiera global flexible, abierta y dinámica.

Daniel Lacalle es economista y gestor de fondos. Autor de ‘Nosotros, los Mercados’ y ‘Viaje a la Libertad Económica’ (Deusto 2013)

El cuento de las SICAV

«Taxing wealth generates a slower economy and higher government spend. It’s the basic recipe for stagflation». John Carney

Los políticos tienden a crearse sus propios infiernos. Al demonizar de manera demagógica a las sicav y los mal llamados paraísos fiscales se han disparado a sí mismos en el pie (lean Diez mitos sobre los paraísos fiscales). Todo por distraer la atención echando balones fuera ante el problema de impuestos excesivos y de despilfarro publico.

Empecemos por aclarar…

¿Qué es una sicav?

Una sociedad de inversión colectiva donde un grupo de inversores (100 o más) se reúnen para invertir en activos, tradicionalmente a muy largo plazo. Por ello se exige un capital mínimo.

La sicav es uno de los instrumentos de inversión más populares de Europa, y es igual que tantos fondos –mutual funds– similares. España no es el pais donde más hay ni más dinero gestionan. Los mayores centros de sicav de Europa continental son Luxemburgo, Francia e Italia.

¿Tributan al 1%?

Tienen el mismo régimen que cualquier fondo de inversión. Tributan al 1% y un 21-27% sobre beneficios y dividendos cuando el inversor retira su dinero. La ganancia de capital tributa igual que la de cualquier inversor.

¿Son solamente para ricos?

Cualquier persona puede invertir en una de las 3.400 sicav. Como en cualquier fondo del mundo, existen requisitos de capital mínimo. Para ahorradores con cantidades pequeñas, pueden suscribir cualquiera de los centenares de fondos específicos que invierten en sicav comercializados por bancos y casas de inversión.

¿Es fraude fiscal?

No. Es un instrumento legal y legitimo reconocido en todo el mundo.

No es una forma para que las «grandes fortunas eviten al fisco». En España existen unas 3.400 sicav, con unos activos bajo gestión de unos 27.000 millones de euros según la CNMV, y la mayoría de partícipes son profesionales de clase media, según el regulador.

Decir que las sicav esconden una familia o grupo familiar y 100 inversores «falsos» que no tienen oficio ni beneficio y que, por tanto, se usan «para defraudar’ es un error enorme. Es como decir que los inversores que ponen dinero en Berkshire, SAC, Soros, Paulson o Citadel son «falsos» inversores que esconden el fraude de Warren Buffett, Steve Cohen, George Soros, John Paulson o Ken Griffin, ya que una enorme parte de sus fondos de inversión proviene de la fortuna de estos gestores.

El inversor minoritario en una sicav participa de la filosofía y estrategia que propone el gestor, y toma riesgo con él y los partícipes. Llamarlos «mariachis» o «comparsas» que esconden a una familia millonaria es, cuando menos, ignorar los conceptos de inversor minoritario, gestor y estrategia. Mi amigo Francisco de la Torre dice que se usan para la gestión individual de carteras de grandes patrimonios. ¿Si yo invierto unos ahorros en el fondo de Buffett o Paulson soy un «mariachi» porque ellos tengan su patrimonio en el fondo y yo una fracción infinitesimal de esa cifra? No.

¿Los ricos las usan para evadir?

Esas sicav de familias de apellido ilustre a las que atacamos tan frivolamente tienen enormes inversiones fundamentalmente en empresas industriales, constructoras y energéticas españolas, además de bonos. Inversiones a muy largo plazo.

Esas familias y las empresas en las que invierten pagan centenares de millones de impuestos. El beneficio para el Estado de su capital es mucho mayor que rascar unos impuestos adicionales. Reino Unido lo sabe bien.

Que inviertan en España es importante, que además inviertan fuera, si lo desean, es esencial para seguir atrayendo capital y fortalecer lazos empresariales y financieros globales.

Esas inversiones, además, las llevarían a cabo, con la misma tributación, si en vez de sicav usasen fondos tradicionales o hedge funds.

¿Se recaudarían miles de millones si tributaran de otra manera?

El efecto recaudatorio sería imperceptible.

No existe un solo caso de aumento de ingresos fiscales relevante por cambio de tributación de un tipo de sociedades de inversión. Ninguno. Solo se provoca que ese capital, en vez de domiciliarse en sociedades españolas, se vaya a Luxemburgo, EEUU, Singapur, Reino Unido … O Francia, donde tiene usted sicav hasta de sindicatos de granjeros.

Cuando se ataca a las sicav, o a cualquier fondo de inversiones, sea hedge fund o institucional, se alude a una especie de «ejemplaridad» o «justicia» más que al cuestionable ingreso fiscal adicional. La ejemplaridad o justicia no están en penalizar el ahorro y la inversión para sostener estados hipertrofiados, sino en no atacar al resto de los ciudadanos. No es que las sicav sean malas, es que, como dice Juan Rallo, debemos tener una sicav todos.

Pues bien, como no podía ser de otra manera, ha saltado el innecesario y estéril «escándalo» en la sicav de los europarlamentarios en Luxemburgo. No me negarán que hay una cierta justicia poética en todo esto.

Mira que lo he advertido en todo tipo de debates. Ojo con la demagogia, que el mayor «paraíso fiscal» de la OCDE es Bruselas, donde los europarlamentarios y las agencias de la UE tributan entre el 8 y el 1%. Ni en Caimán se encuentran esos tipos.

En realidad el debate no es si los ricos o europarlamentarios -viene a ser lo mismo- tributan poco por sus rentas de capital mientras los demás pagamos mucho. Primero, porque como explicaba antes, es falso. Es que los ciudadanos no deberían tributar por el fruto de su ahorro y riesgo.

El impuesto sobre la riqueza es injusto y sobre todo, inútil, como decíamos en mi post Piketty se equivoca. La imposición sobre el ahorro es, por definición, una doble imposición al atacar el fruto de la inversión hecha tras pagar impuestos directos, indirectos, patrimonio, bienes inmuebles, regionales, verdes y de todo tipo.

Exigir, ademas, un pedazo de tu esfuerzo inversor, por supuesto asumiendo que siempre ganas, es otra transferencia de renta de los sectores productivos a los parasitarios.

Al transferir renta del ahorro hacia el gasto administrativo y clientelar se provoca estanflación -estancamiento económico con inflación-. Desincentiva la inversión, mientras el estado fagocita una mayor proporción de la economía y sube los precios artificialmente. Así, la velocidad de circulación del dinero, que mide la actividad económica, se desploma. En Japón acaban de conseguir el «exitazo» de subir la inflación gracias a la subida de impuestos y las tarifas eléctricas. El consumo ha caido un 8% y los salarios reales a nivel de 2001.

Y no, no se usa para pagar «sanidad y educación», la demagógica coletilla del momento. Se detrae capital que precisamente es lo que necesitamos para sostener esos servicios. No deberíamos tener 27.000 millones de nada en sicav, sino tener 10 o 20 veces más invirtiendo en empresas y bonos españoles.

El fraude fiscal hay que combatirlo, pero no ayuda al debate engañar a la población llamando «fraude» a lo que es totalmente legal. Ni tampoco ayudan los cuentos de la lechera de supuestos ingresos millonarios perdidos que nunca aparecen. Que nadie les diga que va a recaudar decenas de miles de millones atacando el «fraude» cuando jamás se han conseguido cifras remotamente similares. Ningún país ha aflorado jamás una cantidad siquiera cercana al 2% de su déficit anual (datos Banco Mundial). Decir que se va a recaudar el equivalente al 50% es ciencia ficción. Y no soluciona nada en cualquier caso.

La crisis y el déficit se atacan atrayendo capital, no detrayendo, y promoviendo el crecimiento económico. Lo demás son cuentos.